26.8.15

Una generación de futuras cucarachas capaces de ver el hongo atómico y hacerse un selfie.

EXTREMOFILOS

Un extremofilo según la ciencia, es un organismo vivo, el cual esta capacitado para vivir en ambientes extremos, en donde la vida teóricamente no es posible. Básicamente un extremofilo es un ser humano de hoy en día, en donde se le expone a condiciones de envenenamiento extremo y sobrevive, climas emocionales de toxicidad extrema y sobrevive, condiciones de precariedad social extrema y sobrevive, para el sistema somos como la mala hierba. Unos extremofilos que han de ser llevados al culmen de lo inviable para la vida y ver como nos adaptamos a estas condiciones, como si tal cosa. Para el sistema somos una plaga que no hay forma de erradicar, a pesar de quitarnos lo mas básico para vivir dignamente, no se sabe como, pero logramos adaptarnos y salir a flote.

Es cierto que hemos mermado nuestra capacidad de hacer saltar nuestros resortes de aguante mínimo con el paso del tiempo. La evidencia reside en que hace siglos por menos rodaron cabezas, y hoy, apenas elevamos la ceja ante cualquier injusticia, simplemente lo tomamos como una de tantas y seguimos nuestra procesión cansina hacia el activismo pasivo. Nos ponen constantemente a prueba y siempre superamos esos topes que incluso ese sistema pensaba que no toleraríamos. La era virtual ha permitido que la información nos inunde y a la vez nos paralice, nos proporciona lugares donde vociferar nuestra desidia (yo me incluyo aquí), el sistema recoge, recopila y archiva, y simplemente espera, observa, y aprieta un poco mas nuestras tuercas.

De vez en cuando los medios se hacen eco de la desigualdad y la injusticia social que campa a sus anchas por el planeta, nos indignamos y corremos a dejar patente en nuestro smartphone, nuestra repulsa, ante la violencia, el terrorismo, el hambre o cualquier causa justa, que toque ese día Al ser extremofilos nuestro corazón esta atrapado en una coraza que lo aísla de esa realidad incomoda, lo políticamente correcto esta por encima de lo éticamente humano, por eso los baremos de desgana crecen y crecen, haciéndonos impermeables a la lluvia ácida del drama de la calle. 


La inteligencia racional nos da argumentos para todo y todo lo justifica, da lo mismo lo que pase, siempre habrá un experto que explique de forma entendible y lúcida, que la culpa siempre es de otro y el sistema ama a sus ciudadanos, los cuida y los protege, justificará diciendo que esto, como siempre, son hechos aislados que no se corresponden con los últimos informes estadísticos de la agencia de turno que dicen esto o todo lo contrario.

La sociedad extremofila que se adapta a todo, multiplica sus leyes, sus normas, sus procesos y complica su burocracia para adaptarlo al gusto de todos los seres que disfrutan de su “modus vivendi in extremis” no hay apatía que invada al buen extremofilo, que se las gasta adaptándose a lo que “dios disponga”. Máximas tiene para aceptar todo lo aceptable, y tragar todo lo tragable. Su moral tiene callo y ya no se derrite por cuatro niños con fusiles en el telediario, necesita mas que eso para poder encontrarse un sentimiento. De vez en cuando y sin que sirva de precedente, el sistema le proporciona un evento en el que derrochar su reluciente indignación, y mostrarla orgulloso a sus congéneres, sujetando una pancarta en una manifestación, la ironía es que después de llevarse unos palos de la policía, puede sentirse orgulloso de sus cicatrices y de no haber logrado nada.

Un programa de festejos para extremofilos de pro, que no tienen bastante con firmar peticiones en Internet o retuitear la ultima algarada de moda, mañana podrán decir a sus nietos que el abuelo luchó por algo, que no significó nada, y que esos niños verán como una chochez mas del abuelo, una generación de futuros extremofilos a prueba de bombas, sin ideas, sin sentimientos, sin rebeldía, sin sangre.

Una generación de futuras cucarachas capaces de ver el hongo atómico y hacerse un selfie.


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