AMOR INCONDICIONAL
El amor es paciente,
es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es
arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma
en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se
alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. ― Epístola de San Pablo a los Corintios.
Empezaré diciendo que no te voy a pintar un solo corazón rojo, ni siquiera en los emoticonos del título. ¿Nunca te has preguntado por qué el símbolo del corazón con el que se expresa muchas veces el concepto de amor, no se parece en la forma a cómo es un corazón real? La forma en la que se simboliza el corazón, como tantos otros símbolos o signos, o sellos, por no decir la totalidad, aunque de hecho es la práctica totalidad, está interferida. Podríamos decir que no hay ni símbolo, ni maestro sin su interferencia. No se escapa ni dios. Y obviamente esa manera de expresar el amor, tiene su trampa.
No viene al caso entrar en una descriptiva exhaustiva que se
alargue. Lo importante es que sepas, que el amor, y en especial a lo que
llamamos amor incondicional, no es lo que nos han enseñado. ¿Y qué nos han
enseñado en esta burbuja occidental? Pues básicamente lo que decía Saulo
de Tarso, más conocido popularmente como San Pablo, en su primera
carta a los corintios. Es una lectura recurrente en las bodas, y que seguro
te sonará de haberlo oído alguna vez, aunque no supieras ubicarlo exactamente.
En unas versiones se utiliza la palabra caridad, y en otras la palabra amor.
¿CÓMO QUE TODO LO SOPORTA?
Es esta la versión tan particular, que se nos ha dado a
entender como amor incondicional, el que todo lo puede, todo
lo cree y todo lo espera. Sin decir explícitamente, aunque se lee entre líneas,
que viene indefectiblemente asociado al sufrimiento, o mejor dicho al
sufrimiento permanente, o padecimiento de aquel, que todo lo soporta gracias a
este amor incondicional, que es dado como no podía ser de otra
manera, por gracia de Dios a través de la fe. Pues eso… lo de siempre. Parece
que no puede haber algo "bueno" en nosotros, si no viene alguien de
arriba a concedérnoslo. Y date cuenta, que pongo bueno entre comillas con plena consciencia.
Y si todo lo crees, todo lo aguantas, todo lo soportas y lo
sufres "en nombre de" creyendo que además lo que estás haciendo es
"salvar" a los demás, no hay nada que le guste más a los arcontes,
que una arenga hacia el martirio. Una deriva que no es más que un sacrificio
asegurado, con su correspondiente liberación de carga de loosh… se les hace la boca agua con "las
causas nobles" y las “luchas justas”. Lo mires por donde lo mires, este es
un concepto de amor incondicional, diseñado específicamente para que no falte
alimento energético, fruto del sufrimiento y la confrontación entre semejantes.
En cuanto al amor romántico y a su épica asociada, creo que
lo tenemos todos bastante claro ¿verdad? Tanto se puede programar como
desprogramar, a pesar que muchos de nosotros hemos crecido con ello, como si de
un único fin vital se tratara. No deja de ser recurrente a lo largo de nuestra
vida, lejos de despreciarlo, nos vamos dando cuenta poco a poco, hasta donde
llega la programación y hasta donde llegamos nosotros.
¿REDUCIRLO TODO A BUENO-MALO?
La mejor manera de distorsionar e interferir un concepto, un
valor o una idea, pasa por el uso del lenguaje. Recuerda que el lenguaje como
tal es un código, y como código vehicular dentro de esta realidad, sirve a un
propósito muy concreto que es la programación. Y si yo te digo que el amor
incondicional es lo más, que es la plenitud del ser humano y una expresión del alma, pero a la vez, asocio a la
palabra incondicional, un valor y un contexto que distorsiona su significado
original, acabarás desviando tu intención, tu voluntad y tu libre albedrío, a
lo que esa programación te hace ver como incondicional.
Si en cambio empezamos a pensar en tolerancia, empatía,
aceptación quizás vayamos mejor encaminados, a lo que realmente implica el amor
incondicional. Empezando por ampliar y ensanchar nuestra capacidad de
entendimiento. Creo que esa sería la palabra más acertada para identificarlo:
entendimiento por un lado y empatía por otro. Una vez más pensemos o mejor
dicho recreemos todas las frecuencias habidas y por haber, que implican el
origen primordial, en el que todo tiene cabida, de forma infinitamente más
amplia, que reducirlo todo a bueno-malo, amor-odio o blanco-negro, propio de
una cárcel dual que se nos presenta para reducir nuestra realidad y nuestra
capacidad de entendimiento.
