Hay muchas maneras de ver las cosas, y el modo en que interpretamos nuestro
lugar en la vida depende de lo que decidimos creer. Para recuperar el poder en
nuestra vida, es imperativo que comprendamos nuestras creencias personales y
colectivas. Somos quienes somos y estamos donde estamos debido a lo que creemos
con respecto a nosotros mismos; no importa lo que estemos viviendo, ya que
nuestras creencias son el fundamento y crean esas experiencias. ¿Cuáles son nuestras
creencias? ¿De dónde vienen?
La llave esta en lo que creamos con nuestros pensamientos
Por regla general, las creencias tienen mucho que ver con el poder: nuestro poder de crear. Las creencias pueden revelar cómo
manejamos nuestra energía. Las creencias son decisiones que tomamos y acuerdos
que suscribimos con respecto a la realidad; son un cúmulo de invisibles
ladrillos, moldeados según nuestra interpretación de la realidad, que se
acumula a lo largo del tiempo, y desde donde construimos un concepto con
respecto a nosotros mismos en relación con nuestro lugar en la existencia.
Las
creencias son los programas según los cuales construimos las experiencias de
nuestras vidas. Ellas revelan la manera con la que personalizamos nuestras
elecciones y las condiciones que aplicamos a la hora de imprimir la energía de
la fuerza vital que utilizaremos para manifestar nuestros pensamientos.
Si echamos un vistazo a nuestras vidas, veremos los resultados creativos de
nuestro propio programa interno.
Todo el mundo tiene múltiples creencias tomadas de muchas fuentes. La herencia genética, las tendencias familiares, las experiencias
infantiles, las influencias culturales y numerosas impresiones de otras vidas
son parte de la serie de creencias que definen nuestra experiencia en la
realidad 3D. Las Creencias son los pensamientos, en gran parte jamás
cuestionados, con respecto a nosotros mismos y al mundo en general. Esas formas
de pensamientos que no vemos nacen en nuestra imaginación y son almacenados en
los bancos de la memoria de nuestro subconsciente para calificar nuestras
experiencias tanto en nuestro mundo interno como en el externo.
Nuestras creencias nos predisponen al éxito o al fracaso.
Si nuestra visión del mundo es optimista, por regla general estaremos
motivados, tendremos una actitud positiva y nos relacionaremos con la vida con
entusiasmo y alegría: sin embargo, si nuestra visión del mundo tiende a ser
pesimista e interpretamos de manera pesimista la realidad, entonces nuestra
sensación de desesperanza y desespero nublará a cada uno de nuestros
encuentros.
La gente sufre por dolor y confusión debido a la propia creencia de
carencia de poder, una creencia que es tan antigua como el susurro del
tiempo: todas las formas de conciencia tienen que pasar por varias etapas de
aceptación de la propia responsabilidad referente a su poder y cada visión de
la creación. Nuestros encuentros en el mundo exterior son un reflejo de nuestra
realidad interior: nos convertimos en lo que pensamos; por ello, en el momento
en que cambiamos nuestros pensamientos, nuestra vida cambia inevitablemente.
Nuestras creencias establecen los preceptos de como queremos manejar
nuestro ser biológico.
La humanidad se está poniendo a prueba para ser mucho más consciente de
cómo utilizar el poder del pensamiento. Hemos nacido con
muchísimas habilidades; sin embargo, nuestras creencias insisten en el hecho de
que somos impotentes; por ello, estas habilidades están bloqueadas o, incluso,
se han erradicado de las conexiones neuronales a una edad muy temprana.
La clave para solucionar la gran crisis planetaria con la que nos estamos
enfrentando se halla en el humilde reconocimiento que la humanidad ha
desarrollado, una especie de miedo colectivo ante el poder de crear. Estos
tiempos exigen que conozcamos nuestra mente y nuestras creencias para
convertirnos en un creador extraordinario de nuestra realidad. Nos hemos
reencarnado en la Tierra para manejar una forma de poder. La existencia muestra
la esencia del poder y su utilidad: está constituida de energías dinámicas que
llevan la majestuosa heliografía de la conciencia a cada rincón y escondrijo
del cosmos.
