LA RELIGIÓN DEL NUEVO MUNDO
¿Se está creando una religión única mundial?
Desde hace algún tiempo, podemos ver como el
poder de decisión político y económico, le ha sido arrebatado tanto a los
ciudadanos como a los Estados-nación y ha sido transferido a las organizaciones
globales multilaterales.
De la misma manera, ha habido señales que indican que se está
trabajando también en una globalización de la religión y en la creación de algo
que podría calificarse como “una autoridad política
mundial que controle la espiritualidad del mundo”.
La señal más evidente de esto se produjo el pasado septiembre,
cuando el ex presidente de Israel, Shimon Peres, se reunió con el Papa para
proponer la formación de una nueva “ONU de las religiones”,
que el Papa encabezaría. Peres sugirió que esta organización debería ejercer
una autoridad “incuestionable” que le permitiera proclamar “qué es lo que Dios quiere y qué es lo que no
quiere”, con el objetivo de combatir el extremismo religioso.
Las
implicaciones de esta idea son enormes. El 84% de
la población mundial tiene una fe espiritual de algún tipo.
Si
juntamos las religiones cristiana, musulmana, hindú y budista, encontramos que
son seguidas por más de 5300 millones de personas, y una mezcla diversa de
creencias populares y credos minoritarios más pequeños, desde Bahai a la Wicca,
representan a casi otros 500 millones de personas.
Si como
todo indica, la espiritualidad juega un papel central en la vida de la mayor
parte de la población mundial, es lógico deducir que un “gobierno mundial”
deberá tener en cuenta la religión, de forma inevitable.
Muchos teóricos de la conspiración vienen advirtiendo desde hace
décadas del nacimiento de una “Religión Mundial” que surgiría como parte de un “Nuevo Orden Mundial”.
¿Es
posible que personas poderosas de las élites mundiales busquen conseguir algún
tipo de control hegemónico sobre las creencias espirituales del mundo para
influenciar a las religiones y a sus seguidores a través de una autoridad
central?
Esto
significaría seguir un modelo similar al de la globalización económica,
política y comercial, ahora extendido al campo de la espiritualidad.
¿Son
realmente nobles las intenciones de los impulsores de esta idea?
Un examen
más detallado del asunto sugiere que dentro de este proyecto se esconden
elementos altamente sospechosos, que forman parte de una agenda mucho más
amplia con consecuencias nefastas.
EL PLAN
PARA UNA AUTORIDAD RELIGIOSA MUNDIAL
Antes de su reunión de septiembre con el Papa para discutir la
formación de una “ONU de las religiones”,
Shimon Peres detalló sus ideas en una entrevista con la revista católica
italiana Famiglia Cristiana:
“Lo que se necesita es una Organización de las
Religiones Unidas, una ONU de las religiones.
Sería la
mejor manera de combatir estos terroristas que matan en nombre de la fe. En el
pasado, la mayoría de las guerras fueron motivadas por la idea de nación. Hoy,
en cambio, las guerras se desatan sobre todo con la excusa de la religión”
Ya
existen iniciativas interreligiosas religiosas globales, tales como la
Iniciativa de las Religiones Unidas, pero evidentemente Peres prevé una
“Organización de las Religiones Unidas” construída de arriba hacia abajo, que
concentre en sí mucho más poder y autoridad, de forma centralizada:
“Lo que se necesita es una autoridad moral
incuestionable que diga con voz fuerte: “No, Dios no quiere esto y no le
permite”.
Peres
sugirió que el Papa debería ser esa autoridad, porque según él: “es tal vez el
único líder religioso que se respeta verdaderamente”
El Papa
se mostró favorable a ello, pero no hizo ni tomó ninguna “decisión o compromiso
personal” y queda por verse si finalmente este nuevo órgano se acaba
materializando.
Cabe
destacar que Peres no es la primera alta figura política que defiende este
enfoque.
La Fundación
caritativa del ex-primer ministro británico Tony Blair, “Faith Foundation”,
centra sus esfuerzos en “la fe y en la globalización”.
