Nuestra capacidad de creer y confiar
en otros, es inversamente proporcional a nuestra capacidad para
creer y confiar en nosotros mismos. Desde este extraño y real
principio que se da matemáticamente en todas las personas, emana la
razón por la cual nuestro mundo está plagado de gente que saca
provecho de la inocencia de otras.
La
parasitación está ligada estrechamente a este principio. El
parásito se pega allí donde el huésped no es capaz de llegar, al
igual que la garrapata se instala donde el perro no es capaz de
alcanzar físicamente, nuestra mente está plagada de barreras que
impiden que lleguemos al parásito, sea etérico o sea encarnado.
Otro
principio matemático, dice que cuanto más parasitado estás, menos
estima te tienes, es por ello que cuanta más confianza en ti ganas,
menos posibilidad tendrás de tener que preocuparte de este
problema.
¿Por qué es tan importante? Sencillo.
Cuanto más confías en ti, en tu capacidad de levantarte tras una
caída, en tu fuerza de voluntad y más perseverancia tienes, menos
expuesto estarás a la manipulación de otro, más criterio y más
valores tendrás para sopesar y calcular cualquier intervención por
parte de alguien extraño y mayor defensa y fortaleza tendrás de
cara a una posible implantación dogmática e ideológica en tu
mente.
Fe
y confianza son sinónimos, y es algo que debes tener en cuenta
antes de depositarlos en ideas, creencias o personas. Igual que no
abres tu corazón a la primera persona que llega a ti, no debes
abrir tu mente a toda clase de información. Esta no es inocente y
neutra, el
conocimiento solo llega a través de la experiencia nunca a través
de la información.
Primero debemos formar nuestro
discernimiento, esto no es más que la comunicación entre mente y
conciencia, haciendo esta ultima de filtro validando las partes
útiles de la información que nos llega por distintos medios, lo
que comúnmente se ha nombrado como “resonar”.
Ese resonar debe ser interno y nacer
en el corazón, ya que lo que muchos llaman resonar no es más que
los anhelos y los deseos inconscientes que albergan en sí mismos,
es por ello que se enganchan a canalizaciones e información donde
todo es pintado de colores pastel, cuando la realidad es bien
distinta.
El sentido común y el discernimiento
bien aplicado, es lo que diferencia un consciente de un crédulo. La
Fe ciega no es Fe, es credulidad, y el crédulo es campo para que
pasten parásitos de todo tipo.
Un crédulo confía en la palabra del
cura pederasta, del político ladrón, del jefe explotador o de la
pareja infiel, y sigue la doctrina que le dicta su iglesia, vota en
cada proceso electoral, hace horas extra no remuneradas y lleva sus
cuernos con total orgullo.
Este
es un ejemplo basto de lo que son muchos crédulos, que nunca
cuestionan y lo toman todo sin importar que o quien. Obedecen porque
es lo que se espera de ellos, es parte del sentimiento de filiación
y arraigo.
Esto nos lleva a la capacidad que
tiene cada uno de otorgar capacidad y poder a otros, solo por el
estatus que aparente tener, la posición jerárquica que ostente, o
la etiqueta que porte.
Nadie es poderoso, ni tiene más
capacidad que tú, y tu conciencia. Todos partimos del mismo origen
y todos somos inicialmente iguales, solo existen distinciones
subjetivas basadas en la experiencia individual, lo cual no es
suficiente como para erigirse en una posición superior a la tuya
jamás. Lo que no contradice, que otros puedan enseñarte a ti en
base a esa experiencia, y viceversa.
No es una cuestión de ego, es una
cuestión de conciencia, que es lo que rige todo el universo. Cuando
entregamos confianza ciega, devoción o miedo, estamos entregando
una parte de nosotros a alguien que no tiene la capacidad ni el
poder para reclamárnoslo, pero que solo necesita persuadirnos para
entregárselo voluntariamente.
Arconte,
divinidad, político, general, médico o juez, son solo etiquetas
que un sistema ha otorgado a distintas entidades y roles varios, que
son solo formas de control. Solo en ti esta la capacidad de
otorgarles el rango que creen que tienen, o si de verdad necesitas a
alguien que ejerza un control sobre ti y tu conciencia.
Ser libre implica ser responsables de
nosotros mismos y del cuidado de los demás, en un constante flujo
de responsabilidad y cuidado reciproco.
Esto
nos lleva a los valores humanos que son: Compasión, perdón,
humildad, empatía, respeto, honestidad, lealtad…
Esos valores humanos, que muchos
consideran cristianos, y que son fundamentales para la convivencia y
el avance de una civilización, solo son fragmentos de lo que
llamamos amor incondicional. El amor no se puede definir como
tal, si no es desinteresado, y puro, aquel que se da sin miedo
a perder, ni intención de ganar.
Estamos constantemente expuestos a
constantes influencias, creemos ingenuamente que somos dueños de
nuestros pensamientos y que estos emanan de nosotros como algo
propio, pero la realidad es que muchos de nuestros pensamientos se
cimientan en creencias programadas de lo que nos inculcaron en el
pasado.
Hoy el trabajo a realizar es
identificar lo que es nuestro y lo que aún vive en nuestra mente y
fue inoculado. Identificarlo es sencillo, solo debes encontrar
aquellas ideas y pensamientos que vayan en contra de los valores
humanos, que te impidan expresar consciente y en conciencia quien
eres realmente, que te impida identificar lo que es justo y
verdadero.
Tu naturaleza es completamente
inocente, no deseas dañar a nadie, no deseas ningún mal, quieres
paz, armonía, colaboración, apoyo y respeto. Eso es lo que quiere
cada ser humano sobre este planeta, sin imponer ideas, ni criterios,
sin jerarquías piramidales, sin creencias limitantes…
Dar la importancia que merece a la
vocación de servicio, para que las comunidades futuras hagan de
este planeta un lugar donde vivir para futuras generaciones de seres
humanos, que porten como única bandera los valores que les definen
como raza única en el universo.
Enseña
estos valores a quien no los conozca, muestra como siempre hay una
forma mejor para llevar a cabo cualquier empresa con esos mismos
valores. Aplicarlos ayuda a todos indiscriminadamente.
Porqué
morir por un dios, o por una bandera, cuando lo más valioso que
tenemos y tendremos nunca ya está en nosotros, es universal y es
imposible robarlo?
No demos más poder a quien no lo
tiene, a quien no nos representa, a quien no tenga valores humanos,
a quien nos roba, nos miente, nos ordena matar o mentir.
No estás obligado a seguir ningún
designio que vaya contra estos valores, tampoco estás obligado a
tolerarlo. Tu responsabilidad con tu conciencia predomina sobre
cualquier interés, ideología, creencia o falsedad teñida de
verdad.
Deshazte
del miedo con el que te han educado, a las instituciones y entidades
que te controlan. Todas esas monolíticas columnas que sostienen
este sistema caerán, y entonces solo importará cuánto de humano
queda en ti.
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