© EN LA BOCA DEL LOBO
Yo, que no he creído en ningún momento en la trampa pandémica, ya estoy inmerso en ella.
Yo, por mi propio pie, me entregué al "sistema"
una vez éste consiguió "cazarme" y meterme dentro (no sé cómo) su
veneno magnético.
Me han cazado-irradiado-magnetizado y ahora mismo estoy en
aislamiento domiciliario tras una semana de hospital sometido a tratamientos
para detener-revertir el supuesto bichito.
¡Qué triste admitir haber caído del pedestal, y que, con la
cola entre las piernas, te has puesto en manos de los que sabes no se mueven en
la verdad, a pesar de que la mayoría sean unos mandados y víctimas por partida
doble...
Nada que decir de todos los que hacen el trabajo en un ámbito sanitario estresado ofreciendo la asistencia y apoyo que creen la adecuada. Por tanto sincero reconocimiento y respeto para ellos.
Da mucha grima tener que depender para tu salud de un
sistema pervertido y librado a la “farmafia”. El gran poder farmacéutico se ha
constituido como el peligro principal para la vida en la Tierra. Promover enfermedades
para después paliarlas (que no curarlas) es de una perversidad extrema. Hacer
negocio con la salud es demoníaco.
Pero bueno no me rindo y quiero contar lo que siento y cómo
me siento por si alguien quiere aprovechar algo.
Ir de mártir no parece que hoy en día sea muy provechoso.
Los que creen o están sometidos al relato general no ven en ello más que una
acción irresponsable que pone en riesgo a los demás.
Tratar de moverse por encima de las circunstancias concretas
es un reto importante. Todos tenemos algo que hacer. Seguir ahí ya es algo para
mantener la luz en alto.
De todos modos, la tentación de "largarme de esta
realidad” se me ha aparecido con toda consistencia: Desencanto, falta de
expectativas, cansancio, constatación del fin de una época, en fin... no me
gusta lo que me rodea.
Ganas de emprender nuevos caminos en otras dimensiones…
¿Qué mensaje puedo transmitir mínimamente constructivo?
Quizás lo que toca ahora es estar callado, empaparme de
humildad y paciencia, acurrucarme dentro de mí para reencontrar el calor y la
energía necesarios.
Estoy en las mejores manos... las de mi Yo Superior que
ahora más que nunca cumple la tarea de cuidar de mí mismo y de mi
vulnerabilidad presente.
Psíquicamente siento paz y bienestar interior acompañándome
en la convalecencia que me he tomado con calma y tranquilidad para posibilitar
que se vayan abriendo en mí nuevos espacios y posicionamientos que trasciendan
mi situación actual.
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com
12 agosto 2021
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