EL FALSO MESÍAS
Estos falsos apóstoles, son obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.― Saulo de Tarso, Segunda Carta a los Corintios
Es demasiado fácil caer en la polaridad, sin darse cuenta de
que se sigue jugando al mismo juego, cuando encuentras una voz que dice lo que
quieres oír, y que exalta ese sentimiento de justicia, convirtiendo lo que
antes era masa crítica en potencia, en una turba direccionada emocionalmente.
Es demasiado fácil caer en ello.
Tenemos tantas ansias de encontrar un reflejo de nuestro interior en el mundo tóxico que nos rodea, que cuando encontramos una proyección parecida se nos olvida utilizar la inteligencia. ¿Por qué te digo esto? Porque en el momento en el que perdemos la individualidad, perdemos nuestra mayor arma de defensa y contraataque.
Perdemos el ser imprevistos, el ser auténticos y el ser originales, para pasar a ser de nuevo liderados en masa.El alma es el bien más codiciado
Nuestra alma es el bien más codiciado, por todos aquellos
que no la tienen. Y están dispuestos a lo que haga falta, para seguir parasitándola
aunque ello les suponga cambiar de apariencia. Porque la imitación ha sido
siempre el engaño, utilizada para desplazar lo auténtico, y sustituirlo por un
sucedáneo que se parece, y que sigue necesitando ser alimentado a través de los
fieles para mantenerse.
La trampa está, en que si crees que estás manteniendo un
mensaje, mediante tu vocación, energía y pensamiento, porque lo ves semejante o
parecido, a tu yo interior o tu yo verdadero, estás desplazando tu centro fuera
de ti y por tanto, cediendo tu soberanía individual. Y es en ese momento, en el
que cedes tu soberanía individual, cuando vuelves a permitir que a través de tu
mente consciente, lo más auténtico de ti, vuelva a ser pastoreado y
direccionado, al haber encontrado un vector externo que lo dirija. Un vector
que lo dirija y que lo represente, por un patrón de semejanza y aproximación, a
ese sentimiento de justicia tuyo, que pasa a ser reactivo y liderado por un agente externo.
Se nos olvida que no tenemos por qué tener la misma versión
y que como fractales primordiales, cada uno de nosotros es un verso suelto
dentro de un gigantesco, o mejor dicho, infinito equipo pluridisciplinar, en el
que cada vocación es diferente a la siguiente y a la anterior, siendo todas y
cada una de ellas necesarias e insustituibles, por muy semejante que sea el
concepto que pretenda englobarlas a todas. Si eres consciente de que tu vocación es única e insustituible, enseguida
caerás en la cuenta, de que tu individualidad es tanto o más necesaria que tu
propia vocación, a la hora de abordar la misión o el trabajo.
Porque en el momento que pierdes tu individualidad, pierdes
tu libertad. Aquella que te distingue de la gigantesca mente colmena, que no
escatima esfuerzos en mutar y asemejarse en apariencia, a aquello que te atrae,
ofreciéndote una vibración y unos códigos parecidos, a aquello que resuena en
tu interior. Podemos afirmar que el falso Mesías, bajo cualquiera de todos sus
nombres y apariencias, es ante todo un maestro en la imitación.
La tentación de sentirse entendido y representado
Y como tal, no escatimará esfuerzos en ofrecerte un
sucedáneo, a cambio de que sea él quién dé la cara o te represente, para que tú
sigas sentado, y por tanto dejes de ejercer tu vocación y tu libertad, cuando
es precisamente este ejercicio en primera persona, lo que realmente cuenta.
Piénsalo: si por haber encontrado a alguien que puede representarte, o aunar varias de tus ideas, y que aparte parece tener un grado de aceptación y validación en varios entornos en los que te mueves, sí precisamente por eso, hayas podido dejar de tener un papel más activo que antes en tu propio entorno, al sentirte más protegido o respaldado. Esto es y será una guerra individual, una por cada alma. Y como tal, nadie podrá librar tus batallas por ti.
La tentación de sentirse protegido dentro de una masa
semejante, siempre está. Y el siguiente paso a esta protección, es perder el
liderazgo de uno mismo. Cuando pienso en ello, siempre me viene a la mente el
ejemplo cinematográfico, del mafioso que vende protección, a cambio de un
porcentaje. Y si no pagas el impuesto, te destrozan el local. Nada pasaba en
ese comercio, hasta que apareció la mafia.
No hace falta ser un mafioso o un camorrista en apariencia,
para que esa misma transacción, se lleve a cabo. Es el chantaje en el que se
termina cayendo, siempre que renuncias a tu
liderazgo, para caer bajo el paraguas de alguien, que dice que
te representa. Igual que la política, igual que las ideologías, igual que la
religión: es exactamente lo mismo.
Un maestro de la imitación
El falso Mesías tiene tantos collares, rostros o marcas,
como nombres. Pero tras cada una de sus caras, el objetivo es siempre el mismo:
que cedas tu soberanía individual, la que alberga la verdadera fuerza de tu
alma, para nutrirse de esa energía y direccionarla, para cualquier propósito
que siga reconduciendo tu camino, dentro de un circuito cerrado de esclavitud,
que le siga garantizando el alimento dentro de esta granja. Por ello invertirá
todos los recursos habidos y por haber, para mostrarte la cara que tú quieras ver.
Damos tanta información en cada momento, que no le resulta
difícil saber cuáles son nuestros anhelos, nuestros impulsos y bajo qué
condiciones reaccionamos que sabe perfectamente lo que queremos oír, o
necesitamos evidenciar, en orden de adaptarse a cada uno de nuestros
movimientos. Es el mismo patrón de imitación de la inteligencia artificial.
Y si es artificial y actúa por imitación,
englobando todas las versiones posibles, ni es humano, ni tiene alma. Porque un
alma no replica su entorno, sino que genera su entorno. Es la que genera el
patrón independientemente de lo que encuentra a su alrededor a través de su
poder creador. Un alma humana no necesita ser alimentada o sustentada con energía
de adoración, con aplausos, o con vítores. Todos estos comportamientos van
asociados, a cuerpos perecederos, físicos o etéricos, que
necesitan sustentarse a través de la energía que generan las almas, al carecer
de ella.
Es cómo escuchar una grabación muy bien hecha.
Puede tener palabras y sonidos que te gusten y que te atraigan, pero serán
siempre los mismos repetidos una y otra vez, sin que exista la posibilidad de
escuchar algo nuevo dentro de un mensaje grabado. Examina tus fuentes y cuídate
mucho, de aquel que te diga lo que quieres oír, porque lo hace para su propia
supervivencia.
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