LA
NUEVA CONCIENCIA ENTRE ESPECIES Y LA VOZ DE LOS ANIMALES
El punto de vista
desde el que os vengo a hablar puede resultar un poco particular, cuando menos
poco oído hasta el día de hoy en nuestro país. Es el punto de vista de los
animales y demás especies que conviven con nosotros.
Para ello lo mejor
será empezar contándoos en qué consiste mi profesión. Soy terapeuta de animales
y personas por igual, pero la razón principal por la que estoy aquí hablando
hoy es que soy una Comunicadora entre especies, esto es, me dedico a comunicar
telepáticamente con individuos de distintas especies, normalmente uno de ellos
es un humano… pero no siempre; y también me dedico a dar cursos para que cada
vez más gente vaya aprendiendo a comunicarse con otras especies por si mismos,
que es lo realmente bello.
Todas esas
actividades las aúno en un espacio llamado ENTRESPECIES dedicado al desarrollo
del lenguaje común a todos los seres vivos, la Telepatía, la comprensión y el
respeto así como la sanación entre las diferentes especies.
Vale… ¿y en qué
consiste eso de la telepatía entre especies? Bien, provenientes del griego
antiguo el prefijo Tele tiene que ver con distancia, y patía, con sentimiento o
sensación. La telepatía es por lo tanto la capacidad de sentir al otro a través
de la distancia, sin importar kilómetros, condiciones geográficas, posibles
muros o fronteras entre los individuos en cuestión… A través del canal
telepático están unidos todos los seres vivos sobre la Tierra, incluida ella
misma, por supuesto, que es un magnífico ser vivo, lleno de vida y consciencia,
y tremendamente generoso.
La Telepatía no es
un don especial vedado a unos pocos especialmente dotados o sensibles, ni mucho
menos un superpoder de ciencia ficción, como aún hay quien cree por ahí. Se
trata de una capacidad innata a todas las especies, incluido el ser humano,
¿por qué no? Al fin y al cabo somos uno más; esta es una de las características
de la telepatía. Se trata de una comprensión consciente e inconsciente al mismo
tiempo del otro, de sus pensamientos, su estado de ánimo y de su experiencia,
una comprensión tan profunda que uno llega a sentirse el otro.
Y llegados a este
punto seguramente hay quien se esté preguntando: ¿cómo es que estoy tan segura
de haber establecido dicho contacto y no estar viviendo una fantasía de mi
propia creación? Esta es una pregunta estupenda y muy sana que surge cuando uno
se plantea la posibilidad de la comunicación telepática y que conviene seguir
haciéndose durante nuestros primeros pasos telepáticos, cuando decidimos
recuperar esta capacidad y nos ponemos manos a la obra.
La respuesta es que
la comunicación se confirma repetidamente por los resultados: los aprendizajes,
los cambios de comportamiento como resultado de una comprensión mutua, la
tranquilidad, una más estrecha colaboración…Porque como he comentado, la
comunicación telepática no depende de la distancia. Depende de la
sintonización, de saber con quién estas comunicando, de ser capaz de entender
al otro como un igual, identificarte con él, con su individualidad, su
espiritualidad, emociones, sentimientos, sus propios valores.
Cuando un ser humano
y otro animal trabajan juntos en la comprensión mutua se apela a la nobleza y
al respeto mutuo, así es como la armonía y la dignidad sustituyen al temor y su
fruto más inmediato, la agresión.
La conexión
telepática nos hace sentir, nos hace vivir, la realidad de que somos uno más,
uno con todo lo que está vivo a nuestro alrededor. Nos aleja de la idea de
estar solos y aislados, como cada día más y más personas se sienten de forma
continuada; nos saca de la idea de estar solos en el planeta como única especie
inteligente porque comienzas a entender los valores del otro y a contar con
ellos al tomar decisiones.
Mediante la
expansión de la capacidad telepática se amplía nuestro concepto de vida,
comenzamos a entender que hay mucha más vida a nuestro alrededor de la que nos
habíamos permitido observar hasta ese momento. A través de la telepatía se crea
un vínculo totalmente distinto a las relaciones neuróticas que a menudo
desarrollamos con individuos de otras especies, por ejemplo con nuestras
mascotas, (y uso la palabra mascotas conscientemente, por sus implicaciones de
propiedad y dependencia).
