LA QUINTA FORMA DE ORAR
“El mundo en esencia, es nada más y nada menos que reflejos de nuestras
emociones y pensamientos, de nuestras creencias y oraciones”.
Con
esta frase, Gregg Braden, nos señala que el mundo que
vamos a experimentar es, en esencia, el mundo en que internamente creemos. Es
decir, está determinado por factores como las creencias personales y sociales,
las experiencias pasadas, los mandatos, las obligaciones, las programaciones y,
sin duda, la forma en que nos vinculamos con la espiritualidad. Es en este
punto que me seduce la clasificación que este científico alternativo realiza de
las formas que tenemos los seres humanos de orar para
establecer ese contacto.
Braden define cuatro formas de
orar.
1. Oración Coloquial o Informal: es esa forma
en que se le pide a la Divinidad un “favor” inmediato, casi “express” durante
nuestra travesía diaria. Un ejemplo sería, “por favor Dios, que me alcance la
bencina para llegar hasta la estación de servicio”.
2. Oración Peticionaria: es aquella
oración en que se realiza un pedido muy específico a la Divinidad (cualquier
idea que de ella se tenga). Es una oración basada en la lógica, solicitando
intervención, pidiendo a partir de una carencia, de algo que no está presente
en ese instante y buscando fuera de uno mismo. Se diferencia de la primera en
que esta se realiza como un acto más consciente, más elaborado y de más largo
plazo.
3. Oración Ritualista: consiste en un
tipo de oración plagada de alabanzas, de ritos, de formas,
repetición de mantras u oraciones previamente establecidas y seguidas como un
patrón reiterado un número determinado de veces. Ejemplo de esto puede
ser rezar el rosario o
cantar 108 veces el bello mantra Gayatri.
4. Oración Meditativa: es una oración sin
palabras, en la que nos volvemos conscientes del aquí y ahora, del momento presente y
del silencio que nos inunda. Es un estado profundo del ser en el que se pueden
experimentar visiones y conexión directa con un estado de paz, armonía, quietud
y de comunión con el Todo.
Orar
como co-creadores
Sumada
a las anteriores, existe una quinta forma de orar. Se trata de
un modelo perdido, que la ciencia cuántica sugiere que tiene el poder de sanar
nuestros cuerpos, traer paz duradera a nuestro mundo y, quizá, prevenir las
grandes tragedias que podría enfrentar la humanidad. Cada vez que empleamos
esta técnica interna para orar, experimentamos una oración basada
en el sentimiento. En ese sentimiento le hablamos a las fuerzas de la creación,
permitiéndole a ese campo holográfico que
nos envuelve, a la mente de Dios, respondernos en relación al sentimiento de
nuestros corazones. Eso implica que si sentimos paz en nuestro mundo,
sentimos salud en
nuestras vidas o en la de nuestros seres amados, estamos dándole poder a ese
sentimiento para que nos responda como si fuera un espejo de nuestro interior.
Nos transformamos en co-creadores de la realidad y no en víctimas de las
circunstancias.
Convertirse
en la plegaria
El Efecto Isaías de, Gregg Braden.
Habría que aclarar
que el pensamiento es el que enfoca o da dirección a las emociones, por lo que
al conectar el poder de la emoción (asociada a los tres primeros chakras inferiores) con la dirección del
pensamiento (asociado a los chakras superiores), se crea un sentimiento. Por lo
tanto un sentimiento, por definición, es la unión entre la emoción y el
pensamiento. Así, este sentimiento en el corazón de cada uno es el lenguaje que
le habla al campo holográfico en el que estamos insertos para así manifestar
las infinitas posibilidades de creación de que disponemos.
En palabras de las
tradiciones antiguas, como las de los esenios, se nos recuerda
que cada oración ya ha sido contestada. “Cualquier resultado que
podamos imaginar, y cada posibilidad que seamos capaces de concebir, es un aspecto
de la creación que ya ha sido creado y existe en el presente como un estado
“dormido” de posibilidad” (El Efecto Isaías de
Gregg Braden).
El holograma nos
dice que no se deben enviar plegarias a ningún lado. Basta con sentir el
sentimiento dentro de nosotros, así ya existe en todos lados porque somos parte
de ese Todo. En cada momento de nuestras vidas estamos sintiendo. Por
virtud de ese estado nos comunicamos con el mundo que nos envuelve. Así que en
lugar de concebir a la plegaria como algo que realizamos de vez en cuando, con
la intención de cambiar nuestro entorno por un instante, se puede redefinir
la oración como la forma en la que sentimos en nuestras vidas.
De esta manera, como en todo momento expresamos sentimientos, nuestra vida se
transforma en una plegaria.
Una colaboración de Marge
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