El Brexit
inicia el fin del euro y el fin de la eurozona.
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El fin del euro
no es el paso a la vuelta de las monedas nacionales, sino el paso a
la moneda electrónica. Y ocultará la deuda emitida por la Reserva
Federal, el Banco de Inglaterra y el BCE. Jamás conoceremos la
deuda ni el estado de la deuda real, toda se habrá enterrado entre
apuntes electrónicos irrastreables, pero sí la reclamarán a los
ciudadanos.
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No se podrá
sacar dinero físico de los bancos pues lo anularán en un tiempo, y
todo serán transferencias electrónicas. Con el tiempo todos
los bancos desaparecerán. El estado corporativo ya no los
necesitará, todo el control será suyo y total, solo habrá una
caja virtual electrónica que paga, cobra, o castiga con los cargos
al microchip.
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La moneda
electrónica es el paso al microchip. Los mismos que dicen ahora con
el dinero físico de que no es seguro, que es sucio, que es
falsificable y que contribuye al dinero negro y el fraude fiscal…
lo dirán de las tarjetas, los móviles inteligentes y los
ordenadores con los que pasaremos a hacer los cobros y los pagos.
Dirán que están siendo hackeados por las mafias -que son ellos
mismos-, como los que fabrican virus para vender antivirus y
ordenadores y software nuevos; dirán que sus tarjetas, móviles y
ordenadores son hackeables y suplantables, y muy fáciles de robar y
que sólo el microchip es seguro, único e intransferible. Toda
persona que admita implantarse el microchip, no tendrá ninguna
ventaja, solo al principio le parecerá que todo funciona como
siempre, pero al tiempo verá las primeras recetas de represión
salvaje del estado corporativo.
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El microchip es
el paso a que los ciudadanos asuman la deuda nacional y europea con
sus propios bienes, su propio beneficio de su trabajo, y lo que es
peor el tener que hacer trabajos extras que se contemplarán en el
microchip para las aportaciones extraordinaria que impondrán para
resarcir la Deuda en dos generaciones.
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Convertirán la
negativa de los ciudadanos que no quieran implantarse el microchip,
como un delito contra el Nuevo Estado Corporativo sionista. Nuevo
Orden Mundial. Será el máximo delito contra la Hacienda Pública y
se castigará con internamiento en prisión para desanimar al resto
de ciudadanos a desobedecer su implante. Habrá quienes hartos se lo
quiten el chip del tamaño de un grano de arroz con un cuter y
desinfecten la herida de la mano -menos los que lo lleven en la fosa
nasal que buscarán médicos dispuestos a extirpárselo-. Entonces
lo llevarán en su bolsillo para evitar alarmar al rastreo por
antenas y satélites como los mismos teléfonos móviles
inteligentes; el problema será cuando lo pierdan o se estropee.
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Quien no tenga
implante no podrán acceder a la luz, al agua, a las comunicaciones,
a tener una cuenta en un banco, a no poder cobrar su nómina; en
definitiva no podrá comer, ni disfrutar de la atención sanitaria,
ni de la jubilación, ni de nada.
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Es el motivo
por el que se está prohibiendo el autoconsumo eléctrico, y se
perseguirán hasta los huertos particulares que no usen comida de
macrocentros que cada vez venderán más transgénicos hasta
eliminar la comida sana.
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Parece una
contradicción, pero con la eugenesia de la Agenda 21 pretenden que
la mitad de los que vivan carguen con la deuda a repartir del
conjunto con los que hayan muerto.
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El mirar a otro
lado y no querer saber nada no le evitará su persecución. Todas
las medidas vendrán impuestas como decreto ley, y los gobiernos
masones obedecerán a la élite impositiva.
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Para poder
implementar estas medidas se necesita asociarlas con la Ley Marcial
y una guerra larga, hambre, penurias, y desabastecimiento. Luego
todo el mundo aceptará cualquier cosa.
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El paso a la
inflación acabará en unos años en la deflación. Los productos
básicos tendrán incrementos impagables que forzarán al consumo
preferente de las “marcas blancas” más baratas, y las marcas
blancas justificarán la entrada masiva por precio de la venta y
consumo de los transgénicos. El alto precio de la comida sana
llevará a su desaparición de las estanterías por bajo consumo y
sus altos precios que serán para los más privilegiados, pero solo
un tiempo indefinido, en el futuro nadie se librará de tener que
comer transgénicos con fecha de muerte para la salud de los
humanos. Hasta los hijos de los malditos bastardos que han ido
vendiendo cada día los derechos de la humanidad, maldecirán la
memoria de sus padres y familia por verse que han dejado de ser
élite para convertirse en reos de una estructura férrea de
sometimiento como en Egipto y Roma.
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