EL FIN DE LA DOMINACIÓN OCCIDENTAL
Las sanciones de Occidente contra Rusia, unilateralmente decididas en Washington, están siendo presentadas como un justo castigo por la agresión contra Ucrania. Pero, aun sin mencionar el hecho de que tales “sanciones” son ilegales a la luz del Derecho Internacional, todos pueden ver que esas medidas no están alcanzando su objetivo supuesto. En la práctica, Estados Unidos está aislando a Occidente con la esperanza de mantener así su propia hegemonía sobre sus “aliados”.
El historiador griego Tucídides observó que Esparta y Atenas
perseguían el mismo objetivo –dominar lo que hoy llamamos “la Antigua Grecia”–
y que por esa razón estaban condenadas a enfrentarse entre sí en un conflicto
bélico. La situación actual es diferente. Los dirigentes de Rusia y de China
proponen un mundo multipolar, donde las diferentes naciones puedan plantearse
objetivos diferentes, lo cual evitaría que tuviesen que guerrear entre sí.
Estados Unidos, que siempre esperó hasta el último momento para implicarse en las dos guerras mundiales evitando así sufrir daños en su propio suelo, salió de esos conflictos como gran vencedor. Convirtiéndose en heredero de los grandes imperios europeos, ese país logró instaurar así un sistema de dominación que lo convirtió en el «gendarme mundial». Pero su hegemonía era frágil y no podía ser mantenida frente al desarrollo de otras grandes naciones.
A partir de 2012, ciertos politólogos comenzaron a hablar de
la «trampa de Tucídides», estableciendo una analogía con la explicación que
aquel historiador de la Antigua Grecia elaboró sobre el porqué de las guerras
del Peloponeso entre Esparta y Atenas. Según aquellos politólogos, el ascenso
de la República Popular China hacía que un enfrentamiento entre ese país y
Estados Unidos fuese tan inevitable como las guerras entre Esparta y Atenas.
Habiendo comprobado hoy que China se ha convertido en la primera potencia
económica mundial mientras que Rusia es la primera potencia militar, Estados
Unidos ha decidido combatirlas, pero no al mismo tiempo.
Ese es el contexto de la guerra en Ucrania. Washington
presenta ese conflicto como una «agresión rusa», impone sanciones y obliga a
sus aliados a hacer lo mismo. La primera explicación que viene a la mente es
que Estados Unidos, sabiéndose inferior en el plano militar pero
económicamente superior, ha decidido escoger su campo de batalla. Sin embargo,
el análisis de las fuerzas implicadas y de las medidas adoptadas desmiente esa
lectura de los hechos.
Estados Unidos asesinó
al presidente iraquí Saddam Hussein y al Guía libio Muammar el Kadhafi porque
se atrevieron a cuestionar el predominio del dólar estadounidense. Ambos
líderes fueron asesinados y Estados Unidos saqueó los bancos centrales de sus
países.
EL SISTEMA ECONÓMICO MUNDIAL
El sistema económico mundial contemporáneo fue creado por
los acuerdos de Bretton Woods, en 1944. El objetivo de los acuerdos de Bretton
Woods era instaurar un marco para el capitalismo posterior a la crisis de
1929, luego de comprobarse que el nazismo no había sido la solución. En
Bretton Woods, Estados Unidos impuso el dolar –su propia moneda– como divisa
de referencia convertible en oro. La Unión Soviética y China no estuvieron en
la conferencia de Bretton Woods.
En 1971, el presidente Richard Nixon decidió unilateralmente
–y de manera no oficial– poner fin a la paridad del dólar estadounidense con
el oro… para poder financiar la guerra de Estados Unidos en Vietnam.
Concretamente, se abandonó la tasa fija dólar-oro. Esa decisión unilateral
estadounidense no se hizo oficial hasta después del fin de la guerra de
Vietnam, en 1976. Fue también en ese momento cuando China se alió a las
transnacionales anglosajonas. Desde 1972, la Comunidad Económica Europea
–predecesora de la actual Unión Europea– tuvo que adaptarse a las tasas de
cambio, que de ser fijas habían pasado a ser “flotantes”, primeramente
enmarcándolas con la llamada «serpiente monetaria» y después con la creación
del euro.
A partir de 1981, Estados Unidos comenzó a permitir el
crecimiento de su propia deuda. Después de haberse elevado al 40% del PIB
estadounidense, la deuda exterior de Estados Unidos es hoy equivalente al 130%
de su PIB. Estados Unidos intentó después «globalizar» la economía mundial, o
sea imponer sus propias reglas del juego a los países solventes y destruir las
estructuras de los Estados de los demás países –la estrategia
Rumsfeld-Cebrowski [1].
Para pagar sus propias deudas, Estados Unidos imprimió
dólares, espió a las empresas de sus supuestos aliados y robó las reservas de
dos importantes Estados petroleros –Irak y Libia. Nadie se atrevió a
cuestionarlo. Pero, desde 2003, el sistema económico de Estados Unidos ha
dejado de ser lo que pretendía ser. Oficialmente, Estados Unidos seguía siendo
un país de «economía liberal», pero todos podemos ver que ya no produce los
alimentos que necesita, ni sus propios productos de primera necesidad y que
además vive sólo del saqueo.
