EL MUNDO SECRETO de CARL G. JUNG
Sueños, espíritus y lo oculto
El 11 de
Febrero de 1944 Carl Gustav Jung, de 68 años —en ese entonces el psicólogo vivo
más renombrado del mundo—, resbaló en un poco de hielo y se rompió el peroné.
Diez días más tarde, en el hospital, sufrió un infarto miocárdico causado por
embolias de su pierna inmovilizada. Tratado con oxígeno y alcanfor, perdió el
conocimiento y tuvo lo que parece haber sido una experiencia cercana a la
muerte y de salirse del cuerpo, o, dependiendo de vuestra perspectiva, un
delirio.
Él se encontró flotando a 1.000 millas por encima de la Tierra. Los mares y los continentes brillaban en una luz azul y Jung pudo distinguir el desierto árabe y los Himalayas coronados de nieve. Él sintió que estuvo a punto de dejar la órbita, pero entonces, volviéndose hacia el Sur, un enorme monolito negro apareció. Era una especie de templo, y en la entrada Jung vio a un hindú sentado en una posición de loto. Dentro, innumerables velas parpadeaban, y él sintió que "la fantasmagoría entera de la existencia terrenal" estaba siendo removida. Aquello no fue agradable, y lo que permaneció fue un "Jung esencial", el núcleo de sus experiencias.
Él sabía que dentro del templo
el misterio de su existencia, de su objetivo en la vida, sería contestado. Él
estuvo a punto de cruzar el umbral cuando vio, elevándose desde Europa lejos
abajo, la imagen de su médico en la forma arquetípica del rey de Cos, la isla
del templo de Asclepio, dios griego de la medicina. Él dijo a Jung que su
salida era prematura; muchos estaban demandando su retorno, y él, el rey,
estaba allí para transportarlo de vuelta. Cuando Jung oyó eso, estuvo
enormemente decepcionado, y casi inmediatamente la visión terminó.
Él experimentó la renuencia a
vivir que encuentran muchos quienes han sido "devueltos", pero lo que
más le preocupó fue ver a su médico en su forma arquetípica. Él sabía que eso
significaba que el médico había sacrificado su propia vida para salvar la de
Jung. El 4 de Abril de 1944 —una fecha con la que los numerólogos pueden
deleitarse— Jung se levantó de su cama por primera vez desde su ataque
cardíaco. Durante el mismo día, su médico se enfermó con septicemia y ocupó su
cama. Él nunca la dejó, y murió unos días más tarde.
Jung se convenció de que él no
había tenido simplemente alucinaciones sino que se le había concedido una
visión de la realidad. Él había pasado un tiempo fuera, y la experiencia había
tenido un efecto palpable en él. En primer lugar, la depresión y el pesimismo
que lo habían doblegado durante la Segunda Guerra Mundial desaparecieron. Pero
había algo más. Durante la mayor parte de su larga carrera, él había
impresionado a sus colegas, amigos y público lector con que él era, sobre todo
lo demás, un científico. Él repitió casi como un mantra que no era
un místico, un ocultista o un visionario, términos de los que abusaban sus
críticos, que rechazaban sus afirmaciones de emplear la ciencia. Ahora,
habiendo retornado desde el borde de la muerte,
parecía contento de dejar al científico en él asumir una importancia
secundaria durante los restantes 17 años de su vida.
Aunque Jung siempre creyó en
la realidad del "otro" mundo, había tenido cuidado para no hablar
demasiado abiertamente sobre esa creencia. Ahora, después de sus visiones,
parecía menos reticente. Él había tenido, parece, una especie de experiencia de
conversión, y los intereses que el psicólogo de fama mundial había guardado
hasta ahora para sí, ahora se hicieron conocimiento común. Platillos voladores,
astrología, parapsicología, alquimia, e incluso predicciones de una
próxima "nueva Era de Acuario": las declaraciones acerca
de todos esos dudosos asuntos —dudosos al menos desde el punto de vista de la
ciencia moderna— fluyeron de su pluma. Si él había pasado su carrera
defendiéndose de acusaciones de misticismo y ocultismo —inicialmente provocadas
por su ruptura con Freud en 1912—, hacia finales de los años '40 él parece
haber decidido dejar de luchar. El "sabio de Küsnacht" y
el "Hexenmeister [hechicero, brujo] de Zürich",
como Jung fue conocido en la última década de su vida, había llegado.
