¿LA CREACIÓN, ES “BUENA”?
Como es arriba, es abajo (Principio Hermético)
Según
este principio, el universo se manifiesta, en todos sus niveles, en forma
similar. Si esto es correcto, podemos deducir reglas generales a partir de
fenómenos individuales, y viceversa.
Partiendo
de esta premisa, lo que vemos como expresión en la naturaleza, puede ser
aplicable a las normas generales del cosmos.
Nadie
podría decir que el mundo silvestre o natural es malo, pero tiene su
comportamiento, que podemos percibir como agradable o no.
Es
evidente que no se rige por pautas pacifistas, sino por una estricta dominación
jerárquica del más fuerte, o el más astuto, sobre sus inferiores, más débiles o
menos astutos.
Hay
un principio activo representado por el depredador, que busca y devora a su
presa y otro pasivo que espera a que muera para alimentarse de sus deshechos en
descomposición.
De
una manera u otra, todos somos devorados y todos devoramos. Esto se repite en
forma coherente en todos los planos y reinos de la naturaleza, desde la hormiga
o el puñado de tierra, hasta la política internacional.
El
libre albedrío, bajo esta mirada, se basa en elegir si somos hierba o
leopardo… si es que tal libre albedrío existe.
A
niveles cósmicos, la situación no cambia mucho. Se producen galaxias en
expansión que viajan a velocidades aterradoras, en un aparente equilibrio que,
sin embargo, no puede evitar la caída de asteroides, el paso de cometas, la explosión
de estrellas o que enormes agujeros negros nos fagociten.
Si
vamos a lo cotidiano, tenemos momentos de gloria, como cuando la familia se
reúne alrededor de una barbacoa, o Pablito se gradúa en la universidad; pero,
en general, la mayor parte del tiempo, la vida se trata de una lucha contra la
pobreza, la enfermedad, el aburrimiento o los tsunamis.
Todos
contra todos, si se trata de competir por un puesto de trabajo, un mejor sueldo
o una guerra.
Todo esto nos lleva a
alzar la mirada y preguntarnos qué clase de “Creador”, ideó esta
locura. Entonces aparecen los teólogos que nos dicen: “no, que no fue Él, que fue el Diablo”.
¿Y quién demonios creó al Diablo?, te preguntas… pues “Él”,
para que “tengas el libre albedrío de
elegir entre el Creador (bueno) y el Diablo (malo)”.
“Pero es que yo no quiero ser bueno, quiero
ser leopardo”.
“Ah… pos’no… ahí no se aplica el libre
albedrío, tu eres hombre”. Pero elige…
Nacido
para ser comido y comer a otros… pero con “ideas” de pacifismo y capacidad de
elección entre el bien y el mal, en medio de un universo que se
devora-a-sí-mismo…
Are you making fun of me?
Si
analizamos al Creador tomando en cuenta su creación, podemos decir que tomó un
puñado de energía, produjo galaxias y criaturas vivas (aunque todo esta vivo,
en realidad), combinándolas con cierto gusto y diversidad; pero que no tiene el
“poder” de acceder a energía auto-sustentable, por lo cual debe jugar con la
que tiene en mano (pregúntate a quién se la saca)
Pues
si su plan fuera una expansión constante de la vida y el conocimiento, no
hubiera puesto a la muerte en él. Y si su plan fuera que sus criaturas medraran
en felicidad… no habría puesto ni la enfermedad, ni la vejez… ni la pérdida
constante de todo…
Entonces, cuando llego a
esta reflexión, aparece de nuevo el teólogo y me dice: “Que no, que fue durante el génesis que cometimos el error
de comer del árbol del bien y del mal…”
Pobrecito
el hombre, condenado a vivir una existencia como esta… solo por haber
desobedecido a su creador… una vez… ese ha sido el fruto más caro del mercado.
Imagina
el rencor, en alguien que puede castigar a millones de almas, a través de
millones de años… solo por el error de uno de ellos…
A
estas alturas, como soy creyente, pienso en un ángel, viendo todo esto y
sublevándose… ¿alguien nos ha amado más que ese ángel?
Volviendo
al principio hermético.
Si
hay guerras aquí abajo, es porque las hay arriba. Si aquí hay ley de
supervivencia, también la hay arriba. Aquello no es la perfección, sino la
imagen que se refleja en este plano.
Cuando
una mujer hermosa se ve al espejo, ve un rostro bello. Una fea verá a una fea.
La aberración que es este mundo manifiesto es el reflejo de la aberración de su
creador.
Llevado
a términos de comportamiento cotidiano. En este mundo prospera el depredador,
el astuto, el inhumano… no el bueno.
Pero otra vez llegará el
teólogo y te dirá: “tu reino no es de
este mundo… te esperan los premios en el otro”.
Pues…
en verdad… tu mundo no es este y no hay ningún premio esperando. Fuiste
secuestrado de tu mundo, como cuando los mercaderes secuestraban esclavos en
África y vendido en un mercado donde para mantenerte prisionero te fue dada un
alma y fuiste convencido de que solo siendo bueno, ese alma te llevara a dios.
Por
eso de niño sentías que no perteneces a este lugar y que tus padres no son tus
padres, todavía tu memoria estaba fresca y el veneno que te dieron al morir no
había completado su efecto.
Ahora
no lo recuerdas, pero como te seguiré hablando de ello… tarde o temprano…
recordarás…
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