Un "Brillante Amanecer"
El oro es
metal blando y de color amarillo, cuyo símbolo químico es Au, del latín aurum,
que significa "brillante amanecer". Todas las culturas y
civilizaciones lo han considerado valioso, incluso lo han adorado. Durante años
la economía mundial moderna ha estado supeditada a él por seguir el patrón oro,
mientras que su posesión ha estado restringida en algunos países durante años.
El oro ha
satisfecho muchas ambiciones y ha sacado lo peor de las personas. Desde el
"Vellocino de Oro" y el "Becerro de Oro" a la invasión
española del Nuevo Mundo, pasando por todas las "fiebres del oro",
muchos han muerto por su culpa. El oro es un metal más asesino que el mismo
plomo de las balas, ¿por qué?
El Oro de los dioses
Es
evidente que debe de haber una razón para que el oro haya sido la causa de
tanta de tanta lucha en el planeta, y seguro que no es el tópico de su escasez,
puesto que después de miles de años de extracción intensiva las reservas del
planeta siguen siendo abundantes. El oro no es un metal escaso, todo lo
contrario, no sólo en la tierra sino también en el mar, aunque ahí los costes
de extracción son demasiado elevados por lo que son más rentables las minas
bajo el suelo, con mano de obra muy barata. La causa hay que buscarla más allá
del ser humano, hay que buscarla en los dioses...
Cuando los
incas recibieron la "visita" de los conquistadores españoles, los
asociaron con Viracocha (Quetzalcóatl para los aztecas o Toth, hijo de Enki) y
les consideraron semidioses. Los castellanos estaban sorprendidos y encegados
por la enorme cantidad de oro que atesoraban y les preguntaron la razón de tal
acopio. Los incas contestaron: "Todo
el oro es de los dioses".
Mucho
antes, las tablillas encontradas del
Enuma Enlish, libro sagrado sumerio,
donde se describe con todo detalle la creación del hombre, que luego sería reescrito en el
Génesis bíblico: "Todo el oro del planeta pertenece a los dioses".
Sin contar
con los dioses, la extrema importancia del oro en la historia antigua carece de
lógica puesto que no es útil ni en la construcción ni en la la caza. Los
egipcios, que aún no conocían el hierro ni el bronce, desarrollaron una
exquisita artesanía con él. La máscara de oro de Tutankamón recibe a miles de
admiradores cada año, o al menos así era cuando El Cairo aún recibía turismo.
El mal momento que pasan y seguirán pasando algunos poderosos, queda reflejado
en que la barba del faraón se rompió en operaciones de mantenimiento y ha sido
reparado con vulgar pegamento.
No se
puede separar la historia del hombre de la del oro. Pero en este artículo vamos
a demostrar que la obsesión de nuestra especie por el metal no nos pertenece,
es la obsesión de los antiguos dioses por el Sol y por el oro, otra de las
herencias malditas que nos han legado.
El binomio
Gold-God, oro-dioses, se ha mantenido vivo a lo largo de la historia,
confortablemente escondido entre las religiones. Por una de esas sincronicidades
que pueblan la Historia, “Oro” coincide con la primera persona del presente del
verbo “orar”, que significa "comunicarse con la divinidad" y que
proviene del latín "orare" (hablar en voz alta). Pero lo curioso es
que de esta misma raíz surge el verbo "Adorar".
Estas tres
palabras juntas, Oro-Orar-Adorar, tienen mucho más sentido del que nos podemos
imaginar, como iremos viendo a lo largo del artículo.
Para
cualquier observador externo, nuestro culto al oro sería una anomalía, pero
está tan profundamente integrado en nuestro ADN que lo aceptamos de una forma
pasmosamente normal. Si en un documental de una tribu perdida del Amazonas,
viéramos una adoración a un mineral de estas magnitudes exclamaríamos llenos de
compasión y superioridad "pobres, qué primitivos, qué atrasados".
Pero no estoy diciendo, ni mucho menos, que el culto al oro sea un sintoma de
retraso cultural, se trata más bien de un tema de herencia cultural.
La
ancestral sociedad entre oro y divinidad ha convertido al metal en el símbolo
de las élites, de los privilegiados. Sea en lo social. en lo deportivo o en lo
cultural, los mejores siempre visten de dorado en su intento de imitar a los
dioses.
El oro
señala a los "superiores" de entre el resto de humanos y los sitúa un
nivel por encima, es decir un paso más cerca de la divinidad en cumplimiento
del eterno deseo de los guardeses de la finca de convertirse en amos.
El oro es
el símbolo de los tocados por el "Efecto Privilege". La ambición por
pertenecer al grupo de privilegiados es una constante en todo los niveles de la
sociedad, lástima que donde hay un privilegiado al lado siempre hay un
discriminado.
Todos quieren ser de oro...
"Oscar de Oro" al mejor del cine, "Balón de Oro" al mejor
del fútbol y "Globo de Oro" al mejor de la televisión
El mejor
ejemplo de la asociación entre "humanos privilegiados" y dioses la
tenemos en el propio Oscar de Hollywood. Su nombre y su figura son una réplica
exacta de un dios egipcio, Sokar, dios de la oscuridad y de los muertos,
sincretizado después como Osiris y como Ptah, el dios "creador"
soberano del panteón, cuyos otros nombres eran “Señor de la Magia”, “Señor de
la Oscuridad” o "Maestro constructor", también considerado el
inventor de la albañilería y patrón de los arquitectos (en referencia a la
Masonería). Sokar acabaría convirtiéndose en el dios romano Vulcano, a su vez,
sincretismo de Moloch.
Sin
movernos de Egipto, encontramos el signo con el que se representaba al dios Ra,
el "dios creador", dios del Sol y del origen de la vida. Era un punto
negro dentro de un circulo (¿sol negro?) y es la primera prueba de la indisoluble
unión entre el Sol, el oro y la divinidad, ya que este signo es actualmente el
símbolo del Sol en la astrologia y fue durante siglos el símbolo del oro (hasta
1808). Antes de esta fecha, al oro se le representaba directamente con un sol.
Pero este simbolo
es mucho más que la representación del oro o del Sol, es el código que inicia
la serie de los códigos 666 que como ya explicamos en Códigos 666 fueron
representados por primera vez en el antiguo Egipto.
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