Una aproximación más acertada al amor incondicional, sería
el saber verlo todo desde arriba con empatía, en todas las posibilidades, en
todos los casos, en todas las situaciones y en todas las líneas de tiempo, sin
una limitación de consciencia que nos terminara abocando a una implicación,
confrontación o dualidad. O cualquiera de las trampas o jaulas perceptivas, que
puedan ser impuestas en la experiencia de esta Matrix en la que nos
encontramos, así como en otras Matrix.
SEGUIR AMANDO A PESAR DE SUS DECISIONES
Los estados exaltados positivos, a los que vulgarmente nos
referimos o entendemos como mantener la vibración alta, no están exentos de su
interferencia. Un amor global y positivo "en plan quiero a todo el
mundo" es un nicho para la parasitación que no pasa de ser una propuesta
idealista de amor de pancarta, alegando una bondad infinita, muy alejada del
sentido real de lo que son las frecuencias generatrices de realidad, en las que
todo cabe nos guste o no, o lo entendamos o no. Ese positivismo extremo no deja
de ser una polarización, que nos devuelve inexorablemente a la trampa de la
dualidad.
En lo que más cerca nos puede pillar, entendiendo este amor
incondicional como ese entendimiento empático desde la totalidad ¿somos capaces
de aceptar las decisiones que no entendemos de las personas que más queremos? Y
cuando me refiero a aceptar, me refiero a seguir amando a esas personas que
realmente nos importan, cuando toman decisiones totalmente alejadas o
contrarias, a lo que nosotros hemos entendido interiormente como consciencia. Y
me refiero en todas sus consecuencias, cuando sabes que han delegado la responsabilidad sobre sí mismos, y han actuado en
contra de su propia esencia y a su vez, de las personas que les rodean.
Entonces, ¿somos realmente capaces de amar
incondicionalmente? ¿somos capaces de respetar ese libre albedrío, a sabiendas
que nuestros seres queridos, hayan elegido una deriva que facilite su
desplazamiento como humanos a otra cosa? Creo que esta puede ser la tesitura
más difícil, o la más extrema con la que nos podemos encontrar, de forma más
habitual con las personas que realmente nos importan. Amarlos aun cuando no lo
ven, o no quieren ver lo que han hecho consigo mismos y con sus familias. Es
algo ante lo cual no podemos erigirnos como salvadores o responsables, cuando
un alma es libre de tomar la vía que haya decidido para sí misma, de igual
forma que nosotros hemos tomado nuestro camino.
CADA CUAL TOMA SU DECISIÓN
Porque una cosa es expresarlo desde una ecuanimidad con la
cabeza fría, y otra muy distinta es recibir una llamada, en la que tu padre, o
tu madre, o tu hijo o tu hermano, te comunican un problema que ha derivado en
unas consecuencias que tú si sabes de dónde vienen, pero que ellos en momento
alguno han estado dispuestos a asumir o aceptar. Esto no pasa en una sola casa,
esto le está pasando a millones de personas a diario. Y si bien en teoría todos
hemos tenido las mismas oportunidades, y cada cual toma su decisión, a veces lo
más duro es amar y no hacer nada.
Todos y cada uno de nosotros, tenemos el poder de
transformar la realidad: nuestra realidad y la de nuestro entorno. Cuando digo
todos me refiero a todos, incluso aquellos que delegan su poder creador,
a un egregor creado específicamente, para desviar ese
poder creador de los seres amados que voluntariamente lo delegan. Ese es su
camino pero no es el nuestro, y más tarde o más temprano, ellos vivirán la vida
que han elegido vivir y nosotros la nuestra.
Es muy fácil expresar en dos palabras el amor incondicional,
pero cuando la diferencia frecuencial se da entre seres queridos, esa
separación de mundos o mejor dicho de realidades, es un hecho manifiesto. Dejar
ir es parte del camino, para abrirnos a la realidad que nosotros mismos estamos creando,
y que compartiremos con aquellos, que resuenen en esta misma sintonía, sin
necesidad de que tengamos que ir a convencerles.
Somos anti héroes en un mundo que ha dejado de creer en los
hombres buenos.
https://www.desesperadostv.com/2022/08/amor-incondicional.html
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