El extranjero-extraño
Según la neurociencia de vanguardia en Alemania, ¡el ego no existe!
No tiene lugar alguno en el cerebro, no hay lóbulo, ni región, ni
núcleo, ni algo donde se pueda decir que el cerebro lo almacena. Por
lo tanto, el ego se define como: “Una
frágil entidad ilusoria, una construcción irreal de todo el cerebro
que pretende convencernos de una autonomía que tampoco existe” (1). El
ego es el “extranjero-extraño”, culpable de todos los males en
nuestras vidas.
¿Se
puede escapar del caos?
Así
que la mala noticia es que fuimos alterados para ser esclavos, pero
la gran buena noticia es que sí hay solución. Y aunque nos parezca
un largo proceso desde el punto de vista de la percepción del tiempo
en esta frecuencia de realidad, este proceso es en verdad solo un
parpadeo de la eternidad.
Hay
salida y solución, y no falta mucho para que empiece la verdadera
historia del Ser Humano. Hasta el momento lo que hubo fue la historia
del esclavo humano sin mente propia, la historia de nuestros egos.
Hemos
insistido hasta el cansancio que la raza humana fue intervenida en
algún momento de la prehistoria, antes de la
comprobada “gran catástrofe”.
Y seguimos insistiendo en ello porque en Vida Coherente llevamos años
investigando, mediante esa hipótesis, de dónde surgió el origen de
todo lo que parece injusto para nuestra especie.
Somos
seres intervenidos por un fin específico, así que veremos hasta
dónde llega este proceso, cómo nos afectó a través de nuestra
incoherente historia de conflictos y peleas que se prolonga hasta
nuestros días y que continuará si no hacemos algo.
¿Qué
son las ‘frecuencias de realidad?
Generalmente
se habla de once dimensiones, aunque nosotros preferimos usar el
nombre “frecuencia de realidad.” El concepto de dimensiones fue
“robado” de la física teórica. Y que “sean once”
corresponde a una teoría de supercuerdas específica, que se conoce
como teoría “M” y fue propuesta como una “teoría del todo”,
que según quienes la sustentan, unifica las cuatro fuerzas
fundamentales de la naturaleza.
La
teoría “M” fue creada en 1995 por Edward Witten. Su propuesta
combinaba las cinco teorías de supercuerdas que ya existían y la
supergravedad en once dimensiones universales, diez espaciales y una
temporal. Ese “robo” fue otro intento de mistificar lo ya
estudiado. De ese modo aparecieron, una vez más, los inútiles
misterios tan atractivos que no solucionan nada, la forma moderna del
sistema para distraer a la gente.
Por
ello, para nuestro cerebro programado es mucho más intuitivo
imaginar el Universo como una cebolla, donde cada una de sus capas es
una frecuencia de realidad con características propias. Vivimos en
una frecuencia de realidad intervenida, por lo que nuestra vida aquí
es mucho más “densa” que en otras frecuencias. Estamos en un
sistema alejado del equilibrio, muy próximos al caos total. Y la
palabra “densidad” es mucho más correcta que la de “dimensión
para referirse a las frecuencias de realidad.
‘Los
predadores nos dieron su mente’
Aclarado
el punto, voy a compartir una sincronicidad. Apenas llegué a vivir
México, leí toda la obra de Carlos Castaneda (2). Es un gran
escritor, pero jamás se me ocurriría usarlo de referencia para
fundamentar algo, pues su obra entrelaza el género de la novela con
el chamanismo etnográfico, volviéndola confusa, con verdades a
medias y muchas mentiras.
En
uno de sus libros, “El
lado activo del infinito”,
Castaneda pone el asunto de la gran intervención de la raza humana
en boca del chamán Don Juan, quien advierte que la intervención
generó algo que no nos pertenece: el ego.
En
un pasaje del libro, como en casi toda la obra, el antropólogo
Carlos Castaneda conversa con el chamán Don Juan, quien le cuenta al
científico algo que le enferma:
“¡Nos
dieron su mente! ¿Me escuchas? Los predadores nos dieron su mente,
que se vuelve nuestra mente. La mente del predador es barroca,
contradictoria, mórbida, llena de miedo a ser descubierta en
cualquier momento.” (3)
Debo
decir que esa es la descripción más cercana a la realidad que he
leído sobre el tema. Y sin ponerlo en duda, se trata también de la
mejor descripción que he leído sobre el ego.
Los
“predadores” son la raza que nos intervino, con la intervención
nos dieron su mente, que es mórbida y llena de miedo. Nos
esclavizaron en “humaneros”, como si fueran gallineros, pues
somos su alimento energético. Fabricamos su alimento, es decir que
se alimentan gracias a nuestra energía mecánica de trabajo duro.
No
son en absoluto “interdimensionales.” Están en la misma
frecuencia de realidad que nosotros, bajo la forma de humanos
comunes. Los antiguos chamanes les llamaban “voladores”,
obviamente porque llegaron aquí en naves espaciales.
La
sincronicidad radica en que esta historia que se pierde en las brumas
del tiempo de los chamanes yaqui del norte de México, hace directa
alusión al ‘SETI biológico.’ Es decir, al código genético
numérico insertado en nuestro ADN, que
encontró la ciencia en 2013.
El
ego es, literalmente, otra mente que no nos pertenece, es el
“Extranjero-Extraño”, el causante de todos nuestros males. Pero
atención: no puede con la conciencia, no puede con el alma, no tiene
el poder de cambiar nuestra esencia. Y es por allí que podemos salir
de su dominio.
Notas:
1.
Francisco J. Rubia Vila es profesor emérito de la Universidad
Complutense de Madrid. Cuenta con una amplia formación en
neurofisiología alemana. Sobre
las ilusiones del ego.
2.
Carlos César Salvador Arana Castañeda (Cajamarca, Perú, 1925 - Los
Ángeles, 1998) fue un antropólogo y escritor peruano nacionalizado
estadounidense. En escasas ocasiones hablaba acerca de su obra o de
sí mismo en público. Su obra ha sido objeto de mucha controversia.
3.
Carlos Castaneda: El lado oculto del infinito, p. 279. Ediciones B,
Barcelona, 1999.
Fuente:
Carlos Delfino — Pensar con el corazón: El extranjero-extraño.
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