Podríamos
hablar de algún futuro, si no hubiéramos fracasado tan
estrepitosamente en el presente.
No…
no voy a dar una mirada pesimista ni armagedónica a nuestro futuro…
sólo una ojeada a la realidad evidente…
Un
amigo muy cercano que tiene unos años más que yo (que ya soy
suficientemente viejo) siempre me habla de “empatar la batalla con
la vida”, refiriéndose, probablemente al deseo de no morir como
“perdedor”, pobre y abandonado.
Otro
me dice que “hay que hacer algo porque no podemos dejarle este
mundo a nuestros hijos”.
Entre
ellos están, también, los que asumen que estamos cerca del final,
lo cual justifica el no hacer nada y los que llaman a la batalla con
consignas como “patria o muerte”, “destruir a la maldita raza
judía”, “colgar a los corruptos”, etc, etc, etc.
Descolonizar,
liberar, despertar, concientizar, independizar, separar, educar…
Cada
uno tiene sus recetas… la mayoría de las cuales se han prescrito
sin mirar al pasado.
En
verdad, aunque no caiga un meteoro en el Caribe, o exploten los
mayores volcanes del mundo o se declare la tercera guerra mundial,
pareciera que nuestro futuro, igualmente, no será muy promisorio.
La
Humanidad, en si misma, es una catástrofe natural.
La
agricultura es la causa principal de la destrucción de hábitats.
Otras causas importantes son la minería, la tala de árboles, la
sobre-pesca y la proliferación urbana.
Las
tasas de extinción de especies de plantas y animales en muchas
partes del planeta han sido tan altas en los siglos recientes que se
piensa que el planeta ha entrado en la sexta extinción masiva o
extinción masiva del Holoceno
Las
poblaciones más vulnerables son las que están confinadas en islas,
ya sean islas reales o hábitats rodeados por hábitats diferentes,
cuando son sometidas a métodos de explotación insostenibles.
Es
decir, que no necesitamos siquiera que caiga un meteoro o que los
cuatro jinetes del apocalipsis vengan a arrancarnos la vida.
En
el Siglo XIII una epidemia de nivel mundial terminó con la vida de
tres cuartas partes de la humanidad. La humanidad ha sido diezmada en
múltiples ocasiones, sin tomar en cuenta el bíblico diluvio, el
cual confirma que ni dios puede con nosotros.
Como
contrapartida, nos estamos cargando el mundo.
Podría
decirse que, mientras una minoría tiene consciencia de los efectos
nefastos que tiene nuestra conducta y nuestra falta de higiene en el
hábitat natural, la mayoría continúan viviendo en su arrogante
ignorancia, dejando playas y todo lugar que visitan en estado
deplorable.
Vivo
a orillas de un lago que, además de ser una reserva natural, es la
fuente que provee de agua a la mayor parte de la isla. Según supe,
el lugar albergaba más de cincuenta especies de pájaros, de las
cuales, desde mi llegada, no he podido identificar a más de cinco,
contando aquéllas de las cuales he visto a un solo ejemplar, una
sola vez. El lago no tiene patos, ni diversidad de peces, ni aves
pescadoras, ni colibríes y apenas alguna mariposa se atreve a surcar
los aires en la primavera…
Pero
sí he visto llegar visitantes los fines de semana. Llegan en sus
“four tracks” haciendo mucho ruido (el cual espanta a cualquier
criatura silvestre), o en sus camionetas en familia, acampan a
orillas del lago avasallando propiedades privadas, colocan chapas de
zinc para resguardarse del sol, las cuales dejan en el lugar al
marcharse, así como también los desechos de su estadía: latas,
bolsas plásticas y envases de todo tipo.
No
piden permiso, ni dan las gracias. Creen que porque “el país es
suyo” tienen el derecho a destruirlo. Luego se llaman a si mismo
“nacionalistas”. Enseñan a sus hijos, con el peor de los
ejemplos, conductas que luego estos van a imitar.
Y
esto no es una excepción… lamentablemente es la regla…
En
las playas sucede otro tanto, aún en las de pequeñas islas a las
que se llega solamente en botes privados, testimonio fehaciente de
que esta falta de consciencia no es estricta de una clase social,
sino que la alcanza a todas.
Y
es la naturaleza de la ignorancia humana y su estrechez egoísta,
amparada en algunos libros sagrados que dicen cosas como: Génesis 26
Y Dios pasó a decir: “Hagamos [al] hombre a nuestra imagen, según
nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción los peces del mar y
las criaturas voladoras de los cielos y los animales domésticos y
toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra”.
Lamentable,
debió haberle dado el poder a otra criatura…
La
humanidad… artífices de la Sexta Extinción Masiva…
felicitaciones…
Lamentablemente amigo, lo expuesto por tí es la verdad, y siguiendo el concepto, que comparto en su totalidad, pienso que ya ni siquiera sa saca nada con tener la receta, pues el gran rebaño de ignorantes, producto del saqueo mercadista, ya no es capaz de avanzar en una direccion ni siquiera por la fuerza.
ResponderEliminarLa gran esperanza había sido a principios del siglo pasado, la educación...
pero hubiera servido estando en manos de los concientes, nó de los concientizados, de los científicos y nó de los cientistas, de los políticos en vez de los demagogos, de los sabios en vez de los ignorantes que imperan hoy por la pistola comprada por el mercader y nó esgrimida por el alfalíder...
Bajo este prisma , privilegio de conciencia de pocos, la única alternativa lógica, querido hermano en el dolor, es el apocalipsis, en forma de sismo, de enfermeda, o hambre. La piedad por los niños, y el interes de salvarlos, ya se resbala de entre nuestros dedos... y la eutanasia sideral ...es ya una necesidad. te amo hermano de conciencia.