ASÍ
FABRICAN A LOS FUTUROS LÍDERES
Todos lo estamos viendo. Cada vez se hace más evidente el desprestigio
de la “clase política” en todo el mundo y especialmente en España.
Es difícil diagnosticar la gravedad del
fenómeno, su profundidad y la posibilidad de que derive en un estallido de
mayor o menor magnitud, pero a estas alturas, nadie puede negar que palabras
como “desobediencia”, “revolución” o “guillotina” aparecen con mucha mayor
frecuencia en las conversaciones que nunca antes en la historia de la corta
democracia Española.
La desafección y el descontento hacia las
castas políticas dominantes y hacia la monarquía se hacen cada vez más patentes
y el riesgo de un estallido generalizado aumenta día tras día. La población reclama una profunda regeneración
política.
Reclama nuevos líderes, nuevas propuestas y
nuevas ilusiones que arramblen con la infame ralea bicéfala PP-PSOE que ha
corrompido el país hasta sus cimientos.
Y los poderes fácticos que controlan el país
desde la sombra lo saben muy bien. Saben que sus esbirros habituales han caído en
desgracia a ojos de gran parte de la ciudadanía y que la amenaza de un cambio
radical fuera de su control crece por momentos.
Necesitan pues, a alguien que los sustituya y
que vehicule ese descontento para que no se traduzca en un peligro real para
sus intereses. Nuevas “marionetas” para reconducir la función
en el momento idóneo, antes de que el público, harto de la representación, se
abalance sobre el escenario y le pegue fuego…
Y dada la gravedad de la situación, estas
“marionetas” deben ser tan perfectas y realistas que se haga difícil distinguir
si son personajes auténticos o se trata de simples títeres.
Nadie va a negar a estas alturas el talento
comunicativo de Pablo Iglesias y la solidez de su discurso. Se trata, sin lugar
a dudas, de uno de los más brillantes y admirados tertulianos televisivos de la
actualidad.
Y éste es, precisamente, el elemento que lo
convierte en sospechoso: su súbito e imparable ascenso al estrellato mediático,
justo en el momento idóneo y sin sufrir censuras ni cortapisas aparentes de
ningún tipo.
Porque lo cierto es que Pablo Iglesias ha
pasado a formar parte del Circo Ambulante Nacional de Tertulianos: esa suerte
de casta mediática formada por creadores de opinión que, como abejitas que
vuelan de flor en flor, transitan de cadena en cadena y de tertulia en tertulia
en los grandes medios de comunicación, con el supuesto objetivo de “representar
las diferentes sensibilidades políticas de la calle”, pero que en realidad
tiene la función de condicionar con sus argumentos la respuesta de la
ciudadanía.
Posiblemente su éxito se deba a su excelente
capacidad de argumentación y pensar otra cosa significa caer en la más
irredimible de las paranoias.
Pero no deja de ser sospechoso que, de repente
y de forma simultánea, disfrutemos de su presencia en todos los grandes grupos
de comunicación del país: en la Sexta (propiedad del grupo Atresmedia), en Cuatro
(propiedad del grupo Mediaset), las cadenas ultraderechistas Intereconomía y 13
TV y como no, en Televisión Española, a través de su canal 24 horas.
Y ante todo, no deja de resultar inquietante
que, justo después de alcanzar el consecuente estrellato mediático, tan
generosamente regalado por los grandes medios de masas, Pablo Iglesias se erija
en la cara más visible de un nuevo proyecto político: PODEMOS, aparecido en el
momento idóneo para canalizar políticamente las ansias renovadoras de la población
española de izquierdas y la indignación generalizada.
¿Alguien que fuera realmente peligroso para el
Sistema vería tan generosamente expuestas sus opiniones, justamente en aquellos
medios de comunicación propiedad de los poderes a los que tanto critica?
¿Es Pablo Iglesias un títere al servicio de
los poderes fácticos que gobiernan España desde hace décadas, con la misión de
evitar una auténtica revolución que reviente el sistema entero?
No decimos que lo sea, pero os invitamos a,
como mínimo, considerar los argumentos anteriormente expuestos y a someterle al
debido escrutinio y vigilancia.
Una vigilancia a la altura de las esperanzas
que representa…
Beatriz Talegón, a diferencia de Pablo
Iglesias, representaría mas bien el ejemplo de un fracaso mediático, el típico
personaje que no cuaja entre la audiencia, a pesar de tenerlo todo de cara para
erigirse en “marioneta estrella”.
Recordemos su rutilante aparición en las
redes, cuando en una convención de la Internacional Socialista en Brasil y
formando parte de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas, se atrevió a
criticar desde el atril, los excesos de lujo de los dirigentes socialistas y su
alejamiento del pueblo.
El video de su intervención corrió rápidamente
por las redes sociales, el nuevo escenario de las manipulaciones mediáticas de
última generación y de alguna forma la erigió en la portavoz del joven
socialismo de base.
Bien parecida, fresca, moderna, parecería la
“marioneta perfecta” para renovar la imagen externa de una de las grandes
mafias políticas del país: el PSOE.