En enero
de 2014, Blair escribió un ensayo ampliamente reeditado indicando los objetivos
de su fundación:
“… El propósito es cambiar la política de los
gobiernos: empezar a tratar este tema del extremismo religioso como un tema que
trata tanto de religión como de política; atacar la raíz del asunto del
extremismo, que promulga una falsa visión de la religión. El objetivo es que se
convierta en un punto importante en la agenda de los líderes mundiales, para
que colaboren eficazmente para combatir este extremismo. Esta es una lucha que
sólo está empezando”
Al igual
que Peres, Blair argumenta que el extremismo religioso es la causa principal de
los conflictos en el mundo actual y sostiene que los líderes mundiales deben
unirse para hacerle frente. Y también, como hace Peres, afirma que una
autoridad política debe tener la facultad de determinar qué puntos de vista
religiosos son “falsos” o “ciertos”.
Blair,
también solicitó el apoyo del Vaticano, que congrega la mayor cantidad de
seguidores a nivel mundial.
Sin
embargo, a pesar de ser un católico recientemente convertido, Blair no tuvo
mucho éxito cuando hizo propuestas al Vaticano en 2011, y un prominente erudito
católico, el profesor Michel Schooyans, llegó a declarar que creía que Blair
tenía objetivos siniestros:
“Uno de los objetivos de la Faith Foundation de
Tony Blair, era el de reformar las principales religiones, de forma paralela a
como su colega Barack Obama reformaba la sociedad global. Con este fin, la
fundación en cuestión tratará de ampliar los «nuevos derechos», utilizando las
religiones del mundo para este fin y adaptándolas a sus nuevas funciones. Las
religiones tendrían que ser reducidas a un mismo denominador común, lo que
significaría vaciarlas de su identidad…
Este
proyecto amenaza con llevarnos a una época en la que el poder político se
atribuya la misión de promover una confesión religiosa, o de cambiarla. En el
caso de la Fundación de Tony Blair, esto gira entorno a promover una única
confesión religiosa que vaya de la mano de un poder político universal global,
que sería impuesto al mundo entero”
Ver como
Blair trata de hacerle creer al mundo que el extremismo religioso es la causa
fundamental de los conflictos globales actuales, mientras al mismo tiempo
justifica su papel engañoso en la invasión de Irak y reclama una intervención
militar más directa en Oriente Medio, solo puede provocar indignación e incredulidad.
Dada su
falta de credibilidad como defensor de la paz, no es sorprendente que al final
haya sido apartado de esta función y hayamos acabado viendo a otro líder
mundial jubilado presionando al Vaticano para crear una autoridad religiosa
global.
Es el
caso de Shimon Peres , que se ajusta mucho mejor a la tarea de crear las bases
para esa entidad religiosa global, pues a diferencia de Blair, no tiene una
imagen tan belicosa y ha sabido transformarse a ojos de la opinión pública en
un presunto pacificador en sus últimos años en el cargo, donde siempre pareció
mucho más conciliador en comparación con sus compatriotas sionistas de la línea
más dura.
Francisco,
que se ha erigido en un as de las relaciones públicas de la Iglesia y ha sido
nombrado “Hombre del Año” en la revista TIME, también tiene la credibilidad y
la autoridad moral para llevar a cabo una iniciativa de este tipo, un hecho del
que Peres parece ser muy consciente.
Conocidos
pues los actores principales hasta el momento, la pregunta clave es: ¿Se trata
de una iniciativa auténtica para promover la paz mundial, o esconde algo más?
UNOS
DEFENSORES CUESTIONABLES
A pesar
de sus diferencias superficiales, el argumento central que ofrecen Peres y
Blair es el mismo:
“el extremismo religioso es el responsable de los conflictos
actuales y una autoridad política mundial debe ejercer control sobre todas las
religiones”
Si bien
la violencia por motivos religiosos, sobre todo en el mundo islámico, es sin
duda un problema importante, este argumento es extremadamente engañoso y
tramposo, porque ignora la mano oculta que inflama este problema y que
trabaja activamente para sostenerlo.
