Un
fenómeno
o cuadro emocional nuevo por nuestra vida de condicionamiento,
impotencia generada desde el exterior y desorden social fruto del
protagonismo de lo material sobre lo humano.
Una
nueva amenaza se cierne sobre la sociedad, sobre las personas
individualmente y también colectivamente: la psicosis temporal.
No
se trata de un cuadro de alineación ni de esquizofrenia, ni siquiera
de pérdida de la conciencia -que en algunos casos puede ser pero no
es la constante que los mueve-.
En
una sociedad masificada, dónde se contrata una vida tranquila de una
vida bulliciosa de exceso de gente, que lleva a una gran mayoría a
portarse mal, a no tener respeto, a reírse de los demás, a no tener
educación ni civismo ni urbanidad, a provocar por provocar, a
mofarse e intentar hacer daño a los
demás porque sí, gratuitamente, porque pueden, porque son
comportamientos faltas no punibles, no delitos, y que sin embargo
puede provocar la respuesta de un delito.
Sí
hay alguien que tiene la culpa, y es quien carece de respeto. La
respuesta de indignado no tiene necesariamente medida, es como una
reacción de repente en cadena, fruto de la indignación, de la
impotencia de ver que miles y miles de comportamientos y actitudes
sobrepasan la falta de respeto, el ataque a las más básicas formas
de relación social en paz necesarias y que se infringen
constantemente e impunemente, y que sin embargo nadie responde ni se
queja ni actúa. Como una locura colectiva real en que los más
sensibles, o al menos sensibles a cosas concretas, son los perdedores
por encima de una matrix con la que nadie puede.
Una
matrix de mal comportamiento, de subversión a la sociedad
destrozando todo lo que pillan por delante y transgrediendo el
respeto de forma permanente.
Chicos
con sus motos ruidosas molestando, falta de urbanidad impune en no
pedir excusas por un mal gesto o una falta de respeto, un tirar un
papel, mirar de forma amenazante, cualquier cosa puede ser suficiente
para sentirse atacado, no respetado, y que los casos más extremos
pueda llegar a un desenlace en cadena de respuesta agresiva o
violenta que se equipara con las emociones de falta de respeto que se
producen.
Son
cosas no juzgables, muy difíciles de explicar, que incluso contadas
pueden constituir más un perfil de psicopatía o locura, más que
una defensa de un derecho básico a ser respetados.
Son
las cosas que pueden encausar a cualquiera y que acabarán con su
libertad.
Son
las cosas que nadie puede contar y menos con detalle.
Una
locura colectiva fruto de una sociedad materialista, dónde ha dejado
de cultivarse la empatía, el respeto, la cordialidad, y la
generosidad. Dónde solo prima el egoísmo salvaje de una sociedad
destruida.
La
naturaleza está enferma por nuestro comportamiento industrial,
plagas, enfermedades que llegan hasta la naturaleza, hasta los
árboles, el agua, los animales, con enfermedades nuevas,
desconocidas, mezcla de una biología desencadenada que se asocia a
respuestas emocionales que juntas crean cuadros desconocidos y que se
pasan a los humanos, como nuestras miserias se pasan a animales y
plantas.
Los
comportamientos peores de los peores son los que han exigido NORMAS.
Todo son regulaciones y normas. Algo que es realmente nocivo.
Lo
natural y parece que imposible, sería una respuesta de respeto,
sentido común, generosidad, excusas, perdón y contrición
(pensamiento reflexivo de conciencia), que nunca se darán, y que
entonces facilitan las normas que hunden todo.
Normas
que cada vez son más y nos llevan a la locura. Hasta la relación
con la tecnología son normas, rules, pasos, permisos. Una locura
inhumana que agota nuestra naturaleza orgánica y que nos quiere
equiparar más con robots, hacernos más mecanizados y llenos de
normas.
No
hay normas para todo, y esperemos que desaparezcan una gran mayoría
(que es imposible), porque en nuestro ADN está sembrado el mal, la
tendencia al mal y la falta de respeto y la destrucción.
Más
normas y obligaciones, más locura, más estrés, más desequilibrio.
La
serie The
Sinner describe
parte de estos comportamientos.
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