La economía estadounidense, que después de la disolución de
la URSS llegó a representar un tercio de la economía mundial, hoy es sólo una
décima parte.
Numerosos Estados vislumbran el fin de las reglas de Bretton
Woods y buscan un nuevo sistema. En 2009, Brasil, Rusia, la India y China,
países a los que rápidamente se une Sudáfrica, crean el grupo BRICS. Esos
países se han dotado de instituciones financieras que –mientras que el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial imponen reformas
estructurales y compromisos políticos de alineamiento junto a Washington a
todo el que solicita sus préstamos– prefieren invertir según el sistema
llamado leasing o «arrendamiento financiero» también llamado «alquiler con
derecho de compra», según el cual el país que recibe la inversión se convierte
en propietario cuando la inversión se ha amortizado.
En 2010, Bielorrusia, Kazajastán, Rusia –a los que después
se unió Armenia– fundaron la Unión Económica Euroasiática (UEE). Esos países,
que tienen fronteras comunes, instauraron una zona de libre comercio con
Egipto, China, Irán, Serbia, Singapur y Vietnam. A ellos podrían unirse
próximamente Corea del Sur, la India, Turquía y Siria.
En 2013, China emprendió su vasto proyecto conocido como
«Nuevas Rutas de la Seda». Al año siguiente –cuando su PIB sobrepasó el de
Estados Unidos y alcanzó la paridad con su poder adquisitivo– Pekín creó el
Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII, también designado como
AIIB) y en 2020 estableció un marco para los capitales extranjeros.
En 2021, la Unión Europea concibió su «Pasarela Mundial»
(Global Gateway) para competir con China e imponer su propio modelo político.
Pero muchos países interpretaron esa jugada como un regreso al colonialismo y
la “Pasarela europea” fue objeto de un rechazo masivo.
El bloque ruso y el bloque chino han venido acercándose
entre así gracias al proyecto común denominado Gran Asociación Euroasiática
Global –surgido en 2016– en el marco de la Organización de Cooperación de
Shanghai. Se trata de desarrollar todo ese espacio en su conjunto creando en
él vías de comunicación equilibradas según las bases ideológicas definidas por
el kazajo Nursultán Nazarbayev: lnclusividad, igualdad en materia de soberanía,
respeto de la identidad cultural y sociopolítica de los participantes,
apertura y disponibilidad en cuanto a integrar otros conjuntos.
El intento de Washington de destruir ese conjunto en
formación no tiene absolutamente ninguna posibilidad de éxito. Ya podemos
comprobar que: la agresión económica no comenzó con la invasión de Ucrania
sino 2 días antes de la operación militar rusa; la agresión económica apunta
ante todo a los bancos rusos, a los multimillonarios rusos y contra la
industria del gas ruso, sin tocar la nueva red de comunicación euroasiática; finalmente,
la agresión económica trata de excluir a Rusia de las organizaciones
internacionales… pero no concierne a los Estados que se niegan a condenar a
Rusia. Por consiguiente, empujará a estos últimos en brazos de China.
En otras palabras, en la práctica Estados Unidos no está
aislando a Rusia sino que aísla a Occidente –el 10% de la humanidad– del resto
del mundo, o sea del 90% de la humanidad.
Estados Unidos no es miembro de la Unión Europea, pero el
presidente estadounidense Joe Biden viajó a Europa para presidir el Consejo
Europeo realizado el 24 de marzo. Según los tratados, la OTAN garantiza la
seguridad de los países miembros de la Unión Europea.
EL PROCESO QUE ESTÁ SEPARANDO A OCCIDENTE DEL RESTO DEL
MUNDO
0. Estados Unidos agredió económicamente a Rusia el 22 de
febrero de 2022, el día después del anuncio del reconocimiento, por parte de
Rusia, de la independencia de las Repúblicas Populares de Donestsk y Lugansk
–anuncio emitido por Moscú el 21 de febrero. El 23 de febrero, un día después
de la agresión económica estadounidense contra Rusia, la Unión Europea siguió
los pasos de Washington. Los bancos rusos Vnesheconombank y Promsvyazbank
fueron excluidos del sistema financiero mundial.
Vnesheconombank (VEB.RF) es un banco de desarrollo regional
y habría podido ayudar a las Repúblicas del Donbass. Promsvyazbank (PSB)
invierte principalmente en el sector de la defensa y habría podido tener un
papel en la aplicación de los tratados de asistencia mutua entre Rusia y las
Repúblicas Populares del Donbass.
1. Rusia inició su «operación militar especial» en Ucrania
el 24 de febrero. El 25 de febrero, Washington extendió la exclusión de los
dos bancos rusos ya mencionados, incluyendo en ella a todos los bancos rusos.
La Unión Europea hizo lo mismo –también el 25 de febrero.
