11.2.14

Vive tú vida y en la medida que puedas, ayuda a los demás a que ellos también vivan la suya.


LA RESPUESTA ESTA EN TU CORAZON

Cuando tenía no muchos años me sorprendí con la cantidad de personas que vivían sin preguntarse las reglas de esta aventura maravillosa llamada vida.

Hoy no me sorprende, pero en aquella época fue como un gran despertar. ¿Cómo vivimos sin preguntarnos las leyes de la Vida? , me pregunté. Todos debemos aprender la constitución, las normas básicas de convivencia con los demás, y sin embargo, nada se nos dice o enseña, de lo que estamos haciendo en la vida, o cuál es el sentido de ser humano.

En ese momento me di cuenta que para seguir adelante necesitaba comprender el funcionamiento de las leyes del universo. No buscaba descubrir el funcionamiento de una galaxia ajena y distante. Buscaba comprender mi universo, mi funcionamiento interior. Necesitaba comprender la relación entre los pensamientos, los sentimientos, las acciones y la realidad. Creía por pura intuición, que dando lo mejor de mí, la vida me devolvería esa intención.

Me di cuenta que en la escuela me habían enseñado una gran cantidad de conocimientos pero no me habían enseñado a conocerme por dentro a conocerme a mi mismo, a desarrollar dentro de mi la inquietud del auto-conocimiento. Me hablaron de una religión externa, de una forma de hacer las cosas de manera correcta y de otra incorrecta. Pero eso no se adaptaba a mí. Yo no podía rezar: ¨por mi culpa, mi culpa, mi gran culpa¨.

Yo intentaba hacerlo, pero estaba convencido de que no tenía responsabilidad ninguna en toda esa culpa que querían que yo asumiese, sin ni siquiera saber cual era. Yo quería encontrarme con el director de la vida para presentarle mis quejas, mi incomprensión, mi dolorosa soledad, y todo lo demás.

Fue muy duro encontrarme con la realidad de los adultos que no tenían respuestas ante mis preguntas. En ese momento fue cuando me pregunté: ¿Cómo no existe una escuela para aprender a vivir? A mis quince años, ya sabía que la mayoría de los adultos no sabía vivir y estaban encerrados en la misma jaula que yo. Ya me había dado cuenta que ni siquiera se animaban a hacerse la pregunta: ¿Quién soy yo? Y se escondían en las responsabilidades cotidianas o en cualquier otra excusa, con tal de no sentir los barrotes de la cárcel no elegida.


En ese preciso instante decidí jugar a todo o nada. Decidí llegar al fondo y entregar toda mi energía vital hasta responderme las preguntas esenciales de la vida: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Existe la Vida después de la Muerte? No quería responderlas a través de leer un conocimiento intelectual. Quería responderlas a través de mi propia experiencia. ¡Y lo hice! Me llevó años, sangre sudor y lágrimas. Tuve que estar dispuesto a perderlo todo, tanto en lo material como en lo personal. Tuve que saltar muchas veces al vacío, pero encontré las respuestas. Las experimenté.

Pero a esta altura de mi vida, yo no creo, yo sé y me tengo que hacer responsable de lo que sé, tomando conciencia que cuanto más sé, más responsabilidad tengo. son tiempos de saber y no de creer, hoy todo el conocimiento que el ser humano necesita para su evolución correcta esta dado.
Y lo que sé es que no existe una ley universal más importante que la Libertad. Que todo lo que nos ocurre tiene un propósito una finalidad y que está en nosotros salir a buscar nuestras respuestas o no. El Universo nos da la oportunidad de confiar en nuestro corazón o de seguir viviendo encerrados en la ignorancia del dolor.

El Universo confía en nosotros y sabe que no existe nada más sagrado que la Libertad. Por eso no nos dice lo que tenemos que hacer, porque eso sería ir en contra de la ley suprema. La ley por la que nos fue entregada la vida, para que experimentemos ser quienes somos. El Universo espera que nos rebelemos ante el dolor y la injusticia. Esa es la función del dolor, pero años de creencias nos confunden y nos engañan a la hora de reclamar nuestra verdadera naturaleza, lo que en esencia somos: EL MÁS PURO AMOR INCONDICIONAL.

Existe otra manera de vivir. Una manera que no responde a un camino en particular. Una manera que no necesita una forma específica. Una manera donde el corazón crece y la gota, que cada uno somos, se transforma en el océano de vida.

Las oportunidades para despertar aparecen todo el tiempo. No aparecen como queremos, aparecen como necesitamos.

El dolor duele. Te juro que lo sé, lo viví y no lo olvidé. Pero la Vida nos ama. Sueña con nuestra evolución. Confía tanto en nuestra naturaleza que no nos dice lo que tenemos que hacer. Nos envía al dolor para guiarnos de vuelta a nosotros mismos. Nos envía al dolor para que nos demos cuenta que no somos el dolor. 
La traba más grande no es el dolor, el dolor es la puerta de vuelta a casa, la traba más grande es no animarnos a volar, a experimentar cosas nuevas, a sentir, a vivir y lo más importante…a ser nosotros mismos y vivir nuestra propia vida, no la que otros han diseñado para nosotros.

De cualquier manera, la vida nos Ama y la creación es perfecta. Ni una sola hoja se cae sin permiso de la vida. Afuera todo está en su lugar, aunque no lo parezca, todo está dónde tiene que estar. 

No te distraigas con lo de afuera, solo siente bien dentro de tu corazón que la vida te ama y confía en ti. Por eso germinaste dentro de la vida. 

Vive tú vida y en la medida que puedas, ayuda a los demás a que ellos también vivan la suya.






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