La humanidad crea el mundo en general debido a acuerdos colectivos
inconscientes y muy antiguos. Estamos participando en un acuerdo colectivo que
se ha propuesto explorar la naturaleza de la realidad desde el punto de vista
3D y contribuimos a energetizar la experiencia colectiva mediante la telepatía
y la ensoñación. Somos muy creativos sin ni siquiera ser conscientes de ello.
Sin ningún esfuerzo podemos soñar nuestra realidad mundana más amplia como un
lugar para explorar la existencia. Experiencias y encuentros cotidianos, aunque
significativos e íntimamente nuestros, están, sin embargo, profundamente
entrelazados con un sinfín de otros «ahoras» personales.
Nuestra elección en la realidad física se basa en lo que nosotros creémos
que es posible.
Nuestra estructura biológica es, de hecho, un centro de emisión y recepción
de información y nuestras células reciben telepáticamente información al
instante; no hay que apretar botones, no hay que comprobar pantallas ni tampoco
existen interrupciones en la red. El sistema de inteligencia de nuestro cuerpo
está continuamente verificando el pasado, el presente y el futuro. Mientras
nosotros estamos profundamente imbuidos en nuestra propia experiencia «momento
a momento», todos los pensamientos y sensaciones que exploramos sin esfuerzo
alguno son procesados inmediatamente y casi simultáneamente emitidos
telepáticamente al mundo exterior y a través del tiempo. Existimos dentro de
una infinita red de información que es intercambiada continuamente a nivel
celular sin que seamos conscientes.
La gente que comparte nuestro actual medio ambiente conoce
inconscientemente nuestras creencias y expectativas, además de nuestras intenciones
y órdenes internas. Cada célula de nuestro cuerpo es un mecanismo de
comunicación multisensorial y multifacético. Su estructura es cristalina y
responde a la modulación de la luz (otro sendero de luz).
La cavidad interior del cerebro es una cámara que resuena y actúa como un
transformador energético de las radiaciones cósmicas, que son la fuerza vital o
chi, que entrega las heliografías para la vida. Nuestra visión del espacio y
del tiempo se crea esencialmente a través de nuestra propia biología. La actual
metamorfosis de la conciencia puede conduciros a abrir y activar nuevos
mecanismos sensoriales que van más allá de los cinco sentidos del gusto, tacto,
oído, olfato y vista. Los poderes psíquicos son una parte natural de nuestra
tecnología interna, son herramientas para un mejor manejo interior.
Cuanto más conscientes seamos del programa que funciona en nuestra
computadora biológica, más fácil será crear aquello que deseamos.
Nuestras células emiten lo que somos (llevamos un gran cartel en nuestro
campo energético) mediante frecuencia y telepatía. Nuestras células también
escuchan todos nuestros pensamientos (conscientes, subconscientes o
inconscientes) y, como resultado, se están modulando continuamente para enviar
la señal exacta para atraer lo que queramos. Luego, debido a una serie de
sincronicidades, nos encontramos con el camino de la oportunidad, que nos
conecta con aquello en lo que nos hemos centrado, y esto, a su vez, está
fuertemente ligado a nuestras creencias con respecto a nosotros mismos.
¿Nos hemos parado alguna vez a pensar si nuestras creencias más profundas
nos llevan a continuar la vida o a renunciar a ella?
No existen los accidentes; nuestras células nos impulsan a tomar una
decisión desechando otra (encontrar un amigo íntimo o tener un encuentro
desagradable), de modo que, sea lo que sea, lo que se cruza en nuestro camino,
forma parte de nuestra creación.
