Cada vez se habla más de ello: las autoridades y
los grandes bancos han iniciado una lucha para terminar con el dinero en
efectivo en todo el mundo.
Los
gobiernos están limitando el uso de dinero en efectivo y cada vez aparecen más
economistas “oficiales” pidiendo la abolición pura y dura del dinero físico.
Los
primeros pasos de las autoridades consisten en restringir la cantidad de dinero
que se puede retirar de los bancos, y en limitar lo que se puede comprar con
dinero físico.
Pero, ¿por qué se inicia esta guerra contra el
dinero en efectivo precisamente ahora?
Para
comprenderlo debemos distinguir entre dinero físico en efectivo, es decir en
billetes y monedas que tenemos en mano, en nuestra cartera y el dinero digital
en efectivo, que tenemos guardado en el banco.
La
diferencia es evidente: el dinero en efectivo que tenemos en mano no puede ser
confiscado mediante un rescate tipo “bail-in” (es decir, robo sancionado
oficialmente) que básicamente se produce cuando el gobierno o el banco expropia
un porcentaje del dinero depositado en la cuenta bancaria. El dinero en
efectivo que tenemos en mano no puede ser erosionado por tasas de interés
negativas o cuotas como sí sucede con el dinero que tenemos en la cuenta
bancaria.
La
diferencia entre tener el dinero en efectivo en mano o tenerlo en el banco, es
que si lo tenemos en el banco no podemos retirarlo durante una emergencia
financiera que paralice los bancos. Ellos deciden cuándo nos lo dan y en qué
condiciones.
Cuando los expertos sugieren que el dinero en
efectivo es “obsoleto”, nunca hablan del dinero
en efectivo del banco. Básicamente porque ese dinero le va muy bien a la
entidad bancaria o al gobierno, porque puede ser expropiado en cualquier
momento, o ser diezmado con tasas de interés negativas.
Por
ejemplo, uno de los mayores defensores de la eliminación del dinero físico, el
economista en jefe de Citigroup, Willem Buiter, recientemente opinó que la
mayor parte de la crisis de 2008-2009 podría haberse evitado si los bancos
hubieran cargado una tasa de interés negativa del 6% sobre el dinero en
efectivo: es decir, tomar el 6% del dinero en efectivo de los depositantes para
obligarles a gastar ese dinero de forma inmediata para no perder una parte.
Lo
cierto es que tanto el dinero en efectivo que tenemos en mano como el que está
depositado en el banco están sujetos a un método de expropiación encubierta: la
inflación.
La
inflación es el objetivo más preciado de cualquier banco central, porque le
permite robar poder adquisitivo del dinero físico y del dinero digital por
igual. La inflación castiga a los que tienen dinero en efectivo y beneficia a
los que tienen deuda, ya que la deuda se vuelve más barata.
El
efecto beneficioso de la inflación sobre la deuda ha sido utilizado desde hace
décadas, por lo que no puede ser la causa principal del creciente interés de
los gobiernos en eliminar el dinero físico en efectivo.
Así
que volvamos a la pregunta: ¿Por qué los gobiernos han declarando de repente la
guerra contra el dinero físico, la forma más antigua de dinero?
La
excusa principal que ponen es que el dinero en efectivo ofrece la posibilidad
de evadir impuestos.
Pero hay otra razón, la razón real: y es que el dinero físico evita el robo realizado sobre las cuentas bancarias mediante las tasas de interés negativas y elude la posibilidad de que ese dinero sea utilizado en futuros rescates bancarios aplicados a los depositantes.
Pero hay otra razón, la razón real: y es que el dinero físico evita el robo realizado sobre las cuentas bancarias mediante las tasas de interés negativas y elude la posibilidad de que ese dinero sea utilizado en futuros rescates bancarios aplicados a los depositantes.
En
resumen, el dinero en efectivo es extremadamente difícil de robar por parte de
los gobiernos y de los bancos.
Así
pues, su eliminación es una cuestión de control, puro y duro, sobre la
población.
Con
esta guerra contra el dinero físico, los bancos y las autoridades
gubernamentales están tratando de reforzar su control sobre el dinero que todos
los ciudadanos poseemos y anticipan los rescates bancarios que se producirán y
las tasas de interés negativas con las que castigarán a la población.
Con
la imposición de tasas de interés negativas, estarán forzando a que los
ciudadanos no ahorren, sino que gasten su dinero para no verlo disminuir o
incluso forzarán a aquellos que tengan más, a apostarlo en los “casinos” de las
bolsas para tratar de obtener rentabilidad.
De
hecho, el propio Buiter deja claro que, según su criterio, la recesión actual
se debe a que los hogares y las empresas acumulan dinero en lugar de gastarlo.
