CARTA A MI NIETO
En tiempos inciertos de recomposición económica y geopolítica
Desde que naciste, todos mis
pensamientos van hacia ti. Tú, cuya infancia se ve sacudida por las ambiciones
devoradoras y desordenadas de una oligarquía globalizada dispuesta a cualquier
cosa para aumentar sus poderes y beneficios,
Tú, que vives desde que naciste bajo amenazas traumáticas
burdamente creadas, exageradas o mantenidas por esta oligarquía para destruir
tu capacidad de resistencia y oposición a su proyecto de apropiación de toda la
riqueza mundial.
Tú, que tienes prohibido respirar, y por lo tanto vivir, ya que el aliento es
vida, obligado como estás a llevar una mascarilla todo el día para satisfacer a
esta oligarquía sádica que sólo pretende mostrarte quién es el amo para que
nunca se te ocurra rebelarte.
Tú, que eres testigo día tras día, de un poder implacable que ignora las reivindicaciones sociales de lo más legítimo, reprimiendo las protestas en baños de sangre, suprimiendo tus libertades, robando los bienes públicos, reescribiendo tu historia nacional y estableciendo una especie de dictadura policial.
Tú, que seguramente nunca podrás apropiarte de la canción de Charles Trenet, "Douce France, querida patria de mi infancia, acunada por la tierna placidez, mi pueblo donde los niños de mi edad compartían mi felicidad", porque la Dulce Francia está en vía de desaparición.
Desde que naciste, mi única preocupación ha sido comunicarte
suficiente fuerza interior y confianza en ti mismo para que sepas navegar por
un mundo en plena mutación sin demasiados problemas. Mi generación lo tuvo
fácil. Cedimos ante el disfrute consumista y dejamos que una pequeña oligarquía
tomara todo el poder, sellara nuestra impotencia y destruyera y saqueara
nuestro hermoso país con el pretexto de adaptarlo a la mundialización. A menudo
te he hablado de ello.
Tu vida va a ser mucho más difícil que la mía. Necesitarás mucha más fuerza,
coraje y audacia para tomar decisiones difíciles sin perder tu alegría, tu paz
interior, tu independencia mental y tu capacidad de acción.
Hay dos o tres cosas que tienes que saber.
Francia en pleno corazón de la tormenta
La guerra nos amenaza bajo tanto desorden, disturbios, y revueltas. El mundo
está en plena reconstrucción. A menudo te he explicado, con la ayuda de un mapa
mundial, el estado del equilibrio geopolítico del poder. Occidente está
perdiendo su hegemonía. Los países asiáticos, encabezados por China, están en
proceso de adelantar a Occidente en todas las áreas. Esto es indudablemente un
bien para la humanidad porque el imperialismo chino será probablemente mucho
menos belicoso y más comercial y contractual que el anglosajón. China nunca ha
atacado o colonizado un país. Pero en el período de transición, Occidente
dirigido por los Estados Unidos, igual que un león herido, puede causar muchos
desastres y guerras. Tienes que estar preparado para cualquier cosa que se te
presente. Puede que tengas que luchar, esconderte, huir, emigrar.
Francia se ve particularmente
afectada ya que concentra lo peor de los dos polos del capitalismo occidental:
los impuestos de Suecia (pero sin que el dinero vaya a donde le correspondería)
y la pobreza de los Estados Unidos.
Al igual que Suecia, Francia desarrolló después de la guerra
de 1940 un capitalismo redistributivo, es decir, que estos países recaudan
muchos impuestos, normalmente de los más ricos, para redistribuirlos entre los
más pobres en forma de educación, salud o ayuda social. Francia recauda aún más
impuestos que Suecia. Pero a pesar de ello, como puedes ver, a los franceses no
se les permite esquiar en navidad porque ya no hay suficientes hospitales en
Francia para acoger a los heridos eventuales, mientras que los suecos siguen
viviendo normalmente (sin confinamiento, sin mascarillas y sin prohibiciones
humillantes y destructivas) desde que debutó la epidemia, ya que tienen
suficientes hospitales para acoger y cuidar a todos sus enfermos.
