MANIPULACIÓN POR CAOS INFORMATIVO
(1ª parte)
Un artículo publicado en la web Waking
Times, nos habla de una de las técnicas que más se están
utilizando en la actualidad para manipular y condicionar a las masas
a través de las redes sociales.
Esta técnica se conoce como
Astroturfing y siempre deberíamos recordar su existencia cuando
vemos nacer movimientos sociales o corrientes de opinión
determinadas respecto a cualquier asunto social, político o
económico.
Así es como nos lo exponían en el
artículo de Waking Times…
TÁCTICAS DE LAVADO DE CEREBRO DE LA
INDUSTRIA DE LAS COMUNICACIONES
Nuestra realidad es cuidadosamente
construida por poderosas fuentes corporativas y políticas con el
objetivo de influir en la opinión pública de manera encubierta.
Constantemente son televisadas todo
tipo de mentiras flagrantes en relación con el terrorismo, la
alimentación, la guerra, la salud, etc. creadas para condicionar la
mente de los espectadores y obligarles a aceptar normas sociales
destructivas.
La práctica de la manipulación y el
control de la opinión pública con mensajes de los medios
distorsionados se ha vuelto tan común, que se ha formado toda una
industria a su alrededor.
El papel de esta industria de lavado de
cerebro es encontrar la manera de manipular cualquier tipo de
información para moldear la información que nos ofrecen los
periodistas. Nunca está claro hasta qué punto alcanza la verdad que
reciben los periodistas y que transmiten a la población, debido a
que la industria de las noticias se ha vuelto absolutamente
complaciente.
Los mensajes que nos ofrecen los
periodistas son moldeados por grandes poderes corporativos que a
menudo gastan millones en publicidad. Por poner un ejemplo, en EEUU,
un país repleto de periódicos, televisiones, radios y publicaciones
de todo tipo, existen seis conglomerados que poseen el 90% de los
medios de comunicación: General Electric (GE), News-Corp, Disney,
Viacom, Time Warner y CBS. Sin embargo, estas empresas funcionan bajo
muchas marcas diferentes, como Fox, ABC, CNN, Comcast, Wall Street
Journal, etc, dando a la gente la percepción de que están eligiendo
entre múltiples opciones diferentes.
Y en España sucede algo muy similar,
con unos pocos grupos que concentran el total de medios de
comunicación de todo el país.
“Como mostraron los investigadores de
Tavistock, era importante que las víctimas del lavado de cerebro
masivo nunca se percataran de que su entorno estaba siendo
controlado; por lo tanto debe haber un gran número de fuentes de
información, cuyos mensajes pueden variar ligeramente, a fin de
enmascarar la sensación de control externo”.
L.Wolfe, especialista de lavado de cerebro de masas
ASTROTURF: LAS NUEVAS TÁCTICAS DE
LAVADO DE CEREBRO
A medida que se ha producido el ascenso
de los medios alternativos, la maquinaria de la propaganda ha
continuado expandiéndose.
Sharyl Attkisson, reportera de
investigación de la CBS, explica que la técnica del Astroturf (o
césped artificial, en español), consiste en la creación de
movimientos de base falsos (Grass Roots en inglés), que se utilizan
para manipular y voltear todo tipo de información, influyendo no
sólo a los periodistas, sino a la opinión pública directamente.
“Astroturf es una perversión de las
bases. Hablamos de esta técnica cuando los intereses políticos,
corporativos u otros intereses especiales se disfrazan y publican
blogs, abren páginas en Facebook y Twitter, publican anuncios,
cartas al editor, o simplemente publican comentarios online en
cualquier medio o plataforma, para tratar de hacerte creer que el
mensaje sale de un movimiento independiente de base”
O tal y como la definen en la web
Marketingaholic:
“El astroturfing es una técnica de
marketing que consiste en ocultar al verdadero emisor de un mensaje
publicitario o propagandístico, y hacerlo pasar por una expresión
popular y espontánea. A través de este controvertido método, se
crea popularidad y masividad ficticias, para que otras personas estén
más proclives a aceptar la idea, marca o producto que se desea
promover. El término proviene de Astroturf, una marca de césped
sintético”
¿Cómo podemos llegar a distinguir lo
que son movimientos, organizaciones o opiniones reales de lo que no
es más que una máscara para engañar e influenciar?