Tenemos que decidir lo que queremos encontrar y ser muy claros con lo que
deseamos. Si pensamos que no tenemos poder alguno con respecto a lo que sucede
en el mundo exterior, ésa será la creencia, junto a un acuerdo suscrito entre
nosotros y el campo de la existencia. Nestras células escuchan esa orden
referente a nuestro lugar en la realidad y hacen todo lo posible para asegurarse
de que, sea cual sea la situación con la que nos encontremos, no tengamos
ningún poder en este sentido.
Nuestras creencias establecen las premisas de cómo queremos manejar nuestro
ser biológico y, en estos tiempos de tremenda aceleración, la humanidad
se enfrenta con la responsabilidad de aprender cómo manejar la energía del
pensamiento. Debemos aceptar la suprema responsabilidad de ser dueños
de nuestro sistema biológico para caminar por el sendero del manejo de la
energía de la existencia.
Somos pioneros en preparar el camino para una nueva interpretación de la
realidad.
Ya sabemos que vivimos y nos desarrollamos dentro de una red de acuerdos
colectivos que sostienen y definen la existencia terrestre. Dentro de este
marco de creencias colectivas, disponemos de libre albedrío para elegir
nuestros pensamientos y perseguir la idea que más se aproxima a nuestros
valores personales. Nuestras experiencias en el mundo exterior se deben
directamente a los pensamientos, sensaciones y deseos de nuestro mundo interior,
que son las actividades sutiles sobre las cuales se construyen nuestras
creencias. Nos encontrareis en el lugar justo y en el momento adecuado y todo
funcionará perfectamente (si así lo creemos).
Creer en nuestra propia seguridad personal y en que vivimos en un
multiverso benévolo es muy beneficioso si queremos vivir en paz y armonía. Cuando nos encontramos con cualquier situación en nuestra vida
cotidiana, de hecho, proyectamos nuestras percepciones en este evento y
potenciamos siempre lo que queremos ver debido a nuestras creencias. ¡Estamos
siempre interpretando la realidad!
De hecho, somos pioneros en preparar el camino para una nueva
interpretación de la realidad y al igual que un brote de semilla busca su
camino hacia la luz solar pasando por capas y capas de materia densa, nosotros
empujamos contra un reforzado, pero invisible lecho de ignorancia, donde reinan
los limites y las creencias se convierten en hechos inamovibles. Ahora que
billones de personas comienzan a cuestionar la propia naturaleza de la
existencia al ver más allá del limitado «glamur» en la Tierra, esa nueva
consideración eliminará las finas capas de creencias restringidas que no nos
sostienen a nosotros ni tampoco a nuestra cultura. Y, como podemos imaginarnos,
esa nueva y audaz creencia ejercerá una fuerte presión sobre los paradigmas de
creencias dominantes que gobiernan nuestra vida.
Estamos rebosantes de conciencia, que es la habilidad para darse cuenta;
sin embargo, esto no significa necesariamente que seamos conscientes de todo lo
que creemos. Las creencias son engañosas; en esencia, son acuerdos con respecto
a la realidad que hemos aceptado y mantenido sin cuestionar. Cuando nos
enfrentamos y nos encontramos con nuestras creencias, pensamientos y
sentimientos pueden ir desapareciendo capa por capa como sí se tratase de una
vieja pintura o también puede que entremos en agujeros negros internos para
salir por el otro lado, después de viajar por partes de nuestro ser que nos
sabíamos que existían. Una vez más, nuestra atención es una mina de oro
personal, y cuando aprendemos a valorar y utilizar ese tesoro, podemos
fortalecernos para viajar tanto al mundo interior como al mundo exterior. Dónde
y cómo gastamos nuestra energía tiene un importancia enorme para entender cómo
creamos nuestra vida.
¿Somos el capitán de nuestra atención o, simplemente, nos dejamos
arrastrar?
Centrarnos durante un momento en nuestra respiración y visualizar espírales
doradas de energía mientras penetran en nuestro cuerpo y dirigimos la atención
a las profundidades de nuestro mundo interior.