Pero por alguna razón, su figura no acaba de
cuajar. En el caso de que sea una “marioneta”, los titiriteros aún deben
preguntarse “¿por qué?”
Pero bueno, si éste es el caso, que no se
preocupen: es algo que a veces ocurre…quizás más adelante puedan darle algún
papelito en la función…
¿Cómo calificar el ascenso al estrellato político
español de Albert Rivera y su partido “Ciudadanos”?
Algunos no dudarán en calificarlo de asombroso
y meteórico.
Pero más bien debería calificarse de
sospechoso. Extremadamente sospechoso.
Es realmente difícil de justificar la
omnipresencia mediática de Albert Rivera como figura política.
Podemos decir que Albert Rivera ha sido
invitado y entrevistado en todas las grandes cadenas de radio y televisión,
como si de un gran líder nacional se tratara: Cuatro, La Sexta, Antena 3,
Television Española, Telecinco, 13 TV, Intereconomia, Cadena Ser, Onda Cero,
cadena COPE…
Sin embargo, su relevancia mediática es
inversamente proporcional a su peso político real.
Su partido, Ciudadanos, solo goza de
representación en un parlamento autonómico, el de Cataluña, donde alcanza la
“portentosa” cantidad de 9 diputados sobre 135 en total que tiene el parlamento
catalán.
¿Y cuántos votantes representan esos
“asombrosos” 9 diputados autonómicos? Pues la “astronómica” cantidad de 275000
votos.
No solo eso, en las ultimas elecciones
municipales, su partido político llegó a alzarse con la “inconcebible” cantidad
de 7 concejales en total en todo el territorio catalán, sobre más de 9000
concejalías posibles.
7 concejales (sobre 9137), 9 diputados
regionales (sobre 135) y 275000 votos (sobre 3.668.310) a escala regional.
¿Hay pues, alguna razón que justifique su
omnipresencia mediática en todos y cada uno de los canales de radio y
televisión a escala nacional?
Quien no lo quiera ver, que no lo vea, pero
hay pocas dudas al respecto: la promoción gratuita e injustificada de la que
disfruta en estos momentos Albert Rivera como líder político, no tiene
precedentes en los poco más de 30 años de democracia española.
Bien, nos corregimos, sí existe un precedente:
el propio Albert Rivera en 2006.
Pues si hay algo que resulte aún más
sospechoso que su actual irrupción mediática a escala nacional, es su aparición
inicial como figura política autonómica.
Pocas veces se ha visto en Cataluña una
promoción mas generosa de un partido y de un líder político que la que tuvo
Albert Rivera en 2006.
Recordemos que ni él ni su partido Ciudadanos
jamás se habían presentado a comicios de ningún tipo, ni a nivel nacional, ni
regional, ni tan solo municipal.
Su experiencia, pues, era nula y podríamos
decir que “no los conocía nadie”.
Ciudadanos era uno de los muchos movimientos
políticos que aparecen por doquier y de los que los grandes medios jamás se
hacen eco.
Sin embargo, Rivera fue entrevistado por los
grandes medios catalanes: TV3, Catalunya Radio, RAC 1 (del grupo Godó) y pudo
dar a conocer, de forma gratuita y bien patrocinada, todo su ideario político,
sin que ello, sorprendentemente, levantara la mas mínima sospecha entre los
votantes.
Quizás, como en el caso de Pablo Iglesias
Turrión, se deba a su extraordinaria capacidad oratoria o a su combinación de
juventud y buena presencia.
O quizás se deba a que formaba parte de los
servicios jurídicos de La Caixa, la gigantesca entidad financiera que
representa el auténtico poder en Cataluña y que tiene como empleada a la
Infanta Cristina, hija del Rey de España.
Esa misma Caixa fue la que, amablemente, le
concedió a Albert Rivera una excedencia para que pudiera presentarse a las
elecciones autonómicas de 2006.
¿Alguien ve la sombra de una marioneta?
¿Alguien detecta la larga mano de la
manipulación, fabricando un líder de la nada?
¿Tiene alguna lógica que un partido político y
su líder sean promocionados gratuitamente por los grandes medios de
comunicación a partir de cero?
¿Tiene sentido que el líder de un partido que
apenas alcanza el 7% de los votos en una región que solo representa el 16 % de
la población española total, reciba tanta cobertura y atención a escala
nacional?
Cada uno puede opinar lo que quiera, pero como
mínimo da que pensar, ¿no?
Al fin y al cabo, lo hemos visto tantas veces
ya…la mejor manera de abortar una posible revolución no es reprimiéndola, sino
canalizándola a través de los líderes adecuados.
Tratar de reprimir el descontento actual de la
población sería como tapar una olla a presión: tarde o temprano acabaría
explotando de forma impredecible.
Sin embargo, con los líderes adecuados en el
momento idóneo, la propia energía del descontento popular puede canalizarse en
pos de los intereses de los que manipulan la situación.
Y para conseguirlo, hace falta crear esos
líderes y promocionarlos, pues no hay nada más terrorífico para el poder que un
rebaño incontrolado, sin un pastor que reúna y conduzca a las ovejas.
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
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