PSICOPATOLOGÍA DEL COVI-CREYENTE
¿Te has preguntado por qué la gente defiende con uñas y dientes este asunto del virus? Quiero llamar la atención sobre el vigor que la gente aplica en esta defensa. Un vigor ya patológico, que nos estaría revelando retorcidos móviles ocultos.
Y en verdad que sólo un tonto podría creer que lo que la gente defiende es la existencia de este virus, porque esto no es así. Lo que la gente defiende en realidad es su propia existencia porque defendiendo la existencia y mortandad del virus creen estar defendiendo sus propias vidas.
Verás, el virus ha dado una inmejorable razón de ser a la vida de millones de personas en todo el mundo. Una excusa épica para seguir viviendo. Pensemos que la gente mira películas, series o telenovelas buscando aferrarse de algo extraordinario que logre conmoverle, aunque no sea más que un instante. El televisor es en realidad ese miserable proveedor de asombro que alimenta la ensoñación del mundo día tras día. Pero en tanto el proveedor sea miserable la ensoñación también lo será.
De pronto aparece este virus "letal". De pronto la realidad supera la ficción. De pronto la gente descubre que no hay película, ni serie, ni telenovela que pueda sacudirles la existencia como este virus lo está haciendo.
Hay algo ocurriendo en el mundo y es algo "terrible" y cuánto más apagada, monótona y solitaria sea la vida del televidente tanto más satisfacción experimentará de saberse "parte activa" de este momento histórico donde la Humanidad está "al borde de la extinción".
Hay algo ocurriendo en el mundo y es algo que ha venido a rescatar del tedio de
una existencia mediocre a millones de seres humanos.
Hay un vivo deseo de que esto no deje de suceder, un deseo de prolongar esto,
de ver en los televisores que los muertos son cada vez más y de que el mundo
jamás ha enfrentado un problema semejante.
El coronavirus entonces DEBE ser real.
Es esto lo que la gente defiende cuando defiende al relato
oficial del coronavirus y es esta la razón que explica el injustificable pánico
que se ha creado a partir de una cifra relativamente baja de muertes.
Que surjan voces atenuando el evento es prácticamente un atentado contra este
entusiasmo novísimo y vigorizante que ha sacudido al planeta. Y si el pánico
está dando sentido a todas esas vidas vacías, entonces defender este estado de
pánico es un mecanismo de supervivencia.
Y esto es así al punto que en este momento pareciera no haber peor noticia que
lo poco significativo de este virus respecto a otras enfermedades que mataron y
matan por millones. Hablar de la inexistencia del virus es simplemente crimen
de lesa humanidad.
Este es el Armageddon tan ansiado ¿a qué echarlo a perder con noticias de
conspiraciones?
Nosotros, los disidentes, somos en esta hora absurda, los que estamos demostrando
que nuestras vidas estaban bien sin este virus. Demostramos que nosotros no
necesitamos de este virus para ser felices, para llenar nuestras existencias...
Nosotros queremos regresar a nuestras vidas de siempre
porque en nuestras vidas de siempre hallábamos paz y sentido.
Un flagelo así, lejos de rescatarnos, vendría a hundirnos en la desesperación.
Nosotros no necesitamos de ningún virus extraordinario para tener las cosas que
siempre tuvimos.
Pero tendrás que entender que las gentes no son como nosotros. Las gentes viven
sus vidas zambullidas en las tristes luces de un televisor al que le exigen,
desde 150 canales, emociones que la propia vida no les da. ¿Es necesario que
aclare que televisor y coronavirus son sinónimos?
Si las gentes buscan desesperadamente algo en el televisor, el coronavirus es
lo que, hace mucho ya, estaban buscando. Creada la demanda (desde hace tanto
tiempo y en tantas películas) llegó al fin la esperada oferta.
Y algo curioso va a pasar dentro de poco si es que no está pasando ya. Y es que
el clima de tensión y miedo irá disminuyendo. Los medios no podrán sostener
este ambiente terrorífico por mucho tiempo más. El estímulo del coronavirus es
de poca monta y, en tanto la espectacularidad mediática que le da difusión no
se corresponda con más y más cercanas muertes, es muy poco el tiempo que le
queda a este circo.
La misma exigencia de vivir la vida a través de los
televisores es la que hará que todo esto termine en una completa desilusión.
Las mentes pobres todo lo agotan rápido y dentro de muy poco EXIGIRÁN otra
cosa...algo nuevo, algo más grave, algo peor. Necesitan su película de terror
en 3-D para experimentar emociones gratificantes, para sacudir su letargo, para
sentirse vivos. Necesitan que una intensa ilusión niegue su condición de
zombies.
Antes de los televisores todas las vidas se asemejaban. Pero con la irrupción
del televisor ha podido advertirse la abismal diferencia que existía entre
algunos pocos privilegiados seres y el resto de la Humanidad.
La vida es demasiado misteriosa y visto está que vivir no es nacer, respirar y
envejecer. Vivir es una realidad a la que no todo ser viviente puede acceder.
De hecho la mayoría de los vivos ya están muertos. El misterio de por qué
algunos no necesitamos encender un televisor para sentir que estamos vivos es
ya el misterio mismo de la vida.
Nereo Raul Ortiz Roston
http://astillasderealidad.blogspot.com/2021/01/psicopatologia-del-covi-creyente.html
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