© LA VIDA NOS AMA
Tanto que vamos detrás de afectividad y cariño de los que
nos sentimos tan carentes, tan necesitados y no nos damos cuenta de que la Vida
es nuestra mejor fuente de amor.
Pensemos un poco: Todo lo que somos, lo que tenemos, lo que
disfrutamos, es una ofrenda de la Vida. La Vida es la que nos vive, la que vive
a través nuestro: ¡Cómo no nos mostrará toda la dulzura y la ternura que son
sus signos de identidad, su razón de ser!
Es verdad que necesitamos muestras de cariño, calor y compañía para sentirnos satisfechos pero, ¿de dónde las esperamos estas sensaciones (porque sólo son sensaciones)?
Las buscamos fuera de nosotros, lo que es una quimera, por
muy decepcionante que resulte aceptarlo. Todo el mundo quiere lo mismo: amar y
ser amado a pesar de que quizás lo segundo sea lo más prioritario para la
mayoría.
Sí, es muy placentero que te hagan carantoñas y te
demuestren afecto, pero si esto no se da, lo que tenemos al alcance es el calor
del alma, la confianza en que la Vida nos ama y procura siempre lo mejor para
nosotros.
Hay un montón de ejemplos que confirman esta afirmación y
cada uno puede encontrarlos sólo que se lo proponga y preste atención a todo lo
que le rodea y a todo aquello de lo que disfruta habitualmente.
El hecho de estar enfocados sólo hacia fuera es una
limitación importante que nos supone muchos malestares y confusiones que
repercuten en nuestro estado de ánimo haciéndonos sentir carencias imaginarias.
Deberíamos llevar instalado de serie un “retrovisor” que nos
permitiera mirar a menudo dentro de nosotros para tener bien presente la
cantidad de cosas de las que disponemos para poder disfrutar de ellas.
Es evidente que la máquina de los deseos nunca para y parece
insaciable, provocándonos una sensación de insatisfacción permanente que diluye
todo lo que tenemos a mano de valor.
Quizá sea un mecanismo de compensación, como todo en esta
realidad, que nos hace estar dispuestos a los continuos cambios del vivir, no
dejando que nos “durmamos” en ninguna situación.
Sea como fuere, es una tarea continuada ir reconociendo todo
lo bueno que nos envuelve y agradecerlo por el hecho de poder hacer uso de ello
y así podernos sentir realmente queridos.
La necesidad de compartir el calor con otros seres es muy
humana... y gratificante, pero no debe obcecarnos ni decepcionarnos cuando no
podamos disfrutarlo buscando dentro de nosotros el calor que necesitemos.
De ahí vienen muchas de las relaciones amorosas que pivotan
sobre ese deleite de contacto y afectuosidad que tanto necesitamos y tanto nos
gustan.
En la vida, todo tipo de placeres sanos son bienvenidos y
convenientes, porque aquí hemos venido a disfrutar y, si lo hacemos en
compañía, mejor que mejor.
¡O así me lo parece!
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 10
septiembre 2024
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