El
estado es, ideológicamente hablando, un grupo de individuos
mancomunados bajo un mismo orden legal, jurídico y ejecutivo. En los
regímenes extremistas, la voluntad del estado se coloca por encima
de la del individuo, que juega un rol pasivo y normalmente temeroso.
En los regímenes llamados liberales se supone que el individuo se
expresa a través de sus representantes, de la prensa y
manifestándose libremente. Sin embargo, la realidad es que los
gobiernos liberales han desarrollado sistemas de control y
manipulación muy sofisticados que reducen o anulan la voluntad
personal.
Tal
como expresamos en nuestro artículo EL
OSCURO MUNDO DE LA IDENTIDAD mediante la identificación y
análisis de las costumbres y expresiones de los pobladores y su
clasificación en bases de datos, los gobiernos logran establecer
estrategias para manipular sus voluntades, hasta reducirlas a la
propia conveniencia de unos pocos.
En
tal sentido, la verdadera libertad y autodeterminación estaría
reducida a pequeños grupos que vivan en estado salvaje, quienes, sin
embargo, son vulnerables, de todas maneras, a las decisiones de los
gobiernos.
¿Cómo
entonces, podemos apelar a la decisión individual para transformar,
de ser necesario, una nación, según parámetros diferentes a los
establecidos por los centros de poder oligárquicos?
Los
intentos realizados en el pasado han demostrado que, aun siendo
sangrientos, no modifican nada.
Tal
fue el caso de la revolución francesa, la rusa y tantos otros que
marcaron a sangre y fuego la historia de la humanidad.
El
sistema es tan eficiente que utiliza a los propios individuos para
vigilar y evitar que las cosas cambien.
Pero
¿qué cosa es el sistema que contradice los intereses de la masa que
dice representar?
Pues,
es una estructura o institución, aparentemente inexistente,
invisible u oculta que mueve los hilos de la sociedad a través de
las organizaciones financieras.
Cualquier
cosa que necesite ser puesta para liderar, desde un presidente, hasta
un cantante, requiere de una fuerte inversión de capital que
proviene, justamente, desde ese centro de poder, que, paradójicamente
se alimenta del trabajo de una parte de la población a la que, en
retribución, hambrea y reprime.
El
trabajador actual recibe migajas de su producción, ya que la
plusvalía va para alimentar a:
-
Grupos de poder que ostentan riquezas excesivas.
-
Estados y sus funcionarios
-
Fuerzas armadas y de seguridad
-
Seguros de salud
-
Población improductiva que vive de la ayuda social
Sin
embargo, ninguno, en verdad, es la institución oculta que gobierna,
incluso a ellos.
Según
las investigaciones de David Ike y Zacharías Sitchin, apoyadas por
el mundo conspiranoico de las redes sociales y algunas declaraciones
aisladas de personajes del universo político, este gobierno oculto
está ejercido por extraterrestres asociados a grupos humanos que los
sirven desde tiempos pre-bíblicos.
Muchos
de los que han pasado temporalmente por las elites de poder de algún
país, saben que personajes importantes han sido contactados y
pactado con alienígenas, aunque esto le resulte descabellado a los
incrédulos.
Otros
asocian a estos personajes con dioses, demonios, etc. lo que, en el
fondo, no cambia nada.
Sin
embargo, esta forma de pensar nos ha llevado a una postura de brazos
caídos, toda vez que nos sentimos insignificantes al lado de los
“poderes” que podrían tener estos dioses o capitanes de naves
galácticas.
Surgen
del bosque de la ignorancia los autodenominados “lobos”,
personajes “despiertos” que agreden a los “borregos” o
“pasues”. Seguidores de escritores trasnochados cultores del
neo-nazismo que vienen a salvar la tierra a través de una estrategia
individual que consiste en comprender y utilizar las runas noológicas
y… aquí termino porque, amigos, no podemos seguir alimentando con
insensateces nuestros frágiles cerebros.
Lamentablemente,
un cambio verdadero no sobrevendrá trayendo del pasado alguna gesta
inconclusa. Y si hemos de revivir alguna, sería mejor que fuera la
de los Caballeros de la Tabla Redonda y no la del Tercer Reich.
La
gesta típica del hombre valeroso ha sido enfrentarse al dragón.
Esto es: vencer a algo que parece invencible, algo de tremendo poder
destructivo, piel casi invulnerable y que, además, se desenvuelve
hábilmente tanto en la tierra, como en el agua, como en el cielo, es
decir que domina sobre los elementos.
Los
caballeros del Rey Arturo luchaban por el establecimiento de un reino
donde imperara la justicia… la justicia es, tal vez, el más
importante de todos los poderes del estado, aunque por costumbre
creemos que lo es el ejecutivo.
En
tiempos pasados, las grandes edificaciones de los ¨dioses¨ se
desmoronaron por causas desconocidas… desaparecieron las grandes
ciudades sumerias, Egipto, los estados griegos y hasta Roma.
Nadie
contó ni va a contar nunca cómo sucedió. Porque la historia la
cuenta, no los vencedores, sino la elite.
El
hombre mediocre no será el que produzca el cambio. Y éste no vendrá
tampoco de una organización de los grupos de poder.
A
los capitanes de naves galácticas, dioses y mesías poco debemos
importarles, ya que la humanidad ha estado sometida a abusos desde
que tenemos memoria. Si no ayudaron hace trescientos mil años, ¿por
qué habrían de hacerlo ahora?
¿Existe
realmente un salto en la línea de tiempo producida por el pasaje del
sistema solar por el ecuador galáctico? ¿Serán las radiaciones
solares las que hagan mutar nuestros cerebros para expandir nuestra
percepción y consciencia a dimensiones mejores?
Si
dependiera de ello, la fuente de la vida no nos hubiera dotado de
voluntad e intención, no hubiera establecido leyes universales donde
las partículas de energía se modifican mutuamente aun cuando están
a distancias siderales una de otra.
Nosotros
tenemos el poder de producir la mutación de toda la galaxia, si
tomamos consciencia de ello. Claro que no van a hacerlo aquellos que
han dejado que sus vidas dependan de una limosna del gobierno. Ni los
corruptos, ni los acomodados, ni los delincuentes.
¿Quedan
entonces personas de bien, héroes capaces de enfrentar al dragón?
Eso
es lo que debemos averiguar…
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