INGENIERÍA SOCIAL Y EUGENESIA
Para poder entender
mejor la idea que quiero expresar se hace necesario contextualizarla a lo largo
del tiempo para que adquiera el justo peso específico porque una idea vista en
un momento dado de la historia, se suele quedar en solo eso, una idea; pero es
posible, de hecho es seguro que cualquier tipo de circunstancia que nos afecta
hoy en día, para poder explicarla, vamos “tirando de la manta” de una forma
cronológica, buscando sus orígenes y no os quepa duda que quedaremos
fascinados, como es en este caso.
Referente a la
eugenesia, darwinismo social e ingeniería social hay que empezar en el siglo
XIX que fue la maceta donde germinaron grandes movimientos que sacudieron la
filosofía, la política y la ciencia y cuyas luces y sombras, a principios del
siglo XXI, aún nos siguen afectando. Durante el siglo XIX nada estaba realmente
diferenciado, los grandes descubrimientos científicos se interrelacionaban con
los movimientos filosóficos y religiosos que conformaban la moral de las
sociedades y, por tanto, buena parte de las políticas de sus gobiernos. Fue en
este contexto en el que Charles Darwin, tras viajar en el Beagle dos años y
después de varios más analizando sus muestras y observaciones, decidió hacer
pública su teoría sobre la evolución de las especies.(sobre esta teoría hay
mucho que decir, pero no es el tema de hoy).
La
"supervivencia del más apto", término que no fue acuñado por Darwin
sino por el filósofo británico Herbert Spencer, o la "selección
natural", que sí se le debemos al naturalista, dieron el salto de lo
meramente biológico al campo de la filosofía y de la naciente sociología.
Francis Galton, además de primo de Darwin, fue un hombre de ciencia
polifacético. Sus estudios sobre herencia ayudaron a desarrollar lo que se
conocería décadas después como genética y también fundó y promovió la
eugenesia, pseudociencia que propugna la mejora de la especie humana.
Galtón y otros
consideraban que dentro de la Humanidad, los diferentes grupos combatían entre
sí mediante mecanismos de competencia darwiniana, de forma que los más exitosos
eran los portadores de las características más avanzadas y
"perfectas" y, por tanto, los más aptos y lógicamente, el futuro
(interpretando por más aptos la elite de la clase alta, claro). No sólo las
personas con enfermedades hereditarias o socialmente rechazables como la
epilepsia, sino las que padecían problemas como el alcoholismo o incluso
aquellas que por circunstancias variadas tenían que practicar actividades como
la mendicidad o la prostitución, pronto se pusieron en el punto de mira de sus
partidarios. Por supuesto, la raza era otro factor demasiado importante para
desecharlo y es que el racismo en esa época no era un concepto tan denostado
como en la nuestra.
Las justificaciones
sociales también encontraron su lugar. El criminólogo italiano Cesare Lombroso
hablaba de imbéciles morales refiriéndose a aquellos individuos que no habían
alcanzado un adecuado grado de evolución, por lo general locos peligrosos,
asesinos natos y epilépticos, encontrando así una explicación para los
comportamientos antisociales.
La eugenesia tenía
dos formas de llevarse a cabo. La primera era evitar que determinados grupos se
aparearan entre sí. Este sistema segregacionista se definió como eugenesia positiva
y permitía en teoría salvaguardar los supuestos caracteres positivos de los
individuos superiores. Este concepto es más antiguo aun refiriéndome a la
endogamia tanto entre casa reales como entre familias de alto poder económico
como los Rotchschild, Rockefeller, Morgan… La segunda, la eugenesia negativa,
consistía bien en que no pudieran reproducirse quienes formaran parte de los
grupos considerados inferiores, es decir, en su eliminación como sujeto
reproductor, bien en su asesinato, acelerando de esta manera el que desde su
punto de vista era el proceso natural. Ambos sistemas encontraron lugar en las
políticas de los gobiernos de muchos países occidentales. El darwinismo social
había encontrado una herramienta perfecta para su máxima expresión, mucho más
poderosa que la simple y execrable opinión de un ciudadano con mayor o menor
poder o influencia: había encontrado el Estado.
