LA OBEDIENCIA NO ES NINGUNA VIRTUD
La obediencia es la antesala de la esclavitud
La FALACIA de la
«coñapandemia» está convirtiendo a los ciudadanos en puros objetos de ABUSO y
de ESCARNIO de los políticos. Así que la pregunta es hasta dónde, y hasta
cuándo, vamos a seguir consintiendo que nos la metan… con la sonrisa bajo la
mascarilla.
Tanto en mi primer libro como en entradas previas he aludido
repetidamente a lo que en su día bautizara como “Las
cuatro Virtudes para el final de los tiempos” (Consciencia, Valor, Fuerza e Inteligencia).
Cualidades que de hecho hilvané, allá por 2009, anticipando el estado de las cosas que nos quedaba por vivir; y coyuntura que, con excusa de la famosa “coñapandemia” como bien sabéis, ya se va desplegando claramente ante nosotros como una dictadura de manual (con sus toques de queda, confinamientos, restricción de movimientos y de libertades, salvoconductos, propaganda sin respiro y etc.)
Dictadura: 1. f. Régimen político que,
por la fuerza o violencia [si se hace por las “buenas” ¿entonces no lo
es?], concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización
y reprime los derechos humanos y las libertades
individuales. (R.A.E.: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed.,
[versión 23.4 en línea]. https://dle.rae.es [11/02/2021].)
Y es que lo que los Secuenciales en su momento no lograron
con el asunto del “terrorismo” (11-S, 11-M, etc.), lo han conseguido sobradamente
manipulando el punto más flaco de los mortales: el miedo a palmar (o
a “pasar de pantalla” dicho en jerga simultánea).
Y para conseguir la sumisión más absoluta de
buena parte de la población, al gobierno de los gobiernos en la sombra le ha
bastado con dar “tres” simples órdenes y poner a los ejecutivos de más de medio
mundo –que se dice pronto- a bailar a su son, y a repetir de
manera incesante una mentira infumable de proporciones nunca vistas.
Hay cosas llamadas “verdades” que basta con
decirlas una sola vez, hijos de puta.
Haceros cargo: si a lo largo de la historia ha bastado
un cuento malo y una hora tan
solo de monserga a la semana durante muuuuuchooos años para
hacer creer a millones y millones de personas que el hijo de “dios” existió y
que además vino a la Tierra para “salvarlos” de sí mismos, pues imaginad lo que
se puede conseguir de un desgraciado que se pasa 24h al día atendiendo
a la misma cantinela del “coñavirus” (recordad el “efecto de la ilusión de la verdad”) en
cada medio de comunicación audiovisual, impreso y sonoro; además de en la
tienda, en los portales, en el bar,…
Sea como fuere, el caso es que la inmensa mayoría de la
población se ha tragado lo del “coñagusano” como cebo y, no contenta con eso,
está intentando cagar también la caña entre sueño y sueño.Y gracias a niveles
de credulidad tan inauditos, este gobierno ha visto el cielo
abierto para imponer sin resistencia toda una suerte de
normativas (sin
fundamento científico-lógico ninguno ni nada que se le parezca) que no
solo no protegen a nadie de ningún “coñavirus”
de fábula, sino que además maltratan al ciudadano anulándolo como individuo
(pilla “coñamascarilla”) al tiempo que reducen sus derechos y
libertades ostensiblemente; amén de afectar de manera
paulatina, pero contrastable, a su salud psico-emocional y física.
Pero ojo, mi más sincera enhorabuena para
esa camarilla extra planetaria de hijos de la Gran Lagarta que, tras milenios de maquinaciones, han
conseguido poner al fin de rodillas a la inmensa mayoría de los terrícolas. Eso
sí, cuidadín con tocar los cojones más de la cuenta, mis queridos Secuenciales,
porque os recuerdo que los Directores del Juego pueden borraros del
Universo en un santiamén.
Sea como fuere, creo que no hacen falta muchas luces para
comprender que las restricciones actuales parecen haber venido para perpetuarse (en
caso contrario nos bastaría simplemente con recuperar la
normalidad de toda la vida al finalizar la sacrosanta campaña de
“coñavacunación”).
¿O es que os imagináis a los actores intelectuales de la
“coñapandemia” -y de otros atropellos por el estilo- preparando el terreno
durante milenios para asestar al final del
Juego un golpe de estado planetario y, una vez
conseguido, presentarse al gran público diciendo “que no tontos,… que era
una broma”, para restaurar seguidamente nuestros derechos y
libertades y regalarnos a cada uno un empleo remunerado de verdad?
¿Pero de qué vais? Eso solo le entra en la cabeza a un
“covidiano” de pura cepa. Y, hablando de organismos unicelulares -y de cabezas-,
ayer mismo uno de ellos se pegó en una ferretería con un estante delante de mí
y no os podéis imaginar cómo lo puso todo el hijoputa de serrín.
Como lo oís.
Sentido del HUMOR. Tomad buena nota. Ya sé que no se
halla entre las cuatro virtudes que publicito, pero creedme: si lo perdéis en esta coyuntura estáis peor que
muertos.
Y como además genera una vibración que los
Secuenciales repudian, pues aunque solo sea por fastidiar…
Bueno, pues ya de vuelta a las virtudes susodichas (“Consciencia para
despertar, Valor para rebelarse, Fuerza para resistir e Inteligencia para
sobrevivir”), hoy es mi deseo centrarme en las tres últimas, siendo por cierto
la primera de ellas la que me da que te condujo de hecho a
este blog.
Empiezo comentando el Valor que en estos
tiempos precisamos para rebelarnos –en mi caso
siempre a título privado– contra tanta represión gratuita.
Valor que lógicamente requiere del apoyo de la
segunda virtud de mi lista: de la Fortaleza de espíritu necesaria
para llevar a cabo las acciones oportunas en oposición a toda
esa actividad culpabilizadora y censora de
nuestro “software” genético (otro día me meto con la genética de la acción y
del estancamiento).
Pero claro, en mitad de toda una dictadura de
facto vigilada por millones de “policías” y de cagones de estantería y de
balcón, tener los cojones del caballo de Espartero y el cerebro de un
mosquito no te puede traer nada bueno, la verdad. Motivo exclusivo por el cual
se recomienda invocar también a la última de mis virtudes (a la Inteligencia)
a fin de equilibrar las energías de todas las demás.
Cuando te tocan las pelotas porque sí, nada de quejas: tú pasas a la ofensiva y
que sean ellos quienes se pongan a llorar. Aun así debo
añadir que de nada me sirvió tal manifiesto porque escasos días más tarde se cambió la ley y me dejaron con mis
argumentos en la boca. Pero bueno, si cambian las reglas de juego pues tú reorientas tus
estrategias y tus esfuerzos –no queda otra- y sanseacabó.
Sea como fuere, el simple hecho de que el Gobierno del
gobierno quiera que te creas que la obediencia es una cualidad
irremplazable en la existencia humana, y se pase el santo día exigiendo a
diestro y siniestro colaboración o sumisión,
debería terminar de aclararte muuuuchas cosas.
En comunión con cierta parte de nuestro “software” genético
(como el subprograma de la Culpa), el gobierno necesita que te creas que
obedecer es algo así como una obligación de carácter moral-natural que
atañe a todos los ciudadanos por igual. (A excepción, claro está, de a esos
delincuentes en potencia que se sientan cada día en el
hemiciclo y a quienes -a título preventivo solamente, me da
la impresión- se les acaba blindando desde el primer día de
“trabajo” en el ámbito legal con la salvaguarda del llamado “aforamiento”).
Pues MENTIRA y gorda. Para obligaciones naturales auténticamente genuinas,
joder, la de respirar. Eso sí que es una imposición de verdad;
pero la de obedecer al gobierno de turno y a sus mandamientos ¿pero
qué cojones “mestáis” contando?
Dicho lo cual, sabemos que una obligación es
verdaderamente NATURAL cuando no hay manera de violarla… sin palmar en
el intento, quiero decir. Y sabemos que es IMPOSTADA cuando se te castiga
(física o económicamente) por no obedecer.
Y si “obe-ceder” gratuitamente, lo que se dice
“natural” no es; pues moral, mucho menos. Tanto
más cuando dicha moral es una regla bien difusa que solo se puede acotar
vía mandamientos “divinos” o represión legislativa
(que en el fondo son una misma cosa).
Aun así, creo firmemente que los preceptos morales son
siempre de gran ayuda. En especial si los ignoras. Y es que este
optimista que viste y calza jamás se cansará de repetirlo:
Ármate con la
tenacidad de un niño, y con la moralidad de un judío (sionista), y no
encontrarás en la vida objetivos que se te resistan.
Adonde pretendo llegar con todo esto es que no debemos caer
en el cuento de la “obligación legal” como excusa para hipotecar
nuestras voluntades. Y menos aun cuando los únicos perjudicados por ser tan
obedientes y tan “cumplidos” somos nosotros mismos.
Y es que, si se piensa, a lo único que de
veras te compromete la narrativa del “obligado cumplimiento del marco legal” y
tanta ley… es a aceptar –todo lo más- las consecuencias que
conlleva la desgracia de que te pillen in fraganti vulnerando la
normativa.
