EL
EXTREMO DEL ARCO IRIS (Parte final)
Existe
un tiempo en nuestras vidas en que tenemos las más altas esperanzas, y el
infinito parece estar a nuestro alcance. Luego la realidad claustrofóbica se
acerca, y nuestras vidas comienzan a oxidarse. Los dulces días de la juventud
se vuelven insoportablemente amargos, y se requiere o mucho dinero o una firme
estructura de familia para sacar ese sabor de nuestras bocas. Por eso tantos,
en particular soldados, se suicidan.
El
camino del mundo implica una carga pesada. Si no tenemos cuidado, los demonios
pueden apoderarse de nosotros. Un modo de evitarlos es aferrarse febrilmente a
alguna imagen del Todopoderoso, para cerrar nuestros ojos ante el circo del
mundo, que está inundado de muerte injusta y enfermedades repugnantes.
El otro
modo es mirar sin ningún temor toda la mierda, para ver honestamente la
locomotora de muerte que se dirige directamente hacia nosotros para empujarnos
dos metros bajo tierra, y simplemente decir: confío en lo que el universo nos
da. Nada que ha sido tan maravilloso como la vida real puede nunca ser malo.
Por supuesto, a los inocentes en África y Asia les es más difícil aceptar esta
filosofía cuando ellos a menudo son torturados y abusados cuando niños y mueren
demasiado pronto para vivir una vida plena.
Y luego
está ESTA pregunta: ¿usted cree realmente, o usted sólo afirma que cree? (Se
dice que ésta es la enfermedad de la duda que afecta a muchos sacerdotes que lo
han sido durante mucho tiempo).
Por
extraño que pueda parecer, vendrá un día —y siempre viene demasiado pronto—
donde usted realmente tendrá que creer. Sólo decir que usted cree no será
suficiente para permitirle enfrentarse con el desafío colosal de su propio
fallecimiento.
Las
religiones han hecho un caos del mundo al mentir sobre nuestros orígenes. Entre
las palabras más tempranas alguna vez dichas estuvieron las explicaciones de
cómo llegamos aquí. Hubo historias de cometas, dragones, gigantes, monstruos y
extraterrestres, pero desde que los hebreos se involucraron y robaron su
libreto de los egipcios, no hemos tenido sino dictadores competidores que
prometen mutilar los órganos sexuales de sus seguidores y aniquilar a sus
enemigos, lo que nos ha dado nuestro mundo de sangría perpetua que observamos
hoy.
Estos
hipócritas han compuesto sus mentiras construyendo falsas fórmulas mágicas que
nos convencen de que viviremos para siempre sólo si pronunciamos el rezo
apropiado, si sacrificamos al dios correcto y si nos comportamos de la manera
correcta. Ninguna de estas cosas es verdadera.
Está
perfectamente bien decir que no conocemos las cosas.
En vez
de comprender que somos los más poderosos y potencialmente los más beneficiosos
de todos los seres en el universo, manifestamos que somos las criaturas más
destructivas que hayan vivido alguna vez. Sólo observe la degradación que hemos
provocado sobre el planeta. Todo porque tenemos miedo de admitir que moriremos,
y que no sabemos lo que nos pasará entonces.
Si una
especie extraterrestre alienígena llegara a aventurarse en nuestra civilización
y evaluara nuestra capacidad de merecer confianza sobre la base de lo que hemos
hecho a nuestros congéneres de especie, ellos nos exterminarían inmediatamente.
Y
mereceríamos enormemente que nos lo hicieran.
Matar a
otros nos ayuda a mantener la ficción de que nunca realmente moriremos. En vez
de ello, insistimos en que retornaremos, o que nos graduaremos en una realidad
más alta. Como Buda tan claramente declaró, una vez que reconocemos que
morimos, nuestras peleas cesan inmediatamente. La vida se convierte entonces en
una tentativa compartida de consolarnos unos a otros puesto que moriremos
realmente, y luego la bondad, la compasión y el entendimiento comienzan a
reemplazar a la crueldad, el egoísmo y la depravación que están todos basados
en el conocimiento suprimido de que morimos realmente, y nuestra cólera explota
desde dentro porque ésta es nuestra situación.
Insistir
en que Dios nos ha
concedido privilegios especiales ya no es aceptable en un mundo que evoluciona
y que exige pruebas tangibles e irrefutables de que lo que decimos es
verdadero.