Tendemos a pensar que
la eliminación, el asesinato de miles de personas cuyo principal crimen es
padecer una enfermedad congénita, una tara física o psíquica o simplemente, ser
rechazado por una determinada elite social, era propia de estados totalitarios
donde una moral diabólica abogaba por su desaparición o de sociedades antiguas
como la de Esparta donde los niños con malformaciones eran sacrificados, pero
eso no es toda la verdad. Conviene recordar también que países con regímenes
perfectamente democráticos abrazaron las tesis eugenésicas en forma de
políticas sociales. Varios gobiernos europeos legislaron y pusieron en práctica
leyes de inspiración eugenésica en las primeras décadas del siglo XX y, como
veremos, hasta la década de los sesenta del siglo XX se siguió llevando a la
práctica en Europa.
En Gran Bretaña, el
Galton Laboratory for National Eugenics, con sede en el University College de
Londres, y en Estados Unidos, el Eugenics Record Office, perteneciente a la
Carnegie Institution, se pusieron a la cabeza de las investigaciones en este
siniestro campo. Los artículos e investigaciones tuvieron suficiente presencia en
periódicos y revistas y fueron consiguiendo adeptos.(hecho patrocinado por la
elite de la época para justificar la injusticia social así como para justificar
las barbaridades que se llevaban a cabo en las colonias. Así comenzaba un
siniestro plan que a lo largo de la historia ha ido evolucionando y
perfeccionándose hasta nuestros dias).
El periodista H. L.
Mencken propuso un programa de esterilización para los aparceros del sur de
Estados Unidos. En Francia, Lapouge llegó a promover la extinción de pueblos
enteros si el gobierno no imponía límites a la reproducción. Tanto "clamor
popular" no fue pasado por alto por los políticos y, poco a poco, se
fueron creando organismos públicos que estudiaron la situación. Casi todos los
estados que formaban Estados Unidos tenían algún organismo que promovían la
segregación y, entre 1900 y 1935, treinta y dos de ellos promulgaron leyes de
esterilización forzosa a consecuencia de las cuales se "trataron" a
más de 70.000 norteamericanos. Todas las naciones nórdicas desarrollaron algún
tipo de medida legislativa que promulgaba alguna medida de carácter eugenésico.
En 1914, el Eugenics
Record Office de Davenport pidió poner en funcionamiento un programa estatal
que pretendía esterilizar una décima parte de la población en cada generación
con la intención de suprimir la herencia de "esa parte sumergida e
inútil" que afectaría en una primera parte a un total de 15 millones de
personas. El estudio aseguraba que tal medida sería aceptada por la gran
mayoría de la opinión pública. Afortunadamente, no se llegó a poner en marcha.
Por otra parte, el Tribunal Supremo llegó a apoyar la constitucionalidad de un
modelo eugenésico redactado por la Eugenics Record Office y promulgado en
Virginia para esterilizar a los pacientes y residentes en instituciones
psiquiátricas estatales.
La idea cuajó y
Alemania terminó desencadenando la Primera Guerra Mundial. La Liga Monista
apoyó el esfuerzo de guerra y, tras la derrota, buena parte de sus miembros
abrazaron con alegría el Partido Nacionalsocialista. En 1933, Alemania aprobó
la Ley para la Prevención de la Progenie Genéticamente Enferma que ordenaba la
esterilización de personas que "padecieran" debilidad mental
congénita, esquizofrenia, manía depresiva, alguna deformidad física grave,
ceguera o sordera hereditarias, o incluso un fuerte alcoholismo, todo ello
establecido por un tribunal de salud pública. El nazismo encontró una sociedad
preparada para poner en marcha buena parte de las políticas genocidas que lo
caracterizan. Lo que vino después, me lo salto porque lo sabe todo el mundo.