Es realmente difícil, puesto que
cuando se crean estos movimientos de base falsos, se envuelven de la
información adecuada para que parezcan reales.
Así, cuando crean un movimiento de
base falso mediante la “técnica del Astroturf”: se crean páginas
de Wikipedia, supervisadas por las corporaciones; se genera una
amplia y continuada presencia en los medios sociales, incluyendo
Facebook y Twitter, a cargo de profesionales pagados; se financia
secretamente a organizaciones sin fines de lucro para conseguir el
apoyo de terceros y aumentar la presencia en las redes; se buscan
páginas web con motores de optimización, tales como blogs y sitios
de terceros que apoyan una agenda específica; se financian
investigaciones que se presentan engañosamente como opiniones
independientes de estudiosos o científicos; se financia a expertos
que trabajan en proyectos no relacionados para que apoyen
indirectamente la causa, convirtiéndolos en realidad en consultores
pagados, etc, etc…
Estos métodos se utilizan para dar a
la gente la impresión de que existe un amplio apoyo para un
determinado programa, idea o movimiento, cuando, en realidad, ese
apoyo puede que ni tan sólo llegue a existir.
Las tácticas de Astroturf también se
utilizan para desacreditar o criticar a aquellos que no están de
acuerdo con ciertas agendas, calificándolos con estereotipos como
“teórico de la conspiración”, “magufo” o “curandero”,
algo que ya conocemos ampliamente pues este tipo de técnica
descalificativa se aplica constantemente.
A nadie debería sorprender lo que
denuncia este artículo. Al fin y al cabo es la consecuencia lógica
de la sociedad en la que vivimos.
Y es que vivimos en la era de la
comunicación, un momento de la historia de la humanidad sin
precedentes, en el que una cantidad cada vez más abundante de
información se intercambia con una facilidad nunca vista.
El gran problema es que, cuanto más
prolifera el intercambio de información casi sin filtros ni
cortapisas, más prolifera el intercambio de mentiras, bulos y
manipulaciones.
Es cierto, tenemos acceso a mucha
información a la que antes no podíamos llegar… ¿Pero sabemos
distinguir cuánta de esa información es verdadera y cuánta es
falsa?
Si una cosa nos demuestra el ejemplo
del Astroturfing es que en muchos casos, no sabemos dónde se origina
una determinada información, quién se oculta tras ella, ni qué
intención real tiene.
Así pues, la pregunta que quizás
deberíamos afrontar es: ¿estamos mejor informados que en otros
momentos anteriores de la historia humana?
¿La información a la que tenemos
acceso contribuye a que estemos más cerca de la verdad respecto a lo
que acontece en nuestro mundo, o quizás este exceso de información
genera más confusión que otra cosa?
Y es que si una palabra caracteriza al
mundo sobre comunicado de la actualidad, es la palabra CONFUSIÓN.
EL REINO DE LA CONFUSIÓN IDEOLÓGICA
Uno de los ejemplos más concretos del
grado de confusión que reina en la sociedad actual, lo encontramos
en el campo de las ideologías políticas.
Durante décadas, distinguir entre
“progresistas” y “conservadores” o entre “izquierdas” y
“derechas” ha sido fácil. Los puntos de referencia estaban muy
claros y situarse en el tablero político era sencillo.
¿Pero sucede lo mismo en el mundo
actual?
Ahora, más que nunca, Internet se ha
convertido en un campo de batalla caótico, en el que las “líneas
del frente” están desdibujadas y en el que es prácticamente
imposible distinguir entre amigos y enemigos, entre izquierdas y
derechas, entre sinceros y embusteros; es como un oceáno agitado en
el que ya no se puede navegar con las viejas cartas de navegación,
pues las corrientes y los vientos han cambiado totalmente, las islas
se desplazan de lugar e incluso las líneas de las costas se
desdibujan y reconfiguran continuamente.