Todo en Familia
Sin embargo, el
involucramiento de Jung con lo oculto estuvo con él desde un principio;
literalmente, eso estaba en su ADN. Su abuelo materno, el ministro religioso
Samuel Preiswerk, que aprendió el hebreo porque creía que era hablado en el
cielo, aceptaba la realidad de los espíritus, y mantenía una silla en su
estudio para el fantasma de su primera esposa difunta, que a menudo iba a visitarlo.
La madre de Jung, Emilie, fue empleada por Samuel para espantar a los muertos
que lo distraían mientras trabajaba en sus sermones.
Ella misma desarrolló poderes
de médium en su adolescencia tardía. A la edad de 20 años, cayó en un coma durante
36 horas; cuando su frente fue tocada con un atizador candente ella despertó,
hablando en lenguas y profetizando. Emilie siguió entrando en estados de trance
durante toda su vida, en los cuales se comunicaba con los muertos. Ella también
parece haber sido una "personalidad dividida". Jung de vez en cuando
la oía hablar con una voz que pronto reconoció que no era de ella, haciendo
comentarios profundos expresados con una autoridad inusitada. Esa
"otra" voz tenía indicios de un mundo mucho más extraño que el que el
joven Carl conocía.
Esa
"división" que Jung había visto en su madre aparecería más tarde en
él. Alrededor de la edad de 12, literalmente se hizo dos personas. Estaba su yo
de su niñez corriente, y alguien más. El "Otro", como
Jung lo llamó, era una figura del siglo XVIII, un personaje imperioso que
llevaba puesta una peluca blanca y zapatos abrochados, que conducía un carruaje
impresionante, y despreciaba al joven muchacho. Es difícil evitar la impresión
de que de algún modo Jung sintió que él había sido ese
personaje en una vida pasada. Al ver un antiguo carruaje verde, Jung sintió que
aquél venía de su tiempo.
Su posterior noción del
Inconsciente Colectivo, aquel embalse psíquico de símbolos e imágenes que él
creía que heredamos en el nacimiento, es en cierto modo una forma de
reencarnación, y el propio Jung creía en alguna forma de vida futura. Poco
después de la muerte de su padre, en 1896, cuando Jung tenía 21 años, él tuvo
dos sueños en los cuales su padre aparecía tan vivamente que él consideró la
posibilidad de la vida después de la muerte. En otro sueño posterior, el padre
de Jung le pedía consejo matrimonial, ya que él quería prepararse para la
llegada de su esposa. Jung tomó eso como una premonición, y su madre murió poco
después. Y años más tarde, cuando su hermana Gertrude murió —una década antes
de su propia experiencia cercana a la muerte— Jung escribió que "Lo
que sucede después de la muerte es tan indeciblemente glorioso, que nuestra
imaginación y sentimientos no bastan para formar siquiera una concepción
aproximada de ello".
Mesas y Cuchillos
La madre de Jung estuvo
implicada en al menos dos famosas experiencias paranormales que son contadas en
prácticamente cada libro sobre él. Sentado en su cuarto de estudio, Carl de repente
oyó un fuerte golpe que venía del comedor. Él se precipitó y encontró a su
madre asustada. La mesa redonda de nogal se había rajado desde el borde hacia
el centro. La hendidura no seguía ninguna juntura sino que había pasado por
entre la madera sólida. La sequedad de la madera no podía explicar aquello; la
mesa tenía 70 años y era un día húmedo. Jung pensó: "Ciertamente
hay accidentes curiosos". Como si su madre estuviera leyendo su mente,
Emilie contestó con su "otra" voz: "Sí, sí, eso
significa algo".
Dos semanas más tarde ocurrió
un segundo incidente. Volviendo a su hogar por la tarde, Jung encontró una casa
alborotada. Una hora antes había ocurrido otra grieta fuerte, esta vez viniendo
de un aparador grande. Nadie tenía ninguna idea de lo que lo había producido.
Jung inspeccionó el aparador. Dentro, donde guardaban el pan, encontró un pan y
el cuchillo del pan. El cuchillo se había roto en varios pedazos, todos
pulcramente ordenados en la panera. El cuchillo había sido usado antes para el
té, pero nadie lo había tocado, ni había abierto el armario, desde entonces.