En los años
cincuenta, Stalin no se quedó atrás en toda esta esquizofrenia cuando en un año
mató literalmente de hambre a siete millones de ucranianos.
La actividad
eugenésica no cesó pese a lo que se pueda creer, en la década de los 60, miles
de "débiles mentales" fueron esterilizados en los países escandinavos
donde los dirigentes políticos y genetistas aplicaron medidas de esterilización
forzada porque temían que el Estado de Bienestar impulsara a los "inaptos"
a reproducirse. Entre 1934 y 1975, 63.000 personas, de las cuales 90% eran
mujeres, fueron esterilizadas autoritariamente en Suecia, y 48.000 en Noruega.
Y, a dia de hoy, un referente claro eugenistico es la política oficial en salud
materno-infantil de China.
La pregunta es ¿
existe hoy en día algún tipo de condicionamiento o directrices planteadas por
la elite para continuar con esta ideología eugenista y de control sobra las
“clases menos aptas”? Desgraciadamente, la respuesta es si.
Por tanto, las
teorías evolutivas de Darwin y Spencer marcan un giro importante en el debate
científico a partir de la segunda mitad del siglo XIX, que coincide también con
un cambio en las motivaciones sociales. Aparece una ideología paralela,
específica del empresariado industrial: la doctrina del laissez-faire, que, en
un contexto capitalista, justifica la competencia, el trabajo asalariado, los
beneficios y la acumulación de capital. Spencer y Darwin habrían sido capaces
de conectar la guerra y la competencia en el mercado encontrando un componente
común: la lucha por la vida operando en todas las esferas de la vida, en una
única ley de la evolución, "para completar así la biologización de la
historia sin abandonar el sueño de la Ilustración del progreso universal".
La teoría de la selección natural y la lucha por la existencia, se hallaba en
consonancia con el principio de libre mercado y la competencia abierta del
liberalismo económico imperante. Este concepto liberal ha ido evolucionando
hasta nuestros días dando como resultado lo que se conoce como globalización.
La “sociedad
capitalista” es el terreno, como lo describió Darwin, donde cada uno compite
con los demás bajo condiciones muy duras y brutales, donde solamente sobreviven
los más fuertes, donde los débiles y desprotegidos son eliminados y aplastados
y donde domina la competencia despiadada. Y ha sido desde entonces hasta
nuestros días que la elite que ostenta el poder han trazado una línea
ideológica basada en la “ley del más fuerte”, creando líneas de actuación
“sutiles” para tener a las clases más débiles bien atadas y manejadas. Suena
fuerte, pero es así. Desde entonces han ido tejiendo un entramado que abarcan
todas las disciplinas de esta nuestra sociedad: educación, salud, política,
filosofía, medios audiovisuales, etc. Han logrado crear una sociedad donde nos
creemos libres y la realidad deja mucho que desear.
Hasta aquí todo
parece una historia de ciencia-ficción, pero empecemos a dar nombres y
relaciones para que el tema adquiera credibilidad:
Como he dicho, estas
pretensiones no se quedaron en teoría. La intelectualidad europea tenía
un plan de praxis que nunca ocultó y con el que fantaseaban en sus obras sin
ningún tipo de complejo: buscaban construir una “nueva sociedad” (sic, así dijo
por ejemplo Proudhon), un “nuevo hombre” (sic, así dijo por ejemplo Nietzsche),
una “nueva ciencia” (sic, así dijo por ejemplo, Galton). No sólo se contentaron
con negar a Dios, repudiar a Dios, “matar a Dios”… osaron también intentar
sustituirlo.
Comenzaron a jugar a
ser Dios, creando hombres ideales, ciudades ideales, sociedades ideales. Esta
blasfemia se apoyó en una comunidad científica financiada por la misma minoría
industrial-bancaria que ahora mismo se jactan de ser los dueños del mundo. La
élite científica de finales del siglo XIX se arremolinó alrededor de un único
centro institucional: Londres. Karl Marx era alemán, pero redactó y publicó el
Manifiesto Comunista en Londres (de hecho, él mismo está enterrado en
Highgate).