Así, sentados en silencio, consideremos que para recuperar el poder en
nuestra vida primero tenemos que examinarla. La vida es rica y está repleta de
significados simbólicos, y profesar respeto a todos los encuentros de la vida
nos ayudará a ampliar la mente y aunar nuestra identidad y propósito.
¿Cuánta atención hemos prestado al poder de las creencias a lo largo de
nuestra vida?
Las creencias son muy poderosas y, tanto si las conocemos como si las
ignoramos, son las que preparan el escenario para nuestras experiencias.
Honestamente, ¿realmente sabemos lo que creemos? ¿Hemos elegido conscientemente
nuestras creencias y las hemos ubicado en nuestra psique tal como plantaríamos
las flores en nuestro jardín?
¿Qué creencias hemos heredado como atesoradas
reliquias familiares? ¿Qué patrones comunes recorren los genes de nuestra
familia? ¿Qué asuntos específicos tienen en común los miembros de diferentes
generaciones de nuestra familia? ¿Qué situaciones reaparecen una y otra vez
tanto para nosotros como para nuestra familia? ¿Cuántas veces somos nosotros
las estrellas trágicas de todo el espectáculo? ¿Qué pensamientos y sensaciones
tenemos al despertarnos por la mañana? ¿Qué pensamos de los sueños? ¿Qué
sensación nos produce nuestro dormitorio y para qué lo usamos? ¿Qué sensaciones
aparecen cuando evacuamos y cuando nos aseamos? ¿Qué valor asignamos a nuestro
cuerpo? ¿Qué pensamos del sexo?
¿Tenemos una influencia benigna sobre nuestro
cuerpo, o, al contrario, ejercemos una influencia negativa sobre él? ¿Para que
utilizamos nuestro cuerpo? ¿Qué pensamos de los alimentos y el papel que juegan
en nuestra vida? ¿Qué significa para nosotros la palabra «hogar»? ¿Qué
influencia ejerce nuestra familia sobre nuestra conducta? ¿Qué sensaciones
tenemos con respecto a la risa y la diversión? ¿Qué creemos que es posible
lograr en esta vida? ¿Qué creemos que nos merecemos en esta vida?
Con estos pensamientos en mente, anota en un papel a lo largo de los
próximos días por lo menos una docena de creencias personales respecto a una
serie de temas. Anota las creencias en forma de declaraciones, un rosario
personal de los así llamados hechos de la realidad. Asegúrate de que incluyes
las creencias con respecto a la salud, la riqueza y la felicidad. No mires el
papel durante una semana y luego lee honestamente esas declaraciones. ¿Cómo te
sientes con respecto a lo escrito? ¿Es tu vida un reflejo de lo escrito? ¿Tus
creencias son útiles para tu vida y mejoran tu bienestar? ¿Con cuántas
creencias te sientes feliz? ¿Cuántas creencias te gustaría cambiar? ¿De qué
manera te demuestran cómo utilizas la energía vital de la existencia para crear
vida?
El siguiente paso consiste en evaluar si estas ideas con respecto a
nosotros mismos, y al mundo en general, son apropiadas, ya que a través de esos
filtros de creencias creamos la versión del mundo con la que nos encontramos.
En este plano de la realidad hemos heredado una serie de creencias
procedentes de nuestra línea genética, al igual que de lo celeste, ya que llevamos
la impronta de nuestro carácter debido a la posición de los planetas a la hora
de nuestro nacimiento. También cargamos con memorias de asuntos y eventos de
tiempos simultáneos. Luego, claro está, estamos condicionados por nuestra
cultura, sociedad, familia y religión, temas que nos acompañan desde el primer
momento de nuestra vida y que ayudan a definir la naturaleza de nuestra
realidad.
La información o las creencias que nos son impuestas no constituyen el
cuadro completo de la realidad; por ello, con frecuencia vivimos nuestra vida
en un solo camino de la existencia y mientras tanto nos estamos perdiendo un
gran número de oportunidades no mencionadas, porque aceptar las creencias que
nos limitan es como llevar una camisa de fuerza durante toda la vida.