Cuando llevó el cuchillo a un cuchillero, le dijeron que no había ningún
defecto en el acero y que alguien debía haberlo roto a propósito. Él guardó el
cuchillo destrozado durante el resto de su vida, y años más tarde envió una
fotografía de ello al investigador psíquico J. B. Rhine.
Espíritus a Pie
Para esas fechas Jung, como
muchos otros, estaba interesado en el espiritualismo, y leía aquella
literatura, libros de Zöllner, Crooks, Carl du Prel, Swedenborg, y el clásico
de Justinus Kerner "The Seeress of Prevorst". En la
sociedad de debate Zofingia en la Universidad de Basilea, él dio conferencias
acerca de "El Valor de la Investigación Especulativa" y "Acerca
de los Límites de la Ciencia Exacta", en las cuales cuestionaba el
paradigma materialista predominante que reinaba entonces, como hoy. Jung
condujo a compañeros de estudios en varios experimentos ocultistas; sin
embargo, cuando él les habló sobre sus ideas, o dio una conferencia sobre la
necesidad de tomarlas en serio, se encontró con una resistencia. Por lo visto,
había tenido mejor suerte con su perro salchicha, que él sentía que lo entendía
mejor y podía sentir presencias sobrenaturales él mismo.
Otra que parecía sentir
presencias sobrenaturales era su prima, por el lado de su madre, Hélène
Preiswerk. En una carta a J. B. Rhine sobre el destrozado cuchillo de pan, Jung
se refiere a Helly —como ella era conocida— como "una mujer joven
con marcadas facultades de médium" a quien él había conocido
alrededor del tiempo del incidente, y en su autobiografía, "Memorias,
Sueños, Reflexiones", comenta que él se involucró en una serie de
sesiones de espiritismo con sus parientes después de los
incidentes del cuchillo de pan y de la mesa. Sin embargo, las sesiones de
espiritismo habían estado realizándose durante algún tiempo antes de
los dos acontecimientos, y en su centro estaba Helly, a quien Jung ya conocía
bien, la cual, por lo que dicen todos, estaba enamorado de él. Ése es un signo
temprano de su relación algo ambigua con el ocultismo.
Helly
entraba en un trance y caía al suelo, respirando profundamente, y hablando con
la voz del viejo Samuel Preiswerk, aunque ella nunca lo había escuchado. Ella
dijo a los demás que deberían rezar por su hermana mayor, Bertha, la cual,
dijo, acababa de dar a luz a un niño negro. Bertha, que vivía en Brasil, había
tenido ya un niño con su marido de raza mezclada, y dio a luz a otro durante el
mismo día de la sesión de espiritismo. Las posteriores sesiones de espiritismo
demostraron igualmente ser alarmantes. En cierta ocasión, Samuel Preiswerk y
Carl Jung Sr. —el abuelo paterno de Jung, a quien le disgustaban los demás
mientras vivió—, alcanzaron un nuevo acuerdo. Una advertencia vino para otra
hermana que también esperaba un niño, de que ella lo perdería; en Agosto el
bebé nació prematuro y muerto
Helly produjo voces
adicionales, pero el más interesante era un espíritu llamado Ivenes, que se
llamaba a sí mismo la verdadera Helene Preiswerk. Ese
personaje era mucho más maduro, confiado e inteligente que Helly, a quien Jung
describió como distraída, y no particularmente brillante, talentosa o educada.
Era como si, sepultada bajo la no destacable adolescente, hubiera una
personalidad más llena y más imperiosa, como el "Otro" de Jung.
Aquello fue una percepción de la psique que daría forma a su posterior teoría
de la "individuación", el proceso de "llegar a
convertirse en quien se es". Helly floreció realmente más tarde,
llegando a ser una exitosa modista en Francia, aunque murió joven, sólo a sus
30 años.
En la disertación de Jung
acerca de las sesiones de espiritismo, "Sobre la Psicología y la
Patología de los Así Llamados Fenómenos Ocultos", describe a Helly
poco halagüeñamente como "exhibiendo una formación ligeramente
raquítica de cráneo", y un "color facial algo
pálido", pero deja de mencionar que ella es su prima. También omite su
propia participación en las sesiones de espiritismo, y las data entre 1899 y
1900, siendo que habían comenzado años antes. Gerhard Wehr cortésmente sugiere
que "el candidato a doctor obviamente se esforzó para ocultar su
propio papel, y sobre todo su relación de parentesco cercano, previniendo así
desde el principio cualquier investigación crítica posterior que pudiera haber
puesto en cuestión la validez científica entera del trabajo".