Sigmund Freud era
austriaco, pero se fue a “teorizar” a Londres (él mismo, vivía en Maresfield
Gardens). Elliot Jaques era canadiense, pero se mudó a Londres para trabajar en
Tavistock Institute. ¿Por qué Londres? Pues porque toda hueste de este monstruo
tiene allí su nido así como en ciertas universidades renombradas
estadounidenses.
Una de las pocas
familias involucradas en este experimento de élite científico-racial fueron los
Huxley; y esto nos lleva directamente al fiel H.G. Wells, socialista fabiano
perro bulldog de Charles Darwin (no le estoy insultando: así fue llamado en su
tiempo).
Este círculo
científico vivía y trabajaba (y trabaja) con un objetivo que sus escritos nunca
ocultaron: construir una sociedad ideal jerarquizada a través de una ciencia
secular representada por una escasa minoría científica que en última instancia
rinde pleitesía a la elite. H. G. Wells, que fue alumno de T.H. Huxley (el
“perrito” darwinista) en la Royal College of Science. Muchos piensan en la
actualidad que Wells fue sólo un novelista de ciencia-ficción, pero si leemos
sus libros de no-ficción, encontraremos un buen montón de folletos de
propaganda New World Order (literalmente; así se refería al proyecto fabiano:
New World Order). Julian Huxley (nieto del bulldog), que dijo: “Si introducimos
una sociedad que devalúe la vida humana y sacamos a la humanidad de su altar
como ser privilegiado del planeta, entonces podremos llevarlo a nuestra
sociedad controlada como población útil.” Pero el programa de ingeniería social
de la tiranía científica no lo escribió un británico, sino un judío austriaco,
Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, que pasaba sus últimos días activos
en el Tavistock de Londres.
El primer ensayo
fueron los años veinte (The Happy Twenties). En periodo de entreguerras,
instituciones norteamericanas en estrechísima hermandad con las británicas,
implementaron la primera revolución sexual: Charleston dance, cigarrillos para
mujeres, cabarets… el cine sonoro aparece en 1927 de manos de la productora
Warner (“The Jazz Singer”), se introduce en la sociedad la cocaína (los Freud y
compañía ya la habían estado probando empíricamente años atrás), y las mujeres
se cortan el pelo como los hombres. Consecuencias: se quintuplica en Estados
Unidos el número de orfanatos controlados por el gobierno, se triplica el
número de divorcios, y se multiplica en una proporción no determinada el número
de contagios de enfermedades venéreas.
Asombrados por la vía
de manipulación de masas abierta, Lavrenti Beria dijo en la reunión de la
Internacional Socialista en 1934: “Llevaba un siglo alterar la estructura
cultural de una nación. Con los medios que tenemos ahora se puede cambiar en
cinco años.” Esto lo dijo Beria en 1934… ¡y ni los soviéticos, ni los
anglo-americanos tenían aún televisión, ni videoclip, ni muchos menos Facebook!
Los felices años veinte fue sólo un frugal aperitivo.
La II Guerra Mundial
deja millones de huérfanos, infancias rotas y familias mutiladas. La
consecuencia política directa de la II Guerra Mundial fue la actualización de
la Sociedad de las Naciones (definida por el portavoz faldero del socialismo
fabiano H.G. Wells como “el núcleo del gobierno mundial”): nace la ONU con sede
en el solar neoyorkino propiedad de la familia Rockefeller.
¿Y a quién tenemos
como primer director de la plataforma científica, cultural y educacional de la
ONU (UNESCO)? A Julian Huxley, el nieto de Thomas Henry Huxley, el endogámico
bulldog de Darwin. La misma familia; el mismo programa. El hermanito de Julian,
Aldous Huxley fue quien publicó años atrás “Brave New World”, novela mala en
donde se fantasea alrededor de “los nuevos paradigmas familiares abiertos por
la tecnología” (sic.) ¿Qué paradigma es ese? Familias sin familia: niños
educados científicamente a través de herramientas tecnológicas en manos de la élite
europea.
