EL ENEMIGO PÚBLICO NÚMERO UNO
El Sistema lo odia. Es su principal
enemigo y representa la principal amenaza para su existencia.
No se trata de una
figura en concreto, de una ideología o de una creencia, sino más bien de un
concepto, en cierto modo difuso.
Mucha gente quizás
no lo crea, pero reconciliarnos con este simple concepto y otorgarle el valor
que le corresponde, es el primer paso que debemos dar para cambiar el mundo que
nos rodea.
Estamos hablando del
concepto de individualidad en cualquiera de sus múltiples representaciones.
De hecho, si nos
fijamos bien, veremos que durante siglos hemos vivido una auténtica cruzada
psíquica contra la palabra “individuo” y el concepto de “individualidad”.
Y esta lucha
encarnizada ha dejado señales, auténticas cicatrices en la propia lengua y en
la forma de pensar de todos y cada uno de nosotros.
PERVERSIÓN DEL
LENGUAJE Y DE LOS CONCEPTOS
Así ha sido como,
por ejemplo, se ha extendido la idea absolutamente errónea de que vivimos en
una “sociedad individualista”.
Alguna gente repite
este argumento como un loro amaestrado, afirmando que “el individualismo es la
causa de las injusticias, desequilibrios y abusos que sufrimos en nuestra
sociedad”
Curiosamente, este
argumento se fundamenta en una perversión inconsciente del lenguaje, que
consiste en la identificación de la palabra y el concepto “individualismo” con
algo tan negativo como el “egoísmo”, la “insolidaridad” o la “falta de empatía”
hacia los demás.
Pero, ¿cual es
realmente el significado de la palabra “individualismo”?
Busquemos la
definición de la RAE al respecto.
INDIVIDUALISMO:
tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás o sin sujetarse a
normas generales // tendencia filosófica que defiende la autonomía y supremacía
de los derechos del individuo frente a la sociedad y el Estado
Así pues, ¿Dónde
está el egoísmo en esta definición?
¿Dónde está la falta
de empatía hacia los demás?
¿Donde está la
insolidaridad, la injusticia o el abuso?
¿Defender tu
independencia y tu soberanía personal implica necesariamente ser egoísta y
hacer daño a las demás personas?
Entonces, si es así
y siguiendo el mismo hilo de razonamiento, no defender tu poder personal y tu
propio criterio y renunciar sumisamente a ellos convirtiéndote en un borrego
adoctrinado, te convierte en alguien “bondadoso”, ¿no?
Como podemos ver, el
Sistema ha generado hábiles mecanismos lingüísticos inconscientes que nos han
llevado a identificar el concepto de individualismo con algo puramente negativo
y egoísta.
Un reflejo claro de
la programación mental sutil a la que todos estamos sometidos.
Y no solo eso.
Mediante esta programación sutil, el concepto de “individuo” se ve sometido a
constantes ataques, hasta el punto de convertirlo casi en un sinónimo de
“criminal”.
Solo hace falta ver
el bombardeo incesante que sufrimos por TV o en el cine, a través de miles de
películas y seriales televisivos centrados en psicópatas solitarios, individuos
“mal programados por la sociedad”, que inmisericordes, se dedican a violar y
despedazar a sus semejantes.
¿Cuántas veces
habéis visto en la ficción a un personaje aislado de la sociedad, con una forma
de pensar propia y radicalmente diferente y que sea “el bueno de la película” y
no sea presentado como un chiflado?
Muy pocas, seguro.
Y este argumentario
de ficción se ve reforzado por la mitología creada en el mundo real, plagada de
“lobos solitarios”, “individuos obsesionados y fanatizados” que tirotean a
inocentes o acaban con la vida de grandes personajes.
Martín Luther King,
J.F. Kennedy, el propio Lee Harvey Oswald, Robert Kennedy, Olof Palme, John
Lennon…todos ellos supuestamente asesinados por individuos enloquecidos que
“actuaban por su cuenta”.
El argumento del
asesino individual que actúa por cuenta propia se ha convertido en un auténtico
comodín a la hora de encubrir las más oscuras conspiraciones.
Un clásico que
parece que nunca pasará de moda.
Indudablemente, los
criminales solitarios y antisociales existen. No decimos que no sea así.