En otras palabras, Jung el
científico pensó que era una buena jugada en su carrera obscurecer la
participación personal de Jung el ocultista en el negocio.
El Poltergeist en el Estante de Libros
de Freud
En 1900, Jung de 25 años se
integró a la prestigiosa Clínica Mental Burghölzli en Zürich. Allí hizo un
trabajo sólido en tests de asociación de palabras, desarrolló
su teoría de los "complejos", e inició un exitoso enfoque
"amistoso con el paciente" en el trabajo con sicóticos y
esquizofrénicos. Fue durante su período allí que él también se involucró con
Freud. Desde 1906, cuando comenzaron a mantener correspondencia, hasta 1912,
cuando la amistad se rompió, Jung fue un partidario leal del trabajo de Freud y
lo promovió generosamente.
Hubo, sin embargo, algunas
áreas problemáticas. Una se centró en el famoso duende en la biblioteca de
Freud. Visitando a Freud en Viena en 1909, Jung le preguntó sobre su actitud
hacia la parapsicología. Freud era escéptico y despidió el asunto como
tonterías. Jung discrepó, y sentado frente al maestro, comenzó a sentir que su
diafragma brillaba, como si estuviera poniéndose candente. De repente un fuerte
golpe vino desde un estante de libros. Ambos se sobresaltaron, y Jung dijo a
Freud: "Allí, ¡ése un ejemplo de un así llamado fenómeno de
exteriorización catalítica!", el circunloquio de Jung para referirse a
un duende o "espíritu ruidoso". Cuando Freud dijo "¡Tonterías!",
Jung predijo que otro golpe ocurriría inmediatamente. Y lo hizo. Jung dijo que,
a partir de aquel momento, Freud se puso receloso de él. De la carta de Freud a
Jung sobre el incidente, uno tiene la sensación de que el primero sintió que el
propio Jung era responsable de ello.
Eso no es sorprendente; Jung
manifestó realmente numerosas capacidades paranormales.
Mientras estaba en cama en un cuarto de hotel después de dar una conferencia,
experimentó el suicidio de un paciente que tenía una fuerte
"transferencia" sobre él. El paciente había recaído en la depresión y
se disparó a sí mismo en la cabeza. Jung despertó en su hotel, sintiendo un
extraño dolor en su frente. Más tarde descubrió que su paciente se había
disparado exactamente donde Jung sintió el dolor, en el mismo momento en que
Jung se despertó. Yendo más al punto, un visitante en su casa una vez comentó
sobre la "libido exteriorizada" de Jung",
cómo "cuando había una idea importante que no estaba todavía
completamente consciente, el mobiliario y el maderaje por todas partes de la
casa crujían y se rompían".
El Libro Rojo
Fue el quiebre de Jung con
Freud lo que lo condujo a su propio "descenso hacia el inconsciente",
un inquietante viaje abajo hacia el agujero de conejo de la psique del cual él
sacó las nociones sobre el inconsciente colectivo que darían forma a su propia
escuela de "psicología analítica". Él había entrado en una
"enfermedad creativa", inseguro de si se estaba volviendo loco. En
Octubre de 1913, no mucho después de la separación, Jung tuvo, dependiendo de
vuestra perspectiva, una visión o alucinación. Mientras estaba en un tren, de
repente vio una inundación cubrir Europa, entre el Mar del Norte y los Alpes.
Cuando aquello alcanzó Suiza, las montañas se elevaron para proteger su patria,
pero en las olas vio flotando escombros y cuerpos. Entonces el agua se
convirtió en sangre. La visión duró una hora y parece haber sido un sueño que
había invadido su conciencia estando despierto. Habiendo
pasado más de una década tratando a enfermos mentales que sufrían exactamente
de tales síntomas, Jung tenía razón para estar preocupado. Él irónicamente se
sintió bastante aliviado el verano siguiente cuando estalló la Primera Guerra
Mundial, y dedujo que su visión había sido una premonición de aquélla.
Sin embargo, la tensión
psíquica continuó. Finalmente llegó un punto donde Jung sintió que ya no podría
rechazar el sentido de locura. Él decidió dejarla seguir. Cuando lo
hizo, aterrizó en un mundo misterioso y subterráneo donde encontró
inteligencias extrañas que "vivían" en su mente. La experiencia fue
tan perturbadora que durante un tiempo Jung durmió con una pistola cargada en
su cama, listo a volar sus sesos si la tensión se hacía demasiado grande.
En su "Libro Rojo" (Liber
Novus) mantuvo una cuenta, en palabras e imágenes, de las entidades
objetivas e independientes que él encontró durante su "enfermedad
creativa", entidades que no tenían nada que ver con él personalmente, pero
que compartían su mundo interior. Estaban Elías y Salomé, dos
figuras de la Biblia que estaban acompañadas por una
serpiente. Había también una figura a quien Jung llamó Filemón, que llegó a ser
una especie de "gurú interno" y a quien describió como un anciano
calvo, con la barba blanca, con cuernos de toro y con las alas de un martín
pescador. Una mañana, después de pintar esa figura (el arquetipo, según él, del
Anciano Sabio), Jung estaba dando un paseo cuando encontró un martín pescador
muerto. Las aves eran raras en Zürich y él nunca había encontrado antes una
muerta. Ésa fue una de las muchas sincronías —"coincidencias
significativas"— que sucedieron en ese tiempo.
Hubo
otras. En 1916, todavía absorto su crisis, Jung otra vez sintió que algo dentro de
él quería salir. Una misteriosa inquietud llenó su casa. Sintió la presencia de
los muertos, y sus niños también. Una hija vio una extraña figura blanca; a
otra le fueron arrebatadas sus frazadas por la noche. Su hijo dibujó una imagen
de un pescador que había visto en un sueño: una chimenea llameante se elevaba
desde la cabeza del pescador, y un diablo volaba por el aire, maldiciendo al
pescador por robar su pescado. Jung tenía todavía que mencionar a alguien la
existencia de Filemón. Entonces, una tarde, el timbre sonó fuertemente, pero
nadie estaba allí. Él preguntó: "¿Qué demonios es esto?".
Las voces de los muertos contestaron: "Hemos vuelto desde
Jerusalén, donde no encontramos lo que buscábamos", las palabras que
forman el principio de los extraños "Siete Sermones a los
Muertos" de Jung, un trabajo de "dictado espiritual" o "canalización", que él atribuyó a "Basílides
en Alejandría, la Ciudad donde el Este Toca al Oeste".
Fantasmas en la Casa
Hacia 1919, la Primera Guerra
Mundial había terminado, y la crisis de Jung había pasado, aunque él siguió
practicando lo que él llamó "imaginación activa", una especie de
soñar despierto, los resultados de lo cual él registró en el "Libro
Rojo". Pero espíritus de una clase más tradicional no faltaron. Él fue
invitado a Londres para dar una conferencia sobre "Los Fundamentos
Psicológicos de la Creencia en Espíritus" en la Sociedad
para la Investigación Psíquica (SPR). Él dijo a la Sociedad que los
fantasmas y materializaciones eran "proyecciones
inconscientes". "Yo he observado
repetidamente", dijo él, "los efectos telepáticos de
complejos inconscientes, y también varios fenómenos parapsíquicos, pero en todo
eso no veo ninguna prueba en absoluto de la existencia de verdaderos espíritus,
y hasta que tal prueba aparezca, debo considerar ese territorio entero como un
anexo de la psicología".
Bastante científico, sin duda;
pero un año más tarde, de nuevo en Inglaterra, él encontró un fantasma algo más
real. Él pasó algunos fines de semana en una casa de campo en Aylesbury
arrendada por Maurice Nicoll (más tarde un alumno de Gurdjieff y Ouspensky),
mientras hubo una serenata de sonidos misteriosos, y un olor desagradable llenó
el dormitorio. Los vecinos dijeron que el lugar estaba hechizado y, durante una
noche particularmente mala, Jung descubrió en la almohada junto a la suya la
cabeza de una anciana, a la que le faltaba la mitad de su cara. Él saltó de la
cama y esperó hasta la mañana en un sillón. La casa fue posteriormente
demolida. Uno pensaría que, habiendo encontrado ya a los muertos en su regreso
desde Jerusalén, Jung no sería tan perturbado por un fantasma inglés
tradicional, pero esa experiencia lo agitó; su relato de ello sólo apareció 30
años más tarde, en 1949, en una oscura antología de historias de fantasmas.
