11.1.23

Entender la realidad y tener la certeza que si hemos entrado, también podemos salir

SOMOS CREACIÓN Y PROYECCIÓN 

Solamente el individuo que no se encuentra atrapado en la sociedad, puede influir en ella de manera fundamental. — Krishnamurti.

Desde que tenemos uso de razón, se nos ha educado para entender nuestro mundo como fruto de una creación. Ya sea en sentido religioso, como una obra realizada por un dios creador mediante decretos en una metáfora de siete días, o bien, como fruto de una deriva cósmica, física, geológica y bioquímica, que de forma inevitable condujo a nuestra existencia aquí.

Por contrapuestas que parezcan estas dos visiones, ambas están sujetas al factor tiempo: marcando un origen, unos ciclos y finales periódicos fruto de las propias derivas, que van marcando eras. Básicamente principio y fin. Lo creado tiene un inicio y un final, un agente creador inteligente o causal, y un fin de ciclo. Algo o alguien, siempre inicia el proceso.

Pero lo que me despierta desde dentro, tras hablar con mi amigo Manu M sobre el ADN y el origen de su estructura, cálculo, diseño y procedencia, es que en efecto no todo es creación. No todo está sujeto al factor tiempo, con un principio y un final. Concebimos el tiempo, como el orden de la sucesión de eventos, porque entra en las condiciones del entorno que somos capaces de percibir, dentro de esta 3D, dentro de esta Matrix.

UN EMPUJÓN MATEMÁTICO

No todo está sujeto al factor tiempo, porque existen variables independientes que no están sometidas a esta magnitud, lo cual es matemáticamente posible y puede representarse en ecuaciones por burdas o complejas que estas sean, quiere decir que parte de la realidad que sí somos capaces de percibir, experimentar o manifestar, no han sido creadas, por lo que no están sometidas al tiempo con un principio y un fin.

Si no han sido creadas, y a la vez podemos concebirlas, quiere decir que parte de lo que somos es identificable y compatible, con esta parte de realidad no creada. La entiende, la acepta o la intuye, en mayor o menor grado. Ni todos pensamos igual o percibimos igual, ni codificamos la realidad de la misma forma, pero si puede concebirse o expresarse, sabemos que es real, dentro de las condiciones del entorno, que sí somos capaces de manifestar, a pesar de la limitación de los cinco sentidos.

Lo que entendemos como primordial, matemáticamente equivaldría a una integral: una suma infinitesimal de frecuencias desde las más bajas hasta las más altas. Y no necesariamente, esta suma necesita estar sometido a un diferencial de tiempo. Es una función atemporal, donde los límites los marca la diferenciación elemental entre frecuencias. No implica un inicio o un fin temporal necesario, solo una suma de frecuencias, o realidades.

En cambio, lo que entendemos como original, matemáticamente equivaldría a una sucesión: a una serie de eventos ordenados, que en su amplitud pueden ser complejos y a su vez, contemplar múltiples variables incluidas el tiempo. Pero consideren el tiempo o no, todo parte de un primer elemento, una constante, un valor inicial que marca el origen y que por ende, implica creación. De nuestro lado, esta variable sería el tiempo, pero no tiene porqué ser necesariamente así, puede ser cualquier otra magnitud que exprese un principio, o unas condiciones de partida; como: distancia, masa, temperatura, presión, volumen, etc.

LO QUE NO ES CREACIÓN ES PROYECCIÓN

Aunque nos cueste pensar de forma atemporal, y separar lo primordial de lo original, ya que mentalmente por condición, entendemos un principio, si decimos por ejemplo: ese objeto siempre ha estado ahí. La palabra ‘siempre’ nos ayuda a  saltar la restricción del tiempo, o incluso ‘desde siempre’ nos ayuda a entender que no hay un principio, o un origen, sino que es algo que existe o se da de por sí, sin estar sujeto a más variables.

Si entendemos lo atemporal como primordial, lo que percibimos en esta realidad bajo sus condiciones, es una proyección filtrada a través del holograma. Como si a través de esa pantalla de proyección del holograma, solo pudiera manifestarse esa Fuente Primordial, a través de sus fractales, contenidos en avatares o dispositivos específicos, que para nosotros son nuestros cuerpos, capaces de fijar esa naturaleza primordial, por una afinidad compatible con los fractales, que son capaces de acceder a esta realidad, mediante la proyección.

