FABRICANDO LA SOCIEDAD ADICTA
El mejor esclavo es aquel que no sabe que lo es y que además
ama su esclavitud.
Parece que esta máxima estará marcada a fuego
en nuestro futuro, si no actuamos de inmediato para remediarlo.
Y
es que los mecanismos de la esclavitud se perfeccionan cada vez más. Una
persona encadenada de pies y manos puede ver aquello que la esclaviza con sus
propios ojos; toma conciencia de cuál es su situación y sabe perfectamente
contra qué y contra quién luchar.
Pero los mecanismos que nos esclavizan
actualmente, son cada vez menos explícitos. Las cadenas ya no están alrededor
de nuestros tobillos y muñecas, sino en el interior de nuestros cerebros.
La mayoría de gente cree que la esclavitud ha
sido erradicada, cuando simplemente, ha cambiado de forma, se ha perfeccionado,
se ha vuelto mucho más sutil… y mucho más efectiva. Y pronto lo será aún más. Porque hay muchas formas de convertir a una
persona en esclava.
Se puede esclavizar mediante la opresión
directa, negándole el acceso a los recursos y sometiéndola al agotamiento; se
le pueden inculcar ideas y programarla mentalmente para que se someta a
creencias, costumbres o doctrinas que condicionen su pensamiento y sus acciones
hasta anular su voluntad…
Pero
si hay un método realmente eficiente para esclavizar a un individuo, ese es
convertirle en un adicto.
La adicción es un tipo de esclavitud indirecta, en
la que el individuo está completamente subyugado a nivel psicológico y físico a
un elemento externo. Controlando el acceso a ese elemento externo,
se puede obtener un pleno control del adicto sin que éste ni tan solo llegue a
percibirlo.
Es pues un modelo de esclavitud altamente
efectivo, que además permite al esclavista salvaguardarse de las posibles iras
del esclavizado, cegado por la adicción e incapaz de identificar el origen de
sus desgracias.
Es la esclavitud perfecta.
Y
ese parece ser el modelo de sociedad que se está proyectando para nuestro
futuro: una sociedad de adictos. Concretamente,
de adictos al placer fácil e inmediato.
Un
revelador artículo titulado PLACER vs DOLOR EN LA SOCIEDAD PROGRAMADA, del
escritor y periodista Jon Rappoport, sirve para ponernos sobre la pista…
Los
investigadores del cerebro creen que tienen el futuro del mundo en sus manos.
Por
ejemplo, asumen que un día, serán capaces de activar o desactivar los circuitos
que inducen placer y dolor en los seres humanos. De forma Fácil, fiable y
precisa.
“En
experimentos con ratones, los científicos reconfiguraron los circuitos del
cerebro y cambiaron los malos recuerdos de los animales por recuerdos buenos. Los
investigadores afirman que también fueron capaces de seguir el proceso
contrario, es decir, cambiar una memoria placentera en los ratones por una
asociada con el miedo.” (Kevin Drum, Mother Jones, 27/08/14)
Su
razonamiento es simple.
Si
los seres humanos tratan de encontrar el placer y evitar el dolor, o si
persiguen objetivos que ofrecen el placer como un efecto secundario… ¿para qué
esperar? ¿Por qué pasar por el arduo proceso de esforzarse para conseguir esa
recompensa? ¿Por qué no recortar el camino de inmediato y experimentar placer
directamente?
Vivimos
en una época en la que la búsqueda de la recompensa instantánea, la distracción
de la atención y el entretenimiento son de suma importancia, entonces ¿por qué
no estimular directamente el cerebro y darle a la gente aquello que tanto
anhela?
La
lógica es: “si el intervalo entre el deseo y la satisfacción es largo,
borrémoslo”
Ese es el futuro que por lo visto están
construyendo para todos nosotros.
Un futuro donde recibiremos dosis de placer
instantáneo, como terrones de azúcar inyectados directamente en nuestros
cerebros.
Y como viene siendo habitual, el campo de la
neurociencia es la punta de lanza de aquellos que están moldeando la sociedad
del mañana…
Kent Berridge, Doctor del laboratorio de
Biopsicología de la Universidad de Michigan, escribe, en un artículo titulado
“puntos hedónicos del ‘Gusto': el brillo del placer en el cerebro”:
“El
placer surge en el cerebro. El sabor dulce u otros placeres naturales son meras
sensaciones externas que entran en el cerebro y son los sistemas cerebrales los
que se activan para generar una reacción de ‘gusto’ y placer.