Según él, pues, la solución consiste en controlar ese dinero mediante tasas y
obligar a los ciudadanos a gastarlo, no según su propio criterio, sino según
los designios de los bancos centrales y los gobiernos.
Convertirnos
a todos en títeres al servicio de la macroeconomía, bailando al son que dicten
las autoridades económicas, sin que tengamos derecho a decidir qué hacemos con
nuestro dinero.
Es simplemente eso, aunque mucha gente se deje
engañar con la patraña de que el objetivo es “perseguir el fraude fiscal de los ricos”.
Con
este tipo de medidas, los ciudadanos no podrán ahorrar dinero, que es la única
respuesta racional y prudente en una era de represión financiera e inseguridad
económica. Y eso demuestra que los bancos centrales están trabajando
activamente en contra de los intereses de los ciudadanos.
Cuando
se ataca al ahorro, se está atacando la posibilidad de acumular dinero y
ascender socialmente, porque sólo aquellos que pueden ahorrar un pequeño capital,
pueden después invertirlo en crear empresas o riqueza.
Al
atacar al dinero en efectivo, los bancos centrales y los gobiernos están
atacando la capacidad de los ciudadanos de construir sus propios proyectos y
destruyen las bases fundamentales de la pequeña y mediana empresa y de la clase
media en su totalidad.
Aquellos
que ya disponen de mucho dinero y propiedades, pueden pedir prestadas sumas
esencialmente ilimitadas a tasas de interés cercanas a cero, que pueden
utilizar para acumular aún más activos productivos, mientras que todos los
demás, la parte inferior del 99,5% de la población, se verá reducida a la
servidumbre del consumo inmediato para sobrevivir: gastando cada céntimo que se
gane en el pago de intereses, bienes y servicios, sin capacidad para construir
nada.
Esto
redundará en aumentar aún mucho más todos los males que estamos viviendo
actualmente: aumento de la desigualdad de ingresos, reducción de oportunidades
para la iniciativa empresarial, aumento de carga de la deuda y una perspectiva
cortoplacista, que anulará toda posibilidad de planificación a largo plazo por
parte de la clase media, aquella que es necesaria para construir riqueza real y
equitativa.
EL
GRUPO BILDERBERG DEBATE SOBRE LA ABOLICIÓN DEL DINERO EN EFECTIVO
Entre
las conversaciones privadas que se han producido en la última reunión del grupo
Bilderberg, se han sentado las bases para empezar a restringir el uso de dinero
físico y en última instancia, prohibirlo.
Con la excusa de que la “prohibición
del dinero en efectivo es la solución a los problemas económicos”,
se están iniciando las maniobras para entregar el poder completo de nuestras
vidas a las élites de banqueros, los grandes capitales y sus esbirros de los
gobiernos.
Lo más indignante, es que entre los que han
discutido estos controles sobre los capitales de los ciudadanos comunes “con
el objetivo de impedir el fraude fiscal” y “acabar con la financiación de grupos terroristas”,
estaba nada más y nada menos que el presidente del HSBC, la entidad bancaria
corrupta que ha sido condenada a pagar más de 40 millones de dólares por lavado
de dinero ilegal, por verse involucrada con oscuros traficantes de armas y por
ayudar a multimillonarios a evadir sus impuestos.
Una auténtica burla a los ciudadanos y una
demostración clara de que esto no tiene nada que ver con “detener el fraude fiscal y la evasión de impuestos”,
sino que se están tomando medidas para otorgar a los bancos centrales y a los
gobiernos el poder absoluto de controlar directamente las finanzas de los
ciudadanos.
Porque
una vez todos estemos obligados por la fuerza a utilizar moneda digital en
cualquiera de sus modalidades, estaremos controlados las 24 horas de día.
LOS
INVESTIGADORES PREDIJERON EN 1971 QUE LAS TARJETAS DE DÉBITO ERAN LA MEJOR
HERRAMIENTA DE ESPIONAJE Y CONTROL POSIBLE
A
finales de octubre de 1971 un grupo de académicos y tecnólogos se reunieron en
una conferencia en Georgetown.
Se
les dio la tarea de concebir y diseñar el programa de vigilancia más completo
que pudieran imaginar.
Y la mejor manera que se les
ocurrió para controlar a la población, fue algo muy parecido a las actuales
tarjetas de débito.
Esta
fue la pregunta planteada a los investigadores en 1971:
“Suponga que usted es asesor del jefe de la
KGB, la policía secreta soviética. Suponga que se le otorga la tarea de diseñar
un sistema para vigilar a todos los ciudadanos dentro de las fronteras de la
URSS. El sistema de vigilancia no puede ser ni molesto ni evidente. ¿Cómo lo
haría usted?”