¿Cómo es esto posible? me preguntarás. Es que el dinero francés no se aprovecha
debidamente. Hay mucha corrupción e incompetencia en las esferas de los
dirigentes. El dinero de nuestros impuestos es, en el mejor de los casos, mal
utilizado, en el peor de los casos, malversado o despilfarrado. Por ejemplo, la
República Francesa mantiene en el lujo, con tu dinero y el mío, a una increíble
cantidad de parásitos. Imagínate, hay 1.200 agencias en Francia que no tienen
otro propósito que colocar a los amigos del poder, lo que les cuesta miles de
millones a los franceses. Por ejemplo, hay tres agencias de la salud: Anap
(Agencia nacional de apoyo al funcionamiento de los establecimientos de la
salud y médico-sociales), HAS (Alta autoridad de la salud) y Anesm (Agencia
nacional de la evaluación y calidad de los establecimientos y servicios
sociales y médico-sociales), pues fíjate, Macron ni siquiera las utilizó para
gestionar la epidemia del Covid. ¡Además, creó un Consejo Científico, y luego
un Consejo de Defensa!
Nuestros gobernantes también distribuyen miles de millones de dólares entre
todo tipo de organizaciones internacionales de utilidad no comprobada y gastan
mucho dinero en guerras agresivas, sin otro fin que el de complacer a los
Estados Unidos. Sin mencionar el hecho de que nuestra economía está siendo
empañada por el Euro, y la realidad es que sólo beneficia a Alemania.
¿Te enteraste que Valéry Giscard
d'Estaing acababa de morir? Bueno, fíjate que este despreciable y
dañino expresidente nos costó 2.500 millones. Así tal cual, somos tan ricos que
mantenemos generosamente a nuestros expresidentes hasta su muerte...
Como resultado de estas malversaciones y del fenomenal y pésimo despilfarro de
los fondos públicos, la pobreza y la miseria es tan grande en Francia como en
los Estados Unidos, el país más liberal y antisocial del espectro capitalista,
el modelo de nuestra zélite zombi (como Philippe Grasset la
apodó) que sólo sueña con convertirnos a todos en esclavos. En los Estados
Unidos, el 15% de la población no tendría suficiente comida si no fuera por
los cupones de alimentos, y
en Francia ya hay más de 10 millones de pobres.
Los occidentales no están preparados para estas convulsiones
La mayoría de los países occidentales, especialmente
Francia, no podrá hacer frente a los cambios que se están perfilando. Hemos
estado inmersos desde nuestra infancia en lo que se llama la sociedad de
consumo y la mayoría cree que la felicidad consiste en tener "todas las
comodidades modernas", y más si cabe. Como te he dicho a menudo, esa no es
una creencia saludable.
La felicidad llega cuando hacemos el bien, no en la acumulación de riquezas.
Para que lo entiendas, te he dado el ejemplo de los caballeros medievales que
se ganaron su salvación (la paz de su alma) protegiendo a la viuda y al huérfano;
o de los amerindios, con el pelo largo igual que tú, que se esforzaron en
convivir en armonía con los miembros de su tribu y con la naturaleza. Lejos de
robar, envidiar, despreciar o pelear, se ayudaron mutuamente y compartieron lo
que tenían.
Cuando la oligarquía occidental invoca el bien, es para ocultar sus exacciones.
Como le resulta cada vez más arduo apropiarse de la riqueza mundial mediante la
violencia, tuvo que cambiar su estrategia. Las multinacionales han tomado el
relevo de los Estados con su apoyo.
Ahora son las multinacionales las que promulgan su ley
(excepto sin duda en China, Bielorrusia y Corea del Norte, por lo que estos
países son vilipendiados) igual que los Señores feudales de la Edad Media.
Nuestro destino pronto será menos envidiable que el de los siervos, pues al
menos tenían el derecho de herencia sobre el trozo de tierra que se les
asignaba. El Señor no podía expulsarlos.
Lo peor es el 25 - 30% de franceses que siguen sustentando a esta oligarquía
depredadora. Son tantas las personas ciegas o ingenuas que todavía creen que podrán subirse
al pedestal con los poderosos, sin importarles el suelo que se está tambaleando
bajo sus pies. En lugar de levantarse, se aferran a los que no cesan de
traicionarlos y saquearlos, un poco como un niño maltratado que se aferra a sus
padres a pesar de torturarlo.
Mientras tanto, Macron, creyéndose ser Júpiter, se ríe mientras bebe aguamiel
en la cima del Olimpo con sus amigos multimillonarios, los verdaderos amos del
mundo.
