NO TEMAS QUEDARTE SOLO
Cuando todo el mundo va con la multitud
Nunca nos hemos conocido, probablemente nunca lo haremos,
pero la sensación de estar solos nos unió. Yo escribo, tú lees, estamos
esparcidos por el mundo, pero en esencia estamos juntos en este momento
universal de una experiencia compartida.
En mayor o menor medida, todos tuvimos que adoptar una
postura, una pausa, un momento para reflexionar sobre la dirección hacia la que
nos empujaban. Sentimos el impulso de detenernos, de mirar a nuestro alrededor,
de «ver» y lo que veíamos tenía poco sentido.
Seguir caminando con las masas significaba ‘encogernos’ y traicionar nuestro instinto, pero ‘quedarnos solos’ daba demasiado miedo a muchos que seguían optando por seguir la corriente dominante.
Pero algunos de nosotros adoptamos la postura,
«nos quedamos solos», soportamos los golpes, las burlas y el rechazo, con
la esperanza de que nuestras acciones marcaran la diferencia, con el deseo de
que, a su vez, diéramos a otros el valor de hacer lo mismo.
Y lo hicimos, marcamos la diferencia, dimos ejemplo, creamos
un camino, una nueva dirección, un destino mejor, una resistencia a los poderes
tiránicos, una alternativa al futuro distópico, una posibilidad de algo mejor,
una oportunidad, una luz, un sueño, una esperanza…
Ahora somos muchos los que buscamos la verdad, muchos los
que hemos encontrado nuestra voz, muchos los que no tememos usarla y muchos los
que nunca nos rendiremos.
A los que «se quedaron solos» primero, gracias. A los que se
unieron después, bienvenidos. A los que aún no se han unido: os echamos de
menos.
Estar solo nunca ha sido mejor, porque cuando lo haces te
das cuenta de que nunca estuviste solo.
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