Cuando su conferencia para la
SPR fue reimpresa en las Collected Works en 1947, Jung añadió
una nota a pie de página explicando que él ya no se sentía tan seguro como en
1919 en cuanto a que las apariciones eran explicables por la psicología, y que
él dudaba de "si un enfoque exclusivamente psicológico puede hacer
justicia al fenómeno". En un añadido posterior, él otra vez admitió
que su explicación más temprana era insuficiente, pero que él no podía estar
seguro acerca de la realidad de los espíritus porque no tenía ninguna
experiencia de ellos, olvidando convenientemente las apariciones en Aylesbury.
Pero en una carta de 1946 a Fritz Kunkel, un psicoterapeuta, Jung
confesó: "Los fenómenos metapsíquicos podrían ser explicados mejor
por la hipótesis de espíritus que por las cualidades y particularidades del
inconsciente".
Una incertidumbre similar rodea su experiencia con el I Ching, el antiguo oráculo chino, con el cual comenzó a experimentar a principios de los años '20 y que, al igual que los horóscopos, se hizo parte de su práctica terapéutica. Aunque él mencionó al I Ching esporádicamente en su escritura, no fue sino hasta 1949, nuevamente casi 30 años más tarde, en su Introducción a la traducción de Richard Wilhelm [del chino al alemán] y Cary F. Baynes [del alemán al inglés] de ese clásico, que él admitió usarlo completamente. Y aunque él trató de explicar la eficacia del I Ching por medio de lo que se convertiría en su deus ex machina paranormal, la sincronicidad, Jung admite que la fuente de las percepciones del oráculo son las "agencias espirituales" que forman el "alma viva del libro", un comentario en desacuerdo con su explicación cuasi-científica.
Irónicamente, su trabajo principal acerca de
"coincidencias significativas", "Synchronicity: An
Acausal Connecting Principle" (1952), escrito con el físico
Wolfgang Pauli, proporciona un solo ejemplo inequívoco del fenómeno, y los
lectores que, como yo, aceptan la realidad de la sincronía, se van ligeramente
confundidos por la tentativa de Jung de explicarla por medio de arquetipos,
física cuántica, análisis estadístico, matemáticas, los experimentos de J. B.
Rhine con percepción extrasensorial, astrología, telepatía, precognición, y
otros fenómenos paranormales, todo lo cual es leído como una reaparición del
reflejo "Yo soy un científico" de Jung.
La Era de Acuario
En los años '20 él se sumergió
en un estudio de los gnósticos —a los cuales había encontrado tan temprano como
en 1912— y la alquimia. Fue Jung, más que cualquier otro, quien salvó a la
antigua búsqueda Hermética del olvido intelectual. Otra práctica Hermética que
siguió fue la astrología, que comenzó a estudiar seriamente alrededor del
tiempo de su ruptura con Freud. Jung informó a su círculo interno que hacer
horóscopos era parte de su práctica terapéutica, pero fue durante los oscuros
días de la Segunda Guerra Mundial que reconoció una aplicación más amplia. En
1940, en una carta a H. G. Baynes, Jung habla de una visión que tuvo en 1918 en
la que vio "fuego cayendo como lluvia del cielo y consumiendo las
ciudades de Alemania". Él sintió que 1940 era el año crucial, y
comenta que ahí es "cuando nos acercamos al meridiano de la
primera estrella en Acuario". Aquello era "el terremoto
premonitorio de la Nueva Era".
Él estaba familiarizado con
la precesión de los equinoccios, el movimiento aparentemente
retrógrado del Sol a través de los signos del Zodíaco. Actuando como un telón
de fondo para la salida del Sol en el equinoccio vernal [primaveral], cada
signo da su nombre a una "Era" —llamada un "mes Platónico"—
que dura aproximadamente 2.150 años. En su extraño libro "Aion" (1951),
Jung sostiene que la "individuación" de la civilización occidental en
conjunto sigue el camino de los "meses Platónicos" y presenta una
especie de "precesión de los arquetipos". El simbolismo del pez rodea
a Jesús porque él era el símbolo central de la Era de Piscis, el signo
astrológico del pez. Eras anteriores —de Tauro y Aries— produjeron el
simbolismo del toro y del carnero. La Era que viene es la de Acuario, el
Portador del Agua. En conversación con Margaret Ostrowski-Sachs, una amiga de
Hermann Hesse, Jung admitió que él había mantenido ese "conocimiento
secreto" para sí mismo durante años, y sólo finalmente lo hizo público en
su libro "Aion". Él no estaba seguro de que se lo
"permitieran", pero durante su enfermedad él recibió la
"confirmación" de que él debía hacerlo.