Nuestro
laboratorio ha descubierto los generadores cerebrales del placer sensorial, en
forma de puntos anatómicos hedónicos, que utilizan señales neuroquímicas para
crear la intensa sensación de placer. Es importante identificar estos puntos
cerebrales hedónicos generadores de placer, sus señales neuroquímicas y los
circuitos del placer que provocan, con el fin de identificar a fondo los
verdaderos mecanismos del placer.
La
necesidad de encontrar generadores de placer verdadero es especialmente
acuciante debido a que las disfunciones de los circuitos hedónicos pueden ser
la base de los trastornos del estado de ánimo y de otros trastornos clínicos
relacionados, y porque otros candidatos del cerebro que se creía que mediaban
en la generación de placer, se ha descubierto que quizás no generan tanto
placer como creíamos (por ejemplo, la dopamina y la estimulación eléctrica
cerebral).
Por
lo tanto nuestro objetivo es descubrir las verdaderas causas y los mecanismos
generadores de placer en el cerebro”
En
estos momentos, en el mundo de la ciencia hay auténtica obsesión por llegar a
conocer como funciona nuestro cerebro, tal y como indicamos en el artículo: LA INMORTALIDAD DIGITAL.
A eso debemos añadir el imparable desarrollo
de técnicas y tecnologías que permiten acceder directamente a nuestros cerebros
y a nuestros pensamientos, con el objetivo final de conquistar el último
bastión de la libertad individual: la mente del individuo.
Las
técnicas que pueden desarrollarse al respecto parecen propias de la ciencia
ficción, algo que exponíamos en el artículo: EL MÓDEM CORTICAL: LA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA QUE CAMBIARÁ
LA HUMANIDAD PARA SIEMPRE
En el dominio de nuestras psiques está la
clave para obtener el control total de la sociedad, el sueño eterno de todas
las élites y personas poderosas a lo largo de la historia; la última barrera
que deben superar para alcanzar el poder absoluto.
Y uno de los aspectos clave para alcanzar esos
niveles de poder, radicará en el control del suministro del placer…
Una vez, Aldous Huxley le escribió una carta a
George Orwell en la que le revelaba lo siguiente:
“La
ambición de poder de los gobernantes del mundo puede llegar a quedar
completamente satisfecha si consiguen que la gente ame su servidumbre, por vías
diferentes a como lo conseguirían a través del castigo y la imposición. Me
parece que la pesadilla de 1984 está destinada a convertirse en la pesadilla de
un mundo más parecido a lo que yo me imaginaba en Un Mundo Feliz”
Conseguir el monopolio del suministro de
placer, pues, no es una cuestión menor o anecdótica como podría parecer a
primera vista: será un factor determinante en la conformación del mundo
venidero.
A ello debemos añadir lo que algunos expertos
y economistas ya están advirtiendo sobre las condiciones socioeconómicas
globales que se dibujan en el horizonte cercano.
En
una reciente entrevista, el economista Santiago
Niño-Becerra citaba a otro economista, Jeremy Rifkin, que afirmaba: “En este siglo, menos del 5% de la población
producirá todos los bienes y servicios que consuman el resto de la población”
A lo que él mismo añadía: “Cada vez hace falta menos factor trabajo para
producir lo mismo. La tecnología crea, por ejemplo, 10 mil puestos de trabajo
cualificados, pero con ello destruye 100 mil puestos de trabajo de personas no
cualificadas”
Esa es una previsión compartida por muchos
otros analistas, que se basan en la creciente automatización de la producción
en todos los ámbitos y en el desarrollo de nuevas tecnologías que cambiarán la
faz de la tierra, como la impresión 3D.
Todo ello nos lleva a hacernos una pregunta
obvia y preocupante: si tan sólo una pequeña fracción de la población será
productiva, ¿qué harán el resto de personas que no tengan trabajo?
Parece ser que tendremos una gran porción de
población sin una ocupación fija, posiblemente instalada en un estado crónico
de precariedad, quizás subsidiada en los países occidentales con una paga de
ciudadanía con la que poder subsistir mínimamente y sin posibilidades de
cumplir sus sueños o de realizarse a nivel profesional.
