EL VUELO DE LAS AGUILAS: Renovarse o perecer
"Tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán”
Desde hace siglos las águilas han sido consideradas como símbolos
de Poder, Libertad, Sabiduría, Valor y Excelencia. Les decimos águilas a
los “espíritus elevados”. ¿Por qué?
¿Qué virtudes poseen estas aves? ¿Qué podemos aprender de las
Águilas? Primeramente las águilas no vuelan bajo, sino que siempre buscan las
grandes alturas, para disfrutar del ángulo más amplio del mundo. Ellas vuelan a
aproximadamente a 1800 metros sobre el nivel del mar, construyen su nido a
miles de metros de altura. Ella hace del nido que construye su hogar
permanente, el que cuida y mantiene, renovándolo constantemente al llevar
nuevas ramas. En la calidez de su nido, instruye a sus hijos hasta que estos
pueden volar por sí mismos.
El águila vuela sola o en pareja, no necesita andar en grupos. Las
águilas, muy fieles a su hogar, reconocen a tiempo sus signos vitales de
envejecimiento y es entonces cuando inician el proceso más trascendental
de su vida.
Cuenta una Leyenda Cherokee que cuanto las águilas tienen unos
cuarenta años van perdiendo su fuerza para volar en las grandes alturas, porque
sus viejas plumas se vuelven pesadas, su pico se encorva en dirección a su
pecho y sus garras de vuelven muy apretadas por lo que no pueden sostener a sus
presas.
¿Qué hace la sabia águila entonces?
Ella asume el control de su vida, se responsabiliza de su
supervivencia y se renueva a sí misma, porque sabe que de lo contrario
perecería. En su nido, en lo más alto, ella –en ayuno- se somete a sí
misma a un proceso sumamente doloroso, pero vital, de aproximadamente cinco
meses: golpea con fuerza contra una roca su pico encorvado por los años, hasta
que su corteza se desprende de su cuerpo y espera hasta que le nazca un nuevo
pico con el cual pueda desprenderse una a una las uñas. Cuando nacen las nuevas
uñas, entonces las usa para arrancarse todas sus viejas y pesadas plumas.
Después de someterse a este proceso de renovación,
de transformación, con pico y garras nuevas espera confiada hasta que le
salgan nuevas plumas para volver a volar…y entonces, dignamente emprende nuevos
vuelos, conquista los cielos, por un periodo de vida de unos treinta años más.
Conquista nuevas alturas porque esta rejuvenecida, renovada, con nuevos bríos.
Ella renueva sus odres para recibir el vino nuevo de una nueva vida.
¿Para qué nos sirve este ejemplo? Apliquémoslo a nuestra actual
“realidad”. ¿Cómo esta nuestro Planeta ahora? ¿Cómo están los humanos de la
Tierra ahora?
Ahora, nuestra tierra parecería haber perdido sus fuerzas para
seguir viviendo. Ha sido tan maltratada, explotada, superpoblada, tan
ensuciada, que necesita urgentemente pasar por un proceso de
transformación vital.
Nungimecha, con todo el ímpetu y sabiduría de un “espíritu
elevado”, hace un esfuerzo extraordinario y, aunque resulte sumamente doloroso,
comienza a renovarse, a transformarse a sí misma, pariendo desde sus entrañas
una “nueva realidad” para poder así seguir viviendo por muchos años más…como el
águila. Ese mismo proceso debe ser vivido por cada ser humano,
reconociendo él mismo lo que debe arrancar de sí…para transformarse y
sobrevivir.
Nadie ha dicho que este proceso sería fácil… porque no lo es.
Unas estructuras que han demostrado ser inservibles, corrompidas
hasta la saciedad, llenas de inequidades; deben ser arrancadas, desbaratadas,
para que nazcan nuevas estructuras con las cuales la humanidad pueda sobrevivir
y emprender nuevamente su alto vuelo, con renovadas fuerzas, para seguir
elevándose por la espiral del constante proceso evolutivo del Planeta…y del
Universo.
Aunque lamentablemente este proceso resulte doloroso para muchos,
o para todos, debemos entender que la cuestión es RENOVARSE O PERECER.
El proceso de renovación requiere que dejemos partir muchas cosas,
incluso muchas personas que deben seguir su camino hacia un nuevo lugar. Los
humanos de la Tierra sufrimos mayormente por nuestros apegos y nuestra
resistencia a los cambios, aunque estos sean para mejorar. Aunque estos sean
nuestra salvación… aunque no haya otra alternativa. Nos apegamos a las cosas y
a las personas porque las creemos nuestras.
Para sobrevivir, para seguir evolucionando, debemos definir lo que
son realmente nuestras prioridades, comprendiendo que hemos llenado el mundo y
que nos hemos llenado a nosotros mismos de tantos hábitos dañinos, tantas cosas
que no necesitamos y que, por no mirar desde las más altas alturas, ahora
tenemos mucho miedo de soltar, de “perder” las cosas que hemos considerado ser
nuestros tesoros.
Comprendamos que nuestro tesoro no está en las cosas materiales;
las cosas van y vienen. Nuestro tesoro está en nuestro ser elevado, que nos
permite desprendernos de todo aquello que nos limita, para renovarnos y seguir
evolucionando.
Nuestro tesoro está en lo que permanece con nosotros… nuestra
Alma.
Que nos sea dado el Entendimiento.
Amor, Paz y Luz. Yo Soy Melba.
Gracias!
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