De lo cual obviamente se deduce que la verdadera obligación
de cada uno no es respetar las leyes a rajatabla como te
quieren hacer creer; sino que, como mucho, tu única obligación moral es
la impedir que te descubran cada vez que te dé por pasarte por
el forro alguna de la miles de medidas represivas del gobierno. (Eso si es que
te diera por hacerlo, claro está, que de eso tampoco existe
por supuesto obligación. Ni yo lo recomiendo).
Al hilo de lo cual, permitidme que aclare que este
escrito no es ningún llamamiento público a la desobediencia
ciudadana, sino un simple análisis filosófico-semántico de lo
que la expresión “obligación” conlleva para mí.
Y es que, ni los gobernantes son gilipollas, ni lo somos los
ciudadanos (aunque muchas veces parezca lo contrario).
El carcelero tiene bien claro cuál es
su rol en la prisión, que como sabes no es otro que custodiar
la libertad de los encarcelados. Pero valorar el papel del funcionario
únicamente, eso sí es “pecado” y es mortal, toda vez que los reos también
tienen sus propias obligaciones arquetípicas por simple
definición. Entre ellas la más capital de todas sin duda ninguna: la de intentar
escapar de la cárcel a la primera oportunidad. Y no, no es tarea ni
obligación de unos u otros el renunciar a sus papeles respectivos
en la Vida.
Dicho esto, lección de Respeto: el carcelero
tiene que dar por hecho que el mayor impulso del preso es
intentar salir pitando de allí. Así que no debería molestarse u
ofenderse por ello cuando lo intente.
Del mismo modo, los reos no deberían quejarse del celo profesional
de sus controladores. Un poquito de Respeto para la figura del
funcionario también.
En cualquier caso, hablando de “obligaciones” en el más
estricto de los sentidos esta vez, yo únicamente contemplo las de
carácter espiritual. Que son aquellas que como imaginas, orbitan en
torno a mis objetivos actuales en la Tierra o a mi Misión o Plan personal,
como prefieras.
Y la primera obligación verdaderamente genuina, a mi
entender, es ser siempre UNO MISMO contra viento y marea delante
de quien sea, a cada segundo y sin discusión. Mejor muerto, que
renunciar a ser uno mismo.
Y si te han de quemar en la hoguera por creer como crees y por ser como eres, exige que te dejen prender la mecha (so pena de abrasarles a todos ellos).
Recordad que no hay perfiles “buenos” ni “malos”; ni
«mejores» ni «peores» aquí. Tu obligación es ser lo que quiera que
te salga ser de corazón: ¿carcelero? coño, pues carcelero; ¿preso? pues
eso. Si te sale ser obediente, obedece hasta a la gata de tu
vecino; pero si te sale ser un macarra, actúa de igual manera
con todas las consecuencias.
La segunda es atender a, y actuar con arreglo a
los dictados de la INTUICIÓN; que a mi modo de ver no es otra cosa que
la guía que cada uno recibe de Quien
Es Realmente a fin de facilitar la consecución de los objetivos
que se propusiera en la antesala del “videojuego de la Tierra”, lógicamente,
tiempo antes de nacer.
Ya para finalizar -¿víctima yo?- cuanto más se complique la
experiencia Simultánea terrestre, ¡tanto mejor para nosotros!; porque
así tenemos más oportunidades de ser creativos y de improvisar,
que en el fondo es lo que a mí más me atrae.
Cuando trabajo con mis manualidades en cuero me encanta
planificar mis diseños al milímetro. ¿Pero sabéis lo que me pone más cachondo
todavía?… el hacer un agujero o un corte donde no debía e
intentar apañarlo sin dejar ni rastro del “error”.
Pues la Vida es igual para mí, méteme en el problema que te
salga de las pelotas, que mi Yo Superior ya me encuentra una salida perfecta en
un santiamén. Será la primera vez…
Dicho esto, las normas legales no restringen a todos en
igual medida. Y nuestro trabajo en la presente coyuntura de “obligaciones”
exacerbadas es conseguir que dichas medidas nos afecten lo menos
posible con altas dosis de ingenio.
Y creedme que para cada atolladero existe
siempre una maniobra ejemplar. Si no la encontráis, respirad,
porque lo que eso significa es que tenéis que pasar algún tiempo en dicha
situación. Y todo el mundo sabe que las preocupaciones ralentizan la
sensación de paso del tiempo.
Ya para terminar, ¿de verdad creéis que se va a ofender el
gobierno por dar lo mejor de nosotros mismos para
intentar salir lo más airosos posibles de tanta represión?
Pues tú haz tus deberes y los demás que
hagan lo propio… si les da la gana.
BIENVENIDOS A LA
TIERRA
http://www.bienvenidosalatierra.com/la-obediencia-es-la-antesala-de-la-esclavitud/
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