EL ESTADO ES EL ENEMIGO
NOS INOCULA EL ÓXIDO DE GRAFENO LETAL Y NOS LLEVA AL
CEMENTERIO.
Aunque no lo parezca al principio, voy a hablar del
genocidio vacunal. Pero rasgando antes algunas cortinas que disimulan su real
propósito.
El Estado ¿es algo bueno o algo malo? La pregunta no es
baladí. La respuesta lo cambia todo. Ésa es la diferencia de pensamiento entre
un liberal y un anarquista. Ambos criticamos al Estado. Pero el uno lo cree
necesario y el otro no. Ambos conocen los orígenes del Estado: el bandidaje y
la imposición del diezmo por la violencia. Luego está el pensamiento socialista
nacido de la Revolución Francesa que justifica cualquier desmán del Estado y no
reconoce más que errores circunstanciales. «Vale, nos equivocamos, pero nuestra
intención era buena». Y no, no hay socialismo bueno. El socialismo toma el
poder por ciertas razones, ciertas justificaciones: El socialismo utiliza los
derechos de los pobres a un mejor reparto de rentas.
La contradicción es que, si lo consigue, se queda sin justificación futura. De ahí que los socialistas, apenas alcanzan el poder, traicionan a sus electores y crean una clase social privilegiada que se codea con empresarios y nobleza (Boyer fue un ejemplo y su época, un paradigma que acabó con la huida del Director General de la Guardia Civil).
El socialismo es no sólo imposible, como ha quedado demostrado científicamente, sino falaz, traicionero. Es liberticida en sus fundamentos y el paredón es su herramienta última. Su única manera de cumplir promesas es aumentar el número de funcionarios, de vividores del bandidaje.Volviendo a los liberales, justifican la existencia del
estado en el mantenimiento de sus privilegios de clase. Lo único que quieren es
eficiencia en tal defensa, estados pequeños, baratos, reducidos a la represión
policial y legal para proteger la propiedad privada. O sea, pagar poco a cambio
de protección a su saqueo. Y quieren al ejército, en último extremo. El liberal
se incorpora rápidamente a las clases extractivas en perpetuo contubernio con el
poder político. A eso lo llama mercado. Para mear y no echar gota.
Los únicos lúcidos somos los anarquistas, los únicos que
sabemos que el Estado es el principal enemigo del pueblo, que el Estado tiene
su origen en la violencia, es un ente que ejerce siempre la violencia, que no
existe cosa alguna como el «contrato social» ¿dónde se ha visto un contrato en
el que no firmas ni tiene cláusulas resolutorias? En caso de conflicto, ¿quién
dirime y juzga? El propio Estado…
El Estado no existe, como no existe Dios. Existen los
funcionarios, los sacerdotes, la organización para depredar a las masas de
paletos que se autodenominan ciudadanos sin tener ni idea de lo que es la
ciudadanía, ni de que es un concepto nacido de la Revolución Francesa, un timo
para crear una nueva religión que adora al dios Estado. Un timo para sacarte
hasta el último céntimo y reclutarte obligatoriamente para concurrir a los
campos de batalla de donde volverás mutilado o en una caja de pino.
De ahí que el vacunismo haya triunfado y solo los
anarquistas nos quedemos sin vacunar. Hay que saber que el Estado es un ente
genocida para llegar a sospechar desde el principio de la plandemia. Ni
socialistas ni liberales pueden sospechar nada. Viven por cuenta del Estado
todos. ¿Como van a imaginar que el munífico Papá Estado que los provee se
propone exterminarlos?
Aquí ya no hay ninguna salida colectiva. Hemos fracasado
oponiéndonos al sistema. Está demasiado implantado. La plebe adora al Estado,
está dispuesta a morir por él. Y a fe mía que lo va a conseguir. Cambiar las
mentalidades borreguiles es tarea para los dioses, no para humanos como
nosotros.
Busquemos soluciones individuales, sin dejar de
relacionarnos con nuestros pares, que son muy pocos.
Un lugar bello, apartado del mundo, armado hasta los
dientes, con una jauría de pastores alemanes sin vacunar. Sí, sí, pero con una
hembra que te mantenga joven y cuyo amor merezca la pena defender con la vida.
El egoísmo y la misantropía son estériles. La unidad mínima de convivencia es
la pareja hombre-mujer. La mariconería con olor a mierda no cuenta. El
lesbianismo de soplar bollitos de viento, tampoco. No digamos el resto de
mierda LGTBI+XXX. Son espejismos fabricados por el poder para corroer la unidad
de resistencia, sólida como una roca, que es la pareja heterosexual capaz de
procrear. Quizás hablan mis cojones, no yo. Pero, si es así, es que valen más ellos solos
que yo mismo.
Salud y anarquía.
ANARQUISTA IRREDENTO
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