Aunque el erudito de lo arcano
Gerald Massey y el esoterista francés Paul le Cour hubieran hablado antes de
una próxima Era de Acuario, Jung fue ciertamente la figura dominante más prestigiosa
en hacer eso, y fue por medio de él que dicha idea se convirtió en un pilar de
la contracultura de los años '60 y '70. Eso fue sobre todo por sus comentarios
al respecto en su libro "Platillos Voladores: Un Mito Moderno de
Cosas Vistas en el Cielo" (1958), en el cual él sostuvo que los
OVNIs eran básicamente mandalas del espacio exterior. Durante
su crisis, él había encontrado la imagen del mandala, el
"círculo mágico" sánscrito, como un símbolo de la integridad
psíquica, y sugirió que los "platillos voladores" eran proyecciones
arquetípicas materializadas por las masas, proyecciones formadas por la tensión
psíquica producida por la Guerra Fría que se estaba calentando
entre Rusia y Estados Unidos. El mundo occidental, argumentó él, estaba
teniendo un colapso nervioso, y los OVNIs eran un modo de aliviar la tensión.
Jung escribió proféticamente: "Mi
conciencia como psiquiatra me demanda que cumpla con mi deber y prepare a
aquellos pocos que me oirán durante los acontecimientos próximos que están de
acuerdo con el final de una Era (...) Como sabemos por la
historia egipcia antigua, ellos son síntomas de cambios psíquicos que siempre
aparecen al final de un mes Platónico y a comienzos de otro. Ellos son, parece,
cambios en la constelación de los dominantes psíquicos, de los arquetipos o
"dioses", como ellos solían ser llamados, que causan... transformaciones duraderas de la psique colectiva. Esta transformación
comenzó... en la transición desde la Era de Tauro a la de Aries, y luego de Aries
a Piscis, cuyo comienzo coincide con la aparición del cristianismo. Nos estamos
acercando ahora a aquel gran cambio... cuando el punto primaveral entra en
Acuario". Diez años más tarde, la banda [de negros] The
Fifth Dimension (cuyo mismo nombre, tomado de la canción del tercer LP
de The Byrds, sugiere el carácter cósmico de los místicos años '60)
tuvo una exitosa canción del musical hippie "Hair" que
repetía las ideas de Jung, y millones de personas en todo el mundo creyeron que
ellos estaban presenciando "el amanecer de la Era de Acuario".
Jung el Místico
Jung murió en 1961, justo en
la cúspide del "renacimiento ocultista" de los años '60, un
renacimiento del pensamiento mágico que él hizo mucho para
causar. Él fue también directamente responsable del "viaje al
Oriente" que muchos emprendieron entonces, y siguen haciendo hoy. Junto
con el I Ching, Jung dio su aprobación oficial a elementos hasta
entonces arcanos tales como el Libro Tibetano de los Muertos, el
Taoísmo y el Zen, y sin su intervención es discutible si esas importaciones
desde Oriente hubieran disfrutado de su popularidad moderna. Que él fue desde
muchos puntos de vista un padre fundador de la Generación del Amor es visto por
su inclusión en la tapa del álbum "Sgt. Pepper’s Lonely Hearts
Club Band" (1967) de The Beatles, aunque el
propio Jung hubiera considerado al "poder de las flores" tristemente
ingenuo.
Aunque pese a todos sus
esfuerzos Jung nunca ha sido aceptado por los intelectuales predominantes, su
efecto en la cultura popular ha sido inmenso, y nuestra contemporánea
espiritualidad de base y dirigida hacia el interior —desafortunadamente
asociada con la New Age— tiene su nombre escrito por todas partes
de ella. Jung mismo puede haber sido ambiguo en cuanto a su relación con el
misticismo, la magia y el ocultismo, pero los millones de personas que hoy
prestan atención a sus propios sueños, que notan extrañas coincidencias y
consultan el I Ching, tienen al Sabio de Küsnacht para
agradecer por ello.–
Gary
Lachman
https://editorial-streicher.blogspot.com/2021/06/gary-lachman-el-mundo-secreto-de-carl-g.html
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