¿Cómo ahuyentar, cómo disolver el odio que anida en los corazones de los seres humanos? Cualquier cosa lo despliega y estropea toda la convivencia.
¿Dónde está la semilla que lo alimenta? ¿Es posible otra
forma de ser? ¿Estamos condenados a sufrir ese maleficio sin ninguna
alternativa?
¿Esta rabia que se esconde dentro de nosotros está motivada por
la pérdida de algo ancestral? ¿Fuimos realmente seres sublimes en alguna época
dorada?
Con la razón en la mano, nada tiene sentido. Todo está
empapado de un sufrimiento constante (para unos más y para otros menos). Todo
es incierto, azaroso, incontrolable.
Siempre la insatisfacción instalada en nuestro interior. ¿Por qué ese anhelo insaciable? ¿Qué mente retorcida ha podido diseñarnos tan vulnerables e impotentes?
El colmo de la perversidad se manifiesta por la presencia de
la conciencia que aumenta ad infinitum el sufrimiento: ¡Nos da la impresión de
que somos capaces de mucho más pero no lo conseguimos!
Hay algún mecanismo alterado en nosotros que nos coarta provocando
nuestra desesperación que no tiene otra salida que la rabia contra todo y
contra todos.
¿Un ingrediente responsable podría ser el miedo que llevamos
instalado “de serie”?
El dominio y el control personal frenan las emociones
desbocadas pero no pueden eliminar la fuente que siempre aflora por un sitio u
otro para desahogar la tensión interna permanente.
Dicen que estamos manipulados, atizados unos contra otros
para así tenernos controlados, pero ¿para qué son necesarias estas medidas?
¿Acaso es aquello bíblico de que queríamos ser como los dioses?
Si no nos machacaran y creciéramos libres, ¿seríamos gente
bien avenida, de buen conformar? ¿Sabríamos disfrutar de lo que nos rodea y
compartirlo entre todos?
Solo sabemos (¿?) que cuando la primera pareja de humanos
quisieron saber más de la cuenta, les castigaron sometiéndolos al trabajo
físico, al dolor y a la confusión mental.
Por tanto la teoría de la provocación del odio ancestral
parece verosímil.
La cuestión es cómo librarnos de ello, si es posible. Cómo
romper este hechizo y recuperar todos nuestros dones para poder vivir en
libertad y felices.
Tiene que haber algún atajo hacia nuestro potencial interior
que nos permita borrar por completo la huella del odio con que nos
contaminaron.
Se debería lograr, ejerciendo un comportamiento amoroso: ¡Ama
y haz lo que quieras!
Pero no nos sale de forma natural. Parece que la maldad
siempre la tengamos lista, siempre estamos a la defensiva con el miedo
dirigiendo nuestros actos.
Para actuar con amor necesitamos mucho esfuerzo, mucha
perseverancia y mucho convencimiento porque a menudo no le vemos la utilidad:
La buena fe resulta muchas veces menospreciada y contraproducente.
O sea que poder desatascar este callejón sin salida pide mucha
voluntad, firmeza y confianza. Quizá valga la pena invertir los esfuerzos que
sea necesario si así conseguimos darle la vuelta al maleficio para dar entrada
a una convivencia saludable para todos.
AMOR
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com
14 abril 2022
SOBRE "EL COMITÉ DE LOS 300" https://anunnakibot.blogspot.com/2022/04/58-06-anunnakibot-sobre-el-comite-de.html
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