EL MUNDIAL MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA
Llega el
mundial de fútbol más importante de las últimas décadas. Quizás el
más importante de la historia.
Evidentemente,
cuando calificamos de “importante” un acontecimiento de este tipo, no nos
referimos a aspectos deportivos.
Que una
panda de millonarios ególatras y semi-analfabetos chuten un balón haciendo
posturitas no reviste la más mínima importancia. Eso solo es una más de las
muchas anécdotas insulsas que configuran la sociedad actual, tan insulsas como las
propias declaraciones que realizan ésta panda de memos adorados por las masas.
La
importancia de este mundial radica en las implicaciones que para algunos
gobiernos pueden tener los resultados deportivos.
Y es que la
situación socioeconómica en muchos países ha llevado a un nivel de volatilidad
social próxima al estallido revolucionario.
El ejemplo
de Brasil quizás sea el más paradigmático.
La imagen
tópica del “brasileñito” que acata sumisamente su precariedad vital bailando
samba y viendo fútbol ha volado por los aires.
En una
muestra de dignidad admirable, el pueblo brasileño no se ha dejado comprar ni
mangonear con los fastos de la celebración futbolística ni por la supuesta
necesidad patriótica de ofrecer una buena imagen al mundo, como pretenden
algunos indecentes
Dicen que el
fútbol es el nuevo opio del pueblo. Pues bien, resulta que en el país donde se
consumía más “opio”, el pueblo ha dejado de fumar y nos ha dado una lección a
todos.
Quizás algo
está cambiando en el mundo. Quizás sí hay un despertar de las masas, dispuestas
a dejar de ser masas para convertirse en conjuntos de individuos dignos y
pensantes.
Deberíamos
darle las gracias al pueblo brasileño por este regalo de esperanza que nos han
brindado a todos…
Pero el
descontento de la población, la desafección hacia los gobernantes y hacia el
funcionamiento del sistema en general no es exclusivo de Brasil.
Hay más
países cuyo equilibrio social pende de un hilo y cuyos gobiernos necesitan,
desesperadamente, un bálsamo que oculte la realidad socio-económica. Y como
todos sabemos, no hay mejor bálsamo que la victoria patriotera y el
enarbolamiento de la banderita, la madre de todas las manipulaciones de masas.
Sería el
caso de países como Portugal o Grecia, sumidos en una durísima crisis económica
desde hace años; o de Francia, donde el triunfo de la ultraderecha no hace más
que confirmar que el país galo se adentra, rápidamente, en un túnel oscuro a
todos los niveles, con lo que eso significa tratándose de un gigante europeo.
Pero si hay
dos gobiernos en el mundo que necesitan encarecidamente que sus selecciones
ganen la competición, esos son los de Brasil y España.
De hecho,
nos atreveríamos a decir que el interés trasciende las fronteras de los propios
países.
El caso de Brasil
Quizás a
nivel internacional, el caso de Brasil resulta el más trascendente.
Una victoria
de la Canarinha sin duda serviría para aplacar de alguna forma la intensidad de
las graves protestas callejeras que azotan el país, un movimiento popular más
peligroso y desestabilizador de lo que pueda parecer a primera vista.
Porque el
hecho de que en uno de los futuros gigantes mundiales (nada más y nada menos
que la “b” de los BRICS) la población se rebele, pone en peligro el
establecimiento de los nuevos paradigmas económicos y políticos tan largamente
planificados por las élites mundiales.
Y esa
rebelión popular promete agravarse tras el mundial de fútbol.
No olvidemos
que a la vuelta de la esquina, Brasil se topará con la organización de las
Olimpiadas de Río de Janeiro 2016, cuyos gastos faraónicos y consiguientes
corruptelas asociadas encenderán aún más el fuego del descontento popular.
Así pues, es
posible que, de alguna forma, a todos los gobiernos de la región e incluso del
mundo, no les vaya mal que la selección brasileña gane este mundial.
Para todos
ellos, sería un mal menor.