La felicidad reside en el prado
Como decía Gurdjieff, no podemos salvar a los demás pero podemos salvarnos a
nosotros mismo mediante el desarrollo de la fuerza interior. A menudo te he
hablado de tu vida interior y te he explicado y repetido cómo enriquecerla,
fortalecerla, profundizarla.
Te lo repito, si no quieres perder todas tus facultades ante
la menor dificultad que se te presente, sino sólo quieres sobrevivir, sino
vivir, y vivir siendo feliz, tendrás que superar el miedo a la autoridad, el
miedo a desagradar, el miedo a equivocarte, el miedo al cambio, el miedo a la
inseguridad, el miedo a la muerte. Existen miedos naturales, causados por
peligros reales, y miedos irracionales. Es de estos últimos de los que tienes
que deshacerte porque impiden pasar a la acción y ser tú mismo.
Hacer lo que temes, ahí tienes la mejor manera de aflojar la
mordaza de los miedos irracionales.
También tendrás que renunciar a todas tus pretensiones, tus grandezas, tus
ilusiones, para acercarte lo más posible a la realidad y adaptarte al curso
cambiante e imprevisible de los acontecimientos. Finalmente, tendrás que
renunciar a seguir el rebaño y aceptar seguir tu propio camino, un camino
diferente al de la multitud que espera pasivamente ser sacrificada por aquellos
que pretenden protegerla.
No creas que esto es fácil. El poder de la ideología dominante y la presión social son inmensos. La inteligencia y el sentido común no bastarán; necesitarás una columna vertebral fuerte y una confianza inquebrantable en tu propio juicio. No temerás la reprobación, la difamación o la persecución. A la mayoría, compuesta de seguidores impulsados por la imprudencia o la conveniencia, no les gustan los librepensadores.
Observa cómo,
en este mismo momento, los escasos valientes que se atreven a desafiar la versión
oficial sobre el covid y las vacunas están siendo tachados de
"conspiradores" y condenados al ostracismo por la sociedad. Es la
clase dominante la que decide lo que debemos pensar, y como ella tiene todo el
poder y no escatima en los medios (propaganda, represión, chantaje,
manipulación), no resulta fácil escapar a su influencia.
Puedo darte un ejemplo concreto. En la época de la guerra de
Irak lanzada por Bush bajo falsos pretextos, yo vivía en Israel. Allí, el
gobierno, los medios de comunicación y la mayoría de la gente pensaba que esta
guerra estaba completamente justificada, así que no me cuestionaba su validez
realmente. Luego llegué a Francia y allí, para mi gran asombro, la mayoría de
la gente pensaba lo contrario, porque Chirac y Villepin habían dicho lo
contrario. Chirac tenía razón, pero no es por eso que la gente le creyó. La
prueba es que cuando Sarkozy nos llevó a la misma inicua y cínica guerra de
agresión en Libia, los franceses lo siguieron como un solo hombre...
La mayoría de las personas son veletas, siguen a los poderosos, sin ningún
pensamiento crítico ni sentido común. Actualmente siguen a los
"científicos" cuando la mayoría tienen vínculos de interés con las
compañías farmacéuticas, simplemente porque la clase dominante dice que los
sigan.
El "tener" y el ser
A menudo te he hablado de las sociedades medievales y amerindias que
privilegiaban el ser sobre el tener. No estaban exentos de la injusticia y la
hipocresía, pero, a diferencia de las sociedades del tener como la nuestra, no
se basaban en la injusticia y la hipocresía. Si hubieras vivido en una sociedad
como esa, habrías podido confiar en ella para ayudarte a crecer en fuerza y
sabiduría.
Nuestra sociedad del tener y las apariencias es una sociedad enferma y
destructiva que te obliga a desempeñar un papel, a ser alguien distinto de lo
que eres. ¿Cómo puedes mantener tu independencia de espíritu y confianza en tu
juicio, en tu intuición, tus sentimientos, tus emociones, cuando te enseñan de
niño que el rey que ves desnudo va vestido de sus mejores galas? Mientras no
hayas cortado las amarras con la sociedad materialista del tener y de las
apariencias, al menos en tu mente, estarás desgarrado entre lo que piensas y lo
que te dicen que tienes que pensar, entre lo que ves y lo que te dicen que
tienes que ver. Y con el tiempo, te destruirá.
