CREENCIAS
EQUIVOCADAS DEL CAMINO ESPIRITUAL
Los verdaderos maestros
espirituales son aquellos que nos ponen a prueba y vienen “disfrazados” de
hijos, padres, jefes, amigos, enemigos, animales, plantas y demás. Son aquellos
que nos traen problemas.
Cuando
comenzamos a transitar el camino espiritual, buscamos la perfección en nuestras
vidas. Tratamos de mejorar nuestro carácter, costumbres, ideas, alimentación, y
hasta la vida social. A veces, hacemos “SACRIFICIOS” con el fin de alcanzar una vida más plena y
feliz; sin embargo, muchas
veces no llegamos al estado de éxtasis o plenitud que anhelamos.
La decepción puede llevarnos a rechazar la disciplina que habíamos
emprendido, o en el peor de los casos, puede desmoralizarnos a tal punto de
pensar que “Dios
se ha olvidado de nosotros”. En realidad los errores como tales no
existen, pues todo nos conduce a un necesario aprendizaje. Todo es un asunto de
consciencia que solo puede expandirse a partir de las vivencias que nosotros
mismos hemos invocado, sin juicio alguno si tales experiencias son “buenas” o
“malas”.
El Universo
funciona como una gran computadora: hay que saber presionar las teclas adecuadas
para obtener lo que se desea. Cuando no lo estamos haciendo, la computadora se
detiene, espera fría y silenciosamente la señal eléctrica correcta. El Universo
tiene sus “teclas”y la
metafísica nos las enseña. ¿Cuáles son? Algunas escuelas esotéricas han tergiversado
estas enseñanzas, quizá sin ninguna mala intención, con lo que han llevado a
muchas personas a cometer “errores” y a
frustrarse en sus expectativas.
Algunos de
los “errores” más
comunes son los siguientes:
ENVOLVERSE EN UNA BURBUJA DE PROTECCIÓN, O EN UNA LUZ O COLOR, O
PEDIR A ÁNGELES, O CUALQUIER OTRA FORMA, QUE NOS PROTEJA DE LOS PELIGROS QUE
EXISTEN AFUERA
Lo único que logra este tipo de ejercicio es fomentar la idea de
que algo externo puede tener más poder que nosotros. Nuestra mente percibe que
hay algo allí afuera que puede, por ejemplo, lastimarnos o hacernos daño. Pero,
según las enseñanzas espirituales, TODO ES DIOS; por lo tanto, nada
puede hacernos daño.
En realidad, debería practicarse algún tipo de ejercicio de
reconocimiento de la seguridad personal. Este ejercicio podría decir: “Vaya
donde vaya, estoy siempre a salvo, estoy rodeado de hermanos, vivo en el mundo
que Dios ha creado y sólo veo amor en todas partes”. En síntesis,
al elegir qué ejercicio mental o meditación hacer, se deberá buscar aquel que
nos recuerde la naturaleza divina de la vida y no el peligro que percibe
nuestro ego.
Muchas personas creen que repitiendo ciertas afirmaciones pueden
transformar su situación personal, lo que encierra un “error”. No son los pensamientos
lo que determinan nuestra realidad sino nuestras “creencias”. Solamente los
pensamientos que hemos interiorizado y tomado como nuestra verdad son los que
se manifiestan. Dicho de otra manera, aquello que sentimos internamente que es
así, es lo que toma forma en el mundo externo.
La mente humana produce un promedio de 60,000 pensamientos
diarios, la mayoría de los cuales son negativos para quienes se encuentran
inmersos en los medios masivos de comunicación. Las afirmaciones son necesarias
para lograr implantar una creencia nueva en nuestra mente subconsciente y la
repetición de estas afirmaciones es un procedimiento adecuado, pero hasta que
no le agregamos la emoción o sensación que acompaña a esa idea, no la
interiorizamos como una verdad dentro de nosotros.
La repetición de palabras carentes de emoción no es efectiva. Por
lo tanto, si yo repito “Vaya donde vaya, estoy siempre a salvo” pero no me
siento realmente seguro, de nada me servirá. Es necesario seleccionar
ejercicios mentales, meditaciones o visualizaciones que fomenten las creencias
de: paz, armonía y prosperidad.
ENVIAR LUZ A OTROS PARA QUE MEJOREN
Se puede enviar luz o energía a otras personas para que se curen
de cierta enfermedad, para que mejoren su situación económica, su vida afectiva,
y demás. Sin embargo, la mayoría de estos ejercicios se parecen más a una forma
de manipulación que a una verdadera ayuda espiritual.
Primero y principal: si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse
de que la persona lo pida y lo necesite. Si esto no se da, tenemos que trabajar
con lo que estamos percibiendo, porque “el problema” es algo personal que nos
atañe a nosotros mismos y no a la persona que está sufriendo. Si la persona a
ayudar esta inaccesible o inconsciente, habrá que pedírsele permiso a su alma y
recibir confirmación de alguna manera antes de proceder.
