¡AYÚDENOS DOCTOR!
Un porcentaje alto de la población sigue disfrutando del permiso temporal que
el NOM nos ha concedido antes del ataque final.
Mientras la gente planifica sus viajes de verano y sus fiestas, están
distraídos creyendo haber salido de una pesadilla que está a punto de volver,
pero multiplicada.
A tal punto es así, que se niegan a ver cómo muere gente a su alrededor por
haberse vacunado. Se engañan a sí mismos justificándolo con viejas dolencias,
accidentes (antes del accidente suele haber un infarto o desvanecimiento que lo
provoca) o simple mala suerte.
Nunca vimos a tanta gente enfermar a nuestro alrededor de patologías diversas,
pero hay un código de silencio entre los sanitarios y las familias. Como siempre los guionistas del plan 2030 lo tenían previsto, por eso crearon
un nuevo personaje de la trama: la Covid persistente.
Se ven casos increíbles de sesgo mental negando toda
evidencia epidemiológica que dice que cuando las enfermedades y muertes se
multiplican por 100 tras una inoculación masiva, se debe investigar a ésta en
primer lugar como posible causa.
Se ignora toda evidencia científica y médica (que no es lo mismo) y se engaña a
las familias con su propia colaboración.
No olvidemos que todos fueron a inocularse su propio veneno voluntarios, no
olvidemos que su entorno los presionó y animó a hacerlo, por eso ahora callan.
Si uno indujo a sus padres, presionó a sus hermanos y llevó a sus hijos a
inyectarse un experimento que sale mal, uno es culpable, o al menos cómplice de
la enfermedad y muerte de ellos.
Por eso se quiere creer que no fue por eso.
Se está convirtiendo a la población en cómplices de asesinato que tratan de
ocultar pruebas. Lo que hemos visto en tantas películas policiacas pero de
forma masiva.
Quieren correr un tupido velo, por nada de mundo desean que nadie investigue
para que no salga a la luz que ellos impidieron a sus propios hermanos
purasangres ir en Nochebuena a la cena con todos, o a la casa del pueblo, o al
cumpleaños del abuelo ... todos lo saben, todos callan.
Esa sensación de culpabilidad es enormemente destructiva,
quizá la más horrible herida del alma humana; el remordimiento corroe por
dentro.
Por eso hay tantos sanitarios con depresión, en el fondo saben que han ayudado
de forma activa a que cientos de miles de personas que no querían hacerlo se
inocularan.
Les dijeron que era segura cuando en realidad no lo sabían. Les aseguraron que
serían inmunes, no les informaron de los efectos adversos graves ni del riesgo
de muerte. No quisieron leer los estudios, datos y publicaciones que los
peligrosos negacionistas nos empeñábamos en enseñarles.
Además colaboraron en discriminar, insultar y maltratar a los que quisieron
advertir de que lo que esta pasando pasaría.
La estrategia del avestruz, enterrar la
cara en la arena para no ver.
Pero en el fondo, todos ellos saben a estas alturas que hicieron mal, no lo
repetirían, pero tienen miedo a perder sus trabajos y siguen el relato rezando
para que todo acabe.
La única opinión que realmente los consolaría sería confesar, sería ayudar a la
disidencia, sería tratar de compensarlo informando y luchando ahora por la
humanidad.
Invito a todos los sanitarios que nos lean a que se liberen
de la culpa, que reconozcan que los engañaron con su colaboración; se sentirán
mucho mejor y nos harán un gran favor a todos.
Su silencio, ahora, sí que es un acto de maldad deliberada. Si ya sabe lo que está pasando debe hacer algo.
Podemos admitir que hace un año se lo creía, eso se puede perdonar, pero no
hacer nada ahora con lo que está viendo en los hospitales y consultas no le
deja otra opinión honesta que no pase por ayudar a descubrir la verdad.
Si el testigo de un crimen no lo denuncia, se convierte en cómplice y será
condenado casi igual que el asesino.
El silencio no es una opción.
Júntense, organícense en los hospitales, escriban manifiestos, informes ¡hagan
algo por el amor de Dios! ¡Hoy, ya, esta misma mañana!
O al menos dennos armas a los que luchamos, aunque lo hagan
desde la sombra, ayúdennos, aunque sea por privado, dennos pruebas para
denunciar.
Somos un gran equipo los que ya estamos señalados, no tenemos nada que perder.
Hay excelentes abogados, médicos valientes que desde el principio no tragaron,
biólogos sufriendo acosos de sus propios colegas hipnotizados, periodistas que
se la juegan, militares y policías luchando dentro ...
Le necesitamos, si es médico mucho más, porque ustedes están viendo los efectos
adversos en primera línea y sin ustedes esta gran estafa no podría avanzar.
Nos van a cerrar el cerco pronto, nos van a vincular el dinero a las vacunas,
nos van a joder la vida ¿no van a hacer nada hasta que sea tarde?
Hay muchos pecados que pueden ser perdonados, pero el que más cuesta es el de
ser un cobarde por dinero.
Fernando López-Mirones
(https://t.me/elaullido)
http://astillasderealidad2.blogspot.com/2022/05/ayudenos-doctor.html
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