Nuestra componente no creada, constituye todo aquello que sin obedecer a un diseño o fabricación, forma parte de nuestra existencia: llámalo esencia, llámalo consciencia, llámalo alma. Todo aquello que somos, que no ha sido creado sino que de forma preexistente siempre ha estado ahí, a este lado de la pantalla de proyección o al otro, de forma simultánea en todos los planos que somos capaces de percibir y en los que no.

Podemos experimentar su manifestación a través de nuestra consciencia, pero no podemos medirla o cuantificarla, con las magnitudes que manejamos en esta realidad 3D. Ya que es completamente independiente de las condiciones del entorno, a pesar de que pueda amoldarse a ellas, a través de su contenedor o avatar.

IMPRIMIR O CREAR REALIDADES

Todos tenemos en mente lo que es una impresora 3D. Incluso con una impresora 2D tradicional, podemos entender lo que es comprimir un gráfico y reproducirlo con la perspectiva que le queramos dar, dando lugar a una imagen que contiene toda la información que queramos reproducir. Si hablamos de una impresora 3D, al dar el salto del volumen, tendremos que cargarla con los materiales que van a conformar el objeto que estemos fabricando.

Podemos entender así el proceso de crear realidades: imprimir en tres, cuatro, cinco o en n dimensiones, implica técnicamente tener las coordenadas en las dimensiones que queramos programar, y la materia prima con la que crearemos el objeto o el entorno. Aunque sólo percibimos hasta tres dimensiones espaciales, matemáticamente podemos entender, que este proceso es extrapolable a más dimensiones, aunque no podamos contenerlo en las condiciones actuales, pero sí es algo que puede simularse algorítmicamente. Salió por fin la simulación.

Podemos decir entonces, que la simulación es una creación o impresión de una realidad “N” dimensional, que obedece a un diseño, y que por tanto es finita y está encerrada dentro de unas coordenadas, tiene un origen y una materia base con que conformarla, energía o luz. Hemos ido a parar al Demiurgo sin apenas habernos dado cuenta, si podemos llamar así a la interfaz, que a través de su pantalla de proyección es capaz de imprimir y generar realidades holográficas  contenidas en entornos cerrados.

Si hemos podido llegar a intuir cómo pueden generarse estos constructos, estos entornos de simulación, estas realidades, desde un ámbito de conocimiento tan limitado, podemos extrapolar a que este “proceso de fabricación” de realidades, debe ser mucho más amplio y obviamente, no puede reducirse solo a una Matrix, sino a un número indefinido. Cada una con su paradigma, sus planos de realidad, su amplitud de frecuencias, sus habitantes, etc.

¿Y QUÉ PASA CON NOSOTROS?

¿Qué somos? Humanos de alma no creada, infinita sin principio ni fin, con un origen primordial. Cuya experiencia de vida es una manifestación simple, dentro de esta realidad, siendo para el alma una proyección fractal dentro de sus infinitas manifestaciones. Sin una especialización en la supervivencia dentro de este entorno, ya que no concibe una única manifestación o experiencia. Y cuya condición de acceso a través de la pantalla de proyección, es un borrado de memoria y de todo recuerdo anterior o simultáneo, a su participación o manifestaciones en otras realidades fuera y dentro de la Matrix.

Después, hablamos de dos tipos de humanos que podríamos decir sin alma: aquellos sujetos a lo material en comportamiento y cuya plantilla obedece a un diseño creado, con un principio y un fin. Dotados de capacidad de supervivencia en este entorno material. Portales Orgánicos que actúan como dispositivos o avatar a entidades que buscan alimentarse. Especializados por diseño, a las condiciones del entorno que percibimos como realidad.

Incluimos a los figurantes, los que forman parte del escenario, cuya esencia arraiga en una consciencia básica colectiva, sin individualidad fractal y cuya existencia es consecuencia necesaria de la narrativa, para darle sentido y desarrollo. Sé cómo suena decir esto, es como afirmar que hay personas que “no son reales”, pero no podemos reducirlo todo a un solo plano de existencia humana.

Aunque estemos todos aquí, no venimos del mismo sitio. Y por ende nuestras condiciones de entrada es probable que tampoco hayan sido las mismas. Según la esencia, nuestro poder de manifestación tampoco es igual. De hecho, es probable que haya humanos cuya esencia haya estado siempre asociada a este entorno, otros sean almas viajeras por así decirlo, otros hayan cumplido más ciclos de existencia que otros… Esto es de todo menos uniforme.

No hay una respuesta única y lineal que responda a todo, más bien se trata de entender la naturaleza de la realidad. Y tener la certeza de que si hemos podido entrar, también se puede salir.

https://www.desesperadostv.com/2023/01/que-somos-creacion-y-proyeccion.html

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