La mayoría de los problemas o enfermedades son sólo momentos de
prueba que está viviendo un individuo; son necesarios y muy útiles para
el “despertar de su conciencia”. Nunca sabemos en realidad desde afuera cuán
importante puede ser para cada persona la situación que está atravesando en
determinado momento. Podemos percibir esa situación como algo terrible,
doloroso, injusto o innecesario, pero cualquiera sea nuestra interpretación
nunca será correcta ni completa.
El enviar la luz a la persona podría incluso hasta acelerar o
entorpecer su ritmo personal. Nuestra intervención es innecesaria y, la mayoría
de las veces, no es más que un deseo egoísta de que la persona resuelva rápido
su problema porque éste nos despierta angustia o dolor.
Personalmente, recuerdo que una vez se acercó un amigo íntimo a
decirme que estaba muy preocupado por mi situación. Yo le respondí que su
preocupación no me ayudaba, que si realmente quería hacer algo bueno por mí,
tenía que confiar en mí y saber que mi Guía Interior me revelaría en el momento
adecuado lo que yo necesitaba hacer.
En lugar de enviar luz a otros cada vez que veas una situación
difícil, comienza por enviarte luz a ti mismo para que tu Guía Interior te haga
ver la Verdad que está operando en dicha situación.
CREER QUE VAMOS HACIA DIOS, QUE EVOLUCIONAMOS ESPIRITUALMENTE
No vamos hacia Dios, YA ESTAMOS EN DIOS! Todo lo
que nos rodea forma parte del gran cuerpo universal de Dios. No evolucionamos
espiritualmente. Nuestro Espíritu es Perfecto y Completo; no puede ni tiene que
evolucionar. En realidad, es un problema semántico, ya que la evolución
espiritual no existe. Lo que queremos significar con eso es el despertar de
nuestra Conciencia a esa perfección y cuanto más rápido lo hacemos, más plenos
y felices vivimos.
Tal vez el “error” provenga de las enseñanzas religiosas que nos
dicen que Dios está “en el cielo”, como si nosotros estuviéramos separados de
Él. Nosotros y el “cielo” somos UNO, y
debemos aprender a reconocerlo y a vivenciarlo; en eso consiste nuestra
Evolución de Conciencia o Despertar Espiritual. Conócete a ti mismo
profundamente y despertarás de toda ilusión y engaño implantado por agentes
exteriores a ti.
ANGUSTIARSE O PREOCUPARSE CUANDO HAY UN FAMILIAR ENFERMO O
ATRAVESANDO ALGÚN TIPO DE CRISIS
En nuestra cultura está bien visto que uno se aflija o sufra a la
par de sus seres queridos; sin embargo, eso sólo aumenta el pesar. Si
interpretamos nuestro pesar desde otro nivel, esto significa que creemos más en
el poder de la enfermedad o la crisis que en la solución.
Cuando te afliges por la enfermedad de un ser querido, agravas esa
enfermedad, le das más fuerza y poder, alimentando a la víctima en su propia
victimización. La solución es hacer un esfuerzo personal y reconocer que, más
allá de nuestro entendimiento, hay una Inteligencia Superior que está actuando
y que tiene el poder de restaurar completamente a nuestro ser querido, si así
lo desea dicha persona. Lo mismo ocurre con cualquier tipo de problema o
crisis. Si nos afligimos, es porque nuestro ego ha aceptado que hay una fuerza
más potente que el Poder Divino.
CREER QUE UNO HA SIDO “ELEGIDO” POR DIOS
Muchas personas que estudian en escuelas esotéricas se sienten
especiales y evolucionadas. Sienten que Dios los ha conducido al lugar adecuado
para su crecimiento y evolución; que la información que va a recibir es muy
importante y no puede divulgarse a personas que no están tan evolucionadas,
porque no tienen la capacidad para entenderla o para darle un buen uso. Esta
presunción se convierte en una forma de arrogancia, nada espiritual, que nos
hace pensar que somos privilegiados, especiales, elegidos, y que los demás
están descarriados o perdidos en la vida.
Esta forma de arrogancia también se ve en las religiones que se sienten propietarias de Dios.
Si uno no sigue su culto, está perdido. En el Universo existe un solo
Dios y es el mismo para Todos. Los humanos inventan diferentes maneras
de rendirle culto, crean dogmas y doctrinas, pero, en esencia, todos adoramos
al mismo Dios.
Todos somos iguales ante los “ojos” de Dios. En realidad no existe
tal Dios como lo que está pintado en las imágenes de la mayoría de las
religiones estructuradas. Solo hay Existencia, el poder de la Vida, en
sus multidimensionales e infinitas manifestaciones. Para La
Existencia nadie está más adelante ni más atrás. Nadie vale más ni menos. Cualquier
interpretación y clasificación como ser especial corresponde al terreno del ego
humano y no al terreno de lo existencial.