Una importante masa de personas de segunda
categoría, sometidas a un estado permanente de frustración existencial, que
como una olla a presión puede acabar provocando un estallido descontrolado que
haga temblar los cimientos de todo el sistema.
Todo parece apuntar, al menos ahora mismo,
hacia ese escenario futuro.
Y si nos ponemos por un momento en la piel de
las élites gobernantes, la pregunta que debemos hacernos es:
¿Cuál será la forma más fácil y barata de
controlar a esa gran masa de gente con un potencial tan enorme para reventarlo
todo de arriba a abajo?
¿Reprimiéndola duramente a través de un estado
policial y provocando con ello la posibilidad de una creciente respuesta
violenta?
¿O será más fácil, simple y llanamente,
drogarla de alguna manera? ¿Convertirla en adicta y utilizar la propia adicción
como válvula de control y dependencia hacia aquellos que les suministren la
sustancia adictiva?
La respuesta es obvia.
El placer es mucho más eficiente como arma
represiva que el dolor. El dolor o el sufrimiento conllevan una respuesta
agresiva, muchas veces ligada a los instintos de supervivencia más básicos. Una
fuerza que en determinadas circunstancias puede llegar a ser incontrolable.
Sin embargo, una persona con sus necesidades
de placer bien cubiertas, es una persona potencialmente sumisa. Un individuo
con el cerebro inundado por las endorfinas, es alguien narcotizado y dócil.
Tal y como afirma Rappoport en su artículo:
La lógica argumental que seguirán, para construir
la sociedad del placer instantáneo del futuro, es la siguiente:
“Si
mil robots que trabajan en una fábrica pueden fabricar más coches por día que
sus homólogos humanos y lo hacen con el fin de aliviar el estrés del trabajo,
entonces, por analogía, la entrega directa de placer a la población a través de
drogas o de estimulación electromagnética, evitando la necesidad de seguir un
proceso trabajoso para conseguir ese placer, también podrá ser considerado un
objetivo digno”
Una vez instalado este argumento lógico en el
imaginario común, que podríamos definir con la frase “el acceso al placer es un
derecho humano”, todo dependerá de las vías de suministro de ese placer y más
concretamente, de las facilidades que tengamos para acceder a él.
EL MONOPOLIO DEL PLACER
Si alguien pretendiera utilizar el acceso al
placer como herramienta de control y sometimiento social, lo primero que
debería hacer es apoderarse del suministro de ese placer, arrebatándoselo por
completo a los individuos.
Eso es prácticamente imposible. Los seres
humanos tenemos muchas y variadas formas de suministrarnos dosis de placer a
nosotros mismos, desde la actividad sexual hasta placeres refinados de carácter
cultural como el acceso a la música o la gastronomía.
Sin embargo, una forma de controlar el
suministro de placer, es convertir esas fuentes de placer en obsoletas y
embarazosas, ofreciendo en su lugar fuentes de placer más rápidas y cómodas. Pongamos
un ejemplo.
¿Alguien se imagina qué efectos tendría sobre
la sociedad si una persona pudiera alcanzar un orgasmo instantáneo simplemente
recibiendo un impulso electromagnético en su cerebro?
Ahora puede parecernos una locura, pero el
sexo tal y como lo conocemos, se convertiría rápidamente en una actividad poco
práctica, incómoda y prácticamente obsoleta.
Muchas personas ya no saldrían de sus casas
con el objetivo de someterse a los largos e impredecibles rituales del cortejo
y preferirían quedarse en sus domicilios, cómodamente sentados en el sofá
suministrándose orgasmos fáciles, evitando así la posibilidad de sufrir
desengaños, desencuentros, experiencias fallidas o verse sometidos a
“engorrosos” compromisos sentimentales.
Puede parecernos demencial, pero en algunos
países, como Japón, ya empiezan a sufrir los primeros síntomas de esta sociedad
atomizada y “des-sexualizada”…
Japón
sufre una crisis de líbido.
La
tasa de natalidad ha caído rápidamente y para 2060 se espera que la población
de Japón habrá disminuido en un tercio. Esto es consecuencia del hecho de que
los jóvenes japoneses cada vez mantienen menos relaciones sexuales.
Un
estudio demuestra que más del 20% de los hombres japoneses jóvenes muestran
desinterés por el sexo y prefieren el sexo virtual, así como un 45% de las
mujeres japonesas de entre 16 y 24 años de edad.