¿Que a qué me
refiero? Esto lo entendemos muy bien cuando vemos a alguien maltratando a su
perro, por ejemplo. Es fácil ver que la rabia acumulada por esa persona no era
principalmente por que el perro hizo lo que no debía, porque pisó las flores
del jardín que acaba de plantar, o porque se hizo adulto, o algo así. Es fácil
entender que eso fue solo la chispa que encendió el polvorín y que fueron sus
circunstancias de vida, sus propias frustraciones acumuladas las que crearon
toda esa rabia, y que probablemente la pagó con el perro porque lo siente cercano,
se identifica con él, proyecta sobre él su rabia y le hace lo que en realidad
quiere hacerse a si mismo. Proyectamos sobre nuestros animales nuestros apegos,
anhelos, ansiedades, y ellos, por amor a nosotros intentan satisfacer estas
expectativas.
En un caso parecido
de maltrato en el que tuve la ocasión de contactar con el perro maltratado,
éste me decía: “él me necesita, es la única manera en la que se permite
expresar ese sentimiento. Mientras me pega él se libera y se alinea con quien
vino a ser. Tal vez un día pegándome vea que es momento de dar un paso más y
dejar de hacer lo que tanta rabia le causa y comenzar a hacer lo que realmente
le hace feliz Me necesita.” Y hay otros casos, puede que no tan llamativos,
pero igualmente neuróticos e insanos, tanto para el animal como para el humano.
Nuestro compañero animal siempre querrá echar una mano como sea, estando a la
altura…
Hace poco unos
amigos aumentaron su familia con un perrito, precioso, simpático y listo. Un
perro de raza con un gran pedigrí también, mis amigos fantaseaban con llevarlo
a campeonatos de belleza, estaban seguros de que romperían la pana juntos. Sin
embargo una semana antes de los campeonatos el perrito siempre enfermaba. Me
llamaron para una consulta para preguntar al animal a qué se debía su malestar,
resultó que el perrito se ponía enfermo de ansiedad sólo de pensar en las
competiciones, no era nada competitivo, y la idea de no estar a la altura le
enfermaba. Cambiaron mis amigos sus expectativas y el perrito no volvió a tener
recaídas. El afán de nuestros compañeros animales por ayudar, su deseo de
asistirnos sea como sea, incluso a costa de su salud, es lo más parecido que
conozco al amor incondicional.
Pero no solo
establecemos este tipo de relaciones con nuestras mascotas, también proyectamos
nuestras neurosis sobre animales que no lo son y ya de por sí denominamos
“salvajes” (¿no hacían eso mismo los romanos en su día cuando todo aquello del
Imperio? Ellos también llamaban “salvajes” a quienes vivían fuera de sus fronteras,
les costaba identificarlos como seres de su misma especie, incapaces de
desarrollar una “cultura” según sus valores). Permitirme que los llame libres,
sólo por hoy.
En mis cursos de
telepatía suelo hacer una dinámica a través de la cual los alumnos contactan
cada uno con un animal que les elige a ellos, a menudo son animales libres,
alguno que ni siquiera ha tenido mucho contacto con el hombre en sus vidas. El
cambio de las personas en sus opiniones y sentimientos sobre el animal con el
que hacen el trabajo es inmediato y a menudo esclarecedor para todo el grupo de
cuán infundadas suelen estar nuestras ideas preconcebidas sobre estos animales
y los miedos que en ellas se basan.
Una vez caminando
por el campo decidí hacer una práctica que me había contado un amigo mío
mejicano, que suelen hacer los indios huicholes. Ellos caminan descalzos por el
desierto de Sonora incluso en luna nueva. No se preocupan de los cactus, ni de
los alacranes, ni las serpientes… consideran que nada puede pasarles teniendo,
como tienen, porque se lo trabajan, el corazón limpito.
Total, comencé a
caminar campo a través, no descalza, (era invierno en Calatayud) pero sí sin
mirar al suelo, confiando, y/o poniendo a prueba el nivel de limpieza de mi
corazón. Al cuarto paso, no sé bien si por miedo o por inercia miré al suelo
según iba a apoyar el pie, ¡y menos mal!, la serpiente más grande que he visto
yo suelta por España estaba justo en el lugar hacia el que se dirigía mi bota.
Evité pisarla por los pelos y aún con el susto en el cuerpo me salió del alma
pedirle perdón, no telepáticamente, a viva voz “Ay, perdona!”.
