VIVENCIAS EN LA
INTEMPORALIDAD
Palabras
dictadas desde la Nada
La conciencia es simplemente un
espejo donde multitud de objetos, animados e inanimados, son creados en un
simple y perfecto holograma de luces y sombras como un teatro chino, una enorme
pantalla donde la película de la vida toma forma, colores, olores y sonidos, y
los personajes desarrollan el drama de sus propias vidas. Esta apariencia de
relaciones, eventos, suscitan una enorme complejidad de interacciones, donde el
espacio y el tiempo, aparentemente, son creados. No podemos decir que el
espacio y el tiempo sean elementos independientes, ya que ambos son creados al
unísono.
En el mundo físico sería más preciso hablar de espacio-tiempo. Si
colocáramos un vaso vacío en una mesa y preguntáramos qué es lo que observan
los demás, dirían que ven “un vaso vacío”. Para ello no se necesita nada más que
estar consciente, reconocer el concepto de “vaso” y el concepto de “vacío”.
Ahora, si apartamos el vaso de la mesa y preguntáramos a nuestros amigos qué es
lo que observan en este momento, dirían con certeza “que nada”, “no hay nada”.
La mente no se percata de que sigue existiendo algo, ese algo es el espacio, el
vacío, que siempre permanece aunque parezca estar ocupado con el vaso.
Es tan evidente y obvio que la
mente no se percata de que nada esencial ha cambiado, porque la función de la
mente, básicamente, es dividir, separar, analizar, diseccionar el hecho, el
fenómeno, pero no percibe directamente lo obvio. Esa función es atributo
innegable de la conciencia, la cual permea todos los objetos, el espacio y todo
el universo manifestado. Por ello, la mente, no es el instrumento adecuado para
conocer la unicidad. Es como intentar ver los anillos de un planeta de una
galaxia muy lejana utilizando nuestros propios ojos.
Al indagar en nuestra propia mente,
observamos que está adornada de múltiples conceptos, imágenes, recuerdos y
memorias del pasado, que consciente o inconscientemente han quedado grabados
formando una película de aparente continuidad. Esa continuidad, alimentada por
el personaje soñado, es el llamado yo o ego, que adopta multitud de caras, con
sus constantes cambios emocionales y mentales, luchando continuamente por
adueñarse del presente inmediato. Asimismo, el presente como un espacio
resbaladizo y diminuto, se estrecha con la intensidad del esfuerzo, la
voluntad, el empeño y todas las esperanzas, que son disfraces de la ansiedad y
la preocupación por el futuro. Obviamente, el personaje soñado no alcanza a ver
su propia miseria, enfrascado en toda esta interminable y agotadora actividad
pensante. Tampoco es consciente de que esos pensamientos no son de su
propiedad, pues acostumbrado a esa rutina mental, certifica que le son propios,
e intenta apoderarse de ellos para construir una imagen de sí mismo.
Este proceso de identificación se
lleva a cabo de manera constante, sin apenas intervención de nadie. La mente es
como un río donde los pensamientos como peces deambulan arriba y abajo. Los
terapeutas te dirán que cuando el río fluye, tenemos un individuo sano. Cuando
el río tiene zonas donde se estanca, el agua se pudre, y entonces aparece el
individuo enfermo, es decir, una mente con problemas. No existen individuos
sanos. Todos los individuos están prácticamente enfermos, lo sepan o no. Si
preguntas a la gente, observarás que hasta el individuo más próspero, vive con
problemas. Luego entonces surge la pregunta. ¿Es posible vivir sin una imagen
de sí mismo? ¿Es posible vivir una vida plena, sin problemas en absoluto? Para
el ego, esta pregunta es aterradora. Supone el desmembramiento absoluto de todo
lo conocido, de todo aquello que le aporta seguridad en el sentido psicológico
de la palabra. Porque básicamente, nuestro propio ego es el problema. No es que
los problemas existan por sí mismos, sino que es nuestro propio ego el que
adopta un campo energético nocivo, llamado problema.
Volviendo a nuestra anterior
pregunta, que no es una pregunta meramente intelectual, sino totalmente
existencial, ¿podemos responder a los retos de nuestra existencia, sin
convertir los hechos en un problema? No estamos hablando en absoluto de
renunciar a los objetos materiales, a nuestras posesiones, a nuestras
relaciones, a nuestras familias, para convertirnos en ascetas mendicantes, sino
en el plano psíquico, donde los objetos pensantes (ideas, creencias) orbitan en
un colapso parecido a una autopista con retenciones en hora punta. ¿Es eso
posible? ¿Es posible vivir desnudo de creencias, ya sean agradables o
desagradables, opiniones formadas o ideales políticos o sentimentales? Es una
cuestión de enorme trascendencia, yo diría que fundamental si queremos un
cambio en nuestra conciencia como seres humanos.
Existe mucho teólogo dogmático en
el mundillo de la espiritualidad. Mucho vocero de otros modelos, sistemas,
filosofías que reparten conceptos metafísicos muy elaborados, a los cuales se
adhieren seguidores y defensores del devenir. Si un concepto es afín a la mente
personal, entonces es acogido, hecho propio, convirtiendo lo real en un
esqueleto osificado donde todo el andamiaje ideológico se sustenta. Si no es
del agrado de esa mente, entonces es rechazado, al no coincidir con la imagen
idealizada del propio pensador. No es obvio para el pensador, que lo pensado
está muerto desde el momento que no es vivenciado como un hecho. Presuponen que
la mejora del bienestar psicológico va acompañada de un llamado “despertar
espiritual” que en un futuro se desplegará, acompañado de luminosos espacios y
sonidos celestiales. Todos basados en la esperanza de que algún día, el
sufrimiento psíquico cesará y sus problemas mundanos y de relación serán
resueltos.
El error fundamental consiste en
continuar con las mismas pautas que el personaje del mundo de vigilia aplica en
la consecución de sus objetivos materiales, ya sea en el campo del trabajo
(manual, intelectual, político) al llamado campo cognitivo o psiquis. Esta
energía dividida entre lo real, el hecho en sí mismo, y el ideal, ha llevado a
la humanidad al estado actual de cosas. Una situación donde la mente
racionalista, idealista, romántica, ha perpetuado el estado de sueño del ser
humano. Apoyada en la constante hipnosis colectiva intentamos despertar de un
mundo irreal a lo llamado real. Así es como existen la violencia, el odio, los
antagonismos, la miseria, la ansiedad y la preocupación constante de cambio.
Nosotros no queremos convertirnos
en eso, en propagandistas de un mundo viejo, con toda la carga del pasado, sus
condicionamientos, modelos de comportamientos (sociales, culturales e
ideológicos), sino que simplemente preguntamos para inquirir si todo este
pensamiento obsoleto, que nos ha llevado a la decadencia, es posible transmutarlo
para crear un mundo nuevo, no reformado, sino totalmente distinto, no opuesto
(lo que nos mantiene en el péndulo del viejo problema), sino algo
“irreconocible”, en el sentido de ruptura total con lo anterior . No vivir de
prestado, sino mantener una viva relación con lo manifiesto, sin que la parte
interfiera en el todo, ya que aquella ha producido la aniquilación de las
civilizaciones.
Si Vd. se lo pregunta, debe
mantener esta cuestión en su mente, hasta que la pregunta y la propia mente,
infectada de todo lo conocido, pueda estallar, para crear un universo donde en
cada momento descubra por sí mismo, sin ayuda de otros, la maravilla de estar
vivo y en contacto real con la naturaleza, los seres humanos y las criaturas
que habitan este nuevo mundo. Buda no tuvo tantas oportunidades como usted. Él
tuvo que luchar contra su destino humano, pasar miserias y aflicciones,
austeridades y penitencias, pero usted tiene la fortuna de no tener que
combatir estas penosas situaciones. Él lo hizo para usted, mostrándole el falso
camino. Si comprende profundamente la esencia de estas palabras y va más allá
de ellas, usted se descubrirá a si mismo reflejado en el espejo de la Vida. No
hace falta subir a las montañas. Usted está en la cima. Sólo deje de pensar que
habita en el valle, en la llanura del sufrimiento autocreado y perpetuado por
el recuerdo, la memoria y la anticipación.
“En el silencio todo surge,y en él todo se desvanece”
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