2. Para evitar al máximo que otros Estados pudiesen
mantenerse junto a Rusia, Washington extendió las «sanciones» comerciales a
Bielorrusia. La Unión Europea comenzó a desconectar los bancos rusos del
sistema SWIFT –plegándose así a las instrucciones ya impartidas desde
Washington– y también extendió las «sanciones» a Bielorrusia y censuró los
medios públicos rusos –RT: Russia Today y Sputnik– el 2 de marzo.
3. El 3 de marzo Washington comenzó a arremeter contra los
millonarios rusos –erróneamente llamados «oligarcas»–, los que en realidad
aborrecen a Putin, y el 8 de marzo prohibió las importaciones de hidrocarburos
rusos. El 9 de marzo, la Unión Europea siguió el paso de Washington contra los
millonarios rusos pero se resistió a la orden de prohibir la importación de
gas ruso, indispensable para la economía europea.
4. El 11 de marzo, Washington extiende las sanciones
financieras al seno del FMI y del Banco Mundial y amplía la lista de oligarcas
sancionados y prohíbe la exportación de productos de lujo a Rusia. La Unión
Europea hace lo mismo el 15 de marzo.
5. El 24 de marzo, Washington busca garantizar que los
miembros del parlamento ruso sean despojados de todo derecho en Occidente –al
igual que los llamados «oligarcas»–, que Rusia no pueda utilizar sus fondos
depositados en Estados Unidos para pagar sus deudas a ese país y que tampoco
pueda utilizar su oro para pagar sus deudas en el exterior. La Unión Europea
también sigue a Washington en la adopción de esas medidas –prohíbe la
importación de carbón y de petróleo rusos… pero sigue sin prohibir las compras
de gas ruso.
Los presidentes de
Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, firmaron, el 4 de febrero, una
declaración común donde presentan su concepción del desarrollo económico
duradero. Un día después de la entrada del ejército ruso en Ucrania, los dos
líderes confirmaron por teléfono que la reacción de Estados Unidos no
modificará la alianza entre Rusia y China.
LA RESPUESTA DEL RESTO DEL MUNDO
Estamos siendo testigos de un fenómeno tremendamente
sorprendente. Estados Unidos logró que una mayoría de Estados se pusiera de su
parte… pero son los Estados menos poblados del mundo. Todo parece indicar que
Washington se ha quedado sin medios de presión sobre los países realmente
interesados en ser independientes.
Las acciones unilaterales de los anglosajones y de la Unión
Europea están dividiendo el mundo en dos espacios heterogéneos. El mundo está
diciendo adiós a la era de la globalización económica. Los puentes económicos
y financieros están cayendo uno a uno.
En una rápida reacción, Rusia ha convencido a sus socios del
BRICS de la necesidad de poner fin a sus intercambios en dólares y de crear
una moneda virtual común para realizar sus transacciones. Mientras tanto
utilizarán el oro. La moneda común de los países del BRICS estaría basada en
una cesta de monedas de sus propios miembros, divisas cuyo valor se estimaría
en función del PIB de cada uno de esos países y de una cesta de materias
primas con valor bursátil. Ese sistema debe resultar mucho más estable que el
sistema actual.
Pero lo más importante es que Rusia y China parecen mucho
más respetuosos que Occidente en materia de relaciones con sus socios. Nunca
exigen reformas estructurales, ni económicas ni políticas. La crisis ucraniana
está demostrando a todos que Moscú no trata de tomar el poder en Kiev ni de
ocupar Ucrania sino de oponerse al avance de la OTAN y combatir a los
“banderistas” –los neonazis, según la terminología del Kremlin. El método
puede parecernos adecuado o no pero los objetivos son legítimos.
En la práctica, estamos siendo testigos del fin de 4 siglos
de dominación occidental y de los imperios instaurados por las naciones de Occidente.
Estamos viendo el enfrentamiento entre maneras de pensar muy diferentes.
Los occidentales sólo piensan en términos de semanas. Esa
visión a corto plazo puede llevarlos a creer que Estados Unidos tiene razón
frente a los rusos. Pero el resto del mundo reflexiona en término de décadas,
incluso de siglos. Visto así, resulta incuestionable que los rusos tienen
razón mientras que los occidentales, en su conjunto, se equivocan.
Por otra parte, los occidentales están rechazando el Derecho
Internacional: atacaron Yugoslavia y Libia sin autorización del Consejo de
Seguridad de la ONU y mintieron para atacar Afganistán e Irak. En pocas
palabras, Occidente no respeta las reglas que antes impuso.
Los demás Estados, por el contrario, aspiran a un mundo multipolar
donde cada cual tenga la libertad de pensar en función de su propia cultura;
están conscientes de que el Derecho Internacional es lo único que puede
preservar la paz en el mundo que ellos sueñan.
Más que enfrentar a Rusia y China, Washington ha optado por
replegarse hacia su imperio, por aislar a Occidente para mantener la hegemonía
de Estados Unidos.
Desde el año 2001, todos los dirigentes mundiales ven a los
occidentales, y sobre todo a Estados Unidos, como una peligrosa fiera herida.
No se atreven a enfrentarla y buscan la manera de dirigirla cuidadosamente
hacia el cementerio.
Nadie previó que la fiera se aislaría para morir.
Por Thierry Meyssan
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