Por lo tanto, conseguir el monopolio del
placer es relativamente fácil; prácticamente es una maniobra empresarial. Se
trata de ofrecer un producto que ofrezca más comodidades y un acceso más rápido
al placer que los métodos actuales.
Que a nadie le quepa ninguna duda: si alguien
pudiera crear una fuente de placer instantáneo, las relaciones sociales se
alterarían dramáticamente, el sexo se convertiría en algo arcaico y otras vías
de obtención de placer, como la buena gastronomía, practicar deporte o realizar
actividades creativas, se verían condenadas a la extinción.
Ello conllevaría asimismo varias consecuencias
graves:
1 -
Adicción
El
acceso a fuentes de placer instantáneo, acabaría derivando irremisiblemente en
una adicción por parte de todos los ciudadanos hacia aquellos productos que
pudieran ofrecerles las dosis de placer narcotizante. Se sentarían pues las
bases para una Sociedad Adicta.
2 -
Externalización del placer y Dependencia absoluta
Una vez convertidas en obsoletas las fuentes
de placer que nosotros mismos o que las demás personas pudieran ofrecernos, se
abriría la puerta a productos comerciales de suministro de placer, por lo que
las empresas y grandes corporaciones que nos vendieran esos productos,
obtendrían un completo control sobre la fuente de nuestra adicción y por lo
tanto, sobre nosotros mismos.
Seríamos dependientes totales de nuestros
suministradores, de forma similar pero mucho más subyugante que la que pueda
tener un yonki con su camello, pues nuestra adicción estaría controlada por
organismos con los que no podríamos negociar ni contactar a nivel personal.
Esas organizaciones podrían dictaminar todo
tipo de condiciones de obligado cumplimiento a los ciudadanos adictos, con el
fin de que éstos se vieran obligados a obedecer para poder seguir disfrutando
de las dosis necesarias de placer que alimentan su adicción.
Con ello, pues, se sentarían las bases para
una completa tiranía y esclavitud y para un control absoluto de todos y cada
uno de los ciudadanos adictos, aunque sin lugar a dudas se nos presentaría bajo
el ya habitual sello de “la libertad de elección”.
Dicho de otra manera: se nos permitiría elegir
ser adictos a “Pepsi” o a “Coca Cola”… pero seríamos adictos y dependientes al
fin y al cabo.
3 -
Muerte de la creatividad humana
Muchas actividades humanas, relacionadas
indirectamente con la obtención o la falta de placer, se verían gravemente
afectadas.
Una de ellas, la más importante quizás, sería
la creatividad en todos los campos, desde el artístico hasta el intelectual o
científico.
Muchos de los grandes creadores de la historia
(obviamente no todos) han sido personas con carencias en sus vidas cotidianas,
cuya principal y a veces única fuente de placer o realización personal era la
que les suministraba su propia capacidad para crear o concebir ideas.
¿Qué habría sucedido si esas penosas hubieran
tenido un acceso rápido y fácil al placer y sus cerebros se hubieran visto
inundados de endorfinas de forma continuada?
¿Habrían sentido con la misma intensidad la
necesidad de crear o pensar?
¿Qué habría perdido la humanidad entonces?
¿Cuántos genios y grandes creadores habrían cesado sus actividades, al no
sentir la necesidad imperiosa de buscar en su interior una forma de expresarse
y realizarse?
Aunque parezca mentira, este es uno de los
mayores peligros que puede conllevar la construcción de una sociedad adicta.
4 -
Pérdida de la capacidad para valorar las cosas
El acceso fácil al placer inmediato
conllevaría daños irreversibles a nivel psicológico, en todos los miembros de
la sociedad.
Primero, porque aquello que se obtiene con
facilidad, no se valora lo suficiente.
Pero aún peor, porque una vez la gente
dispusiera de un fácil acceso al placer, todas aquellas cosas que no ofrecieran
una descarga instantánea y narcotizante de endorfinas en el cerebro, no serían
valoradas en absoluto por las masas adictas.
Así sería como las otras personas, los
pequeños detalles cotidianos, la belleza de la naturaleza, la creatividad, el
esfuerzo, el sacrificio o cualquier actividad que no implicara una recompensa
inmediata, se convertirían en algo pesado, aburrido y casi insoportable para
los adictos al placer fácil.