Nuestras creencias más profundas determinan la dirección de nuestra vida; son representadas todos los días y distribuidas mediante nuestros
pensamientos y actitudes. La gente que elige el camino del miedo no ve la
bifurcación de la carretera (sus creencias le ciegan literalmente, nublando y
eliminando cualquier posible y probable opción. camino o solución).
Nuestras creencias condicionan y califican el espacio que nos rodea,
creando una impronta electromagnética que, al fin y al cabo, es lo que atrae a
todas las experiencias de nuestra vida. Los pensamientos son reales en cuanto
tienen una vida propia una vez que los hemos creado. No obstante, la mayoría
del tiempo no «tenemos ni idea», de cómo decimos nosotros, cómo poner en marcha
nuestra versión del mundo.
Estamos aprendiendo que hay muchas maneras de ver cualquier situación y, en
el marco más amplio, se podría decir que la realidad consensuada que estámos
viviendo actualmente está experimentando un derrumbe de creencias. La gente ha
construido su vida basándose en la fe de que las creencias son hechos
inamovibles, o atributos de la existencia que son verdades indiscutibles, pero
las creencias son acuerdos con respecto a la realidad y los acuerdos se pueden
cambiar.
Es esencial entender que las creencias son pensamientos que
amontonamos en nuestra imaginación (consciente, subconsciente o
inconscientemente) y en la imaginación todas las cosas son reales. Todos los
pensamientos producen vibraciones energéticas y, aunque no podamos ver esas
frecuencias, el aire está lleno de lo que somos.
Durante este periodo de aceleración, nuestro mundo se ha tomado muy
polarizado con respecto a un importante conflicto sobre creencias.
Dos direcciones de pensamiento muy diferentes, basadas en el valor de
nuestra vida, expresan la tensión de esta importante división. Una de las
creencias en el mundo hostil justifica todo con el concepto de «el poder es lo
correcto» para promocionar asesinatos y violencia como medio para un fin. Lo
opuesto es la creencia en una existencia pacífica con poder, en la que se
proporciona un enorme valor a la naturaleza y toda clase de vida es muy
respetada.
El estrés y la tensión aumentan continuamente en todo el planeta debido, en
parte, a un incremento de la telepatía y la sensibilidad psíquica con respecto
a la magnitud de esa división vibracional. Ahora, esa gran división es, en
realidad, «una polaridad de la colaboración», al igual que la Luna llena emite
su luz y enciende las pasiones e ilumina aquello que normalmente está
escondido.
Estas actividades son una demostración del enorme poder de
las creencias, que pueden crear versiones muy distintas e incluso, diametralmente
opuestas de la realidad. En términos puramente prácticos, nosotros
elegimos en cada momento lo que queremos. Ese uso del libre albedrío para
elegir una cosa es, nuestra gracia y salvación, que debemos aprender a
cultivar, sembrando pensamientos para recuperar el poder.
Para poder entender y sanar la locura, la inestabilidad y la aparente
inseguridad de estos tiempos difíciles, primero debemos aprender a manejarnos
nosotros mismos.
Aprender a manejar la energía en el mundo material es una de las razones
por la que estamos aquí. Nuestro cuerpo es nuestra primera y más importante
responsabilidad y éste sigue en principio nuestras órdenes. Nuestra intensidad
emocional es la carga de poder que hay detrás de las frecuencias de nuestros
pensamientos. Lo que sentimos con respecto a nosotros mismos y al mundo en
general afecta directamente a las funciones y los sistemas operativos de nuestra
forma física.
Los sentimientos se alimentan de las creencias (sobre todo los sentimientos
de entusiasmo) y cuando sigamos a nuestros sentimientos siempre nos toparemos
con nuestras creencias.
Cuando nos sintamos bien con nosotros mismos, nuestro mundo exterior nos
reflejará este estado mental y, cuando nos sintamos mal y frustrados, también
se reflejará en el mundo exterior.
