En el ser humano parece residir una inconformidad
consigo mismo que lo lleva, en la mayoría de los casos, a tratar de
mejorar su aspecto exterior valiéndose de maquillaje, cosmética,
ejercicios y cirugía estética. Hicimos una pequeña investigación
en la red para recabar opiniones al respecto y estas han sido
variadas. La mayoría a favor de un mejoramiento natural como el que
se obtiene con la gimnasia sin drogas, aceptación parcial de la
cosmética y el maquillaje y muchas reticencias con respecto a la
cirugía estética, aceptada como correctora de defectos congénitos
o accidentes, pero no tanto cuando se trata de implantes o
correcciones para rejuvenecimiento o belleza.
Finalmente, agregamos una consulta de opinión
sobre la alternativa de crear un clon perfecto, incluyendo la
elección de sexo y lograr la transmigración de nuestra alma a ese
clon, lo cual consistiría en una forma de inmortalidad con
manipulación voluntaria del destino del alma.
En cierta medida la cirugía de hoy, combinada con
tratamientos hormonales, da a aquéllos que desean cambiar de sexo,
la aproximación a lo que sería un ideal de belleza y sexo elegido.
Lo cual también es rechazado por gran parte de la sociedad.
Evidentemente, todos sabemos que, en el fondo,
estas cosas son decisiones personales sobre las cuales nadie, desde
afuera, debería tener incidencia; aunque muchas personas tienen
observaciones morales o espirituales al respecto.
No vamos a evaluar el requisito de estas
intervenciones, como es el caso de artistas que creen necesitar
mantenerse jóvenes para poder obtener papeles, nos interesa el hecho
en sí mismo, separado de justificaciones.
Vivimos en un sistema al que llamamos matrix,
donde obligadamente enfermamos, envejecemos, morimos y teóricamente
hablando, renacemos en un nuevo cuerpo, sin posibilidad de elección
en ninguno de esos tránsitos.
Muchos estamos disconformes con ese sistema que
nos somete a situaciones de vida penosas y la mayoría de las veces
injustas, sin que a nadie le importe nuestra decisión al respecto.
Ser feo es un estigma, ser viejo también lo es y
la muerte arribada sin haber sido llamada es otra condición que nos
afecta grandemente.
Últimamente han sido publicados relatos sobre
nuestros “dioses” extraterrestres que se reproducen a través de
clones y manipulan la transmigración de sus almas a dichos clones,
asegurándose así sus posesiones, puestos de poder y elección de su
cuerpo.
En cierta medida es una expresión de libertad
sobre sus vidas, que a nosotros, humanos, nos es quitada abusivamente
sin nuestro consentimiento al ser obligados a vivir en el samsara.
Pero, es curioso que nuestros parámetros morales
nos hagan sentir que este tipo de prácticas están mal, sin que
sepamos a ciencia cierta por qué.
¿No será que hemos sido educados con este
concepto moral para que no anhelemos lo que nuestros amos ya poseen y
nosotros no, por carecer de poder adquisitivo para comprar algo asi?
Por otro lado hay una presión constante para ser
perfectos, bellos y siliconados.
¿Dónde está el límite, por ejemplo, para que
una intervención con aporte de implante cibernético, de una mano,
por ejemplo, sea moral o inmoral?¿Dependerá de si perdimos la mano
en un accidente?¿Estaría mal el recambio si se tratara de resolver
un problema de artritis provocada por la vejez?
Como vemos, los límites son imprecisos y una
persona con recursos económicos podría reemplazar partes de su
cuerpo por aparatos cibernéticos casi imperecederos, volviéndose
inmortal. Mientras que la opción biológica podría brindarnos
cuerpos nuevos clonados, sólo nos faltaría la tecnología para que
el alma reencarnara en dicho clon.
Según cuenta H.P.Blavatsky en su Doctrina
Secreta, el hombre tuvo la capacidad de generar su cuerpo a voluntad,
cuando el que habitaba sufría desgastes por los cientos de años de
existencia o resultaba dañado de alguna forma. Eran cuerpos sutiles
y nuestra conexión espiritual, no tan intervenida por el mundo
material, nos permitía esta operación natural de reencarnación
voluntaria.
Esa sería, también, la forma en que los siddhas
(espíritus libres, dioses) se “reproducirían” sin necesidad de
intercambio sexual.
Lo cual me hace suponer que la forma relatada por
Anton Parks sobre los annunaki, revela un gran desarrollo científico,
pero poca estatura espiritual de los mismos.
El sistema nos muestra la alternativa futura de
manipular nuestra inmortalidad a través de la tecnología (sin
decirnos, además, que estará al alcance de unos pocos), con lo cual
la búsqueda espiritual queda relativizada.
Por mi parte, creo en el hecho que somos nosotros
los que generamos, mentalmente, la existencia y alimentamos
inconscientemente al samsara, por lo cual anhelo cerrar los ojos un
dia y hacer que todas estas limitaciones desaparezcan, para retornar
a la generación a voluntad del vehículo que necesite para mi
aventura exploratoria del momento.
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