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© UNA FILOSOFIA DE LA RESISTENCIA
Vivimos en una sociedad donde la tecnología cada vez tiene mayor protagonismo, donde impera el ruido permanente, la hiper estimulación constante y una violenta rapidez. Ante esta realidad, se nos propone una filosofía de la resistencia que nos permita cuidar la atención y nos empuje a desarrollar una nueva forma de desear para ser más conscientes y responsables.
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Una denuncia clara y
contundente de la degeneración humana al abrigo de la tecnología que nos ha
fagocitado a pesar de hacernos creer que somos libres.
Leer un libro,
contemplar un paisaje, deleitarse ante un cuadro o, en un terreno más social,
compartir tristezas o alegrías con otros seres humanos en un contacto físico
real y no en el virtual como se ha impuesto mayoritariamente.
Estamos abducidos por los dispositivos digitales que han secuestrado nuestro tiempo y nuestras potencialidades apartándonos de la realidad y privándonos de la expresión verdadera de nuestros sentimientos con el corolario de una soledad y vacío personal escalofriante.
Las aparentes
gratificaciones de una híper comunicación ficticia y muchas veces falsa o
manipulada, por querer parecer lo que no se es, resulta doblemente
decepcionante y perjudicial.
La permanente
dependencia del teléfono móvil (o de cualquier otro utensilio digital) supone
una “ausencia de la vida” que se cuela a nuestro alrededor mientras nuestra
atención está fijada en las cautivadoras pantallas.
La cantidad de “paja”
que aportan las “informaciones y las historias”, vertidas sin cesar en todo
momento, no merecerían la dedicación que empleamos.
Es como un hechizo que
nos tiene atrapados mientras nos dejamos perder la vida real, palpable,
experimentable.
Si queremos compañía
busquémosla entre las personas vivas, no dentro de las herramientas.
Ninguna herramienta
tecnológica puede ofrecernos el disfrute de un abrazo o una conversación atenta
y compartida.
No hay nada como el
contacto personal, mirarse a los ojos, poder tocarse, ver las expresiones del
rostro del otro, reír o sufrir juntos con alguien al lado.
Con la tecnología de
la comunicación nos dejamos perder lo mejor de la vida por una malentendida comodidad
y quizás también por la inseguridad de afrontarla al natural.
Pensemos en ello
fríamente, porque, además de todo lo que nos perdemos, estamos alimentando
nuestra propia esclavitud y engordando las ganancias de empresas que se
aprovechan de nuestras debilidades y de la necesidad de contacto humano.
La tecnología debe
estar a nuestro servicio y no nosotros al suyo. Salgamos de una vez de este
callejón sin salida que nos tiene atrapados y daña nuestra condición humana.
El esplendor y las maravillas de la Vida merecen toda nuestra atención y gratitud.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 3 octubre
2024
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