SACRIFICARSE POR OTROS
No hay nada más inútil e insatisfactorio que sacrificarse por los
demás. Las tareas que se hagan por los demás deberán hacerse con amor o, de lo
contrario, evitarse. Todo lo que se hace con amor es placentero; por lo tanto,
no pesa ni molesta. Por el contrario, todo lo que se hace con sacrificio genera
presión interna, rencor, enojo, molestia y, a veces, hasta odio.
El sacrificio por los demás está aprobado socialmente y es muy
bien visto. Uno puede sacrificarse, por ejemplo, por los hijos, por los padres,
por la pareja, por la profesión, por los niños desamparados, por alguien
enfermo, por la institución religiosa a la que pertenece, por la empresa que da
trabajo. La lista podría ser interminable y no es más que un muestrario de la
acción equivocada de nuestro ego.
El sacrificio va muy de la mano con la manipulación. Por ejemplo,
una madre que ha dejado su vida de lado por los hijos, tarde o temprano, usará
su postura como válida para exigir algo de ellos; el novio o novia que cambia
su rutina y deja de hacer ciertas actividades por el otro tratará después de
exigir lo mismo.
La próxima vez que vayas a sacrificarte por alguien, pregúntate
primero si ese alguien te lo pidió. La actitud de mártir no lleva hacia Dios
como muchos creen, sólo el camino
del amor. Haz las cosas con amor o no las hagas.
DEPENDER DE AMULETOS, ESTAMPAS RELIGIOSAS, CRISTALES, VELAS,
IMÁGENES, O CUALQUIER OTRO TIPO DE ELEMENTO
Es cierto que los materiales tienen su propia energía y que el
contacto con ellos (en especial, con ciertos cristales cuarzos) producen
cambios en nuestra vibración personal y nos ayudan en el proceso curativo.
También es cierto que algunas figuras, imágenes y colores producen reacciones
psicológicas que nos estimulan; a veces “para bien”, otras “para mal”.
Las estampas religiosas y otros objetos, tales como cadenas con
cruces, estrellas de David y demás nos recuerdan nuestras posturas
espirituales. El problema es que la mayoría de estos elementos se convierten en
amuletos y les damos más poder del que en realidad tienen. Hay personas que se
sienten indefensas sin su cruz, la estampita de su santo protector, su cristal
preferido o cualquier otro amuleto de su preferencia. El amuleto pasa a ser
Dios. Vivir pendiente de un objeto es limitar la Presencia Divina a ese
objeto. Dios es Omnipresente: está aquí, allá y en todas partes.
Lo peor sucede cuando una persona extravía su amuleto o éste se le
rompe. La mayoría de las veces esto se interpreta como un presagio de que algo
malo va a suceder. Esta idea es producto de creer que la persona se encuentra
sin su protección y que, en consecuencia, las energías negativas pueden
afectarla. De esta forma co-crean
su propio infortunio pues vivimos en un Universo Mental.
“Todo lo que Creemos se hace Realidad“. ¿Por qué no creer
entonces que el mejor amuleto con el que cuento es mi Naturaleza Divina? Nadie
ni nada puede despojarnos de lo que somos realmente. Pero para ello primero hay
que conocerse a si mismo. Solo así pudes amarte a ti mismo, que es el primer requisito
para poder amar a otro.
CREER QUE UNO PUEDE GUIAR A OTROS O QUE PUEDE SER GUIADO
Sentir que gracias a uno otras personas se iluminan o, al revés,
que la presencia de otros nos devuelve la luz es pura ilusión del ego. La
verdadera Guía es Interna, es tu Intuición, la Voz de tu Espíritu. Muchas
veces esa voz coincidirá con lo que escuchas de afuera y pensarás que alguien
te está guiando. Pero, apenas aceptes a alguien como tu ídolo, comenzarás a
fabricar tu propia decepción. Ocurre lo mismo si alguien te ha entronizado y te
ha tomado como líder; en algún momento los problemas de tu vida personal lo
decepcionarán.
Todos aprendemos y enseñamos al mismo tiempo. Por tal motivo, es
conveniente mantener una actitud receptiva hacia las señales que recibimos de
nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior. No
eres el salvador ni la guía de nadie. Ninguna vida depende de tus conocimientos
ni de tus esfuerzos. Esto es cierto también al revés. Nadie te
rescatará ni te salvará, excepto tú mismo.
El mejor Guía con que contamos está dentro de Nosotros. Nos habla
con voz suave y paciente, sin obligarnos a nada; nos indica siempre el camino
más corto y más feliz, nos
da la idea más adecuada y la respuesta que racionalmente no podemos encontrar.