Las limitaciones, frustraciones y bloqueos pueden ser examinados desde una
perspectiva reveladora. Si aceptamos nuestra parte en la creación de cualquier
situación de nuestra vida (sin culparnos a nosotros mismos ni a nadie ajeno)
nos acercamos a ella con la actitud de que todo lo que encontramos tiene un
propósito y desbloqueará el victimismo que ha condicionado durante tanto tiempo
a la humanidad.
Acabar con el victimismo es un paso importante en el sendero de la
recuperación del poder. No obstante, aquellos que
eligen vivir una realidad carente de semejante inteligencia emocional se
sentirán cada vez más encerrados en un orden del mundo en el cual el sentido de
la vida se pierde. Aquellos que eligen el amor (y se atreven a sentir la
profundidad de ser) y asumen la responsabilidad de sus acciones y buscan el
sentido de la vida se darán cuenta de que un mundo lleno de vida significativa
desplegará su inteligentemente escondida presencia.
Integrar nuestra creencia personal en nuestra autoestima innata es una
inversión excelente de nuestro tiempo y de nuestra energía.
Nosotros llevamos las riendas de la energía vital que nos sostiene y que
nos conecta con una realidad cósmica más amplia. Cuando abdicamos e ignoramos
nuestra habilidad de crear la realidad, en el fondo estamos transfiriendo
nuestro poder para que otros nos manejen.
La tendencia de pensar que otros nos van a salvar es algo que se ha grabado
a fuego en los seres humanos.
Nadie nos va a salvar: para florecer y crecer tenemos que
aceptar hacernos cargo de nuestras vidas. Nuestros sentimientos son importantes
para comprender cómo funcionamos. Una vez más, cuando seguimos nuestros
sentimientos encontramos nuestras creencias, y cuando descubrimos nuestras
creencias, nos hallamos cara a cara con el concepto que usamos para construir
nuestra versión de la realidad. Para ampliar nuestra conciencia y sentir que el
poder es nuestro, tenemos que estar dispuestos a examinar los pensamientos
descubiertos por nuestros sentimientos, ya que éstos, una vez observados y
examinados, pueden ser rastreados hasta sus orígenes y pueden desvelar sus
propósitos.
No es cierto que estemos perpetuamente imbuidos en nuestros pensamientos o
al ser que pensamos que somos ni tampoco estamos limitados eternamente por la
sangre de nuestros antepasados. Somos un producto que hemos fabricado
nosotros mismos, un cúmulo de ideas y experiencias que han sido recogidas
a lo largo del tiempo y lo podemos utilizar a nuestro favor para construir la
versión de la realidad que deseamos profundamente. El conocimiento es poder y
nos sería muy útil recordar este antiguo y obvio dicho. Cada
pensamiento que tenemos tiene un poderoso impacto en nuestro mundo.
La claridad en el pensamiento, en la palabra y en los hechos es de vital
importancia para crear una versión apetecible de la vida. En los tiempos
antiguos, el poder de la palabra se conocía como el arte de la vieja magia. El
lenguaje es una herramienta poderosa para dirigir la energía y manifestarla en
la forma. Se Sugiere que elijamos nuestras palabras con cuidado y certeza,
sabiendo lo que queremos y estableciendo intenciones claras y positivas con
respecto a nuestro propósito. El alcance de metas valiosas y de ideas es
esencial para sentir el poder personal. Cada pensamiento y cada palabra influye
en el gran almacén de las memorias de la mente subconsciente (pensamientos y
palabras propios o aquellos que proceden del mundo exterior).
Dado que somos en gran medida telepáticos, también podemos ser
influenciados por los pensamientos y actividades de otros, especialmente si
nuestras fronteras no están bien delimitadas y no tenemos claro quiénes somos.
