© OBLIGADOS A VIVIR
Suena fuerte y al mismo tiempo desagradecido. Dejando a un lado cómo le vaya a cada uno en la vida, lo cierto es que no tienes otra opción que vivirla.
Hasta aquí la constatación de la realidad que comienza
cuando nacemos, sin haberlo pedido ni autorizado, al menos, con conocimiento de
causa (no entramos en terrenos metafísicos)
La cuestión es que necesitamos ir haciendo camino e inventarnos
sobre la marcha qué es lo que más nos conviene y a la vez relacionarnos con
nuestro entorno y esperar alguna colaboración.
Además necesitamos discernir en todo momento si lo que pensamos, decimos o hacemos, está bien o no. Luego están las dudas sobre lo que nos corresponde hacer o el lugar donde debemos estar.
Sí, es toda una carrera de obstáculos en la que sólo
contamos con la herramienta del ensayo y el error para ir tirando. No hay
manual de instrucciones, todo depende del feed-back
para darnos cuenta del acierto de nuestros actos.
También debemos decidir sobre la influencia de nuestra
actuación en los demás porque muy a menudo existen intereses contrapuestos. La
famosa recomendación de mantener el equilibrio es algo muy volátil y difícil de
aplicar.
Lo cierto es que la tarea de vivir no es fácil y muy
incierta, desorientadora. Lidiar con las propias necesidades y deseos comporta
quebraderos de cabeza que se agravan al tener que hacerlo compatible con los de
los demás.
Todo ello un buen galimatías en el que estamos inmersos sin
saber de entrada qué nos espera. Dicen que es un juego y que la incertidumbre
es la gracia porque está abierto a todas las posibilidades.
Quizás sí, pero cuando van mal dadas o te encuentras en
situaciones problemáticas ya no hace tanta gracia y la sensación de sentirse
“entrampado” se hace presente.
Toda esta reflexión está hecha desde los aspectos prácticos
visibles, sin entrar en el campo de la espiritualidad donde podemos encontrar
razonamientos, recursos o soportes adecuados.
El hecho es que nos abocan en esta realidad y... espabílate.
No parece un planteamiento demasiado bien intencionado o bondadoso que digamos.
Así como no contamos con manual de instrucciones, tampoco
disponemos de libro de reclamaciones, por lo que todo depende de nosotros, para
las verdes y las maduras.
A esta "independencia" se le llama libre albedrío:
Puedes hacer lo que te parezca pero tú eres quien corre todos los riesgos.
Si le buscamos la parte positiva debemos reconocer que la
alternativa entre existir y no existir nos hará decantar siempre por la primera
opción, a pesar de todos los inconvenientes que pueda suponer.
Por tanto, lo que decíamos en el título: Estamos obligados a
vivir -con agrado o por fuerza- y está en nuestras manos sacar el máximo
provecho de esta circunstancia.
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 14 agosto
2024
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