En otra ocasión, te explicaré cómo forjarse una columna vertebral, cómo
aprender a pensar, a analizar, a elaborar una opinión personal. Se trata de un
trabajo, un entrenamiento, una práctica, no sucede sin más. Hay que leer
profusamente, es necesario saber escuchar, informarse, discutir, viajar,
observar. Tienes que frecuentar aquella gente que no teme hacerse preguntas,
especialmente la pregunta del Porqué. Hay muchas herramientas, existe todo tipo
de lectura disponible para ver y analizar la realidad, y para incrementar tu
fuerza interior y tu autoconocimiento, como el Análisis
Transaccional, del que ya te he hablado, y la meditación Vipassana (la que
prefiero es la que enseña el Maestro S. N. Goenka).
La confianza en la ciencia
Acabo de toparme con un estudio revelador. Es un análisis
de Patrick Peretti-Watel,
Director de Investigación del INSERM en Sociología, que evalúa la confianza en
la ciencia. Grosso modo, su conclusión es que la gran mayoría de las personas
confían en la ciencia, pero esto se debe a que eligen a sus científicos, de la
misma manera que eligen a su médico, y que esta elección no se basa en
criterios científicos (lo cual es lógico, dado que no tienen los conocimientos
científicos necesarios), sino en criterios políticos. Por ejemplo, los extremos
(de la derecha y de la izquierda) creen a los científicos que defienden la
eficacia de la hidroxicloroquina, mientras que el centro del espectro político
cree a los expertos del Establishment que dicen lo
contrario...
Me preguntaba, igual que tú sin duda, si a lo tonto no estaríamos observando un
reflejo pavloviano: los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Pero al final
me dije que esto significaba más bien que una minoría de personas, escaldadas
por las mentiras del poder, ha acabado adquiriendo el hábito de desconfiar de
las verdades que salen de las bocas de expertos oficiales. De pronto, se
esfuerzan por informarse, por reflexionar. Como están acostumbrados a ser
minoría, no tienen miedo de no pensar como todos los demás. Sólo hay que
escuchar un debate entre uno de estos expertos encargados por el gobierno, el
patético advenedizo Blachier, y el Dr. Toussaint, para cerciorarse cuál de los
dos es una persona honorable y digna de confianza.
La acción justa
Querido nieto, cuando hayas desarrollado la fuerza interior suficiente, la
acción surgirá de ti mismo, sin que tú lo decidas realmente. Un día, sin saber
por qué, llevarás a cabo uno o más actos atrevidos que no sabías que iban a
surgir. La acción se te impondrá cuando estés listo. No será necesariamente una
acción extraordinaria a los ojos del mundo, pero sí lo será a los tuyos, porque
ignorabas de lo que eras capaz. Será el fruto y la expresión de tu fuerza
interior, tal como se dijo de Jesús, que una fuerza brotó de su interior.
En todas las épocas, grandes almas se enfrentaron al pensamiento oficial, no
por gusto, ni siquiera por deber, sino porque una fuerza interior les obligó a
hacerlo, como el caso de Rousseau que fue perseguido durante buena parte de su
vida, o Antonio Gramsci que terminó en la cárcel, o Víctor Hugo, exiliado en
las Islas del Canal, o Descartes, desterrado por los Países Bajos donde vivía
porque pensaba que la libertad de expresión sería mayor allí que en su Francia
natal, y que fue rehabilitado por su país de adopción mucho más tarde en 2005.
Uno de los últimos grandes hombres históricos franceses de este calibre fue
el General de Gaulle.
"Abrir los ojos es un antídoto a la desesperación",
afirma Sylvain Tesson. La crisis sanitaria ha hecho surgir toda una serie de
héroes que nos han abierto los ojos: los médicos o profesores Raoult,
Toussaint, Fouché, Parola, Perronne, Michel, Henrion-Caude y algunos otros, hay
que agradecerles su valor porque es mucho lo que arriesgan. Sin ellos, muchos
de nosotros habríamos perdido nuestro equilibrio en este Absurdistán de
desolación en que se ha convertido nuestra "Dulce Francia".
Mi querido nieto, para concluir permíteme darte la
recomendación que el Buda hacía a sus discípulos: "No creas nada, no
importa dónde lo hayas leído o quién lo haya dicho, ni aunque lo haya dicho yo
mismo, a menos que esto esté alineado con tu razón".
Dominique Muselet - Mondialisation.ca
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