¿Pero cuantos
crímenes se cometen alrededor del mundo en nombre de grandes ideales, de la
democracia o de las ganancias económicas, siguiendo leyes, reglas o preceptos
religiosos socialmente aceptados?
¿Las guerras y las
injusticias que ha sufrido y sufre nuestro mundo tienen su raíz en individuos
independientes?
¿Realmente el
individualismo es el causante de tanto dolor?
Si sumáramos el
número de muertos causados por individuos que actúan por su cuenta a lo largo
de toda la historia y los comparáramos con los causados en nombre de cualquier
religión, patria o ideología, ¿que sucedería?
Entonces, ¿porqué el
mundo de la ficción dedica tantos esfuerzos al individuo malvado, encarnado en
el típico psicokiller inadaptado?
¿QUIÉN ES ENEMIGO DE
QUIÉN?
Como decimos, mucha
gente repite incesantemente que la sociedad moderna es demasiado
“individualista”.
Pero la realidad es
precisamente la opuesta.
El gran problema de
nuestra sociedad es que no está formada por individuos libres e independientes,
sino por enormes cantidades de borregos sin apenas criterio ni personalidad
propia.
En nuestro mundo el
“individualismo” brilla por su ausencia.
Lo que abundan son
la hipocresía, el egoísmo y la insolidaridad más descarnadas, todas ellas
perpetradas por auténticos ejércitos de pseudo-clones psicológicos, cada vez
más difíciles de distinguir los unos de los otros.
Individualismo, como
se deduce de su definición, significa independencia de acción y dominio total
sobre la propia mente y la propia existencia.
Precisamente las
actitudes que más ponen en peligro la pervivencia del Sistema.
No son los
individuos libres los que atacan el bienestar y la armonía de la sociedad, sino
la sociedad, al servicio del Sistema, la que trata de aislar y eliminar a los
individuos independientes como si fueran un cuerpo extraño, por el simple hecho
de comportarse de forma diferente al rebaño.
Esencialmente es la
sociedad la que es enemiga del concepto de individualidad y no al revés.
Sin embargo, el
Sistema ha conseguido que un hecho tan obvio lo veamos invertido en el interior
de nuestra mente, convirtiendo al agredido en agresor.
De hecho, el
Sistema, realiza esta tarea de inversión de la realidad de forma sistemática,
tal y como indicamos en el artículo titulado LO QUE NADIE QUIERE VER
¿CÓMO SERÍA UNA
SOCIEDAD INDIVIDUALISTA?
Pero si el mundo
estuviera formado enteramente por individuos libres, independientes y
librepensantes, ¿cuál sería la sociedad resultante?
Para empezar, un
individuo que acepta su propio poder y su libertad de acción y pensamiento, es
básicamente, alguien que siente un profundo respeto por sí mismo.
Y alguien que siente
respeto por la expresión de su propia individualidad, es alguien que EN SU
INTERIOR, alberga la base psicológica necesaria para respetar la individualidad
de las personas que le rodean y todas las expresiones de ésta individualidad.
Y es que el
auténtico respeto por los demás, por su identidad diferenciada y por lo que son
como individuos, no puede surgir de la obligación de respetarlos bajo amenaza
de castigo o sanción.
El respeto es algo
interior que debe sentirse a nivel profundo, porqué en el fondo es una
expresión de amor.
Las leyes, las
normas, la represión, el castigo o la mismísima educación basada en la
repetición incesante de conceptos vacíos y buenas palabras no sirven para generar
un respeto genuino por los demás.
Es algo que podemos
ver constantemente a nuestro alrededor: cuando desaparecen los órganos de
represión y castigo, sale a la superficie la auténtica realidad oculta. Aquí es
cuando aparecen todas las expresiones de insolidaridad y abuso más
salvajes
Para que ese respeto
tenga una base real en nuestro interior, primero debe existir el respeto
absoluto por la propia individualidad y todas sus expresiones de libertad.
Pero eso es
precisamente contra lo que lucha tan enconadamente el Sistema.
De lo que podemos
deducir, que el propio Sistema es el máximo garante del egoísmo, la
insolidaridad y la falta de empatía, pues tales actitudes son las que hacen
necesaria la represión constante ejercida por el propio Sistema para mantener
el equilibrio y la convivencia social.