Lo primero que debemos hacer es dejar
de engañarnos a nosotros mismos y aceptar que en el mundo de hoy ya
no existen ni “izquierdas” ni “derechas”, al menos tal y como
las conocíamos hasta ahora.
Vivimos en un mundo en el que gran
cantidad de movimientos presuntamente independientes, presuntamente
de izquierdas y presuntamente anti-globalización, son financiados
secretamente por multimillonarios como George Soros; un mundo en el
que partidos que se hacen llamar “Socialistas y Obreros” como el
PSOE español, están a las órdenes directas de las grandes
corporaciones que siempre habríamos identificado con “el capital”;
un mundo en el que un personaje como Vladimir Putin es considerado un
ídolo de los movimientos izquierdistas bolivarianos y
pro-castristas, mientras es entronizado a la vez por la ultra-derecha
europea más fascista y radical, como la que representa el Frente
Nacional Francés de Marine LePen; un mundo en el que partidos
progresistas como Podemos, aliados de esos mismos bolivarianos,
tienden “alianzas” con medios de comunicación impulsados por
dictaduras ultra-religiosas (y por lo tanto, retrógradas y
ultraconservadoras) como la de Irán; y por descontado, un mundo en
el que las potencias occidentales, empezando por EEUU y sus aliados,
crean y financian a los mismos grupos terroristas que dicen combatir
abiertamente.
Si trajéramos a la actualidad a los
activistas políticos que luchaban por las calles a principios del
siglo XX, probablemente se volverían locos.
Mirarían ojipláticos a sus
correligionarios de la actualidad y les preguntarían entre
balbuceos: “¿y dices que éste es aliado nuestro?”
De hecho, si no estuvieran tan
acomodados, se deberían volver locos hasta los activistas políticos
que agitaron el mundo en la década de los 60.
¿Quién es quién en la actualidad?
¿Dónde están las presuntas fidelidades ideológicas “de toda la
vida”?
Nada de lo que vemos parece tener
sentido ya, al menos siguiendo los viejos parámetros.
Lo más desconcertante del asunto es
que hay gran cantidad de gente que se niega a ver todas estas
contradicciones, y programada aún con los viejos parámetros y
coordenadas fijas del pasado, sigue combatiendo enconadamente en
favor de unos u otros, aferrándose fanáticamente a sus filias y
fobias más profundas y negándose a aceptar que en realidad, esos
viejos bandos ya no existen.
Pongamos un ejemplo candente que ha
eclosionado con especial fuerza en estos últimos años y que
probablemente resultará incómodo para muchos lectores: el caso de
Vladimir Putin y sus medios de comunicación afines.
Como decíamos antes, ver a gente que
se autoproclama “de izquierdas” o “progresista” defendiendo a
un ultra-derechista como Putin resulta sencillamente pasmoso.
En estos momentos hay millones de
personas que prácticamente consideran a Putin poco menos que un
“santo” o un “libertador”; un hombre venido de los cielos
para traer la paz y la concordia a la tierra.
Esa misma gente devora con afán los
medios de comunicación pro-rusos, como RT o Sputnik, negándose a
ver que al menos una tercera parte de las noticias que ofrecen son
pura propaganda militarista en la que los medios rusos se jactan de
lo “destructivas y mortales” que son las armas rusas, al más
puro estilo del ultra-nacionalismo fascista de toda la vida: “las
mejores armas, las que matan más, las que más destruyen, mucho
mejores que las de esos americanos gordos y desgraciados; los mejores
misiles nucleares, los submarinos más indetectables, los bombarderos
más mortíferos y los tanques más invulnerables”
Si en lugar de ser medios rusos, fueran
medios norteamericanos y en lugar de la palabra “Rusia”, viéramos
escrito “EEUU” o “Israel”, no queremos ni imaginarnos lo que
estaríamos diciendo sobre el contenido de estos medios.