El hecho
es que la causa principal de la explosión de violencia extremista en Oriente
Medio, ha sido la política exterior destructiva de los gobiernos de la OTAN y
de sus aliados.
La
invasión de Irak, que Blair codirigió, se basó en mentiras descaradas sobre la
existencia de armas de destrucción masiva en el país. La guerra ha causado la
muerte a un millón de personas, ha destruído su gobierno, su ejército y sus
infraestructuras. El caos resultante permitió que los extremistas religiosos
devastaran la región, primero bajo el sello de Al Qaeda en Irak (que no tenía
presencia en el país antes de la guerra) y ahora a través del autoproclamado
Estado Islámico, antes conocido como ISIS.
Aunque
ahora sea visto como “un defensor de la paz”, Peres también tiene un pasado
repleto de puntos oscuros, entre los que se podrían incluir el estar asociado
con crímenes de guerra y el de actuar como un importante arquitecto del
programa secreto de armas nucleares de Israel.
Es un secreto a voces que Israel tiene un arsenal nuclear y otras
armas de destrucción masiva no revelados. Israel comenzó su programa secreto de
armas nucleares en la década de 1950, robando secretos y material nuclear de
muchos países, incluidos los EE.UU..
El
productor de Hollywood, Arnon Milchan, se jacta de que Peres le reclutó como
espía israelí y contrabandista en una discoteca de Tel Aviv en 1965, para
impulsar este programa nuclear.
A
mediados de los años 70, Israel trató de vender armas nucleares a la Sudáfrica
del apartheid. Los documentos obtenidos por The Guardian y publicados en 2010,
revelan que en 1975, Shimon Peres, entonces ministro de Defensa de Israel,
estaba en negociaciones directas con su homólogo sudafricano y se ofreció a venderle
armas nucleares “en tres tamaños diferentes”.
Como
podemos ver, tanto Blair como Peres tienen vínculos ocultos con las armas de
destrucción masiva.
Si vemos
que ahora convocan al mundo para una globalización religiosa, que supuestamente
“promoverá la paz mundial”, debemos preguntarnos: ¿realmente podemos confiar en
personas con un pasado tan sucio y oscuro?
UNA
PREMISA FALSA
Los
argumentos de Blair y Peres también ignoran deliberadamente cómo la política
exterior del gobierno de Estados Unidos y sus aliados ha fomentado el
extremismo islámico desde los años 70, cuando la CIA financió y armó a los
Muyahidines en Afganistán para expulsar a los soviéticos de Afganistán, una
táctica que dio lugar a la creación de los talibanes y de Al Qaeda.
En una
línea similar, la actual política exterior del gobierno de Estados Unidos y sus
aliados ha creado a ISIS y ha sentado las bases para su rápida expansión.
Tras
destruir al ejército y al gobierno de Irak, la OTAN después dirigió su atención
a Libia y lo bombardeó hasta convertirlo en un estado fallido, mientras apoyaba
a los rebeldes yihadistas para que derrocaran a Gaddafi.
Curiosamente,
ambos países, antes de la intervención de la OTAN, tenía gobiernos laicos que
mantenían alejado al extremismo religioso.
Cuando
Libia cayó, los combatientes yihadistas y su armamento empezaron a inundar
Siria, otro gobierno secular que Estados Unidos también ha tratado de derrocar.
De hecho,
actualmente, en Libia, ISIS está siendo dirigido por un rebelde que en su
momento recibió el apoyo de la OTAN para derrocar a Gaddafi.
Cuando
ISIS, ahora autodenominado Estado Islámico, cruzó la frontera con Siria en Irak
en 2014, el país devastado por la guerra no pudo impedir la incursión.
En Siria,
donde la guerra civil continúa haciendo estragos, el gobierno de Estados Unidos
y sus aliados han estado armando y entrenando a los llamados rebeldes
“moderados” para derrocar al gobierno de Assad, a pesar de que estos rebeldes
tienen vínculos evidentes con los “yihadistas”.
Muchas de
estas armas y combatientes financiados por el gobierno de Estados Unidos han
terminado en las filas de ISIS, que sospechosamente, también lucha contra
Assad.