En este contexto
entra en escena una pieza de ajedrez importante:
Bertrand Russell.
Lord, Sir, Conde de Russell, nieto del Duque de Bedford… ¿Tenéis claro para
quién trabajó este señor? Russell, tras estudiar en Cambridge y Los Angeles, se
puso a trabajar en el Trinity College británico, llevando a cabo estudios que
sólo la maldad de la maldita Corona británica pueden permitir y financiar. “The
Impact of Science on Society” (1951) ya nos habla de una sociedad diseñada y
fabricada por una tiranía tecnocrática: “made society”, “design society”,
“create culture”… son expresiones cotidianas en la fraseología russelliana. El
señor Russell dijo :
“Al
construir una sociedad narcisista en donde todos están preocupados por sí
mismos, la población no se levantará por nada ni nadie; y así el gobierno
dominará a cada individuo directamente.”
A partir de la
segunda mitad del siglo XX, comienza una escalada de ataques a la estructura
social y familiar de todo el mundo, con periódicas revoluciones culturales y
tecnológicas que arrasarán los resquicios de sustratos culturales genuinos.
Apriétense los cinturones.
Conocemos los
detalles del plan de destrucción familiar no tanto por Bertrand Russell (que
supo esconderse tras su figura pública), sino por Jacques Ellul. Russell ganó
el Premio Nobel; a Ellul no le dieron ningún premio así. Russell tenía más
medallas que Michael Phelps (Sylvester, De Morgan…); Ellul no fue condecorado
por el Establishment científico. No voy a poner a Jacques Ellul en un pedestal
que no merece, pero lo cierto es que la crítica voz de Ellul es el más
explícito testimonio de lo que en realidad estaba llevando a cabo el socialismo
tecnocrático europeo. La obra de Ellul señala lo que él llamó “la societé
technicienne”. La propaganda tecnocrática no busca adoctrinar al esclavo con
argumentos lógicos, sino que va directamente al aspecto emocional del ser
humano donde éste se encuentra intelectualmente indefenso. Es por ello por lo
que el sentimentalismo es el dominio preferido de los medios de propaganda.
Y es por ello por lo
que la sexualidad es diseccionada y actualizada como engendro a través de una
devastación del hombre y de la mujer (ellos lo llamarán “revolución sexual”).
Devastación de la
mujer; actualización del arquetipo femenino: Galton, Wells, Huxley, Russell
(todos ellos hombres)… todos hicieron explícito identificar a la familia
tradicional como el enemigo a batir en su “sociedad ideal”. Si meditamos en
ello es lógico que no haya nada más temible para los globalistas que la capacidad
de amor, protección y ternura innatas en toda mujer. Si la fuerza política
quiere adoctrinar a las nuevas generaciones, saben que tienen que: a) aniquilar
a las madres; o b) convertir a las madres en estériles repetidores de
propaganda. ¿Qué hicieron? Hicieron ambas cosas.
Siguiendo el
principio de Darwin ya citado, tanto los soviéticos como los
banqueros-industriales anglo-americanos (en última instancia, son los mismos)
financiaron periódicas revoluciones culturales, que dieron una ilusión de liberación
a una mujer que, a partir de ese momento, se vio obligada a competir
laboralmente. El éxito inmediato de esta maniobra fue la duplicación de la
recaudación fiscal: ahora, el Establishment se garantizaba un doble resultado
con el saqueo a través de los impuestos tanto del padre como de la madre (los
dos trabajan, los dos cotizan, los dos son sangrados). Por supuesto, la
maniobra no se quedaba ahí: la educación de los hijos de las llamadas madres
trabajadoras fue adjudicada a una recién estrenada televisión que en los años
cincuenta y sesenta hace su estelar aparición. Los índices de divorcio se
dispararon exponencialmente a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX;
también el de los abortos y el de los orfanatos gubernamentales.
