¡NUESTRAS MENTES! ¿ESTARÁN PREDESTINADAS?
¡Aquellos primeros momentos!
Antes de que la imagen de arriba fuese una realidad tuvieron
que pasar muchos miles y millones de años. Hasta donde sabemos y el origen más
aceptado para nuestro Universo es el de una inmensa explosión proveniente de
una singularidad en la que la densidad y la energía eran “infinitas” y a partir
de ahí, comenzó la gran aventura:
¡El Universo!
Antes de alrededor de un minuto y cuarenta segundos desde el
comienzo del tiempo, no hay núcleos
atómicos estables. El nivel de energía
en el ambiente es mayor que la energía de unión nuclear. Por consiguiente,
todos los núcleos que se forman, se destruyen de rápidamente (leer el trabajo
completo).
¿Que pinta el Azar en todo esto?
El Poder de la Naturaleza... Sí, la Naturaleza nos muestra constantemente su poder.
Fenómenos que no podemos evitar y que nos hablan de unos mecanismos que no
siempre comprendemos. Nuestro planeta por ejemplo, se comporta como si de un
ser vivo se tratara, la llaman Gaia y realiza procesos de reciclaje y
renovación por medio de terremotos y erupciones volcánicas, Tsunamis y tornados
devastadores que cambian el paisaje y nosotros, lo único podemos hacer es
acatar el destino que ignoramos de lo que está por venir.
El mundo nos parece un lugar complicado. Sin embargo,
existen algunas verdades sencillas que nos parecen eternas, no varían con el
paso del tiempo (los objetos caen hacia el suelo y no hacia el cielo, el Sol se
levanta por el Este, nunca por el Oeste, nuestras vidas, a pesar de las
modernas tecnologías, están todavía con demasiada frecuencia a merced de
complicados procesos que producen cambios drásticos y repentinos. La predicción
del tiempo atmosférico es más un arte que una ciencia, los terremotos y las erupciones
volcánicas se producen de manera impredecible y aparentemente aleatoria, los
cambios en las Sociedades fluctuan a merced de sucesos que sus componentes no
pueden soportar y exigen el cambio.
¡Son tantas las cosas que no sabemos!
No siempre podemos ver con claridad.
Partiendo de la
materia “inerte”, pasados algunos miles de millones de años, la evolución hizo
surgir, una primera célula replicante que transmutó después de muchos cambios
hasta nosotros y se hizo posible que en las mentes de algunas criaturas,
nacieran los pensamientos.
Hemos hablado aquí otras veces sobre el hecho cierto de que,
el material del que estamos hechos, se
fabricó en las estrellas, y, alguna supernova, hace ya miles de millones de
años, sembró el espacio interestelar para que se formara nuestro Sistema Solar.
Claro que los procesos de la alquimia estelar necesitan tiempo: miles de
millones de años de tiempo. Y debido a que nuestro universo se está
expandiendo, tiene que tener un tamaño de miles de millones de años-luz para que
durante ese periodo de tiempo necesario pudiera haber fabricado los componentes
y elementos complejos para la vida. Un universo que fuera sólo del tamaño de
nuestra Vía Láctea, con sus cien mil millones de estrellas resultaría
insuficiente, su tamaño sería sólo de un mes de crecimiento-expansión y no
habría producido esos elementos básicos para la vida.
Vivimos en un mundo hecho para la Vida
Algunas veces, mirando la historia evolutiva de la vida, uno
tiende a pensar que, de todas las estructuras complejas producidas por la
biología terrestre (es lo único que conocemos), ninguna es más importante que
el cerebro, el más complejo de todos los órganos. Lo que nos lleva a
plantearnos una pregunta: ¿Son los cerebros sólo accidentes aleatorios de la
evolución, o son los inevitables productos derivados de un proceso de
complejificación que sigue unas leyes? Una hipótesis muy generalizada es que si
surge la vida en otros planetas, ésta tendrá un desarrollo muy similar al de la
vida en nuestro planeta, la Tierra. Los defensores de SETI, la búsqueda de
inteligencia extraterrestre, argumentan que en el curso de miles de años la
vida extraterrestre se hará más compleja para formar plantas y animales, y
finalmente descubrirá su cognición y la inteligencia, como sucedió aquí. Eso en
los planetas que estén en evolución y, en otros, evolucionados como la Tierra,
la vida ya estará presente.
Hablamos del cerebro humano por ser el “desconocido” mejor
conocido, muchas son las inteligencias que están presentes en nuestro planeta
y que, no hemos podido llegar a conocer. De algunos animales, podemos haber
vislumbrado alguna clase de inteligencia y, si me apuran, hasta de sentimientos
pero, lo que se dice conocer lo que se puede fraguar en sus cerebros…, es una
gran incognita para nosotros que, somos los seres predominantes en el planeta
y, además de ser conscientes hemos llegado a presentir que tenemos “Alma”, algo
tan complejo que, siendo portadora de los sentimientos y los pensamientos, es,
sin embargo, inmaterial y etérea. Eso que llamamos Alma es en realidad la
sabiduría, la que nos lleve a comprender sobre las cosas, sobre el mundo, sobre
el Universo y, también sobre la misma condición humana. Es el símbolo de
nuestra evolución, es la Mente que trasciende lo material y entra en otro
espacio tiempo que, todavía, no hemos podido comprender. No pocas veces hemos
oido decir: “Sólo utilizamos el diez por ciento de nuestro cerebro”, lo cierto
es que utilizamos el cien por cien pero, lo que realmente queremos decir es
que, hasta el momento, sólo hemos desarrollado el diez por ciento del total.
¡Qué seremos cuando podamos utilizar el cien por cien totalmente desarrollado?
El cerebro es de una complejidad tal que, no hemos podido
llegar a comprender toda su grandeza, y, sabemos que rige todo lo que acontece
en nuestros cuerpos, desde él se emiten las ordenes necesarias para hacer los
precisos movimientos, para hablar o correr, o, en otros casos, para pensar y
generar pensamientos y… «Te amo con todo mi... cerebro» también sentimientos que, en
realidad y a través del Amor y la Familia, es el verdadero motor que mueve el
mundo en el que vivímos, es el mayor incentivo que tenemos para luchar y seguir
adelante en la dura batalla que, la Naturaleza y la Vida, nos plantea cada día.
Decíamos que en otros planetas (al menos en una fracción de
todos los planetas presentes en las galaxias), también habrá surgido y
evolucionado la vida inteligente que, como la nuestra, habrá avanzado y
desarrollado su propia tecnología, e incluso algunas de esas comunidades
tecnológicos pueden estar en este preciso momento tratando (como hacemos
nosotros) de entrar en contacto con nosotros y con otras inteligencias
dispersas a lo largo y a lo ancho del vasto Universo. Así pues, los
investigadores de SETI suscriben generalmente la idea de la escala de progreso,
al aceptar que no sólo la vida, sino también la mente, están en cierto sentido
predestinadas a aparecer en el universo.
Así, el recipiente puede ser diferente pero, el cerebro
portador de la mente, será parecido o similar al nuestro y se regirá por los
mismos parámetros y funciones. Un inmenso entramado de neuronas y cogniciones
que reciben, controlan y envían información que procesa para conocer el mundo
exterior y comprender, su lugar en el Cosmos.
Claro que, este punto de vista, aunque dominante, esconde de
nuevo una hipótesis enorme acerca de la naturaleza del Universo. Significa
aceptar, de hecho, que las leyes de la naturaleza están “amañadas” no sólo a
favor de la complejidad, o sólo a favor de la vida, sino también a favor de la
Mente. Dicho de otra manera, creo que la Naturaleza misma es MENTE, de otra
manera a mí me resulta muy difícil comprender que la mente no esté inscrita de
una forma fundamental en esas leyes naturales que todo lo rigen y hacen que
las cosas ocurran como vemos que pasan. Es,así, altamente significativo, por
supuesto, que los productos de la tendencia de complejificación de la
naturaleza -seres inteligentes como el Homo Sapiens- sean capaces de entender
las propias leyes que han dado lugar al “entendimiento” si, esos sujetos,
fueran totalmente ajenos a ella.
En cierta manera, tales pensamientos son visiones
inspiradoras. Pero, ¿es verosímil? ¿Podemos que creer que el universo no sólo
es bioamigable, sino también menteamigable. ¿Son tantos los mundos que, como la
Tierra, tendrán las condiciones precisas para la vida? y, ¿Será la vida, toda
la vida del Universo, basada, como la de la Tierra en el Carbono?
Claro que, en este apartado del saber humano, son muchas las
versiones que, a lo largo de nuestra historia han sido vertidas. En 1964, el
biólogo George Simpson escribió un artículo escéptico titulado “Sobre la no
predominancia de los humanoides”, en el que relataba la futilidad de la
búsqueda de vida extraterrestre avanzada. Lo calificaba como “una apuesta
contra las probabilidades más adversas de la historia”. Señalando que los seres
humanos son el producto de innumerables incidentes históricos especiales,
concluía:
“La hipótesis hecha tan abiertamente por astrónomos,
físicos y algunos bioquímicos, según la cual una vez que la vida se pone en
marcha en alguna parte, los humanoides aparecerán final e inevitablemente, es
lisa y llanamente falsa”. En un famoso debate con el defensor de SETI Carl
Sagan, el Biólogo Ernst Mayr se hacía eco del escepticismo de Simpson: En la
Tierra entre millones de linajes u organismos y quizá 50.000 millones de
sucesos de especiación, sólo uno condujo a una alta inteligencia; eso me hace
creer en su completa improbabilidad”.
Claro que el hombre, cuando pronunció esas palabras, no
pensaba en el hecho cierto de que, el Universo, es igual en todas partes y en
todas sus regiones rigen las mismas leyes. Existen miles de millones de
planetas como la Tierra, con las condiciones ideales para que surja en ellos en
la vida (y, de hecho, así habrá pasado), no podemos creer que somos algo
especial y único, en el universo son más de cien mil millones de galaxias,
mucho más abundante es el número de estrellas y, no digamos de mundos… ¿Por qué
no sería también de la misma manera con seres inteligentes?
¿De qué manera podría ser la vida en otros mundos? De
haberla, podría ser ¡de tantas maneras! que no debemos descartar aquella que
teniendo la condición de vida, incluso esté fuera de nuestro alcance de visión
y, estando a nuestro lado, sea totalmente ajena a nuestros sentidos. Las formas
que la vida pueda tomar (aquí mismo en la Tierra somos testigos), son de
múltiples facetas, de diversas maneras y, hasta desconocidas. ¿quién conoce a
todos los seres vivos que conviven con nosotros en la Tierra?
Por otra parte, el especialista Jay Gould denuncia
análogamente la idea de que la vida está destinada a producir mente.
Imaginemos, dice él, que una catastrofe barriera toda la vida avanzada sobre la
Tierra, dejando sólo microbios. Si se repitiera el drama evolutivo, ¿qué
sucedería? ¿Cabría esperar una pauta de desarrollo básicamente similar, en la
que volverían a emerger peces, vertebrados, mamíferos, reptiles y bípedos
inteligentes? Nada de eso, concluye él. La historia de la vida sobre la Tierra
es una loteria gigantesca, con muchos más perdedores que ganadores.
Muchas formas de vida pasada, ya no están aquí con nosotros.
De hecho, sólo el 1% de las especies que han poblado la Tierra viven actualmente
y, tenemos que tener claro que, la única manera de evolucionar es mutar, sin
mutaciones no hay evolución, dado que la dinámica del planeta es cambiante y
nos exige una adaptación, aunque a lo largo de miles de años, nosotros y otros
seres vivos mutan para sobrevivir.
La vida contiene tantos accidentes del destino, tantas
carambolas arbitrarias que la pauta de cambio es esencialmente aleatoria. Los
millones de pasos fortuitos que construyen nuestra propia historia evolutiva
nunca sucederían por segunda vez, ni siquiera en lineas generales. La historia
recorrería “otro camino” , de modo que, “la enorme mayoría de las repeticiones
nunca produciría una criatura con autoconsciencia. La probabilidad de que este
escenario alternativo (por ejemplo, repetición) contenga algo remotamente
parecido a un ser humano debe ser practicamente nula”.
Claro que, las posibilidades de vida en otros planetas es
grande
Si eso fuera así (que lo podría ser, ningún dato tenemos a
favor de lo contrario), ¿qué seres surgirían a la vida? o, quizás, no surgiera
ninguno. Es difícil refutar la lógica del argumento de Simpson y Gould. Si la
evolución no es otra cosa que una lotería, una caminata de borracho, entonces
hay pocas razones por las que la vida debiera ir más allá del nivel de los
microbios, ninguna expectativa que avanzara obligatoriamente hacia la
inteligencia, el cerebro, la conciencia y al “Alma” y, mucho menos, que pudiera
desarrollar características humanoides. Nos veríamos entonces obligados a
coincidir con la melancólica conclusión de Monod: “El hombre sabe que
finalmente está solo en la inmensidad del universo, del que ha emergido sólo
por azar”.Sólo si hay más que azar en ello, sólo si la Naturaleza tiene un
sesgo ingeniosamente incorporado hacia la vida y la muerte, esperaríamos ver repetido
en otros mundos, lo que con la vida ocurrió en el nuestro.
La búsqueda de la vida en otros lugares del Universo es, por
consiguiente, el terreno de prueba para dos visiones del mundo diametralmente
opuestas. Por una parte, está la ciencia ortodoxa, con su filosofía nihilista
del universo sin sentido, leyes impersonales carentes de finalidad, un cosmos
en el que la vida y la mente, la ciencia y el arte, la esperanza y el miedo son
sólo embellecimientos accidentales y casuales en un tapiz de corrupción cósmica
irreversible.
Creo que todo lo que podamos imaginar… será menos que la
realidad que ahí fuera nos podemos encontrar cuando, de verdad, salgamos al
espacio.
Por otra parte, hay una versión alternativa innegablemente
romántica, pero posiblemente cierta de todas formas, la visión de un universo
autoorganizador y autocomplejificador, gobernado por leyes ingeniosas que
animan a la materia para que ésta alcance una evolución predeterminada que la
lleva hacia la consciencia y la mente. Un Universo en el que la emergencia de
seres pensantes sería una parte fundamental e integral del esquema global de
las cosas. Es decir, un Universo en el que no estamos solos y en el que, esa
misma complejidad de la que hablamos, nos lleva a través de la mutación hacia la
evolución necesaria para la adaptación al ritmo que el Universo nos marca.
Particularmente me quedo con la segunda opción. De no ser
así, si el Universo nos trajo por razones fortuítas y sólo se debe al azar
nuestra presencia aquí, entonces, ¿para qué tantos mundos?, ¿para qué tanto
sufrimiento y dolor?, ¿para qué, en definitiva, tanto Amor y sacrificio? ¡Sería
todo un sin sentido tan grande!
emilio silvera
PD. Doy las gracias a Paul Davies por escribir “El Quinto
Milagro”, de cuyas páginas pude sacar algunas de estas ideas.
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