También
hay informes recientes que informan que el gobierno iraquí ha detenido a
asesores de Estados Unidos e Israel que ayudaban directamente a los terroristas
islámicos.
Lo que
estamos viendo es un evidente “doble juego” geopolítico por parte de EEUU e
Israel.
Y es que
todo sigue un patrón pre-establecido.
Todos los
regímenes amenazados por esta política exterior de EEUU, la OTAN e Israel, son
gobiernos seculares y sumergirlos en la guerra y el caos sólo favorece el
surgimiento de grupos extremistas como Estado Islámico, cuyo aumento se ve
reforzado aún más por los ataques aéreos extranjeros o los ataques con aviones no
tripulados que inevitablemente matan a civiles y causan indignación entre la
población local, que en respuesta, pasa a engrosar sus filas.
Al mismo
tiempo, estos extremistas “accidentalmente” reciben los beneficios de la
financiación y las armas proporcionadas por el gobierno de Estados Unidos y sus
aliados.
Así pues,
es obvio que si alguien quisiera terminar con el extremismo religioso, lo
lógico sería cambiar esta política exterior tan destructiva por parte de
Occidente, ¿no?
PROBLEMA-REACCIÓN-SOLUCIÓN
El patrón
de armar y apoyar a los extremistas religiosos para poder luchar contra ellos
más tarde, se viene produciendo desde hace tanto tiempo, que es imposible creer
que este esquema se produzca de forma accidental.
“Problema, Reacción, Solución” describe un proceso en el que los gobernantes crean un problema;
ese problema provoca una reacción del público que exige que se haga algo al
respecto, y eso permite a los gobernantes imponer su “solución” pre-diseñada,
para resolver el problema que ellos mismos han creado.
La guerra
contra el terrorismo es un ejemplo de ello.
Al
alimentar continuamente el fuego del extremismo, se mantiene la guerra en
marcha. Esto justifica el gasto militar continuo, las intervenciones
extranjeras y la reducción de las libertades civiles en el frente interno,
donde se construye un estado de seguridad y control sobre la población.
Desde que
los conceptos de enemigo y “terrorismo”, se han convertido en vagos e
intercambiables, la guerra ya no parece que vaya a tener un final.
Esto significa
que viviremos un aumento del estado policial a través de políticas de
vigilancia masiva, hasta que se conviertan en algo permanente y arraigado en la
propia estructura de la sociedad.
IMPLICACIONES
“ESPIRITUALES” DE LA GUERRA CONTRA EL TERRORISMO
La
“guerra contra el terror” sirve para múltiples fines.
Todo el mundo parece comprender perfectamente su influencia a
nivel político y militar, pero sin embargo, la mayoría de gente está ignorando
las implicaciones espirituales y religiosas de esta “guerra global contra el terrorismo”.
Esta gran
maniobra ha permitido alimentar al máximo el extremismo religioso, en su forma
de extremismo islámico, el chivo expiatorio para el conflicto global actual.
En el caso de las guerras en el Medio Oriente, hay un evidente
intento de enfrentar a las sociedades cristianas y musulmanas con el objetivo
de provocar un “choque de
civilizaciones”, que sirve al complejo industrial militar.
Curiosamente,
algunos ateos prominentes, algunos de los cuales se oponen con vehemencia a
todas las religiones, han estado apoyando este militarismo desbocado.
Tal vez
de las cenizas de esta conflagración religiosa, acabará surgiendo la necesidad
de una única religión mundial.
Como
hemos visto, es el argumento esgrimido como excusa para la creación y
fabricación de un poder espiritual centralizado a escala planetaria, que vaya
de la mano de esa unificación política y económica global.
Aquí es
donde la agenda global hacia la espiritualidad se cruza con la guerra contra el
terrorismo en el Nuevo Orden Mundial.
Además de
mantener la guerra perpetua, proporciona un pretexto para que se cree una
autoridad religiosa a nivel global.
Nada de
lo que estamos viendo es casual…todo tiene su función y fue planeado hace mucho
tiempo.
Escrito por Matthew Butler en The Conscious Reporter
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