Todo el movimiento
feminista fue financiado y soportado por las mismas instituciones públicas y
privadas que aquí se han citado. La implementación de todo esto fue (y es)
global, y aunque Europa y Estados Unidos fue su laboratorio de pruebas
original, en el siglo XXI ya se puede evaluar su alcance: millones de mujeres
incapacitadas y lisiadas científicamente para ejercer como tales, como esposas,
como madres, como compañeras de vida. El Novus Ordo Seclorum busca la
erradicación de las diferencias sexuales en su dimensión sacra y eminente. Por
ello, la mujer moderna es sólo mujer en el aspecto exterior que aún tiene
utilidad publicitaria y económica. Si las mujeres cada vez son menos mujeres…
¿Qué está ocurriendo con los hombres?
Devastación del
varón; actualización del arquetipo masculino: ¿Qué está ocurriendo con
los hombres? Lo mismo que con las mujeres. Han conseguido neutralizar los
activos viriles que necesita toda comunidad para defenderse: el vigor, la
valentía y la lealtad. Para ello, la ingeniería social globalista se ha servido
de instrumentos de programación de las masas, como el deporte. Los instintos
tribales de agrupación y defensa son controlados a través de espectáculos
deportivos. Han conseguido que la furia de un varón ante la injusticia, la
barbarie y el ultraje, se controle y se canalice a través de la simpatía
sentimental hacia un equipo deportivo. Han conseguido disfrazar el sentimiento
de pertenencia a una comunidad con los colorines de las camisetas, las mascotas
y los aros olímpicos. Han conseguido captar la atención del varón con una
simulada pantomima de valores heroicos, sin ningún heroísmo ni ningún valor.
Eso es el deporte.
Otro instrumento para
desvirilizar al hombre moderno e incapacitarlo de cara a la formación de una
familia ha sido el erotismo. La psicología conductivista aplicada a las masas
sabe que un varón bombardeado con estímulos eróticos constantes, acaba
acostumbrándose al contenido erótico de tal forma que su libido queda
desvigorizada y reducida a lo estrictamente biológico-genital. Algunos lectores
jóvenes se sorprenderán, pero así es: cuanto más derroche de energía sexual,
menos virilidad. Más claro: cuanta más pornografía, menos fuerza viril.
Existen otras
herramientas importantes en la desvirilización del hombre moderno, como la
industria farmacéutica, la industria alimenticia o la industria del
entretenimiento. Incluso en términos cuantitativos y físicos, la OMS reconoce
que la calidad del esperma de la población estadounidense se ha reducido en los
últimos treinta años en niveles inexplicables. Algo parecido pasa con los
europeos y con todos los varones de un mundo ya globalizado. Y si todos
reconocen que este mundo ya está globalizado… yo pregunto: díganme, señores,
¿quién lo ha globalizado?
Esto es clave: la
familia no ha muerto en menos de un siglo por un proceso natural; se ha
cometido un asesinato con alevosía. Existen presupuestos anuales de millones de
dólares dirigidos a instituciones, fundaciones y think-tanks que buscan
optimizar el control tecnocrático sobre una población valorada como un rebaño
de ovejas. Departamentos militares, servicios de inteligencia, ministerios
públicos, instituciones filantrópicas… todos persiguen un mismo objetivo
(¡llámenlo “socialismo” si quieren, y verán en qué polémica se meten!). La mayoría
de los profesionales involucrados en estos organismos no saben (ni quieren
saber) para qué agenda están trabajando, y se limitan a actuar según su
adiestramiento profesional.
El 99,99% de los
psicólogos, psiquiatras, sociólogos, educadores, relaciones públicas,
publicistas, burócratas varios… van a preferir desoír esta información por una
cuestión de mera supervivencia de mentalidad de rata. Siempre van a argumentar:
“¡Yo sólo hago mi trabajo!” ¿Y cuál es ese trabajo? Romper la barrera que
protege al individuo de un Establishment político muy interesado en controlar
cada faceta del ciudadano global. Esa barrera es la familia; y ese ciudadano
eres tú.