Habría un desprecio absoluto hacia todo
aquello que no ofreciera la dosis de placer correspondiente, tal y como le
puede suceder a cualquier drogodependiente, cegado por su adicción e incapaz de
valorar la vida y las necesidades de los demás.
La
sociedad pasaría a estar formada íntegramente por individuos desconectados
entre sí y profundamente egoístas, que solo pensarían: “solo me interesa mi dosis de placer, aquí y ahora
mismo y no me importa nada más”
Se disolverían las muestras de amor, de
empatía, de generosidad, de solidaridad…y tendríamos entre las manos la receta
para el infierno en la tierra.
5 -
Condicionamiento por asociación
Una vez sentadas estas bases, todos los
individuos seríamos fácilmente controlables. Podrían hacer con nosotros
prácticamente lo que quisieran.
¿Qué sucedería si esas dosis de placer
inmediato estuvieran asociadas a determinados elementos?
¿Qué sucedería si, por ejemplo, cada vez que
viéramos un determinado anuncio publicitario, un escalofrío de placer
recorriera nuestra espina dorsal?
Asociaríamos ese producto con esa sensación de
placer concreta y en nuestro cerebro serían indisociables entre sí.
¿Alguien es capaz de imaginar hasta qué punto
podrían manipularnos con este tipo de asociaciones?
¿Y qué sucedería si asociáramos la descarga de
placer con matar a alguien? ¿No sería la forma más efectiva de programar a los
soldados para que ignoraran todo tipo de planteamientos éticos o morales?
¿Y si alguien asociara la visión de la
autoridad o el cumplimiento de la ley con el placer?
Si alguien fuera capaz de suministrar, ni que
fuera una ligera sensación de placer al ver la cara de nuestros líderes…¿en qué
tipo de bestias obedientes y serviles nos convertiríamos?
Sabemos que todo esto que estamos diciendo en
este artículo parece una locura, propia de alguien que tiene un exceso de
fantasía o que ha perdido definitivamente el juicio.
Pero debemos empezar a pensar en este tipo de
escenarios, por fantasiosos que parezcan, porque aunque no los vayamos a vivir
inmediatamente, ya hay gente trabajando afanosamente en ello.
Dentro de poco, daremos el primer paso hacia
este mundo futuro aparentemente inconcebible. En pocos años la realidad virtual
formará parte de nuestro entorno más cotidiano.
Y una vez se haya mapeado adecuadamente
nuestro cerebro y se haya terminado de desarrollar la tecnología
correspondiente, Internet, la realidad virtual y las sensaciones de diseño nos
podrán ser suministradas directamente al cerebro.
Nuestra visión del universo se transformará
ante nuestros propios ojos, con la facilidad de un clic de ratón y todos
aquellos chismes, aparatos y redes informáticas que ahora concebimos como algo
externo a nosotros, pasarán a formar parte integral de nuestras mentes y de
nuestras experiencias sensoriales.
Habrá programadores de sensaciones de diseño,
descargables directamente en nuestro cerebro; serán la versión futurista de los
creadores de tendencias actuales, mezcla de programador informático, perfumista
y diseñador de moda.
De la misma forma que hoy en día existen los
olores corporativos que podemos percibir al entrar en determinadas tiendas o
negocios, el día de mañana dispondremos de complejas sensaciones compuestas que
inundarán nuestro encéfalo cuando accedamos a determinados espacios, reales o
virtuales. Sensaciones premium de alta calidad para los que las puedan pagar y
sensaciones gratuitas de calidad inferior con publicidad incorporada, al más
puro estilo “comida basura”, para los ciudadanos de segunda categoría.
Pero sea como sea, estaremos sometidos a una
inundación continuada e incesante de placer prefabricado, con el que
convertirnos en adictos y en obedientes esclavos del Sistema.
Para que estas locuras sucedan, solo hace
falta que nuestro cerebro esté conectado a la red…algo que por lo visto veremos
mucho antes de finalizar este siglo si no conseguimos reconducir antes la
evolución de nuestra especie.
Muchos, quizás cegados por su propia fantasía,
considerarán este futuro como algo altamente deseable, fascinante y
maravilloso.
Pero que nadie se deje engañar por su
entusiasmo, asociado a la más absoluta superficialidad. Ese mundo futurista no
será más que una enorme cárcel con brillantes luces de neón donde nuestra
conciencia individual estará agonizando…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
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