Imaginémoslo…¿Qué
sucedería si en un país tan grande y poderoso como Brasil se produjera algo
parecido a una revolución? ¿Cuáles serían las consecuencias? Cómo influiría
sobre la población descontenta de los demás países?
Brasil
ejerce una indiscutible fascinación y simpatía hacia todo el mundo…¿Sería bueno
para los gobernantes internacionales que esa fascinación natural que todos
sentimos se combinara con la simpatía por un movimiento masivo de protesta
popular?
Seguro que
no…
No sabemos
hasta qué punto los resultados futbolísticos se pueden manipular o pactar en
los despachos o en las altas instancias. Quizás sea imposible hacer algo así,
aunque hemos visto algún que otro indicio de que pudiera haber pasado en
anteriores mundiales (por ejemplo, la victoria de Francia en el mundial que
organizó en 1998 resultó algo sospechosa)
Lo que está
claro es que si este tipo de manipulaciones pudieran realizarse y se pudiera
llegar a algún tipo de acuerdo, las más altas esferas mundiales firmarían ahora
mismo una victoria de la Canarinha.
Pero hay
otro país donde la victoria de su selección se puede convertir en una necesidad
vital.
Una
necesidad vital para mantener su régimen político intacto.
Ese país,
obviamente, es España.
El caso de España
Sin duda,
una victoria de la selección española sería el gran espaldarazo que necesita el
rey Felipe VI, por múltiples razones.
Un triunfo
de España, recién estrenado su reinado, se convertiría en un símbolo y en una
imagen poderosa, no solo para la monarquía, sinó para todo el régimen político
y el establishment bipartidista asociado.
Y es que con
una victoria de la selección, el que nos venden como “el rey más preparado de
la historia”, se convertiría, además, en “el rey de la buena fortuna”.
La
manipulación psicológica usada en este caso sería tan evidente como efectiva.
Se asociaría
psicológicamente la victoria de España a la figura del nuevo Rey, apoyada en
una potente imagen visual que resultaría emblemática: la foto de Felipe VI,
exultante, levantando la copa en la portada de todos los periódicos.
Entonces,
una vez establecida esta relación, todo aquél que osara protestar contra su
reinado, quedaría marcado, inconscientemente, como enemigo de la patria y como
poco menos que un traidor.
Sería una
imagen demasiado poderosa, inoculada en las mentes más débiles: protestar
contra el Rey sería percibido por las masas como una protesta contra España en
sí misma.
Y encima, se
trataría de “una protesta injustificada”, pues se produciría en un escenario de
triunfo de España a nivel internacional.
A ello
deberíamos asociar el eje central de “todos” los problemas patrios: la unidad
territorial.
En este
aspecto, el triunfo de la selección sería el símbolo definitivo.
No solo
representaría el triunfo de la corona, sino “el triunfo de la unidad de los
pueblos de España ante aquellos que solo buscan dividir”. Justo el subterfugio
que necesitan las instituciones del estado y las castas parasitarias de origen
franquista que las habitan y que durante tantos años se han aprovechado del
enfrentamiento nacionalista, junto con sus socios necesarios de CiU y PNV.
Así pues,
quien osara declararse republicano en tales circunstancias, ya sabe lo que le
sucedería: no solo sería tildado de enemigo de la patria, sino que se vería
asociado al tradicional fantasma del enemigo interno: los “malignos
nacionalismos periféricos” catalán y vasco.
Como podemos
ver, pues, en el caso de España, este mundial se ha convertido en una cuestión
de estado de primera magnitud.
Si el
mundial pudiera comprarse con dinero, no os quepa ninguna duda que la fortuna
pagada por las élites españolas contendría una cantidad indecente de
ceros…aunque eso significara hipotecar el futuro del país durante generaciones.
Llegados
aquí, ¿alguien duda aún de que este mundial de fútbol puede llegar a ser
trascendente a nivel histórico?
Esta vez, la
cosa no va de golpear una simple pelotita.
Es un juego
mucho más importante.
Un juego en
el que, gane quien gane, el pueblo perderá…si no lo evitamos
EL ROBOT
PESCADOR
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