Parte de ese 0,01%
consciente de quién es y qué hace, fue Eric Trist, psicólogo que estudió en
Yale (Skull&Bones) y fue alumno de B.F. Skinner. Trist observó la
posibilidad de modificar la conducta (de hecho, lo llaman “conductismo”) a
través de ciertas técnicas. Existe una palabra clave en el conductismo de
masas: “crisis”. ¿Cuál es la época más crítica de todo ser humano? La
adolescencia. Por ello, se busca prolongar la adolescencia de la población en
sendos límites para prefabricar una sociedad global infantil, inmadura,
descentrada, irreflexiva, dispersa, distraída y maleable. En civilizaciones normales,
la adolescencia era un corto y natural lapso de tiempo (uno o dos años, a los
15 ó 16 años) que precedía a las responsabilidades de la vida adulta. Tras cien
años de trabajo de los think-tank globalistas, la adolescencia es un amorfo
tiempo extendido desde los diez años hasta unos indeterminados treinta y tantos
(o incluso más). Saben que la mejor forma de garantizar la erradicación de
relaciones interpersonales profundas es instigar a tener varios compañeros
sexuales durante los críticos años de la adolescencia.
¿Por qué hacer de la
población mundial una masa eternamente adolescente? El adolescente es un
consumidor nato. El adolescente gasta más. El adolescente es pusilánime. Y
sobre todo: el adolescente no es ni un niño ni un adulto; es decir, es completamente
dependiente y, al mismo tiempo, es incapaz de formar una estructura familiar
independiente. Abrid los ojos y mirad a vuestro alrededor.
MEDIOS Y HERRAMIENTAS
DE PROPAGANDA GLOBAL
Joseph Goebbels,
profundo conocedor y admirador del trabajo de Bernays, dejó en sus escritos
sobre Weltanshauungskrieg en 1939: “En las próximas décadas tendremos medios
suficientes para modificar completamente la percepción que el europeo tiene del
mundo.” Esos medios –ya lo señaló Le Bay y después Russell- eran medios
técnicos, o en definitiva, tecnológicos. La propaganda se serviría de los
“nuevos medios” de comunicación que aspirarán a tener un alcance global a lo
largo de todo el siglo XX.
Esta propaganda se
presenta con apariencia artística, a pesar de que su producción se lleva a cabo
desde la antípoda de cualquier arte: la industria. La Unión Soviética tenía una
“Industria de la Cultura” que, sin eufemismos soviéticos, no era otra cosa que
el aparato de propaganda. En los estados del bloque occidental el término más
usado para referirse a esa entidad gubernamental no fue “industria” sino
“ministerio”, voz política que está irremediablemente extraída del contexto
institucional vaticano. Estos aparatos (en la guerra fría, “industrias” en los
comunistas, “ministerios” en los capitalistas) trazaron una línea conjunta de
desarrollo coordinada por la UNESCO. Y ahora, en pleno siglo XXI, se comprueba
que todas las reformas educativas, las legislaciones científicas y las
políticas culturales convergen en un mismo modelo con una simetría asombrosa.
¿Por qué los sistemas
educativos tienden a uniformarse en todo el mundo?
¿Por qué se habla de
una única comunidad científica internacional?
¿Por qué todos
escuchamos la misma música, vemos las mismas películas, vestimos los mismos
blue jeans?
Existe una
coordinación meta-nacional en todo esto. Esa coordinación de propaganda global
se ejecuta actualmente desde Naciones Unidas.
Engañado por ese
aparato, el ciudadano global ve arte, cultura y educación, allá donde sólo hay
propaganda, propaganda y propaganda. De hecho, aún hoy (ya sin soviets), los
propagandistas se refieren a esas herramientas como “industrias”. Aquí
señalaremos cinco de esas industrias y un breve resumen de algunos de sus
mecanismos.
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