Pues
bien, a ese grupo de académicos y expertos, no se les ocurrió crear una red
para interceptar todas las llamadas de teléfono, o colocar cámaras de
vigilancia en cada esquina.
Lo
que imaginaron como mejor método para controlar a la población, fue un sistema
de transferencia electrónica de fondos, un sistema muy similar al sistema de
tarjeta de débito que todos usamos hoy en día.
“No sólo permitiría manejar toda la
contabilidad financiera, sino que proporcionaría estadísticas cruciales para
una economía centralmente planificada”, escribió Paul Armer en 1975
relatando el experimento. “Fue el mejor sistema de vigilancia que podíamos
imaginar, teniendo en cuenta que no debía ser molesto ni evidente”
Armer
era científico de computación en RAND Corporation y fue uno de los primeros
defensores de la privacidad digital, mucho antes de que la gente tuviera
tarjetas de débito y de que tuviera acceso a Internet…pensó que esta sociedad
sin dinero en efectivo en realidad planteaba la mayor amenaza para la
privacidad de los ciudadanos.
Este
experimento de 1971 y las conclusiones a la que llegaron los expertos, son
altamente significativos y nos hablan claramente de cuáles son los objetivos
reales de la eliminación del dinero en efectivo.
Pensemos
por un momento acerca de la información que los bancos recogen cada vez que
pasamos una tarjeta de débito o de crédito.
Ellos
saben exactamente dónde, cuándo y cómo gastamos nuestro dinero.
Después
de tan sólo unas pocas transacciones, cualquier persona con acceso a dicha
información puede empezar a pintar un cuadro bastante detallado de la forma en
que vives tu vida. Y quizás lo más importante, ese retraro sobre ti y sobre tus
actividades, se crea sin que ni tan solo te des cuenta.
Por
esta razón, los poderes fácticos están obsesionados por terminar con el dinero
en efectivo: eso les permitirá espiarnos y controlarnos plenamente y de forma
absoluta, sin limitaciones y sin que tan solo nos demos cuenta de que lo hacen.
Llegar
a este punto crucial, era uno de los objetivos principales por los cuales estas
élites diseñaron esta crisis.
Una
vez creado el problema, ellos mismos acuden con la solución: y la solución, les
otorga el poder total y absoluto sobre todos nosotros.
En
una sociedad sin dinero en efectivo, no habrá lugar a la disidencia ni a la
rebeldía: solo habrá lugar para la obediencia, o te cortarán el grifo del
dinero, con tan solo apretar una tecla y te morirás de hambre.
Todas
nuestras transacciones serán rastreables y todos podremos ser víctimas de los
designios caprichosos de las entidades financieras y de sus esbirros gubernamentales.
Ellos
cortarán el grifo del gasto o nos obligarán a consumir, según les convenga, y
sin que tengamos derecho a plantear alternativas.
Estamos
ante un golpe de estado planetario, ante el establecimiento de la forma de
control definitivo; y es algo contra lo que se debe luchar a toda costa.
Desgraciadamente,
la mayoría de gente no se da cuenta de lo que está sucediendo; a mucha gente la
llevarán engañada a aceptar este sistema con la excusa de que servirá para
perseguir a los grandes defraudadores.
Se
realizará un simulacro de persecución de los más poderosos, que servirá de
subterfugio para acabar sometiendo a la población, que es el auténtico objetivo
que se está buscando con todas estas maniobras.
Y
esta, que está pasando desapercibida, es una de las mayores amenazas para
nuestras libertades.
La
mayoría de nosotros estamos distraídos, atentos a las tensiones entre la OTAN,
Rusia y China; y mucha otra gente está mirando al cielo, esperando que las
amenazas aparezcan en forma de asteroide, extraterrestre o planeta X, cuando el
gran golpe, aquél que nos conducirá a la tiranía, nos lo darán a través de
cosas mucho más sencillas y cotidianas, pero mucho más determinantes para
nuestra existencia.
Eliminar
el dinero en efectivo es una de las jugadas definitivas y equivaldrá en sus
efectos a insertarnos a todos un chip de identificación bajo la piel.
Los
efectos serán muy similares, porque nos tendrán controlados prácticamente
igual.
Así
pues, que nadie se deje engañar por los discursos aparentemente benevolentes e
igualitarios con los que tratarán de disfrazar este golpe definitivo a nuestras
libertades.
Y
ante todo, mucha atención a la cara de aquellos que traten de vendernos las
bondades de esta idea escudándose en la excusa de luchar contra la evasión de
capitales o el fraude fiscal: quizás vengan disfrazados de personas bondadosas,
generosas y luchadoras por la igualdad social…pero todo será una trampa
largamente planeada…
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