9.10.17

El perdón une los opuestos y arma de nuevo la singularidad de la paradoja

EL ERROR QUE NO LO FUE                                                  
Cuando uno transita el camino de la cinta de Moebius, y se interna más y más en las profundidades de la realidad, muchas veces se enfrenta a paradojas que al principio parecen infranqueables e ilógicas que frenan el camino. Esto sucede cuando un acontecimiento multidimensional, es analizado desde una perspectiva tridimensional, convirtiéndose entonces en una paradoja. Para flanquear este problema racional, el cerebro tiene que trabajar en niveles que generen un pensamiento cuántico que rompa esa limitación, para que la paradoja tenga una explicación lógica y coherente para el observador situado en la realidad subjetiva tridimensional. Una de las paradojas más grandes es la del error que no lo fue. Creo que ahora estamos preparados para hablar de esta paradoja que antes dejé pasar por su complejidad. Trataré de desarrollar y explicar de una forma comprensible, porque el error del Demiurgo de atrapar al Ser en la materia sin su conocimiento,  en realidad no lo fue, o más precisamente lo fue y no lo fue. 

En el artículo introducción a la realidad general dije que “La realidad general se comporta como sus sueños, con una lógica diferente, la lógica del “Do”. Es el alma de todo, por consiguiente es todo y nada a la vez, son infinidad de universos coexistiendo en el mismo espacio, es el universo de lo cuántico, la semilla donde nace la realidad subjetiva, el núcleo del átomo divino. Cada universo existe en el protón de cada átomo de hidrógeno existente, y estos cohabitan en un átomo primordial que la filosofía oriental conoce como la respiración de dios, el gran péndulo de la existencia.” Las paradojas existen y se mueven en ese universo de la realidad general, y el error del Demiurgo sucedió en ese terreno de lo posible dentro de lo imposible.


El universo de la materia comenzó según la ciencia por una explosión inicial llamada Big Bang, o gran explosión. Según la teoría del Big Bang, el Universo se originó en una singularidad espacio-temporal de densidad infinita, matemáticamente paradójica. Esta paradoja inicial para la ciencia es tal porque no fue un Big Bang, sino una “Great Projection”, una gran proyección holocuántica del “Do” en cuya densidad infinita espacio-temporal se encontraba la naturaleza multidimensional de la realidad general, proyectada a la realidad subjetiva. ¿Qué quiero decir con esto? Que el universo material conocido es producto directo de una proyección holocuántica de la mente del “Do”, por consiguiente todo lo creado, incluso los Demiurgos, obedecen a un plan definido y ejecutado antes de la existencia de la singularidad inicial, por lo cual toda acción tomada por los Demiurgos o nosotros, sea correcta o no para nuestra percepción, tiene una lógica coherente para el “Do”.

Cuando el Demiurgo comete el error de atrapar al Ser en la materia sin su consentimiento, estaba cumpliendo sin saberlo, un plan preestablecido o designio divino, necesario para la evolución del Demiurgo, de nosotros y del universo mismo. La reacción esperada del Demiurgo ante la acción del error, era perdonarse, porque de esta manera se reconocería como individualidad y generalidad a la vez rompiendo la ilusión de los opuestos, pero al no producirse, se cumple lo previsto dentro de la paradoja inicial, la dualidad de los opuestos por proyección holocuántica de una generalidad. Como ejemplo de lo que quiero decir, tomemos al agua (H2O) como una generalidad, si a esta la separamos por un proceso de electrólisis en Hidrógeno y Oxígeno, tendremos una dualidad de dos elementos de un mismo componente, los opuestos, y ésta es la única forma de que pueda ser usada para otros propósitos que no sean los conocidos para el agua, o sea por ejemplo, que pueda ser respirada en vez de bebida.

En el plan dentro de la singularidad estaba previsto esta decisión tomada por el Demiurgo, por ello los Seres que ingresan o mejor dicho que se conectan a la materia, deciden junto con su protector el hacerlo, y cumplen la paradoja del error que no lo fue, olvidando quienes son y que lo hicieron por decisión propia, sometiéndose al revertimiento de la esfera de consciencia que le da la seguridad al Demiurgo y la posibilidad al Ser, de que se cumpla el encierro sin su consentimiento, es una trampa consentida, como los trucos de los video juegos, para que el Ser experimente la dualidad y el olvido, y a la vez se cumpla el error del Demiurgo.

¿Por qué es necesario experimentar algo que supuestamente ya tenemos por formar parte de la singularidad inicial? La respuesta tal vez no les guste. Por los oscuros, y los hijos de las sombras. Si ellos son el hidrógeno irrespirable, nosotros somos el oxígeno reparador. Para mantener intacta la singularidad es necesario mantener sus elementos en perfecto equilibrio, como el agua, si perdiera un solo átomo de hidrógeno ya no se podría restablecer como tal y perdería la generalidad. Pero eso es otra historia, otra paradoja, otra verdad detrás de lo aparente. 

Hace aproximadamente veinte años, mientras estaba recibiendo mi instrucción, después de volver de una clase de cosmogénesis avanzada del Ser, donde se trató el tema del sufrimiento, vi una película, que extrañamente no recuerdo, que disparó en mí la activación del centro de consciencia universal, sintiendo por unos momentos el dolor y el sufrimiento de toda la humanidad, cada Ser, cada persona del planeta estaba dentro de mi esfera de consciencia, fue tal el dolor de mi espíritu por el sufrimiento de esos Seres, que lloré, lloré como un niño hasta quedarme dormido.

De repente me encontré en el espacio, a millones de kilómetros de la tierra, solo, sin nadie más que yo, sin cuerpo, una esfera de luz en la inmensidad del universo. En ese momento sentí la soledad del “Do”, el único de su especie, que paradójicamente era yo mismo, y a la vez sentí la compañía y el amor del universo entero, que también era yo. Fui por un instante una singularidad y una paradoja que recién comprendí años después, cuando el primer acto consciente del perdón se manifestó. En ese momento cuando me perdoné todos mis errores, me di cuenta que estos no lo habían sido, igual que el del Demiurgo, solo el perdón une los opuestos y arma nuevamente la singularidad de la paradoja, comprendiendo que el error que no lo fue del Demiurgo, fue también nuestro error que no lo fue. Cuando todos nos hayamos perdonado, el Demiurgo se habrá perdonado, y el agua, por fin, volverá a ser agua que todos beberemos, y será, de la misma fuente. 


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