UN SANDBOX HOLOGRÁFICO DE ALTA DENSIDAD
Nadie se conoce. El mundo es una farsa, caras, voces, disfraces; todo es mentira. ― Francisco de Goya.
Si el sol fuera la luz de un proyector, nosotros y el
entorno que nos rodea, seríamos una proyección tridimensional holográfica. Una
proyección de fotones de luz, que se concentrarían en un medio tan denso, hasta
tal punto de generar materia.
Una materia concentrada en cuerpos y formas limitados o
definidos, por un código de programación, que nos asignaría valores de
configuración, que definen nuestro comportamiento y funciones, dentro de este
constructo holográfico.
Un constructo holográfico de patrones que se relacionan
El comprender que alguien se haya tomado tantas molestias para mantenernos controlados y en la ignorancia, hace que el propio tejido de nuestra realidad tal y como nos han contado, no solamente sea puesto en duda, sino que además nos empuje a averiguar qué es lo que está pasando realmente aquí.
De un día para otro, empiezas a ver patrones que se repiten
o paralelismos y semejanzas, entre temas y materias que a priori no tenían por
qué estar relacionados, pero que al analizar, o simplemente pensando un poco,
te das cuenta de que todo parece ser un inmenso videojuego y como
tal, a veces el código peta.
Vale, piensas que estás cansado, que son cosas tuyas, que
necesitas dormir, bla, bla, bla... Pero tu día a día parece seguir una
secuencia predecible, tan predecible que hay días que parecen iguales, pero te
das cuenta que no eres el único que tiene esa sensación. ¿Mal de muchos? Tratas
de ser objetivo contigo mismo y piensas ¿será que no tengo problemas de verdad?
Okay, cabeza fría.
No redundaré por enésima vez en Matrix, pero por una vez
vamos a plantearnos, que quizás dentro del engaño, este entorno en el que
nacemos, crecemos, vivimos, amamos, trabajamos, y en el que apenas tenemos
tiempo para pensar, es un constructo que se asemeja en mucho a lo que en
seguridad informática se llama sandbox.
¿Qué es un sandbox o caja de arena?
Un sandbox es un mecanismo de seguridad
para disponer de un entorno aislado del resto del sistema operativo. Podemos
hacer que un programa se ejecute dentro de un sistema de archivos temporal para
aislarlo del resto, asignando un espacio en memoria exclusivo y
compartimentalizado.
Puede ser utilizado como una medida de seguridad asociada
a la prevención de malware, ya que previene la
ejecución de actividades maliciosas por parte del malware y no detecta la
realización de estas. Pero también y sobre todo, como un espacio aislado del
resto del sistema dónde poder ejecutar programas de los cuales no estás seguro
de cómo van a responder, o cómo van a afectar al resto.
En seguridad informática, el aislamiento de procesos o
entorno aislado, es un mecanismo para ejecutar programas con seguridad y de
manera separada. A menudo se utiliza para ejecutar código nuevo, o software de dudosa
confiabilidad proveniente de terceros sin certificar o que no nos genera la suficiente
confianza para ejecutarlos en nuestro sistema.
Un sandbox contiene y aísla la ejecución de software potencialmente malicioso, con el fin de
comprobar si dicho software, trata de dañar nuestro equipo. No se trata
exactamente de un entorno de pruebas, que simulan acciones realizadas por
cualquier malware, sino más bien de un compartimento estanco separado del resto
del sistema, con el objetivo de comprobar el funcionamiento de programas
externos o nuevo código ajeno.
La placa de Petri como símil de experimentación biológica
No estoy diciendo que el código genético humano sea malware,
lo que estoy diciendo, es que todavía no está claro por dónde vamos a salir
como especie. Y que por tanto, dentro de esta gigantesca placa de Petri, parece
que estamos todavía en observación. Biológicamente todo este entorno, sería el
equivalente a una placa de Petri en la que se nos cultiva bajo
unas determinadas condiciones.
No todos evolucionamos igual dentro de este cultivo, ya que
tampoco todos compartimos un mismo origen o procedencia. Sin embargo, estamos
unidos por el entorno, de forma que el intercambio entre nosotros, es lo que
puede darnos posibilidades de perdurar o de perecer, de evolucionar o de
retroceder, de poder escalar o de estancarnos. Todo, absolutamente todo depende de nosotros.
Una vez estamos aquí dentro, no nos sirve absolutamente para
nada, echarle la culpa a alguien, básicamente porque así no ganamos nada: es un
pensamiento restrictivo que nos limita a esperar a que venga alguien a
ayudarnos o a salvarnos, dejándonos sentados y quietos. El tiempo que empleamos
en buscar culpables, es tiempo que perdemos para evolucionar y crecer.
Si queremos una oportunidad real de perdurar, hemos de
responsabilizarnos de nuestro propio destino, tanto a nivel individual, social
y de especie. Esperar que alguien venga a salvarte, es seguir concibiéndote
como un esclavo. Quizás nunca sepamos cómo hemos llegado hasta aquí, mientras tengamos
solamente conocimiento disponible en este plano de la realidad: voluntariamente
o como esclavos, o incluso engañados… pero ya estamos dentro y por tanto, hemos
de jugar el juego hasta el final.
El ADN como antena receptora de la programación
Por educación y por formación, tendemos a percibir la
tecnología como maquinaria, algo necesariamente material o digital, que nos
vinculamos intuitivamente a nuestro lado biológico u orgánico, cuando
precisamente nuestros cuerpos son constructos biotecnológicos, adaptados a las
condiciones del medio y del entorno.
La trampa transhumanista nos desplaza cada vez más al lado
de la sustitución y la suplantación. Nuestra parte
orgánica, nuestro soporte material es el único que garantiza a través de
nuestro ADN, la conservación de todo aquello que nos hace humanos. Por tanto,
separar nuestra consciencia del soporte que nos da el ADN, nos haría perder por completo esa antena de
recepción, capaz de unir nuestra consciencia al cuerpo.
Esa digitalización de la consciencia que ya se persigue a un
nivel biotecnológico, y que muchos han perseguido anteriormente a lo largo de
la historia, con el objetivo de alargar la vida en el futuro, no tiene ningún
sentido si renunciamos al ADN. Sin ADN, esta consciencia no sería tal, sería
solamente información en una biblioteca repleta de ficheros de nuestros
pensamientos y experiencias, pero sin hacer una llamada onda >
receptor > dispositivo, que pudiera traducirse en vida consciente de
sí misma.
Hasta que no entendamos nuestro cuerpo, como un dispositivo
receptor de onda, no nos vamos a dar cuenta del verdadero daño que nos podemos
hacer si renunciamos a él, suplantándolo progresivamente por elementos o
soportes extraños, que pueden ser funcionales mecánicamente e incluso útiles
para almacenar o descargar información, pero que nos limitaría cualquier
vínculo con nuestra verdadera procedencia.
Y por la procedencia me refiero exactamente a esa
pregunta: ¿De dónde venimos? Si nuestro cuerpo es un
dispositivo receptor de onda ¿Desde dónde se emite esa onda? ¿Realmente
nosotros estamos aquí? Igual que un teléfono móvil que funciona, nosotros no
somos realmente ese dispositivo, sino la onda que lo hace funcionar e
intercambiar información.
https://www.desesperadostv.com/2020/09/estamos-en-un-sandbox-holografico-de.html
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