La serpiente,
completamente en guardia, claro, primero por la amenaza de pisada, pero luego
porque se trataba de un humano asustado, y eso es sin duda una pedazo de amenaza
suelta en la naturaleza, quedó atónita al recibir mi solicitud de perdón, se
recuperó con la rapidez de las serpientes, supervivientes natas, y ya relajada
se quedó escrutándome con una pregunta que ya me había hecho algún otro animal
salvaje antes “¿quien eres tú?”
Tal vez os ayude a
entender la trascendencia de ese momento la definición de respeto que un amigo
animal me dio una vez. Me comentó que los animales entienden el respeto como
una amable mezcla entre tolerancia e interés. Y una amable mezcla entre
tolerancia e interés, eso es lo que sentí que la serpiente me enviaba en su
pregunta “¿quién eres tú?”Es una buena pregunta, ¿verdad?, desde hace un tiempo
procuro hacérmela siempre que tengo un rato.
El caso es que eso
es lo que nos encontramos los seres humanos cuando nos decidimos a abrirnos a
la comunicación y comprensión por las demás especies, interés y respeto, a
menudo también, tanta tolerancia que nos confunde y pensamos que es que no se
enteran, “no se han enterado, por eso no hay rencor”… pero se enteran, sí se
enteran. Es sólo que… hay tanto amor ahí fuera… (fuera de nuestra burbuja). A
pesar de los miles de años ignorándoles, utilizándoles como objetos de consumo,
considerándonos únicos y especiales cuando lo único que pasa es que hemos
decidido no escuchar, en el momento en que nos abrimos a ellos, ahí están, ni
rencores ni venganzas, solo interés y tolerancia.
No sé cuántos de
aquí han estado cerca de un delfín alguna vez… es una verdadera maravilla, esos
animales respiran amor y solo estar cerca de ellos te abre el corazón
irremediablemente. A todo el mundo le gustan los delfines… ¿alguna vez os
habéis preguntado por qué?… Esos animales tienen tanto amor propio, tanto amor
a sí mismos, que lo irradian a todo lo que les rodea.
Según vas
reconectándote a través de la telepatía con la naturaleza, vas recuperando el
amor por ti mismo y por los que te rodean, me refiero a Amor de verdad, del que
es eterno e incondicional, no del neurótico que todos conocemos y con el que
hacemos canciones desesperadas o tiramos fuegos artificiales según venga el
aire.
La relación con los
animales que se desarrolla a través de la telepatía es inmensamente distinta a
la desesperada condición de dependencia que establecen muchos humanos con sus
mascotas, y vamos a aprovechar este momento para decir que los animales
prefieren ser llamados amigo animal o compañero animal y evitar las
connotaciones de propiedad y dependencia del término mascota. Sólo con este
cambio nosotros proyectamos sentimientos más sanos sobre la relación y es para
ellos más fácil encontrar su sitio sin verse envueltos en los desequilibrios de
sus compañeros humanos debido a la dependencia y a su profundo deseo de servir
y ayudar a éstos.
El animal puede
ponerse enfermo cuando trata de curar, limpiar o proyectar las emociones no
digeridas de su compañero humano. La falta del suficiente contacto con la
naturaleza, de dietas sanas o suficiente ejercicio no les ayuda en el proceso y
terminan por sufrir las mismas enfermedades que sus dueños o, a menudo,
sufriendo las enfermedades en vez de sus dueños.
Recuerdo una vez en
que llamó a mi consulta una mujer para que hablara y tratara a su gato, enfermo
del hígado de la noche a la mañana, estaba siguiendo cuidados veterinarios pero
quería preguntarle al gato si sabía de donde venía su dolencia y si había algo
más, que él supiera, que ella pudiera hacer. Al hablar con aquel gatito, él lo
tenía muy claro, su hígado estaba procesando la sobrecarga de ira acumulada por
su dueña durante la última semana, pues hacía solo unos días que había sido
despedida sin motivo ni aviso previo de la empresa donde llevaba trabajando
toda la vida.
Al oír la versión de
su gato la mujer, que llevaba desde entonces paralizada por las emociones,
negándose la ira, y sin ser capaz de avanzar, reaccionó. Hizo por su gato lo
que no pudo en un principio hacer por ella misma, afrontó y encauzó su ira
hasta digerir la experiencia como un valioso aprendizaje de vida y el gato se
recuperó al mismo ritmo en que ella fue avanzando en su proceso.