Y es que de la misma forma que dar un
paseo diario por los medios pro-occidentales significa someterse a un
adoctrinamiento completo vergonzoso repleto de falsedades y
manipulaciones, un paseo diario por RT o Sputnik es lo más parecido
a un lavado de cerebro en un cuartel militar, por más que le pese a
más de uno.
Y nosotros lo sabemos bien, porque CADA
DÍA, en nuestros blogs del Robot Pescador y El Microlector, nos
hacemos eco de las noticias publicadas en estos medios pro-rusos e
incluso pro-iraníes, precisamente porque ofrecen informaciones que
van EN CONTRA de la corriente mayoritaria pro-occidental.
Pero eso no significa que nos traguemos
toda la inmensa cantidad de basura propagandística que estos medios
vomitan: sencillamente aprovechamos las denuncias que realizan contra
occidente, para acceder precisamente a aquellas informaciones que los
medios occidentales tratan de ocultarnos y que por puro interés,
ofrecen sus “presuntos enemigos”.
Por poner un ejemplo: si no fuera por
los medios pro-rusos y pro-iraníes, que se han dedicado a
contrarrestar la propaganda occidental sobre la guerra de Siria, no
conoceríamos las auténticas vinculaciones de Estado Islámico y
Al-Qaeda con las potencias regionales, ni el oscuro papel que ejercen
en la promoción del terrorismo yihadista países como EEUU, Israel y
sobretodo Arabia Saudita y la Turquía de Erdogan.
Y esto es lo que a mucha gente le
cuesta aceptar y comprender: los medios rusos e iraníes no denuncian
todo esto porque sean los valedores de la VERDAD.
Lo hacen porque les INTERESA a nivel
político y militar.
Y puesto que la información que
transmiten obedece a sus INTERESES, exactamente como sucede con los
medios occidentales, debemos ser conscientes de que obedeciendo a
estos intereses, también MIENTEN o falsean la realidad cuando a
ellos les conviene, exactamente igual como hacen los medios
occidentales.
¿TAN DIFÍCIL ES COMPRENDER ALGO TAN
SIMPLE COMO ESTO?
La única conclusión a la que podemos
llegar en esta guerra de intereses propagandísticos, es que no hay
ni “buenos” ni “malos”, ni “defensores de la verdad”
contra “defensores de la mentira y la manipulación”.
De hecho, solo hay “malos” y
“manipuladores” con diferentes colores de uniforme o de bandera,
que defienden sus respectivos intereses momentáneos… y nosotros,
la gente de a pie, solo somos sus títeres manipulados, piezas en su
ensangrentado tablero de juego.
Múltiples bandos luchan por conquistar
nuestras mentes, para poder así usar nuestros cuerpos como carne de
cañón en sus batallas y conflictos, de los que jamás recibiremos
beneficio alguno, como nos demuestra la historia una y otra vez.
Y solo alguien que es muy crédulo o
que está muy adoctrinado, no se da cuenta de ello, por más próximo
que pueda sentirse ideológicamente a uno de los “bandos” en
lucha.
Sin embargo, podemos obtener
información valiosa en este conflicto de intereses, si en todo
momento adquirimos una posición lo más neutral posible y somos
capaces de intuir la inclinación ideológica y los intereses que
defienden aquellos que publican noticias o generan corrientes de
opinión.
Dicho de otra manera: sabiendo “de
qué pie cojea cada uno”, podemos tratar de equilibrar la balanza y
contrarrestar su sesgo ideológico.
Y si además somos capaces de detectar
nuestro propio sesgo ideológico y también tratamos de
contrarrestarlo en la medida de lo posible para tener una visión más
neutral de la realidad, entonces dispondremos de una brújula
indispensable para tratar de navegar en medio de este caos ideológico
e informativo.
Y la pregunta es: ¿sabiendo que todos
mienten por interés, conociendo cuál es su sesgo ideológico y
tratando de compensar la información distorsionada que cada “bando”
nos ofrece, podremos conjurar el Caos Informativo en el que nos
sumerge la sociedad actual?
Nos tememos que no, pues el problema al
que nos enfrentamos es mucho más complejo aún, como trataremos de
exponer en la segunda parte del artículo…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
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