© EL MUNDO: UN TABLERO DE AJEDREZ
Los eventos nos muestran un grupo de personajes con más o
menos poder aparente, situados al frente de naciones supuestamente potentes y
con el obligado apoyo del “dinero”.
Las decisiones que afloran de estos personajes, que afectan
al mundo en general, no creo que las tomen motu
propio sino que, incluso a su nivel, están controlados por otros.
Así como en un tablero de ajedrez las figuras no se mueven solas, estos personajes están esparcidos por el tablero mundial y parece que sus movimientos vienen dados por unas manos que están por encima de ellos y contemplan todo el panorama a la vez, ocultos a nuestra mirada.
Podemos especular cuales son estas manos (como mínimo dos,
recordemos el tablero) pero de lo que si podemos estar seguros es que las
“figuras” no son las que toman las decisiones, sólo se mueven allá donde las
llevan.
Por tanto no hace falta que perdamos el tiempo evaluando la
“bondad” o la “maldad” de uno u otro dirigente según las palabras que diga o
las acciones que emprenda porque no son suyas ni las palabras ni las acciones.
De hecho, todo lo que vemos no deja de ser un teatro
grandioso donde aparentemente se dilucida la suerte de millones de personas
según sean los “movimientos” efectuados por los personajes mencionados.
Bien, ¿y todo esto adónde nos lleva? De entrada a no preocuparse
con lo que nos ponen delante porque, además, las informaciones que nos llegan
no son nada de fiar.
Todo ello es un galimatías sobre el que no podemos hacer más
que especular y, con la conciencia en la mano, reconocer que no sabemos de
la misa ni la mitad.
Estamos ante una gran obra de teatro con personajes que
desempeñan diferentes papeles, pero todos sometidos a un único guion, dirigido
por alguien (o algunos) que controlan toda la obra.
Poco margen nos deja ese planteamiento, ¿cierto? Sí, pero la
primera condición para poder enfrentar una situación es tratar de comprenderla
en su justa medida para no dar palos de ciego.
O sea que no nos acurruquemos en torno a quien nos parezca
más “justo”, “bondadoso” o “ético” porque en el nivel donde se mueven (los
mueven, recordemos) nosotros no tenemos ahí acceso ni perspectiva suficiente.
Dependemos del resultado de la partida y en cualquier caso
las consecuencias que se deriven las deberemos afrontar desde nuestra
individualidad basándonos en sentimientos e intuiciones.
Cada situación que se vaya produciendo pedirá de cada uno de
nosotros un posicionamiento, una respuesta y la asunción de sus
correspondientes circunstancias o limitaciones.
Cuando nos encontremos entre la espada y la pared no
podremos rehuir -como hasta ahora- nuestra responsabilidad y deberemos decidir
lo que más nos conviene, sin poder contar con ningún apoyo.
Es la condición vital básica: Estamos siempre solos ante los
retos que se nos presentan y debemos contar sólo con nuestro bagaje y con la
confianza en nosotros mismos.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 8 marzo
2024
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