© ¿UNA VIDA LAICA O RELIGIOSA?
Éste es un tema un tanto espinoso pero me gustaría darle alguna vuelta para ver qué particularidades supone vivir de manera religiosa o laica.
Quede claro por adelantado que aquí no hablo de
espiritualidad (aspecto metafísico de la vida) sino de formas o convenciones en
las que nos basamos en el día a día.
Para centrar el tema, considero religioso a quien rinde adoración a un Dios y observa los rituales establecidos. En el vivir laico sólo se considera válida la condición humana y el respeto por sus valores.
Quizá sea demasiado sintetizado este planteamiento pero lo
que querría debatir es la utilidad que le proporciona a cada practicante en sus
formas de vivir.
Una persona religiosa parece sentirse más amparada en su
tránsito vital al confiar en un ser superior al que a cambio acata y se somete
a él.
Una persona laica no cuenta con aparente apoyo trascendente
y debe valerse sólo por sus propios medios que, pese a las limitaciones, le
suponen una plena libertad.
La cuestión sería poder salir del dilema libertad-sumisión
para hacer el camino de la vida de manera equilibrada sin depender de una
seguridad total o de una plena libertad, dado que ninguna de las dos está completamente al
alcance.
Respetando ambas posturas, deberíamos analizar sin embargo
sus pros y sus contras tratando de averiguar si se avienen con la verdadera
idiosincrasia del ser humano.
Es evidente que hay algo que trasciende al hombre –tanto si lo
creemos como si no- por todo un grupo de razones o, si somos quisquillosos, por
toda una serie de “intuiciones”
Creer que todo se limita a lo que vemos o que la muerte es
el fin de nuestro ser, es tan poco riguroso como poner todas las esperanzas en
un Dios definido por una religión concreta.
El gran vacío que existe en nuestro conocimiento en cuanto
al tema de la trascendencia nos obliga a ser humildes y a la vez responsables
de nuestras creencias.
Es comprensible que quien vive con la ilusión de sentirse
protegido por un ser superior parece que tenga que ir por la vida más tranquilo
(dependiendo de los condicionantes de su religión).
Por otro lado, quien sólo se siente tributario de sí mismo,
hará el camino más libre de obligaciones pero este desapego será a costa de la
ausencia de seguridades (que en realidad nadie tiene)
O sea que cada uno elija el “menú” que más le plazca y crea
que le vaya a hacer mejor servicio, porque sólo de eso se trata: Todo acaba en
unas creencias u otras que no aseguran nada.
Al final, cualquiera que sea la decisión que tomemos, la
tarea de vivir la tendremos que ir trampeando sirviéndonos de lo que tengamos a
mano e ir avanzando a base de ensayo y error.
No hay ninguna fórmula magistral, pero un reconocimiento del
ámbito espiritual nos es indispensable para tratar de desentrañar todo lo
necesario para mejor deambular por esta vida.
O así me lo parece
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com – 1
diciembre 2023
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