Sugestiones e imágenes procedentes, por ejemplo, de espacios televisivos
programan nuestra mente subconsciente e inconsciente. Nuestros científicos han
elaborado estudios con gente conectada a un EEO (electro encéfalo ordenador),
mientras estaban viendo la TV; se ha registrado actividad en las frecuencias de
ondas delta correspondiente a un estado de sueño bastante influenciable
mientras observamos la TV. Si no somos conscientes de nuestros
pensamientos o si hemos abdicado a nuestra elección de pensamientos, los
aparatos electrónicos pueden influenciarnos y controlarnos fácilmente.
Nuestra mente consciente da la orden y la mente subconsciente es el centro
de procesamiento donde se filtran las directrices o creencias para
posteriormente llevarse a cabo. Recuperar el poder en nuestras vidas comienza
con el hecho de que tengamos el control sobre nuestros pensamientos. Somos
nosotros los que tenemos que decidir lo que queremos y luego conseguirlo; de
otra manera, nuestra orden no tendrá ninguna intención consciente para dirigir
el curso de nuestra vida.
Los tiempos en los que vivimos requieren que aparezca lo mejor de nuestras
capacidades, e integrar nuestra creencia personal en nuestra autoestima innata
constituye una inversión excelente de nuestro tiempo y de nuestra energía.
La felicidad y la paz mental son las características de una verdadera
recuperación de poder y están ahí cuando nuestra intuición y nuestros valores
están equilibrados.
Mientras la energía continúa acelerándose, los temas sólo aumentarán en
complejidad en cualquiera de las áreas en las que hemos evitado asumir la
responsabilidad. Para prepararnos para vivir estados de conciencia más elevados
y una mayor conciencia de percepción, debemos visualizar el tipo de
mundo que queremos y luego debemos confiar en que lo encontraremos.
Nuestra imaginación es la herramienta más poderosa para crear, y cuando centramos
nuestra atención con una intención clara y consciente, ponemos en marcha un
programa interno, que determinará nuestra experiencia del mundo exterior. Los
sucesos son segmentos multidimensionales de arte vivo; el tono, el tamaño, la
forma y el propósito cambian cuando aprendemos a rodear un evento y a liberar
nuestra fijación en un marco emocional de tiempo.
Los eventos aumentan su
significado mientras aumenta nuestra conciencia; cuando modifiquemos
conscientemente la interpretación del mundo y abracemos una visión de confianza
y de inspiración, nuestra experiencia del mundo cambiará. Aunque las
condiciones pueden seguir siendo las mismas, como la analogía del vaso medio
lleno/vaso medio vacío, elegir cómo percibimos lo que vemos prepara el
escenario para todos nuestros encuentros, al igual que afecta al paradigma de
las creencias colectivas.
Nuestras creencias son las que determinan quiénes somos, y las áreas en las
que destacamos suelen ser aquellas en las que triunfamos porque sentimos
entusiasmo y disfrutamos con lo que estamos haciendo.
Las creencias culturales sobre la naturaleza de la realidad gobiernan
nuestra experiencia desde lo más hondo y lo más antiguo. Las creencias se
forman a partir de las ideas sobre la realidad; esas ideas pasan a través del
tiempo y se convierten en hechos, los cuales, a su vez, aparecen y definen lo
que vemos porque eso es lo que nos han dicho.
Las ideas forman un lazo energético que continúa creando una heliografía
especialmente fuerte de la realidad sostenida por una inmensa contribución de
energía desde la mente colectiva. El resultado de este masivo soporte, que se
basa en presunciones culturales jamás cuestionadas, determina la estructura del
mundo que actualmente encontramos. Las creencias colectivas forman una visión
controlada y confabulada que todos hemos acordado ver; nos encontramos con esos
acuerdos cada día, gracias a experiencias sociales, culturales y, por supuesto,
personales.
La idea de que la Tierra es una experiencia única («un mundo y sólo un
mundo» al que todo el mundo está apegado en la misma realidad) es, en cierto
sentido, similar al antiguo pensamiento de que el mundo era plano.