El
reconocimiento de la inevitabilidad de la muerte es irónicamente el único modo
en que podemos garantizar una paz que funcione en el planeta Tierra. Cuando
vemos que la vegetación aparece y desaparece en sus estaciones, y nuestros
compañeros animales por instinto saben cómo cuidar a sus jóvenes y viven sus
vidas totalmente y sin miedo, así también debemos nosotros reconocer los términos
restrictivos de nuestras existencias y dejar de tratar de demostrar que podemos
vivir para siempre mediante palabras y fórmulas mágicas que resultan ser
solamente aire caliente que es sumamente perjudicial y por lo general fatal
para cada uno y para todo lo que está en todas partes cerca de ello.
En
nuestro terror primitivo no debemos oponernos a la fórmula de la Naturaleza de
que nuestras vidas, nuestras encarnaciones, son configuraciones temporales.
Debemos dar gracias por los regalos que nos han sido dados y planificar la
comodidad y la seguridad de nuestros hijos, quienes harán lo mismo por sus
descendientes.
Pero
entonces debemos pensar en algo más. En nuestro orgullo desmedido, ¿por qué nos
hemos separado de todas las otras criaturas de este planeta y nos hemos aislado
en una invención imaginaria separada donde los humanos son una clase de
animales y todos los otros son especies menores, aunque ellos en su mayoría
tengan dos ojos, dos oídos y sangre roja?.
¿No
parece ridículo en algún grado que debiéramos preocuparnos sólo de nuestras
propias condiciones de vida, aparte de las condiciones de vida de toda otra
criatura en el planeta?. ¿Podríamos ser más estúpidos y egocéntricos? ¡No!.
Lo cual
nos lleva a una nueva idea radical que permite que nosotros consigamos un mayor
entendimiento de nosotros mismos y de cómo podemos todavía sobrevivir y
prosperar con una comprensión mayor de la vida que la que hayamos tenido alguna
vez antes.
¿Cómo
suena esto?: "Todo el ADN
viviente hoy ha estado vivo desde la primera vida". http://www.onelife.com/onelife2.html
Piense
en ello. Porque para reproducirse, el ADN debe estar vivo. Usted desciende de
ADN viviente. Y de igual forma cada otra criatura. Por lo tanto, el ADN nunca
ha muerto. Desde el principio del tiempo. Usted está conectado con el principio
del tiempo, porque el ADN tuvo que estar vivo para atravesar todos aquellos muchos
miles de generaciones y finalmente conectarse con usted.
Todas
las cosas vivas hoy están vivas en virtud del ADN viviente en cada célula de
sus cuerpos.
Hay que
entender que las formas de vida producidas por la vida son conceptuales y que es
la vida misma la que impregna todas las cosas vivas, y toda vida es una y la
misma.
El ser
humano es un producto de la vida, uno de muchos productos, no una entidad
separada aparte de la vida.
Somos
un montón de tontos si pensamos que somos responsables de nuestro propio
destino. La vida está a cargo de nuestro destino, una vida que nos creó a
nosotros y a todas las otras formas de vida en el planeta. Todos provenimos de
la misma fuente, y ésa es el ADN que nunca muere.
Hay
sólo una vida, y es compartida por todas las cosas vivientes.
Escuche,
y entienda.
No es
que el humano tenga que cuidar de toda otra vida como una obligación moral,
aunque eso es ciertamente verdadero, sino que el humano es una pequeña parte de
la vida, pero una que posee una característica (inteligencia) que es valiosa
para la supervivencia y el bienestar de toda vida. Fue la vida la que
desarrolló aquella inteligencia, no el humano, y por lo tanto su servicio es
para toda vida, no simplemente para la humana. El ser humano es, en ese
sentido, un sirviente de la vida, un cuidador al servicio de la vida, el buen pastor para toda vida.
Hay
sólo una vida, y somos una parte de ella. Crea usted sólo declaraciones
demostrables y comience a entender que nuestras obligaciones son mucho más
importantes que nuestras necesidades y deseos.
Actúe
al servicio de la vida, y desaparecerá la tontería de dioses imaginarios, la
Tierra será restaurada a la salud, la vida prevalecerá, y prosperaremos.
Estudie
y entienda el vínculo, y las nubes de nuestra división se apartarán. El fracaso
de ello resultará en un cataclismo social sin precedentes, a los signos de los
cuales nos estamos enfrentando claramente hoy. Comprenda que al luchar contra
todo otro, estamos luchando contra la vida misma, porque, de hecho, hay sólo
una vida, y somos profundamente privilegiados de ser una parte de ella.
Ésta es
la olla con oro al final del arco iris que siempre hemos estado buscando. Abrácela
y la mayor parte de los problemas del mundo desaparecerán justo delante de
nuestros ojos.
por
John Kaminski
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