Por eso, es conveniente practicar meditación y ejercicios de relajación para
poder escuchar esa voz. Si vives de prisa, tenso, angustiado y con un ritmo
acelerado, seguramente no oirás la “voz de tu intuición” y buscarás guías
externas.
Hay personas que son muy positivas y estimulantes, y podrán
ayudarte en un principio. Pero evita idolatrarlas y evita también ser
idolatrado. Recuerda siempre que la “Guía más válida y acertada está
siempre dentro de ti”.
CREER QUE LOS MAESTROS ESPIRITUALES SON AQUELLOS QUE NOS PROVEEN
DE LA INFORMACIÓN TEÓRICA
Tendemos a caer muy fácilmente en la creencia de que las personas
que nos enseñan son adelantadas y que ya han superado muchas pruebas en su
vida. En algunos casos, esto es totalmente cierto; en otros, no. El hecho de que
una persona transmita una determinada información no la coloca en un grado superior. Debes
recordar que cualquier forma de idealización o selectividad corresponde al
terreno del ego. De hecho son excepcionalmente pocos quienes viven auténticamente
lo que predican.
Los verdaderos maestros espirituales son aquellos que nos ponen a
prueba y vienen “disfrazados” de hijos, padres, jefes, amigos, enemigos,
animales, plantas y demás. Son aquellos que nos traen problemas. Ellos son los
que realmente nos enseñan las lecciones que tenemos que aprender porque nos
ponen a prueba.
Todas las religiones del mundo enseñan que Dios es Amor, que vivir
con Dios significa expresar Amor a los demás. Algunas personas asisten a
templos, iglesias, o escuelas esotéricas, donde reciben esta información, pero
luego van a sus casas y se pelean
con sus familiares, critican a sus vecinos, odian a sus jefes, a los políticos,
a los animales, a individuos de otras razas o culturas. Ellos
todavía no han aprendido la lección y la vida los llevará a enfrentarse una y
otra vez con la misma situación o persona… hasta que aprendan a mostrar amor.
Haciendo una comparación con la enseñanza tradicional, los líderes
espirituales o religiosos son los “libros” que nos dan la
información; las personas que nos traen problemas son los maestros que “nos
toman el examen” para ver si pasamos la prueba o no. Existe una Ley en
el Universo: Todo lo que nos molesta, complica, enreda, o todo lo que
odiamos, se nos “pega”. Esto ocurre hasta que aprendemos a amar la situación.
Entonces, ese problema o esa persona se convierten en el maestro espiritual de
ese momento.
CREER QUE UNO NO PUEDE ENOJARSE, TEMER, O SENTIR CUALQUIER OTRA
EMOCIÓN NEGATIVA POR ESTAR EN EL CAMINO ESPIRITUAL
Esta creencia nos lleva a una gran represión de la ira y de los
enojos, que hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica o
rechazo. Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos las sensaciones y las
emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras, otras no. El
tener un conocimiento intelectual acerca de la acción destructiva de ciertas
emociones no las hace desaparecer.
Uno puede saber lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede
evitar enojarse. En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o angustiarse,
pero eso exige un entrenamiento. Durante dicho entrenamiento, hay momentos en
que podemos dominar la rabia y la ansiedad, y otros en los que nada puede
calmarnos. Una vez que aparece el enojo, lo mejor es descargarlo de la
manera más positiva posible. Es mucho peor reprimirse e intentar
decir: “Todo está bien en mi mundo”, cuando uno internamente está sintiendo el
deseo primitivo de querer atacar a alguien.
La mayoría de las personas que transitan el terreno espiritual son
muy exigentes consigo mismas y pretenden erradicar completamente de sus vidas
este tipo de reacciones. Esto no resulta desacertado pero se logra a través de
un proceso. Sé amable contigo mismo y, de vez en cuando, date el
permiso necesario para maldecir, gritar, llorar y expresar, como mejor te
resulte, todas las emociones negativas que te toca vivir, evitando arrojar tu
malestar sobre otros.
Todo lo que hagas hacia otro te será
devuelto con creces, al margen de que sea “bueno” o “malo” lo que hayas
vertido.
Conclusión:
La mayoría de las creencias aquí enunciadas están generadas por la
actitud crítica de nuestro propio ego. El ego no puede desaparecer porque
necesitamos de él para actuar en este plano. La “solución” es ponerlo alineado
con nuestro Espíritu. Amablemente, le podemos decir al ego: “A
partir de ahora, deberás seguir las indicaciones de un nuevo Maestro amoroso,
amable, paciente y permanente, que nunca juzga y que sabe que siempre estamos
haciendo lo mejor que podemos”. Si seguimos las indicaciones de nuestro
Maestro Interno, nunca podemos fallar.
APRENDE A CONOCERLO EN LA QUIETUD DE TU SILENCIO INTERIOR
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