La estructura del mundo es un conjunto de acuerdos según los cuales
actuamos: no es la única versión del mundo. La naturaleza es
flexible y está repleta de posibilidades multidimensionales y nuestras
creencias, decisiones y emociones juegan un papel decisivo en la creación de la
versión del mundo con el que, de hecho, nos encontramos.
El campo de la existencia no tiene límites y es benévolo y, en
consecuencia, nosotros somos una maravillosa e ilimitada parte de la creación.
Con seguridad, algunas de las creencias más profundas que encierran a la
humanidad en infinitos lazos de confusión proceden de antiguas leyendas
relacionadas con el origen del ser humano.
En la tradición judeo-cristiana, la historia de Adán y Eva dice que fue la
mujer la que conversó con la serpiente y luego, siguiendo su innata curiosidad
y los parámetros de su intuición, cometió supuestamente un grave pecado que
tuvo como consecuencia que la humanidad fuese alejada para siempre del paraíso.
A lo largo del tiempo, millones y millones de personas han construido su vida
en torno a ese cuento, creyendo fielmente que todavía tienen que pagar por esta
supuesta transgresión.
En cada mito se esconde siempre una parte de verdad, ya que son variaciones
de enseñanzas apreciadas durante muchos años o creencias respecto a la
naturaleza de la realidad, además de registros que se han transmitido a lo
largo de nuestro linaje ancestral. Sin embargo, la verdad se aplicará de
acuerdo con cómo se ve el evento en la imaginación, que es donde se forman las
interpretaciones. Este mito en particular ha suscitado innumerables visiones
reales de la realidad: la desobediencia resulta cara, por lo que es
mejor obedecer.
Sólo Dios es omnipotente: uno no se puede fiar del cuerpo ni
tampoco se puede confiar en las mujeres; nunca hagas caso a una serpiente; la
humanidad es impotente y está pagando muy caro el incontrolable impulso de una
mujer; las mujeres no son aptas para ser líderes; la humanidad no se merece a
Dios y por ello «la caída» a un mundo cruel y duro es el castigo que sigue
vigente.
De una manera u otra, las implicaciones de vergüenza e impotencia residen
en la base de esas interpretaciones aceptadas de esa historia tan respetada que
confirma totalmente la enraizada creencia cultural de victimismo, el peor
estado y con total ausencia de poder. La impotencia procede de la creencia de
que no tenemos ningún control sobre nuestro entorno y queda reforzada con la
consideración de que el pasado es una situación válida para eventos presentes y
futuros. La necesidad se basa en el deseo de que otro moldeara nuestro destino.
No somos pecadores, no tenemos culpa ni tampoco somos impotentes.
Cuando elegimos creer que debemos adorar, venerar e imitar a seres cuya
conducta es, supuestamente, mejor que la nuestra, no nos estamos haciendo
ningún favor. Somos iguales a cualquier campo de la existencia y cualquier
parte de la creación.
La naturaleza es el sistema que nos sustenta y somos libres de cuestionar
la existencia.
El campo de la existencia no tiene límites y es benévolo y, en
consecuencia, nosotros somos una maravillosa e ilimitada parte de la creación.
Recordemos que nuestras creencias son una parte integral de nuestro campo
energético personal; de hecho, son una forma de magia. La magia es la habilidad
de hacer que algo tome forma, y con las creencias ocurre lo mismo; creencias
colectivas crean conjuros colectivos.
A lo largo del tiempo, las creencias han sido manipuladas y modificadas
hasta convertirse en acuerdos colectivos en la experiencia espacial en 3D.
Nuestro marco personal de creencias determina lo que percibimos. Proyectamos
nuestra propia energía hacia fuera para formar el mundo físico, hecho muy
importante para comprender las creencias y la magia: para cambiar el
mundo, primero tenemos que cambiar nosotros mismos.
Por un mundo mejor.
Todos juntos en La Victoria de La Luz!!
Cristina Valenzuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario