© AQUÍ ESTAMOS ¿Y AHORA QUÉ?
Está meridianamente claro que nada seguirá tal como era hace unos meses. Ante ello pueden adoptarse por lo menos dos posturas: Dejarse llevar o resistirse.
Tal vez las cosas no sean tan simples y haya que profundizar
algo más en la toma de posición.
Sin entrar en ningún bando concreto solo remitiéndome a la
pura y dura realidad de la limitación de libertades, movimientos y
posibilidades concretas de vida, me parece hallarme en un aparente callejón sin
salida.
Tanto si creemos en el relato oficial como si no, nuestro
margen real de maniobra es el mismo. Hemos perdido autonomía, iniciativa y lo
peor de todo… dignidad.
Estamos controlados, perimetrados y oprimidos. Y no entro en lo de manipulados pues lo que deseo es efectuar un análisis desapasionado y lo más realista posible.
Solo me valen los hechos y no las opiniones. Soy el primero
en apartarme de mis creencias si quiero llegar a establecer un marco de la
situación lo más aproximado de la realidad.
Si estalla una guerra se produce de inmediato el
arrasamiento del modus operandi vigente que se sustituye por la ley marcial
(eliminación de todas las garantías personales). Es la dinámica del sálvese
quien pueda, poco más a discutir.
Con el panorama social creado a raíz de la operación “pandemia”
hemos de reconocer que de manera sibilina y gradual nos adentramos en la misma
dinámica del párrafo anterior con el agravante de nuestra aceptación
inconsciente.
El hecho de que en esta gran operación esté implicada la
gran mayoría de la población mundial confiere a la situación una desmesura que
da como resultado la sensación de imbatible. Como si fuera una maldición ineludible.
Lo más parecido a un desastre global… ¿el famoso Armagedón?
Quizás una demolición controlada o tal vez, descontrolada…
Nada favorable para mí ni para nadie. De este inmenso
“punch” todos saldremos tocados. La cuestión sería ¿lo aceptamos de buen grado
o lo enfrentamos al precio que sea?
Si estamos de acuerdo en que todos saldremos malparados,
¿nos vamos a cruzar de brazos viendo como nos destruyen y destruyen todo lo
conocido hasta ahora?
¿Tenemos capacidad de revertir la situación?
¿Tenemos ganas de hacerlo?
He de reconocer que tengo la moral por los suelos pero no
por ello dejo de recordarme que estoy aquí y que si algo quiero he de ser yo
quien debe lanzarse a conseguirlo.
Como conclusión provisional reconozco la magnitud del
desastre y mi limitadísima capacidad de acción para contrarrestarlo pero me
emplazo a seguir atento la aparición de cualquier resquicio por donde poder
meter baza.
O sea que la cabeza alta y los ojos bien abiertos
ARMAGEDÓN
_____________________________________________
Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com
14 agosto 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario