LA REALIDAD NO ES SUBJETIVA
Y LA BONDAD EXISTE
Está muy extendida la idea
de que hay tantas verdades como personas, que todo es relativo, “según el
cristal del color con que se mire”, se suele decir.
Y aunque es cierto que cada individuo percibe la realidad
según sus ideas o parámetros subjetivos, forjados a través de la
experiencia, esa
percepción subjetiva de la realidad, no invalida que haya una única realidad.
Un ejemplo
Si a una tertulia
llega una persona acompañada de un perro, cada una de los participantes de la
reunión puede interpretar este acontecimiento de una manera diferente.
Uno pensará que el perro es
estupendo, y sentirá alegría. Otro que es desagradable, y se
enfadará. Otra persona pensará que los perros son sucios, y sentirá asco. Aún
otra puede pensar que le va a contagiar una enfermedad, y sentirá miedo. Otra pensará que los perros son
extraordinarios y sentirá afecto por él. Cada uno ha vivido esa
experiencia desde sus propios parámetros, y como consecuencia de
ello ha sentido una cosa u otra, pero el
perro es el mismo.
Otro ejemplo
Supongamos que una persona
contesta enfadado a otra, esa otra persona le dice que se ha enfadado y el
primero dice que no. No es
posible que ambas cosas sean ciertas, o se ha enfadado o no, no valdría decir
“esa es tu verdad”.
Otro asunto es cómo
descubrir quién está en lo cierto o hasta que punto ambos distorsionan su
interpretación de la realidad, pues puede que se haya enfadado, pero no
tanto como el otro asegura.
Sin embargo, es una idea
muy difundida en la actualidad la de que no existe una realidad o verdad, sino
que “cada uno tiene su propia verdad”. Esto confunde a la persona que lo
piensa, pues supondría que hay tantas verdades como personas, es decir, cada
uno viviría en su propio mundo, lo cual
enquista a la persona en su visión distorsionada de la realidad.
La idea de que cada uno tiene su verdad
les aleja de la solución de los conflictos
Sería más correcto decir
que cada uno tiene, o vive, su distorsión de la verdad o realidad. Ser conscientes de este hecho,
les empujará a corregir esa distorsión.
Muchas de esas distorsiones
son propias de cada individuo, otras son similares en individuos de una misma
cultura o clase social. Otras son comunes a la humanidad (como seguir
enfadándose ante la realidad).
Las distorsiones
de la realidad, que
pueden ser más o menos graves, más o menos llamativas, tienen su origen en las
ideas, bien sean creencias, conceptos, conclusiones, ideologías…, que se basan
normalmente en suposiciones, interpretaciones erróneas por experiencias mal
comprendidas o asunción de las ideas de otros.
Hay innumerables cuestiones
en el día a día que se van enfrentando sin reflexionar, imitando a los que les
rodean o dejándose arrastrar por sus temores.
El sufrimiento es el resultado de
una distorsión de la realidad
Por lo tanto, produce un
beneficio incalculable aprender a
descubrir la realidad que permanece oculta tras el velo de las ideas erróneas, ideas que producen una forma
determinada de pensar, de sentir y de actuar, y cuyos errores conllevan el
sufrimiento.
La bondad existe
En este sentido, y sin
seguir ningún tipo de creencia, ni tener que adherirse a ningún credo, es muy
importante tener confianza
en que la vida tiene un sentido. Percibir o
sentir que existe la bondad, o si uno no lo siente, razonar sobre su
existencia.
Uno mismo puede percibir en
sí mismo esa inclinación hacia la bondad, en algunos casos como ligeros
remordimientos de conciencia, otras veces disfrutando de la bondad en toda su
plenitud, disfrutando cuando se colabora con otros, cuando se ayuda, cuando
se aporta algo a los demás o cuando se siente agradecimiento.
Para resolver lo
que hace sufrir y disfrutar de la vida, es imprescindible sentir esa confianza
en la vida y recuperarla si se ha perdido.
Como cada uno lo conciba: bondad, verdad, dios, la vida… Pero siempre como algo
bueno que nos sustenta y nos ayuda a aprender, no que nos chantajea, exige, o
castiga arbitrariamente si nos equivocamos.
Hay diversas maneras de
sentir o percibir esa bondad. La más sencilla es hacer caso a esos buenos sentimientos, a esa sensación de que hay algo, algo
bueno más allá de uno mismo, aunque no se sepa cómo explicarlo. Otra manera es
comprobar el sentimiento de satisfacción que surge cuando actuamos en beneficio
de todos (de los demás y de uno mismo, al mismo tiempo).
Como todo, no debe ser una
creencia ciega, si no una comprobación personal de que esto es así.
La vida no nos ha
traicionado, simplemente una gran parte de la humanidad ha dejado de tener
confianza en ella.
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