DE ILUSIONES Y ESPEJISMOS
Hay un par de términos en inglés: “ilusion” y “delusion”, que, en
castellano, serían así como “ilusión” y “engaño o espejismo”, que ilustran bastante bien dos formas de
percibir cosas en nuestra mente que nos inducen a generar escenarios ficticios
basados en información presente en nosotros, por un lado, o información
proveniente del exterior, por otro.
Podemos definir la ilusión como una
fantasía autogenerada en nuestra mente, mientras que la “delusion”, es una fantasía
más bien generada o inducida externamente. Si uno crea sus propias historias en
la psique sobre cualquier tema, a partir de las rutinas del
programa ego de generación de escenarios futuros y se las cree
como realidades verdaderas, solemos decir que esa persona está viviendo su
propia ilusión. Por otro lado, si uno es programado mediante alguna de las mil
formas que ya conocemos: medios, publicidad, educación, religiones, etc., para
creer en algo falso, o para subirnos al carro de las creencias de otras
personas, asumiéndolas como nuestra propia verdad, entonces podríamos decir que
vivimos en una “delusion”
o “espejismo”.
De hecho, en general, todos vivimos nuestra
propia ilusión. Lo hemos visto cuando hablábamos del modelo
holográfico de la realidad, y de cómo cada uno puede moldear la
suya. ¿Porqué entonces lo catalogamos como ilusión si, en realidad, todo lo que
existe, y todos nosotros, formamos parte de la mayor de todas ellas?
Básicamente por el concepto nuevamente de realidad o macro ilusión consensuada
para todos, ya que, al tomar como base una realidad común que
más o menos aceptamos como molde básico para ordenar nuestra vida, cuando
alguien se aleja mucho en su propia burbuja holocuántica y distorsiona en su
psique lo pre-establecido a nivel macro, es cuando empezamos a hablar de eso, que
alguien vive en una ilusión.
De alguna forma, podemos decir que las
ilusiones son ideas y creencias falsas, malentendidos, percepciones
distorsionadas de la realidad que han sido puestas en nosotros por influencias
externas, o que bien hemos captado del inconsciente colectivo y las hemos
incorporado a nuestro sistema energético y mental. Una ilusión puede consistir
en hacerme creer que algo es blanco para mi cuando en realidad es negro para el
resto de la humanidad.
En general, muchos de los conceptos y arquetipos
con los que trabajamos en nuestro día a día forman parte de grandes ilusiones
que dependen solo del punto de vista de la persona que los decodifica. Esto
pasa con los arquetipos de abundancia y escasez, por ejemplo. En general,
podemos decir que la abundancia es la sensación o sentimiento de “todo lo que necesito en estos momentos, y un poco más”. Es el sentimiento de que puedes confiar en tu
futuro, en tu mundo personal y en que la vida proveerá de aquello que te sea
necesario. Como lo que cada uno necesita en cada momento de su vida es
diferente, la definición de abundancia tiene tantas variantes como personas hay
en el planeta.
La escasez es, al contrario, la incerteza de que
lo que vayas a necesitar estará disponible, y activa partes de la psique que
gobiernan la competición,
la lucha por los recursos, la urgencia, y, a veces la desesperación. De forma
simple, la abundancia te hace sentir de forma estupenda y la escasez te hace
sentir mal.
Lo curioso es que estos dos conceptos
también son una ilusión, dependiendo de los escenarios que la persona genere en
su mente al respecto. Una persona tremendamente rica puede sentir escasez
respecto a los papeles de colores que llamamos dinero, ya que su escenario
mental pasa por cantidades mucho mayores de las que posee, y por el miedo a
perderlo, mientras que un simple ermitaño que no posee absolutamente nada puede
sentirse en abundancia y con la certeza de que tiene todo lo que necesita en su
vida, y más. Al final, la definición es personal y subjetiva, y, como tal, no
se puede medir por un baremo común para todos, sino que depende de la realidad
interior que cada uno haya creado.
Por razones obvias, el sentimiento de abundancia
es el más buscado por todos nosotros, en todas las áreas de vuestra vida,
proporciona paz, tranquilidad y seguridad. Pero si nos proporciona eso, será
porque de alguna forma hay algo en nuestro interior que no siente de forma
natural esa paz, esa tranquilidad y esa seguridad. ¿Cómo es eso? Vuelvo a
encontrarme en lo mismo cada vez que me auto-observo y me autoanalizo.
Si no me siento seguro de forma natural respecto
a mi mundo material o cualquier otro aspecto del mismo, ¿de dónde viene esa
inseguridad? ¿Viene de fuera de mi? Busco y encuentro programas y formas
mentales inducidas por el mundo en el que vivo y el sistema que nos cobija,
pero me doy cuenta que son una “delusion”, un engaño, ya que es una creencia falsa
insertada externamente en mi. Así que, al buscar, detectar y borrar los
patrones, programas y runas que generan inseguridad ¿que sucede?, que sin haber
variado ni un ápice mi realidad material, se instaura la ilusión de la
seguridad y desaparece la otra.
Estos experimentos me hacen pensar en las veces
en las que he tenido que acometer un nuevo proyecto, tarea u objetivo, y he
creído que no tendría los medios para ello. Programa de escasez en algún lado,
me digo a mi mismo. Rebuscamos en el patrón conductual, rebuscamos en las
esferas mentales, en el cuerpo mental, aquí y allá, y, efectivamente, programas
de escasez insertados por influencias externas. Otro espejismo. Los saco a la
luz de la consciencia, los borramos y eliminamos, y, sin tener aun ni uno solo
de los recursos que pudiera necesitar para acometer ese teórico nuevo proyecto
o tarea, tengo la certeza y confianza de que aparecerán, y vuelvo a sentir la
paz de que todo está bien en mi mundo, y que, de alguna forma, como dice el
refrán, la vida proveerá.
La ilusión de la abundancia respecto a la delusion de la escasez.
Es importante ser consciente de que
todo, una vez más, se fragua en nuestro interior, todo depende de lo que cada
uno considera real en su mundo, y su mundo se adapta a lo que cada uno decide
que es interiormente. Y aquello que nos induce a creer lo contrario siempre
tiende a venir de fuera, instalado como medida de seguridad para que no
moldeemos demasiado una realidad común que no interesa, por otras fuerzas, que
sea modificada.
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