Estamos pues, como
tantas veces hemos dicho ya, ante una máquina psíquica que se retroalimenta,
generando problemas a los que puede aportar sus propias “soluciones”
represivas.
LA BASE FUNDAMENTAL
PARA UNA SOCIEDAD ENFERMA
Como venimos
diciendo, la sociedad programa a sus miembros para que no puedan construirse
una identidad individual fuerte e independiente.
No eres tú quien
decide cómo eres, cómo piensas o en qué crees. Haces básicamente lo que la sociedad
te ha dicho que debes hacer para no acabar aislado y acabas siendo lo que el
Sistema ha decidido que seas, inculcándote sus normas y haciéndote desear, por
encima de todo, que te clasifiquen en alguno de esos múltiples grupos
prefabricados a los que creemos llegar a través de nuestra falsa “libertad de
elección”.
Así pues, los
parámetros que utilizamos para juzgarnos a nosotros mismos siempre proceden del
exterior; nunca llegamos a ser nuestros propios jueces y árbitros, siguiendo
criterios y convicciones personales, sino que nos juzgamos a nosotros mismos
mediante leyes inoculadas en nuestra mente por un Sistema exterior,
fundamentadas en creencias, valores y anhelos que nos han sido inculcados desde
pequeñitos.
Estas normas inertes
acallan nuestra propia voz interior y las consecuencias finales de ello es que,
entre todos, acabamos construyendo una sociedad enferma.
¿Por qué?
Porque cuando
dejamos de escucharnos a nosotros mismos por encima de todo y nos rebajamos
ante normas externas impuestas, negamos el valor que tenemos como individuos,
ninguneamos nuestra voz interior y nuestro propio criterio y por lo tanto, nos
faltamos al respeto a nosotros mismos, algo que al final acabamos percibiendo
de forma inconsciente.
Por esa razón, la
mayoría de personas no pueden soportar ver antes sus ojos a un individuo libre
y bien diferenciado, porque es un espejo que refleja nítidamente la falta de
respeto que sienten por sí mismos.
Ahí es cuando todos
los miembros de la sociedad lo atacan, utilizando como arma de agresión los
parámetros sociales a los que ellos mismos han sometido toda expresión de su
propia individualidad, actuando de esa manera, como anticuerpos del Sistema,
que eliminan al “diferente” que lo pone en peligro.
Y las consecuencias
de ello son terribles.
Porque una vez se
instaura el mecanismo que permite dejar de respetar cualquier expresión de
individualidad ajena, se instala en nuestra mente la base lógica mediante la
cual se puede faltar al respeto a cualquier grupo o colectividad formada por
individuos “diferentes” a nosotros.
De ahí surgen todas
las expresiones de racismo, clasismo y odio que azotan nuestro mundo.
Resumiendo: la falta
de respeto hacia nuestra propia individualidad deriva en una falta de respeto
hacia cualquier expresión de individualidad ajena, y esa deriva, a su vez, en
una falta de respeto hacia cualquier colectivo, siendo ésta la base de todas
las divisiones y conflictos de nuestro mundo, basados en creencias, ideologías
o prejuicios de todo tipo.
De lo que se deduce
que es la falta de individualismo la que conduce a una sociedad desunida y
egoísta.
Las cosas son pues,
al revés de como nos las han vendido siempre.
UNA SOCIEDAD SANA
Una persona con una
individualidad fuerte y diferenciada y un gran respeto por sí mismo y su propia
libertad siempre será más propensa a sentir curiosidad y atracción por la
individualidad ajena.
Y de esa fascinación
natural por las expresiones de individualidad diferentes a la propia, surgirán
las bases para superar todas las barreras entre etnias, costumbres, razas o
creencias; las bases para crear UNA SOCIEDAD SANA, sin prejuicios, recelos, ni
barreras, donde reine el respeto y la tolerancia por toda expresión diferente.
Por lo tanto, que
nadie se deje engañar más por la mala utilización del lenguaje.
El individualismo es
la partícula esencial de la libertad.
Es su átomo, porque
toda libertad en el mundo deriva de las diferentes expresiones de libertad
individual.
Si hasta ahora has
sentido rechazo por expresiones como “Individuo” o “Individualismo” ya va siendo hora de que te preguntes por qué
ha crecido en tu interior una concepción tan errónea de la realidad…
GAZZETTA DEL
APOCALIPSIS
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