Aprender a manejar
nuestras emociones aceptándolas y trasmutándolas, permitiendo que se conviertan
en energía de aprendizaje no es sólo algo que nos ayude a nosotros mismos, todo
está conectado, es una manera de ayudar al mundo, desde luego, de ayudar a
nuestros animales.
La naturaleza no está ahí para servirnos, pero nuestra sordera ha propiciado nuestra ceguera, pensamos que si están ahí es porque nos lo hemos ganado. ¿Cómo? pregunto yo. Lo cierto es que la idea de la Naturaleza era justamente la contraria, que los seres humanos pudieran estar ahí y echar un cable a los demás seres vivos, uniendo los diferentes reinos y ayudando (que no manipulándolos).
Se diría que nos
hemos perdido y hemos estando avanzando en dirección equivocada, pero los
animales celebran que, al menos ahora, nos estamos dando cuenta. Y eso amigos
es lo que hemos venido a celebrar hoy aquí, ¿no es así? Lo empezamos a sentir
donde comienzan todas las sensaciones, en el estómago, a través de su conexión
directa con el corazón, esta es la dirección, y nos estamos poniendo manos a la
obra. Porque aquí, hoy, ESTAMOS MANOS A LA OBRA. Estamos dándonos cuenta,
aprendiendo, y disfrutando con ello.
Como un amigo animal
me dijo una vez, “la especie humana está floreciendo, sus corazones se
están, por fin, abriendo a la vida. Este es un cambio largamente esperado por
todos los seres vivos en todo el Universo.”
A menudo, al final
de mis cursos los animales que nos ayudan me piden que les diga a mis alumnos
de su parte, que son unos valientes, valientes capaces de volver a mirar para
entender ¿recordáis la definición animal sobre el respeto?, la capacidad de
volver a mirar con una amable mezcla entre interés y tolerancia.
Mi perro Gastby me
dijo una vez, “Si quieres conocer a algo o a alguien respétalo y deja que
ese respeto vaya convirtiéndose en conocimiento.”
Los animales, en
general, me han pedido que diga algo aquí hoy, para todos vosotros.
Ellos querían estar presentes, están felices por una iniciativa como ésta y esperanzados por toda esta gente reunida celebrando unos valores que abren paso a una nueva conciencia entre todas las especies del planeta, una conciencia en la que todas las especies participan, sin miedo a ser explotadas, ni siquiera utilizadas, sino colaborando entre ellas. Una celebración de gente dispuesta a cambiarse a sí mismos para hacer más espacio al Amor en sus vidas.
Ellos querían estar presentes, están felices por una iniciativa como ésta y esperanzados por toda esta gente reunida celebrando unos valores que abren paso a una nueva conciencia entre todas las especies del planeta, una conciencia en la que todas las especies participan, sin miedo a ser explotadas, ni siquiera utilizadas, sino colaborando entre ellas. Una celebración de gente dispuesta a cambiarse a sí mismos para hacer más espacio al Amor en sus vidas.
Estamos viviendo
momentos turbulentos, en la especie humana se dan hoy en día muchas distintas
conciencias creando juntas. Y los temas que nos ocupan hoy aquí todos los
estamos aún aprendiendo a integrar en las diferentes facetas de nuestra vida. Igual
que ocurre con las diferentes especies sobre la Tierra, cada uno de nosotros
hemos llegado hasta aquí por caminos distintos, cada uno ha hecho sus
elecciones de vida desde sus propios criterios, no necesariamente los mismos
para cada uno de nosotros aunque nos hayan reunido finalmente en un mismo
lugar.
Aunque sí creo que
todos los que estamos aquí sabemos por nuestras propias experiencias de vida lo
importante que es saber respetar los valores y formas de vida de los que te
rodean, todos lo deseamos para nosotros y eso nos capacita para saber hacerlo
con los demás.
Incluso en momentos
turbulentos como éstos, unos valores de vida basados en el Amor no pueden
imponerse a nadie, eso lo sabemos, pero si pueden compartirse; y en eso estamos
aquí hoy, compartiéndolos y celebrándolos, creando nuevos espacios para que
esto suceda.
María Victoria
Simona- (Comunicadora entre especies)
I URBAN VEGAN
FESTIVAL (Daganzo, Febrero 2011)
Visto en: maestroviejo
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